En el fútbol existen jugadas con marca propia. Si se menciona La Roulette, evocaremos a Zidane; hablar de La mano de Dios es hacerlo de Maradona y la elástica se la atribuiremos a Ronaldo. Pero existen jugadas, dotadas con el preciosismo de una obra de arte, que vieron la luz mucho antes que las citadas. Para rememorarlas, hay que retroceder a los años 50 y, más concretamente, a la figura del brasileño Didí.
En efecto, la folha seca consiste en un disparo potente en la parte central del balón que le induce al esférico una trayectoria ascendente para luego descender violentamente, describiendo una parábola. Su nombre proviene del portugués, dado que dicha técnica fue popularizada por jugadores brasileños y significa literalmente hoja seca. Esto es porque el efecto que toma el balón al caer recuerda al que describe una hoja seca al caer del árbol.
El futbolista brasileño Roberto Carlos nos dejó la sublimación de la folha seca. Entre ellos, destaca sin duda el que le anotó a Francia en el Tournoi de France en 1997. En un abarrotado Stade de Gerland en Lyon muchos espectadores asistieron a contemplar un torneo de preparación para el Mundial que tendría lugar justo un año después. Lo que pocos llegarían a imaginar es que serían testigos de una jugada que cambiaría el fútbol...
Así fue como Roberto Carlos anotó la famosa Bomba Inteligente que no es más que un caso particular de folha seca en la que el balón firmó una trayectoria en la que se introdujo en la meta de Fabien Barthez, haciendo creer a todos los presentes que iba a salir fuera. El efecto que toma la pelota antes de entrar en la portería desafía todas las leyes físicas que conocemos. De hecho, el tanto de Roberto Carlos, dotado de una precisión quirúrgica, fue estudiado por varias universidades especializadas.
Años atrás, otro brasileño, Éder, marcaría varios goles de esta índole en el Mundial de España 1982. No obstante, el origen de la folha seca se le atribuye históricamente a Didí, componente de la delantera de Brasil en el Mundial de Suecia 1958 junto a Pelé, Vava, Garrincha y Zagallo. El brasileño Didí tiene el honor de haber estrenado el marcador del legendario estadio Maracaná.
Corrían los años 50 cuando Didí jugaba en el Fluminense. En cierto partido, el canarinho se disponía a lanzar un libre directo. Arrastraba algunas molestia en el pie y, por eso mismo, se vio obligado a golpear el balón de un modo distinto a su forma habitual de lanzamiento. La superficie de contacto escogida fue el centro de la pelota, lo que accionó el extraño efecto que adoptó la pelota. El cuero subió rápidamente para caer de forma repentina dando vueltas en círculo cuando se aproximaba a portería, envenando el balón ante el asombro del portero. Era un movimiento a semejanza de la hoja seca cuando cae del árbol. Sin saber cómo, habíamos asistido a la primera folha seca de la historia del fútbol.
Pero se trata de una técnica al alcance de pocos. Requiere una potencia especial en el tobillo y, por supuesto, grandes dosis de trabajo y entrenamiento, paradójicamente, aunque la primera ocurriera de forma espontánea e improvisada. Contaba Didí que dicha técnica se adquiere jugando en las playa brasileñas. Tardó años en perfeccionar completamente el disparo y lo hacía ensayando 45 minutos sobre un muro de ladrillos a una distancia de 20 metros.
Técnicamente, el disparo lo efectuaba con el interior o exterior de su bota derecha, únicamente con la extremidad del pie y aplicándole un giro extra al tobillo que diera la altura deseada. Como diría Johan Cruyff: El fútbol es un juego de fallos, por eso siempre se puede mejorar. En este caso, una técnica que nació fruto de una molestia en el pie revolucionaría los lanzamientos de falta.
En la actualidad, el máximo exponente de folha seca es Cristiano Ronaldo. El portugués se ha especializado en esta forma de lanzar las faltas y anota una gran cantidad de goles en cada temporada con el Real Madrid. En Brasil encontramos otro modo de revolucionar los disparos: la paradinha, en este caso, en la ejecución de penaltis. Lo haría Pelé, compañero de Didí en la verdeamarelha, en el Mundial de México 1970 causando el estupor de todos los presentes. Cuando O Rei se detenía en seco antes de lanzar un penalti, a modo de amago, el portero se lanzaba a un lado de la portería y prácticamente tenía todo el arco para anotar a placer. El mismo Pelé reconocería que Walder Didí fue quien le enseñó la paradinha.
Fuentes: Sergio LovingFútbol (14/11/2011), La Folha Seca: De Didí a Cristiano Ronaldo. Blog LovingFútbol; Martín de André (9/5/2011), La Paradinha y la Folha Seca. Página FútbolPrimera.
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