Tras esta dilatada ausencia en lo que a Lírica se refiere, nos embarcamos en una nueva aventura en la que el fútbol callejero vuelve a ser el gran protagonista de la jornada. Las apacibles estables condiciones meteorológicas habían tenido piedad a lo largo de la semana. Sin embargo, alguna deidad maléfica parece ser la responsable de que la lluvia agüe la fiesta con sus funestos y lúgubres brazos. Pero, dicho sea de paso, esta vez Messi, perdón, Dios se portó bien pese a la inquietante llovizna previa.
En realidad, tuvieron lugar dos partidos, con los pertinentes cambios de jugadores si así lo requerían las condiciones, el rendimiento y el resultado. En principio, me tocó escoger un equipo formado por Jorge Colmena, Luis Dueñas, Manolo Rueda y Carlos Capi. Asimismo, el equipo adversario lo formarían el susodicho Ángel Romo, Germán Bordoy, Jorge González, David López y un no menos peligroso Fran Díaz.
Hoy no nos obsequió con su presencia Fran Rebollo ni su etílico aliento a láudano. El partido inicialmente se nos colocó muy favorable, con muchas ocasiones, ritmo relajado y un descongestionado juego equilibrado ante la tímida presión rival. Hizo un gran papel Jorge Colmena, quien se las ingenió de maravillas para sacar el balón de nuestra sólida defensa. Su juego entre líneas resultó apabullante y lo intentó de cabeza en repetidas ocasiones tras sendos centros efectuados por mí. Las vertiginosas acometidas de Germán Bordoy fue nuestro principal quebradero de cabeza, puesto que se nos hacía un mundo pararle, ante la descomunal zancada y cambio de ritmo que atesora. Hizo un buen partido y no perdió mucho los nervios. Menos mal...
Jorge González se reconcilió emotivamente con el gol, aunque no fue de las mejores tardes que se le recuerdan, ni en el plano deportivo ni en el psicológico. Como ya me contara al cierre del partido, los fallos que tuvo en el campo le hacían perder los papeles con rapidez, a la par que intentaba jugar de una manera que claramente actuaba en su contra. Afortunadamente, entendió cómo van las cosas en esto del fútbol y se prometió actuar en consecuencia. Estamos seguros de que veremos al mejor Jorge González en breve.
Con la puntualidad inglesa que acostumbra, David López y sus milimétricos pases por alto no cayeron en saco rato, así como los destinatarios de sus pases. Gran partido del crack más apo y mejor esfuerzo realizado. La nota divertida de la tarde la protagonizó Carlos Capi y su zambullida de cabeza en el reconfortante suelo de Los Salesianos. Más bleu que nunca, se vio envuelto en una aparatosa caída en la que afortunadamente no hubo que lamentar daños personales, tan sólo algunos rasguños superficiales.
La figura clave de la asfixiante presión a la que el equipo rival nos sometió en el segundo partido fue, sin duda, Fran Díaz. Se mostró persistente y adherente en la marca individual, taponando todas las posibles opciones de pase que se presentaban para sacar el balón jugado. Jugador clave en la dominación de espacios y actuando como hombre libre por banda, vuelve a mostrar su faceta más atractiva. Gran noticia, sin duda.
El más listo de la clase fue Ángel Romo. No sabría describir con exactitud su rol en el terreno de juego pero siempre está ahí, ojo avizor al rechace, al rebote y sabe dónde colocar el balón. Algunos lo llaman suerte, pero yo prefiero definirlo como el hombre correcto en el momento oportuno. Como siempre digo, la evolución en el fútbol tiene nombre y apellidos. Estos son: Manolo Muros Rueda. Ni que decir tiene que es la persona que más ha mejorado en los casi cuatro años que llevamos jugando en Los Salesianos. Ha ganado en habilidad, versatilidad e incluso el disparo, que podría ser su talón de Aquiles. ¡A seguir así! Vendría más tarde nuestro Ale Valdés, un crack como siempre. Quitarle la pelota debería estudiarse en cátedra.
Como lo bueno se hace esperar, el crack de la tarde fue indiscutiblemente Luis Dueñas. Un jugador es bueno cuando marca goles, no siendo ése su cometido, a lo Xavi Hernández. Ahí tenemos al incombustible Luis. Cinco o seis chicharros son argumentos fehacientes para certificarlo. Técnico, displinado, inteligente, honesto y elegante. Un honor jugar a su lado. Así se desarrolló una atractiva tarde en la que cuando algún balón alcanzaba una altura estratosférica, había que encomendarse a Messi, quise decir, a Dios para que no se embarcara o saliese despedido directamente a la calle contigua. Luego, como invitada no deseada, llegaría la lluvia que nos incitó a marcharnos a casa, cual draconiano adalid.
Viernes, 14 de diciembre de 2012.
José, muy bueno! Hacía mucho que no me pasaba por acá. Un placer. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matías. Sé que eres fan de mis crónicas jeje. Me pasaré en breve por Fobal2000. Un abrazo y recuerda que siempre serás bienvenido por estos lares! ;)
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