25 de marzo de 2012

El penalti de Panenka


Corría la final de la Eurocopa de 1976 disputada en Yugoslavia. La final del certamen deparó un combativo encuentro entre las selecciones de Checoslovaquia, debutante en la competición, y la todopoderosa Alemania Federal, campeona del mundo y de Europa. La Mannschaft estaba liderada por Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Berti Vogts y Uli Hoeness.

Los checos, contra todo pronóstico, se plantaron en la final de Belgrado eliminando a la Holanda de Johann Cruyff en semifinales. El encuentro finalizó su período reglamentario con un empate a dos goles. Con la prórroga abierta de par en par, ninguna de las selecciones vio portería. El nuevo campeón de Europa se conocería después de la tanda de penaltis. Lo que nadie se atrevía a imaginar es que aquellos lanzamientos desde los once metros entrarían en la historia del deporte rey.

Uli Hoeness erró su disparo. Tras la pifia del jugador alemán, Antonín Panenka se dispuso a lanzar su penalti correspondiente. Enfrente tenía nada menos que a Sepp Maier, legendario portero del Bayern de Múnich y campeón tres veces consecutivas de la Copa de Europa, a nivel de clubes. Cuando Panenka se dispuso a lanzar el penalti, advirtió que Maier se lanzaba hacia el lado donde tenía pensado colocar su lanzamiento...


Fueron milésima de segundo. Si en ese momento piensas, fallas. Panenka decidió picar suavemente el balón por la parte inferior con la punta de su pie y éste se introdujo bombeado a media altura en la portería de Sepp Maier, muy sutilmente. No hizo falta disparar ningún zapatazo. Muchas ocasiones, la precisión y ligereza son armas más poderosas que la misma fuerza o potencia de lanzamiento.

Afortundamente, en fútbol las jugadas no tienen derechos de copyright. Tanto es así que, desde entonces, no han sido pocos los jugadores que han emulado esta inédita forma de ejecutar los penaltis. O, al menos, lo han intentado con mayor o menor suerte. Zinedine Zidane lo hizo a sangre fría en la final del Mundial de Alemania 2006 ante Gianluigi Buffon. Picó el balón más fuertemente que Panenka en su día. El esférico dio en el larguero, rebotó y volvió afuera tras dar de nuevo en el palo. Fue gol, por supuesto. No tocó la red.

Para lanzar los penaltis de este modo, se necesita saber adonde se tirará el portero. En caso contrario, una forma muy ingeniosa de convertir un penalti se puede convertir sencillamente en un sonrojante pase a las manos del guardameta. Además, si no se le confiere la potencia adecuada, se puede enviar el balón directamente a las nubes o ni tan siquiera llegar a la línea de gol. Panenka lo patentó y convirtió los lanzamientos fatídicos en un noble arte.

21 de marzo de 2012

Partidos históricos: Manchester - Real Madrid 2000


A veces, muchos partidos no se recuerdan por la cantidad de goles marcados, sino por la intensidad y emoción de los mismos. Goles apurados en el último minutos, escenarios importantes o escurridizos balones al palo son elementos que pueden accionar todos los resortes del dramatismo. Sentimientos hilarantes o tragedias futbolísticas. Todo puede pasar. Algo así fue lo que ocurrió entre Manchester United y Real Madrid en abril de 2000.

El escenario para la puesta de largo del partido no podía ser mejor: Old Trafford, bautizado como El Teatro de los Sueños por Sir Bobby Charlton. Los contendientes eran nada menos que los campeones de las dos últimas ediciones de la Liga de Campeones. El Manchester, campeón de la apoteósica final de Barcelona el año anterior ante el Bayern, se mediría en un trepidante y reñido encuentro contra el Real Madrid, campeón de Europa dos años antes en Ámsterdam.

En el partido de ida, dos semanas antes en el Bernabeu, ambos equipos empataron sin goles. La eliminatoria se solventaría en Old Trafford, uno de esos estadios donde no se conceden victorias fácilmente. Los chicos de Vicente del Bosque protagonizaron uno de los encuentros más combativos, atractivos y con un ritmo de juego vertiginoso que se recuerda en la Copa de Europa en los últimos años. No hay bromas. Son cuartos.


