Si no le has hecho caso al título, tengo que prevenirte, a ti, querido lector. Me siento obligado a ponerte en conocimiento. El artículo que estás a punto de leer es completamente desaconsejable. Es más, su contenido el altamente nocivo para tu salud, por lo que te aconsejaría seriamente que cerraras esta pestaña y abrieras Tuenti u otra página. ¿No lo has hecho? Llámame malpensado, pero igual es que te va la marcha. En cualquier caso, me veo obligado a prevenirte sobre las consecuencias que esta lectura te puede ocasionar. ¿No? Pues tú mismo, oye...
Recuerdo a una sugerente chica catalana que conocí hace más de tres años. Entre nosotros sólo existía una desenfrenada atracción física. Mis delirios se enervaron cuando descubrí su hipnótica identidad. Manejaba muy bien las tornas de nuestra relación y, lo reconozco, más de una vez nos pasamos con las copas. Podía ir con ella a cualquier rincón del mundo y causaba la admiración de los demás, como así lo demostraban los regueros de baba que dejaban tras su paso. Visitamos París, Roma y Londres. Conservo recuerdos mágicos de sendas veladas.
Tan potente fue dicha relación que nos enamoramos. Eso no fue sólo el primer paso de un lacrimógeno romance. Era perfecta. La verdad sea dicha, la admiración no es sino sembrar la envidia. Haz algo bien y saldrán envidiosos hasta debajo de las piedras. Efectivamente, no fueron pocas las críticas carentes de fundamento que escuché de ella. Dispuesto a hacer caso omiso a todas, me percaté de la realidad: Crea envidia. Es un rasgo inequívoco de que estás haciendo las cosas bien.
Hace tiempo me gustaba el fútbol. Luego conocí al Fútbol Club Barcelona. Ahora amo el fútbol. Lo que ocurre es que tanta perfección es sospechosa. En realidad, nunca viene mal escuchar a los llourones con su diarrea dialéctica tras una abrumadora exhibición de fútbol del Barça. ¿Con qué nos reiríamos si no? Si me permitís el símil, es algo así como las pepitas de una sandía. Sólo hay que apartarlas para seguir disfrutando de ella.
El fútbol, por desgracia, se está convirtiendo en algo previsible. Reconozco que antes molaba más. Da igual el entorno en el que nos movamos. Ocurre con frecuencia en la Liga, de vez en cuando en la Copa y, recientemente, en Champions. En cualquier caso, el damnificado siempre es el Fútbol Club Barcelona. ¿No me creéis? ¿Ni tan siquiera sabéis de qué hablo? Muy fácil. Sólo hay que echarle un vistazo a Twitter tras un partido del equipo azulgrana.
A propósito, hoy no le dedicaré ninguna de mis emotivas palabras a Punto Pelota, programa paradigma del buen periodismo. Tampoco diré que todos los programas afines al Real Madrid (véase TeleMadrid) me provocan una extraña sensación en el estómago. Creo que son náuseas. Pero no lo diré. También me gustaría meterme con la prensa pero mejor no. Hoy me meteré contigo.
Tras este inciso, puedo parecer arrogante y presuntuoso. En realidad, no me importa mucho. Estoy un poco revoltoso y me apetece divertirme, así que tú eres mi víctima de hoy. Lo siento, no es nada personal. Aunque, estás de enhorabuena y no es porque te dedique mi precioso tiempo. Es porque aún tienes una oportunidad de salvarte. Sí, oyes bien. Sólo tienes que prometerme que tú no estás detrás de muchos tweets que he leído esta semana...
En concreto, me refiero a los que piden la vuelta de Raúl a la selección tras su gran partido contra el Athletic, que de poco sirvió. Otros tweets que han esbozado una airada sonrisa en mi cara son los etiquetados con el hashtag #RoboAlX, siendo X, el equipo que pierde contra el Barça. A decir verdad, el de #RoboAl Granada sí que hizo que me desternillara porque en ese partido al Granada le pitaron dos penaltis. Robo no. Robo a mano armada y de condena irremisible.
En suma, todos los que andan detrás de esas etiquetas entienden de fútbol lo que yo de chipriota. Nos guste o no, eso es lo que vende: la polémica, los debates absurdos y las ayudas arbitrales que nadie se cree. Por afán de vender, estos medios sensacionalistas, han olvidado la auténtica esencia del fútbol. En lugar de posesión, jugadas y goles, sólo se habla de árbitros, comités y cartulinas. Dicen estos eruditos que el juego del Barça aburre. Apostaría mi cabeza a que ellos mismos se deleitan con el juego de La Roja, siendo la base de la selección básicamente la misma que la del Barça. Empiezo a pensar que algo les falla en la azotea...
Lo reconozco. Tiene gracia ver a los llourones llorar, valga la redundancia. A ver si lo entiendo. El señor Mourinho espera a los árbitros en el párking, mete dedos en ojos ajenos, tira por la borda todos los valores del club, no hay pistas de unión en el vestuario, se hacen estridentes fichajes de muchos ceros, comete graves errores tácticos (como poner trivote en Villarreal, por ejemplo) y, aún así, hay gente que ejerce campañas de desprestigio contra el Barça, por no llamarlas difamación. ¿No sería más conveniente preocuparse por lo que ocurre en casa y dejar en paz a los demás? Vergüenza me daría a mí ser del Madrid.
A todo esto, ¿Sigues por aquí? Eso es señal de que no ha seguido mi consejo inicial. ¡Lo sabía! Demasiado tentador, ¿No? Por suerte, sigues vivo y el veneno aún no ha surtido su letal efecto. Si tus retinas no se achicharraron en el segundo párrafo, puede ser un peligroso síntoma de que te estás pareciendo a mí. Yo en tu lugar tendría cuidado porque, según escuché hace tiempo, sólo se pega lo malo.
Muy buenas!!! lo prometido es deuda, aquí estoy de vuelta tras larga ausencia de comentarios en este maravilloso lugar.
ResponderEliminarEste artículo me ha parecido de lo más bizarro que he leido en este maravilloso lugar, pero me recuerda a "Los Simpsons", es decir, cada capítulo empieza por una situación, y luego una conexión de circunstancias y giros inesperados hacen que llegues a una situación que al comenzar el capítulo no alcanzabas a imaginar.
Tiene ese toque irónico, satírico e incluso frívolo de un conocido. Sin duda, mi enhorabuena una vez más. Un abrazo.
Con un título tan persuasivo es difícil, es cómo poner un boton rojo y escribir en él, no tocar. vaya tentación
ResponderEliminarSinceramente, me alegro de que os haya gustado. Ha sido fácil hacerlo. Escribí lo que pensaba. Un saludo a los dos! :)
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