Hay personas a las que el éxito se les antepone de forma natural, casi sin proponérselo. Es algo inherente a su forma de ser. Eso le ocurre a Pep Guardiola. El Noi ha sido elegido como el mejor entrenador de la pasada temporada 2011/2012 pese a que el Real Madrid ganara la Liga con un desaforado récord de 100 puntos. Por si eso fuera poco, Andrés Iniesta fue nombrado mejor centrocampista del pasado curso, Messi mejor jugador por cuarta vez consecutiva, Carles Puyol premio al juego limpio y Marc Bartra, mejor defensor de la Liga Adelante.
Estas condecoraciones han sido otorgadas por todos los técnicos y jugadores de Primera y Segunda División. A diferencia del célebre Balón de Oro, politizado por intereses financieros y opíparas tendencias, estos premios recogen la intraesencia y el espíritu del fútbol. Es decir, han sido otorgados por los trabajadores de este juego, por la gente que sabe de ésto, por los que entienden de verdad. Desalentadora lección para un Real Madrid que, pulverizando todos los récords y contando con un equipo bestial en todos los sentidos, no podrá hacer sucumbir la hegemonía de la filosofía del Barça.
Guardiola, plácidamente en su presurizado año sabático en Manhattan, ha sido reconocido por sus colegas de profesión como el mejor, mientras José Mourinho se dedica, fiel a su estilo, a lanzar odas rimbombantes a todos los medios pero carentes de contenido lógico. El problema es que ya nadie se cree a Mourinho. Quizá la primera temporada, con el fulgor que suscitó, sus palabras causaban algo de estupor. En la actualidad, más que eso da risa. Se trata de algo así como ese payaso, cuyos chistes ya hemos escuchado mil veces, y al que le reímos las gracias por compasión.
Precisamente por ello, Mourinho nunca pasará a la historia del fútbol. Como entrenador, sus títulos no pasan desapercibidos, al igual que los de Pep pero las cosas no son así. En fútbol se puede ganar y, por otro lado, se puede ganar de forma diferente. Guardiola reinventó el sistema de Cruyff y evolucionó hasta la sublimación del deporte, atribuyendo aspectos a un juego en el que se creía todo inventado. Mourinho no. Dicen los iluminados que Mou es la principal referencia de fútbol de contraataque y la realidad es que el Real Madrid no juega al contraataque. En realidad, no juega a nada. Es la ilusión óptica de creer que juegan al contraataque por contar con una expeditiva defensa y una abrumadora delantera. Pero eso no es contraataque. De hecho, el Real Madrid no juega a nada. Gana y punto.
Y no es algo que diga yo. Como siempre, la historia nos lo demuestra. En el año 2010, el Inter de Milán ganó el Triplete (Scudetto, Copa de Italia y Champions) con Mourinho pero nadie se acordará de ese equipo. La gente seguía hablando del Barça, al igual que este año como pasó con el Chelsea. ¿Quién se acordará de ese ultraespeculador equipo londinense de azul dentro de 20 años? Nadie. Hace dos años también, Holanda podría haber ganado el Mundial, pero no hace falta que diga cómo jugaban los Van Bommel, Sneijder, Heintinga y De Jong de turno. De nuevo, los Oranje no ganaraon ninguna de las finales anteriores (Alemania 1974 y Argentina 1978) pero permanece indeleble en la memoria de todos, mucho más que la Alemania de Beckenabuer y la Argentina de Kempes que se quedaron con la Copa en casa. El Madrid gana. El Barça es recordado.
Inspirado en el artículo de Lluís Mascaró en el Diario Sport. (El fútbol humilla a Mourinho).
josé ángel, tú si que eres mediocre....
ResponderEliminarPues con el Chelsea pasará como con el Estrella Roja en su día tras ganar la Copa de Europa. Menos unos pocos de vez en cuando, nadie habla de ellos.
ResponderEliminarXenofobia...
ResponderEliminarAl menos, Mourinho ha demostrado tener éxito con distintos equipos, demostrando que sus triunfos no se debía exclusivamente a la calidad de los jugadores. Veremos si la 'fórmula' Guardiola funciona lejos de Can Barça y de una generación irrepetible de futbolistas.
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