El Manchester, aclamado por su fiel público, contaba con estrellas como Beckham, Keane, un joven Giggs y Cole, entre otros. Por su parte, Raúl, Morientes, Redondo o McManaman eran los grandes iconos del conjunto blanco. Además, en el Real Madrid emergió un colosal Roberto Carlos que se sumó al ataque como si de un delantero se tratara.

La suerte hay que buscarla. El primer gol de la noche lo puso Roy Keane en propia meta tras despejar erróneamente un pase hacia su portero. El partido había sufrido un violento lavado de cara. Dicho sea de paso, el Madrid pudo distanciarse también en el marcador con sendas ocasiones de Roberto Carlos y Raúl. Así las cosas, se llegó al descanso en Manchester. Un terapéutico 0-1 que bien podía valer unas semifinales ante el Bayern de Múnich

Como era de esperar, el Manchester no dio nada por perdido y sólo la joven veteranía de Casillas impidió el empate de los ingleses. Desde que Collina pitara el incio del encuentro se pudo observar un choque frenético entre ambos equipos que pronto pusieron en la mesa su propuesta ofensiva. El Manchester puso las cartas sobre la mesa. Sus ocasiones eran ávidas, sus pases eléctricos y sus disparos directos al corazón del área madridista. El equipo británico necesitaba dos goles, cual advenimiento de la final que ganaron el año anterior.


De nuevo a la contra, un pase de McManaman desencadenó un cara a cara entre Raúl y Silvestre. El joven delantero colocó un preciso disparo al segundo palo de la portería de Van Der Gouw. Era el 0-2. La afición del Manchester siguió con el equipo hasta el final. En ese momento, tuvo lugar la jugada del partido. Fernando Redondo encaraba al defensa noruego Berg y se sacó de la manga un arrollador túnel de tacón. Ya en la línea de fondo le sirvió a Raul un gol en bandeja. Era la sentencia. El Manchester tendría que marcar cuatro goles. La hazaña se antojaba complicada. 

Ferguson se la jugó. Colocó a un delantero como Solskjaer en sustitución de Berg y a Sheringham por Cole. Surtió efecto. David Beckham, estrella de los diablos rojos, protagonizó una jugada individual que acabó con un potente disparo a la escuadra de Casillas. El Real Madrid se dinamitó al contraataque y, los huecos que dejó detrás, fueron clave para la llegada del Manchester que se vino arriba tras el gol de Beck's. Los ingleses no se rinden nunca.

Faltan diez minutos para el final. La correosa competitividad inglesa aparcó una rendición incondicional. La abrumadora llegada del Manchester propició que, en una ocasión, McManaman cometiera penalti clamoroso sobre Keane. Lo transformaría Scholes pero de poco sirvió En su propio feudo, donde sólo habían ganado tres equipos en la historia de la Copa de Europa en una de los mejores partidos de Raúl. Después de ello, aquel año el Madrid ganaría octava Copa de Europa tras doblegar al Valencia en la final de París.


Manchester United: Van der Gouw; Gary Neville, Stam, Berg (Solskjaer 62'), Irwin (Silvestre 46'); Keane, Beckham, Scholes, Giggs; Yorke y Cole (Sheringham 62').

Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Karanka, Iván Campo, Roberto Carlos; Redondo, McManaman (Julio César 90'), Savio (Geremi 66'); Raúl y Morientes (Anelka 72').

20 de marzo de 2012

Histórico Leo


No es domingo, pero hay Liga en el Camp Nou. Una Liga, dicho sea, más resucitada tras el pinchazo del Real Madrid la última jornada ante el Málaga de Pellegrini en el Bernabeu. El Barça, tras medirse en reñidos encuentros ante el Tourmalet de la competición doméstica, tiene por delante partidos, a priori, más asequibles como Getafe y Mallorca. Hoy era el turno del Granada. Y una noche muy especial para alguien... 

El conjunto andaluz no venía de brazos cruzados al Camp Nou. El Barça siguió con las rotaciones y hoy era el turno para Cuenca y Thiago que no disputaron el partido en Sevilla. Un acelerado viento se apoderó del Camp Nou, dificultado mucho los desplazamientos en largo de Gerard Piqué pero había un dato más importante que todo eso: Leo Messi, de marcar, empataría con la nada desdeñable cifra de César, con 232 goles. Podría consagrarse esta misma noche como máximo artillero del Fútbol Club Barcelona. Casi nada.

