27 de abril de 2017

Lírica Pachanguera: El futuro es nuestro


El fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes. Así reza un aforismo que, por extendido, no deja de ser cierto. Un elemento carente de importancia para algunos y, para otros, la piedra angular del cimiento de sus vidas. Por suerte, nosotros pertenecemos al segundo grupo. O de lo contrario, no hubiéramos convertido en placentera la rutina de ataviarnos con nuestras mejores galas futbolísticas —curtidas en mil batallas, con remiendos a modo de cicatrices de guerra—, bombardear a mensajes el grupo de WhatsApp, coger los bártulos y emprender el camino a Los Salesianos con la indiscutible puntualidad británica que nos caracteriza.

Al llegar, los más jóvenes, cantera en potencia de Triana, nos darían la bienvenida apoderándose de las pistas, circunstancia que nos dejaría entrever que el inexorable relevo generacional nos acecha, como si de un ojeador deportivo se tratara. Prueba fehaciente de que la juventud nos ha concedido una prórroga para ganar el partido por goleada. Un cielo encapotado se elevaría como telón de fondo, para abrirse y vislumbrar un resplandeciente y primaveral sol. Allí me recibiría un Jorge Colmena enfundado de su ya mítica elástica culé de Iván Rakitic que postula a quitarle el puesto a las de Adriano del Inter y Reyes del Arsenal, camisetas que los más veteranos del lugar recordaremos abrumados por la nostalgia. 

Y entre balonazos, pataditas y caños, comenzaría un partido al que aún le quedaba un escollo por superar: la llegada de Jesús Sánchez y Johnny. No obstante, dicha eventualidad no nos impediría jugar un partido inicial de cuatro contra cuatro, donde la imposibilidad de disparar fuera del área sería concebida más como un reto que como un hándicap. Dispuestos a no derrochar energía y con un ritmo pausado, comenzaría a rodar el cuero, ante la atenta mirada de aquellos joviales niños que harían de improvisados recogepelotas.

No podría acudir nuestro amigo Ismael Macías por lesión, a quien deseamos de todo corazón que se mejore lo antes posible, pero sí Fran Díaz, cancerbero habitual de Los Salesianos, quien se mostraría intratable bajo los tres palos, pararía lo imparable y haría de soporte psicológico al equipo con su ya habitual Venga, chicos, muy bien. Un dandy de la pelota que, como de costumbre, firmó un gran partido fue Rubén Mateos, con una incombustible zurda de oro que encontraría destinatario en el fondo de las mallas —golazo de vaselina incluido—, y que Fran Díaz no pondría nada fácil. Igual que Pablito Burn, que mostró una gran movilidad en el centro del campo, desplegando un fútbol creativo, combinativo, resolutivo y alegre. Sin duda, de los mejores jugadores del encuentro.

El ritmo del partido sería trepidante por momentos y más pausado por otros. Se efectuarían algunos traspasos para compensar el nivel de ambas escuadras. A quien mejor le sentaría el cambio de aires sería a Jorge Colmena, al anotar un auténtico golazo, dejando prácticamente atrás a todo el equipo y rubricar la faena con un Haz tú eso, morsi; Po pilla por la orilla o ¿Quién es el mejor? O creo que dijo todas esas frases a la vez, telegrafiando una calidad de dimensiones paquidérmicas. Y un hermano como Fernando Cornello protagonizaría jugadas de peligro por la banda, con algún que otro quiebro e inteligentes desmarques. Estamos seguros de que las mejores jugadas están por llegar.

Isra Guerrero, a quien el destino lo situaría en ambos equipos, dejaría buenas muestras de su calidad —camiseta del Bayern personalizada incluida— y jugaría un partido muy solidario, tanto en defensa como en ataque que causarían estragos en la defensa rival. Al igual que Johnny, a quien la demora y las pocas plazas de aparcamiento no le mermarían sus buenos recursos técnicos y bicicletas más efectivas que las del Tour de Francia. Su acompañante, Jesús Sánchez, volvería a demostrar el fantástico nivel que atesora, con goles de bella estampa, maradonianas jugadas, elegantes filigranas y milimétricos pases. Ángel Romo arrastraría algunas molestias que lo apartarían temporalmente del terreno de juego, aunque después se resarciría de ellas para ingresar en él y otorgar el tanto de la victoria. Y por último, yo con mi clásica camiseta de mi pelotero favorito, Thierry Henry, exhibiendo orgulloso mis colores y con una confianza en auge directamente proporcional a la diversión derrochada.

El paso del tiempo jamás se muestra indulgente con sus súbditos. Hace casi diez años que la Movida Alternativa redactó el epílogo de su historia, pero la esencia de Los Salesianos sigue intacta. Aquellas paredes encierran, además de muchos balonazos, buena parte de nuestra historia. Los puestos de perritos calientes para saciar el apetito de aquellos adolescentes que combatían el acné con grandes dosis de adrenalina, los estridentes anoraks de los equipos más punteros que se podían canjear por los puntos ganados por los más trasnochadores, los futbolines desconchados que reproducían a pequeña escala nuestra puntería y la envolvente música que sacudía unos muros que se levantaban donde hoy se encuentra la pista de pádel, son ya historia. Una historia que fue la función que nosotros representamos, la misma que hoy nos extiende sus brazos para contársela a los más jóvenes y que la seguimos escribiendo semana a semana.

Miércoles, 26 de abril de 2017.