22 de septiembre de 2016

Hola, don Pepito; adiós, don José


Como si de una aclamada película de Christopher Nolan se tratara, las vidas de Josep Guardiola y José Mourinho tomarían rumbos paralelos desde que el técnico portugués aterrizó, en principio como traductor y después como asistente de Bobby Robson, en el FC Barcelona en 1996. Desde entonces, los caminos de ambos entrenadores volvieron a encontrarse en la Liga de Campeones de la temporada 2009/2010, cuando Guardiola, ya como técnico, entrenaba al conjunto azulgrana y el luso dirigía al Inter de Milán. Aquel doble cruce, primero en fase de grupos y luego en la recordada semifinal, se saldaría con la victoria del conjunto nerazurro en la Champions y su posterior fichaje por el Real Madrid, las mediáticas declaraciones, los cruces dialécticos, los clásicos impregnados en tensión, algún que otro dedo en el ojo y una lacerante rivalidad que incluso hizo temblar la estabilidad de la selección española.

Pero Guardiola se marchó y, al año siguiente tras haber dejado un vestuario del Real Madrid resquebrajado, lo haría Mourinho. Y con la marcha del portugués, la serenidad volvió a instalarse entre los dos colosos del fútbol español. Las trayectorias de los de Santpedor y Setúbal volverían a cruzarse en la Supercopa de Europa de la temporada 2013/2014. Guardiola, recién fichado por el todopoderoso Bayern de Múnich, de nuevo se citaría con su némesis al medirse con el Chelsea de José Mourinho, quien había vuelto a recalar en el banquillo blue. En aquella ocasión y tras un emocionante encuentro, el cuadro bávaro levantaría el cetro europeo al imponerse en la tanda de penaltis, en el que sería el primer título de Guardiola en el equipo teutón.

El técnico catalán dejaría patente su filosofía y estilo de juego en el Bayern de Múnich, conquistando la friolera de tres Bundesligas, aunque en las tres temporadas que dirigiría a los alemanes siempre tuviera una asignatura pendiente: la Champions, un torneo en el que perecería curiosamente ante tres equipos españoles: Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid. El portugués, por su parte, sólo lograría dos títulos con el Chelsea: la Premier League y la Copa de la Liga en 2015. Sería destituido en diciembre de 2015 dejando al cuadro londinense decimosexto en la Premier League, con sólo cuatro victorias, tres empates y nueve derrotas en 16 jornadas de competición.

Y tras sendas estancias en Londres y Múnich, algunas con recuerdo más grato que otras, las vidas de Mourinho y Guardiola nuevamente se cruzarían en 2016. Esta vez, sería en el campeonato doméstico inglés, más concretamente, en la ciudad de Manchester. Era el aditivo final para rubricar la encarnizada batalla deportiva y la confrontación de dos estilos de juego diametralmente opuestos. Las antípodas de las concepciones futbolísticas de ambos entrenadores quedarían confinadas en Manchester, un enclave idílico destinado a tal fin. Una ciudad donde se respira fútbol por los cuatro costados y que tendrá la suerte de ser testigo directo de la función más rompedora en el Teatro de los Sueños con un radiante cielo azul como exquisito telón de fondo. Y con banda sonora de Oasis.

Decía el eslogan de una archiconocida marca deportiva con nombre de diosa griega que «El fútbol te devuelve lo que le das». Y sería en una camiseta conmemorativa de una de las consecuciones del FC Barcelona de Pep Guardiola, precisamente. Algo así ocurría en el primer derby de la temporada donde la victoria por 2-1 del City sobre el United dejaría en evidencia que no se trataba simplemente de un simple triunfo, sino de la supremacía de una idea que, por desgracia para muchos, aún sigue latiendo con más fuerza e intensidad que nunca. Y algo parece indicar que seguirá haciéndolo durante mucho tiempo.

Para los más resultadistas, no se trata simplemente de la imposición de un estilo en detrimento de otro, sino de datos tangibles. Los números hablan por sí solos y tratan mucho mejor a Guardiola que a Mourinho. El Manchester City es líder en solitario de la Premier League con 15 puntos, lo que viene a significar cinco victorias y ninguna derrota ni empate. Y en Europa, los citizens le endosaron un inapelable 5-0 al Borussia Mönchengladbach en la fase de grupos de la Champions League. En cambio, el balance para el portugués es algo mejor que desastroso. Los Red Devils son séptimos en la tabla con nueve puntos y perdieron en la Europa League ante el Feyenoord holandés por 1-0. Dicho sea de paso, ambos clubes volverán a medirse, esta vez en la Copa de la Liga.

En cuanto a juego, el City es el equipo que más pases completa y el que cuenta con un estilo más sólido. Mucho más que el del United. El juego de los Diablos Rojos es vistoso y alegre; el de los citizens, previsible, especulativo y aburrido, además de los nefastos resultados obtenidos. Aunque aún nos encontramos en los comicios de la competición, el juego del conjunto dirigido por Pep Guardiola recuerda por momentos al que desplegó en Barcelona, mientras que los de Mourinho dejan clara la falta de ideas y las profundas carencias tácticas de su juego. Guardiola ha sabido implementar sus ideas deportivas y el portugués sólo ha conseguido poner excusas. «Podemos trabajar y mejorar mucho en nuestro juego, pero los errores del colegiado no están bajo mi control. No puedo hacer nada para mejorarlo» diría el portugués tras caer derrotado ante el Watford por 3-1.

Todo ello queda reflejado en los fichajes realizados durante el pasado verano por ambos clubes. Aunque ninguna de las entidades ha escatimado en gastos con un desembolso superior a 200 millones de euros, el Manchester City ha realizado incorporaciones que han buscado perfeccionar el esquema de juego, rellenar algunas carencias y que encajaran en el estilo del de Santpedor. Ejemplos de ello han sido las llegadas de un portero con buen manejo de los pies como Claudio Bravo, un rasgo inherente en cualquier guardameta bajo la batuta de Guardiola, un central de perfil técnico y con buena salida de balón como John Stones, un mediocentro de ida y vuelta como Gundogan y un delantero con capacidad combinativa como Nolito. Sin embargo, el United invirtió nada menos que 105 millones de euros en Paul Pogba, más que los citados jugadores juntos. El galo no está cumpliendo con las expectativas depositadas en él, dadas las escasas opciones asociativas en la medular del United. El doble pivote de Pogba agenciado con Fellaini no termina de convencer. Mientras las dudas sobre el rendimiento del francés empiezan a sembrarse entre la afición, Guardiola hizo debutar a Aleix García, un jovencísimo jugador de 19 años con un futuro prometedor. Y es que en fútbol, el fin no siempre justifica los medios. He aquí uno de esos casos.

Fuente: Carlos Pérez de Rozas (22/9/2016). Primer combate de KO para Pep. Diario Mundo Deportivo.