Desde el principio, se pudo contemplar un recital del Barça. El Granada emprendió un planteamiento ofensivo, muy interesante que fue mermado por la supremacía del Barça. El primer gol fue firmado por Xavi Hernández. No ha sido el protagonista de la noche, por motivos obvios, pero sus números prueban la calidad de este jugador. Para no ser delantero, lleva marcando en todos los últimos partidos.

 

Una genialidad, con desborde incluido, de Isaac Cuenca por la banda izquierda le puso en bandeja el gol a Messi. La Pulga calculó con exactitud y colocó el balón al segundo palo de la portería de Julio César. En ese momento, Leo empataba el récord de César y el Camp Nou se vino abajo. El electrónico así lo reflejaba. Sin lugar a dudas, el 20 de marzo de 2012 será una fecha histórica para el barcelonismo.

Pero la historia no se escribe fácilmente y sentado en el sillón. Había que sufrir antes de tocar el cielo. Las cotas de dramatismo las apretó el Granada que empezó a acosar con ocasiones al Barcelona. Mainz y Siqueira, transformando un penalti, empataron la contienda. Eso es una prueba de la imprevisión del fútbol. Cuando todos los elementos conspiran a tu favor: ocasiones, posesión, juego, calidad; dos ocasiones irrisorias pueden aguar una fiesta con todo lo que ello implica.

Apareció. Messi anotó el tercero de vaselina. Pese a los riesgos de perspectiva, Dani Benítez habilitó la posición legal del argentino. Ya era oficial. Leo Messi es el máximo goleador de la historia del Fútbol Club Barcelona con 233 goles. Perdón, La Pulga marcaría el quinto de la noche, el tercero de su cuenta particular y el 234 en su libreto general con el Barcelona. Por su parte, Tello firmó el cuarto para los de Guardiola y, de nuevo, Siqueira antotó el tercero del Granada de penalti con Panenka incluida y firmar el 5-3 definitivo. En resumidas cuentas, el insaciable Leo Messi destroza todos los registros habidos y por haber. Sólo tiene 24 años.

Gràcies, Leo!

18 de marzo de 2012

Cuestión de espacio


Cuando se hace referencia al Barça de Guardiola, se piensa exclusivamente en títulos, presión asfixiante y aplastante posesión. No caemos en la cuenta de que existe un aspecto crucial del juego del Pep Team, sin el cual sería inviable concebir el juego del Fútbol Club Barcelona. Se hace alusión al espacio. Entenderlo bien puede suponer la comprensión completa del estilo de juego de los de Pep.

Es una seña de identidad irreemplazable de Josep Guardiola. Algo que le acompañó en su etapa de jugador, ahora como entrenador y, si algún día deja el club, no se desprenderá fácilmente de dicho concepto. Es la pieza clave sobre la cual se erige todo el modelo constructivo del Barcelona y su paradigma está fielmente representado por Xavi, Iniesta y Cesc.

En el Ajax de los 70, militaba un defensa llamado Barry Hulshoff. Contaba cuál era la clave fundamental de su equipo y de la selección de Holanda. El tema del espacio predominaba en todas las conversaciones que tenían lugar entre los integrantes de la plantilla. Todo giraba en torno al concepto de espacio. Cruyff, por su parte, hablaba de hacia donde había que moverse y de la posición de los rivales. Una oportunista lesión impidió que Hulshoff disputara la final del Mundial de 1974.


Viendo partidos de la Liga Española, parece evidente que cada vez más equipos se apuntan al modelo de posesión como seña de identificación. Equipos como el Real Betis, que domina los espacios y la posesión, Villarreal, en estos momentos en horas bajas o Atlético de Madrid reinventado por el Cholo Simeone son fieles representantes de este estilo. Fuera de nuestras fronteras, Arsenal en Inglaterra interpreta esta filosofía de manera efectiva, aunque los títulos den la espalda a los pupilos de Wenger.

En el Barça, los ejes básicos del juego de los espacios empiezan por la defensa. La labor de Carles Puyol, Gerard Piqué y Javier Mascherano en la retaguardia no se basa únicamente en marcajes individuales. La realidad es más compleja, pero no demasiado. Cuando el Barça empieza la acometida de posesión insultante, en realidad, está tambien defendiendo. Si quieres que no nos hagan gol, tengamos el balón y no se lo demos al contrario. Así de fácil.

Los centrales del Barcelona achican espacios y juntan su línea con la de mediocentros para dificultar el manejo del cuero de los rivales. Por así decirlo, se ahogan entre los pocos metros existentes en las líneas creativas del juego. Dicho de otro modo, los defensas del Barcelona reculan y adelantan su posición simultáneamente, acogiéndose a las necesidades del guión para atascar los espacios del rival. No es de extrañar el elevado número de metros que pueden llegar a correr Piqué, Puyol o Mascherano. De este modo, se puede saber qué tipo de juego desarrolla cada equipo.


Fuente: Matías Manna (Marzo de 2012). Pep Space is different. Blog Paradigma Guardiola.

16 de marzo de 2012

El partido más importante

 

Hace justo un año que el mundo del fútbol quedaba conmocionado con la sórdida noticia. A Éric Abidal se le diagnosticaba un tumor en el hígado y tenía que ser operado rápidamente. Sólo un par de meses después, aparecía en las semifinales de la Liga de Campeones ante el Real Madrid y, días después, levantó la Orejona al cielo de Londres. Algo había cambiado.

De eso hace ya casi un año. Parece que fue ayer. Semanas atrás, Abidal regresaba de la convocatoria con la selección francesa, afectado de una pubalgia. Lamentablemente, esto no era más que un disfrazado eufemismo que ocultaba algo. La enfermedad se había desarrollado y Abidal tendrá que dejar el fútbol, al parecer para lo que resta de temporada, y someterse a un trasplante de hígado. La truculenta casualidad ha deparado que sea justo un año después de que se anunciara públicamente su afección hepática.

Como ocurriera un año atrás, las redes sociales y jugadores de todos los equipos se han volcado especialmente para transmitir a Éric su deseo de vuelta a los terrenos de juego y, obviamente, éxito en la delicada intervención que le espera. La situación caló hondo, sumiéndonos a todos con el semblante compungido. La historia se repite y los Trending Topic's de apoyo a Abidal no paran de sucederse en Twitter y en titulares de la prensa deportiva. Volverá a nacer.

 

Ha sido Pep quien ha asumido la dura tarea de comunicarles al grupo la noticia, a modo de paralelismo emocional como el año pasado. Un ensordecedor silencio se apoderó del vestuario, como si fuera un déjà vu. Los jugadores del Barça están tristemente acostumbrados a estas inefables noticias. Pasó con Abi el año pasado y con Tito no hace tanto. Las mismas palabras. Las mismas reacciones. La misma convicción de superación.

La plantilla había asumido la afección anómala que sufre Tito Villanova y, prácticamente, lo de Abidal se daba por superado, con todo lo que ello conlleva anímicamente. De nuevo, esa angustiante sensación se ha hecho un hueco en el barcelonismo, acompañada de otro sentimiento más esperanzador como es la victoria ante esta despiadada enfermedad.

En estos momentos, no importa el color de tu camiseta, ni las insignificantes diferencias entre nosotros, ni las intrascendentes polémicas que pueda haber. No hay color. Sólo uno: que Abidal se recupere, no sólo porque pueda volver a jugar al fútbol sino para que pueda tener una vida saludable, alegre y llena de éxitos deportivos como estoy seguro que le aguardan en este club tan grande.

 

Abidal renovó recientemente con el Barça, club en el que aterrizó en el verano de 2007. Siempre ha sido un jugador muy querido en el vesturio donde es un tipo muy divertido y bromista. Es y será una figura fundamental en el Pep Team y ha participado en todos los grandes hitos que el Barça lleva logrando desde 2009. Sus registro goleador no es muy alto pero sí decisivo. Hace poco nos regaló un importante gol en el Bernabeu que valía su peso en oro. Ahora, el fútbol es lo menos importante.

Sus compañeros del Barça, Guardiola, ex-compañeros de selección como Zidane e incluso su seleccionador Blanc han depositado su confianza en la satisfactoria recuperación de Abi. ¿Volverá o no a los terrenos de juego? Eso no importa. Lo que sí es seguro es que volveremos muy pronto a verlo. Ha servido de ejemplo a muchas persona que padecen enfermedades serias y, por qué no decirlo, volverá a ser un ejemplo de superación para todos nosotros.

A decir verdad, no es segura a ciencia cierta su continuidad en el fútbol. El espigado jugador galo es baja para el resto de la temporada y Marc Muniesa lo suplirá en el puesto de lateral izquierdo. Su convocatoria con Francia para la Eurocopa del próximo verano aun es un enigma como ha asegurado su técnico, Laurent Blanc. No obstante, desearía que mis palabras cayeran en saco roto y volviera a aparecer, sorprendiéndonos a todos, como pasó el año pasado. Estate preparado para el partido más importante de tu vida, ése en el que correrás valientemente por la banda izquierda. Todos jugamos contigo.


Molta forza Éric. Estem amb tu. Una abraçada! #animsabidal

11 de marzo de 2012

Colores engañosos


Si hay algo que marca el fútbol, eso son los colores. Cuando hablamos de un equipo, tendemos a asociarlo irrefrenablemente con uno o varios colores que lo representan. Sería realmente difícil concebir un club incoloro y transparente como el agua de un manantial. Tanto es así que, cuando llega un Mundial, las calles se asemejan a una pasarela de camisetas. Desfilan colores de los países y, por lo general, estos se corresponden con las banderas de esa determinada nación.

A Brasil se le conoce tradicionalmente como la verdeamarelha, obviamente, por el predominio de los colores amarillo y verde en su elástica, además del azul. Si nos hablan de la albiceleste, tendremos claro que se hace alusión a Argentina y estaremos de acuerdo que les Bleus se refiere claramente a Francia. No obstante, si se observa con detenimiento, caeremos en la cuenta de que muchos distintivos en las camisetas de selecciones no se corresponden en absoluto con los que aparecen en sus banderas. Hay varios ejemplos.

¿Por qué Holanda viste de naranja si ése no es el color de su bandera? Básicamente, se debe a cuestiones monárquicas y, en concreto, a la dinastía de Guillermo II de Orange-Nassau. Dicho monarca fue una figura clave en la independencia de las Provincias Unidas, precursoras de la Holanda moderna, en 1648. De ahí viene la clásica equipación de Holanda y el apelativo de Oranje.

 

Alemania juega de blanco pese a que los colores presentes en la consigna teutona son el amarillo, rojo y negro. Dicho sea de paso, esta bandera nació tras la República de Weymar (1919-1933) como un intento por olvidar cualquier atisbo de la Primera Guerra Mundial. Con el emblema natural de la bandera, Alemania perdió la contienda y por ello prefirió jugar con la camisola blanca y el pantalón negro, todo ello capitaneado con el águila del káiser Guillermo II de Prusia.

Con la elástica blanca, los alemanes ganaron el Mundial de Suiza en 1954 con Fritz Walter frente a la gran Hungría de Ferenç Puskas y Ladislao Kubala. Con el primer título mundial en el bolsillo, comenzó la leyenda alemana y, desde entonces se usa el blanco en su equipación original. El blanco inmaculado de la Mannschaft simboliza desprenderse de los malos recuerdos que evoca aquella humillante derrota bélica.

Hace pocos años que España se ganó un hueco en los nombres de las mejores selecciones del mundo. Fue entonces cuando nuestra selección abandonó el rudimentario sobrenombre de La Furia para pasar a ser bautizada como La Roja. El rojo es el color más vistoso en nuestra camiseta. Sin embargo, los pantalones son generalmente azules y, en ocasiones, más oscuros. ¿A qué se debe esto? ¿No podría vestir España totalmente de roja con los pantalones en amarillo? Sencillamente, hace referencia al color representativo de la  Casa Real Española. Por su parte, Italia se desentiende de los colores verde y rojo y emplea el azul en su camiseta. La azurra lo hace en honor a la Casa de Saboya, de Víctor Emmanuel, responsable de la unificación del reino en 1861.


Fuente: Web Tribunalatina.com.

8 de marzo de 2012

Lírica Pachanguera: Edición Sociólogos


Hoy no me quedé dormido pero, a decir verdad, me faltó poco. El tren llegó puntual a su andén y, a continuación, se sucedieron los veinticinco minutos habituales de trayecto. En esta ocasión, los jugadores y el escenario eran bastante distintos al habitual. En efecto, me dirigía a la Universidad a jugar una dinámica, divertida y, por qué no decirlo, disparatada tarde futbolera con los mejores sociólogos del mundo. Bueno, los únicos sociólogos que conozco.

Llegué con bastantes minutos de margen, haciendo gala de mi puntualidad inglesa. A lo lejos, divisé a mis amigos que se dirigían a aquella lejana y taciturna pista de fútbol que parece abandonada en el tiempo. Éramos menos de lo que esperaba pero suficientes para poder jugar en condiciones. Apareció el guardián del campo para abrirnos la vetusta verja que nos posibilitaba disfrutar de las solitarias instalaciones de juego, que parecen confinadas en el olvido. Aquello estaba perdido en unos terrenos colindantes a la universidad y custodiado por una pista de rugby cercana y el petulante canto de una dicharachera gaviota.

A decir verdad, yo no había comido, algo que después, con las poco permisivas condiciones climáticas,agradecí. Nuestro limitado tiempo de juego (sólo una hora) nos apresuró para empezar a jugar cuanto antes. Tuve el honor de compartir equipo con los irreemplazables Luis Pakemá, Alex Canela y Álvaro Gómez. Al frente, nos aguardaba un digno rival: el equipo compuesto por Leo Capmany, Miguel Aldana, Álvaro Suárez y Jacobo Emp. Lo siento, es que no sé el apellido del gran Koby.

El partido empezó con una irreverente calor. El buen rollo imperante en ambos equipos nos motivaba desde el principio y propició un ritmo de juego alegre y desenfadado. El planteamiento consistía en balonazos para meter goles con avidez. No había jugadas determinantes. De hecho, un equipo marcaba dos goles y, seguidamente, era remontado por los chicharros de Álvaro Suárez. Constaté que es un jugador con mucho desborde, velocidad, regate, recorrido y gran eficacia goleadora. Cuando acabó el encuentro, se citó con un cigarrillo que se enrolló como si se tratase de un antiguo amor de verano.

Estaba también nuestro Leo que corrió bastante y marcó varios goles. Probablemente, estaba moralizado por las espumosas cervezas que nos esperaban después. Era algo así como si nuestra chica nos estuviera observando. Motivaba. La verdad es que Leo hizo un fantástico partido y mostró sus condiciones técnicas. Como también lo hizo mi compañero de equipo Luis, jugador muy combativo, un espárrago donde los haya, aunque con buen control de balón, técnica, disparo e inteligencia. De portero, un showman de categoría.

Esta vez no pudieron acompañarnos nuestros colegas Moi y Jesús por diversos compromisos académicos aunque sí apareció Álvaro Gómez. Se le agradece que, pese a que que no es una persona que le guste el fútbol, tenga la amabilidad de acompañarnos y esforzarse, sin perder la sonrisa. A los compañeros se les recuerda por los buenos valores que aportan al equipo y, obviamente, Álvaro Gómez es un ejemplo de ello. Hizo un gran trabajo y tuvo varias ocasiones.

Miguel Aldana me recordaba al prototipo de futbolista brasileño. La calidad le acompaña pero hay que señalar su faceta fiestera. Con sus goles y pases entre líneas tambaleó nuestros esquemas y fue la causa de más de un quebradero de cabeza . Se esforzó considerablemente y lo hizo realmente bien. Luego estuve yo, que marqué mis tres golitos pese a no haber calentado y me encontré muy en sintonía con la actitud y juego de mis amigos. De portero, me colaron alguna que otra, incluso un penalti por parte de Jacobo.

A propósito, Jacobo, enfundado de Diego Milito, volvió a sorprendernos. Las elevadas temperaturas sin sombra no le amilanaron, nos fundía con sus regates y anotó innumerables chicharros. Un crack en toda regla. Con otro que he de quitarme el sombrero es con Álex Canela. Cuenta Luis Pakemá que, visto de espalda, parece Messi encarando, driblando y solventando defensas adversarias. Tuve la suerte de disfrutarlo en mi equipo. Es un jugador muy técnico, va muy bien al espacio y se postula como portavoz del equipo cuando nos meten un gol.

La falta de sombra no nos perdonó. Tanto es así que aprovechábamos para beber agua cuando el rocoso balón se nos iba entre los oxidados alambres que custodiaban la pista. No acabamos de cumplir el tiempo reglamentario de alquiler del campo y dimos por concluido antes el partido. Mientras tanto, Migue no paraba de recordarnos esas cervezas que nos esperaban después para reponer fuerzas. Luego, en el vestuario, Leo nos aderezó con una adherente colonia que endulzó nuestro olor. Fue una tarde fantástica.

Jueves, 8 de marzo de 2012.

6 de marzo de 2012

Vergonya mayúscula


Es absurdo considerar la idea de que los árbitros siempre favorecen a un equipo en detrimento de otro. Como sentenciara el mítico trencilla Pierluigi Collina, El fútbol es un deporte imperfecto en el que, paradójicamente, se exige que los árbitros sean perfectos. La experiencia y la percepción nos ha demostrado que muchas decisiones se toman en milésimas de segundo, lo que no implica una perfección anatómica.

No obstante, hay ocasiones que se sobrepasan los límites. El pasado 3 de marzo de 2012, en el partido de Liga que enfrentaba al Fútbol Club Barcelona y al Sporting de Gijón, el central azulgrana Gerard Piqué fue expulsado de forma controvertida tras protestar un penalti no pitado cometido sobre Keita. La polémica estaba servida. De segundo plato, la condimentaría la desmedida denuncia que el Comité Técnico de Árbitros ha interpuesto al jugador culé y que será recurrida por el club. Ver para creer.

Gerard Piqué es indudablemente una de las figuras más odiadas del barcelonismo por parte de la Central Lechera. Será que aún escuece el sexto gol de aquella legendaria goleada, el 2-6, que el Barça del endosó al Madrid hace tres temporadas. Una prueba fehaciente de esta manifiesta animadversión fue la crucifixión mediática que padeció Piqué cuando otrora forzó la tarjeta frente al Rayo Vallecano. Si es que cuando la propuesta futbolística no convence hay que atacar por el ámbito extradeportivo por tamaña ofensa.

No seré yo quien diga que los árbitros hacen mal su labor, a sabiendas de que es una profesión muy estigmatizada y, en general, poco valorada. Lo que no es lícito es el linchamiento por parte de esta institución arbitral para desdibujar la imagen pública de Gerard Piqué. El tácito Sánchez Arminio, presidente arbitral, acusa de poner en duda la honestidad de los árbitros. Lo sonrojante de este caso es la poca memoria que, para variar, tienen desde tierras capitalinas. Bueno, memoria sí, pero selectiva.

Ya nadie se acuerda de la impertinente rajada de Mourinho en semis de la Champions la pasada temporada, la del mítico ¿Pur qué? Ni la de Casillas, a decir verdad, de los pocos vestigios de caballerosidad que queda en el Real Madrid, aunque en esa ocasión no estuvo acertado como tampoco en la reciente eliminatoria de Copa en la que el señor Mourinho esperó al conjunto arbitral en el parking del Camp Nou. ¿No es eso poner en entredicho el honor de los árbitros? 

Estaría completamente fuera de tono que dijera que se emplea un criterio arbitral para el Real Madrid y otro más dudoso para el Barcelona. No es mi estilo. Lo que sí diré es que, si algo nos ha enseñado el fútbol, es que los árbitros intentan desempeñar su labor de la forma más eficiente posible y que, como personas que son, sus fallos pueden ir a favor de uno algunas veces y otras no. Eso es lo que nadie argumenta en el Real Madrid

A aquel madridista iluminado que dice que los árbitros siempre favorecen al Barça, le recomiendo encarecidamente que se tome su medicación prescrita. De hecho, en la Central Lechera nadie repara en el excesivo número de penaltis pitados al conjunto blanco esta temporada. ¿Os imaginais lo que hubiera pasado si el denunciado por parte del Comité llega a ser un jugador del Real Madrid? No quiero ni pensarlo. En fin, lo que yo diga, memoria selectiva...