16 de septiembre de 2012

Jugadores históricos: Marcel Desailly


Según los estudiosos de la materia futbolística, Los buenos equipos se construyen desde atrás hacia adelante. Así se concibe el deporte rey como un edificio, es decir, de nada sirve tener una estructura avanzada y rompedora si fallan los cimientos. Tampoco es complicado oír a estas personalidades aforismos del tipo: Los buenos delanteros ganan partidos; los buenos defensores logran campeonatos. En cualquier caso, no cabe la menor duda de que Marcel Desailly engloba a la perfección todas esas afirmaciones...

Nacido como Odenke Abbey en Ghana el 7 de septiembre de 1968, fue adoptado por un diplomático francés a la edad de 4 años que se casó con su madre. Dejó la precariedad del continente africano para rehacer su vida en Europa. Se formó en las categorías inferiores del Nantes, club en el que ingresó con 12 años. Sería en la tierra del Loira donde Marcel Desailly conocería a las dos personas más importantes en su carrera deportiva: el entrenador Jean-Claude Suaudeau y Didier Deschamps, que lo acompañaría durante prácticamente toda su vida en la cúspide del fútbol europeo y mundial.

Uno de los aspectos más importantes en la progresión personal del francés sería la condición física. A partir de la temporada 1991/1992, Desailly comenzó a ganar musculatura a fin de consagrarse en el eje de la medular del Nantes. De este modo, sus números con los canarios alcanzan los 162 encuentros oficiales en los que anotó 5 goles. Con semejante carta de presentación, el incipiente talento de Desailly llegó a oídos del Olympique de Marsella, pese a que su célebre presidente, Bernard Tapie, y su entrenador Raymond Goethals le espetaron textualmente: No le llegas ni a la suela de los zapatos a Carlos Mozer, mítico defensa brasileño del Marsella.


No obstante, Desailly se constituyó en una retaguardia de lujo para Les Phocéens. Acompañado en el eje central por Basile Boli, estaba resguardado en banda por Éric di Meco y Jocelyn Angloma, laterales puramente de contención. Su primera temporada en el club marsellés se saldaría con la victoria en la recién estrenada en formato, Liga de Campeones. el 26 de mayo de 1993 en el mítico Olímpico de Múnich. El Olympique de Marsella ganaba su primera y única Copa de Europa ante el Milan de Maldini y un desactivado Van Basten, precisamente con un antológico gol de Basile Boli. Sería la última Copa de Europa hasta la fecha de un equipo francés...

En la capital lombarda, la actuación de Marcel Desailly no pasó inadvertida. La veteranía de Frank Rijkaard era algo evidente y los problemas económicos del Olympique catapultaron su venta al Milán en el verano de 1993. El rocoso defensor francés debutó en el Calcio el 21 de noviembre de 1993 ante el Nápoles. Enseguida se adaptaría a la disciplina transalpina y comprendería el riguroso entramado defensivo de la entidad. Compartiría zaga nada menos que con leyendas como Paolo Maldini, Franco Baresi, Alessandro Costacurta Mauro Tassotti, por lo que Desailly sería requerido por Fabio Capello en múltiples ocasiones como mediocentro defensivo.

En sus años como rossonero, pronto demostró su solidez en defensa, adherencia en los marcajes, entradas moderadas, colocación exquisita, presencia arrolladora, expeditición en el juego aéreo, inteligencia y una capacidad increíble para salir indemne cuando era encarado por un delantero rival. Esa misma temporada (1993/1994) el Barcelona se hizo con los servicios de Romario y ambos equipos se enfrentaron en la final de la Copa de Europa en Atenas. Johan Cruyff, por aquel entonces técnico del Dream Team, bromeó con el fichaje de Desailly. Ellos han fichado a Desailly; nosotros a Romario. El Barça caería dolorosamente derrotado ante el Milan por 4-0, un gol obra de Marcel Desailly.


De este modo, el francés se convirtió en el primer jugador de la historia capaz de ganar dos Copas de Europa con dos equipos diferentes en años correlativos, en una temporada en la que también se hizo con el Scudetto. Sus logros con el Milán no son baladíes: jugó 164 encuentros y marcó 2 goles desde 1993 a 1998, año en el que haría las maletas hacia Londres para recalar en el Chelsea. Su aportación a la zaga rossonera fue realmente opípara. De hecho, nadie le recriminó nada cuando se marchó al cuadro blue en 1998.

Tan profunda fue la huella de Desailly en el Calcio que, ya en las filas del Chelsea, en un partido en San Siro ante el Milan, los seguidores italianos le aplaudieron al unísono mientras calentaba. Me acerqué a una pancarta en la que pude leer: Para siempre permanecerás en nuestro corazón. Ese reconocimiento que me expresaban fue realmente conmovedor. Yo no era un jugador creativo ni un goleador y, aún así, me ensalzaban como si fuera Van Basten. Como persona, lo recordaré toda mi vida. Así se manifiesta textualmente Marcel Desailly, aún visiblemente emocionado.

A nivel internacional, Desailly debutó con la escuadra francesa con 25 años. Aimé Jacquet cogió las riendas de la selección francesa en 1993 con la hecatombe nacional que supuso la no clasificación para el Mundial de Estados Unidos 1994. El técnico bleu rápidamente apunta a Marcel Desailly en su lista de insustituibles en el eje de la zaga francesa en la clasificación para la Eurocopa de Inglaterra 1996. La inexpugnable retaguardia estaba custodiada por Fabien Barthez en portería con un ejército de lujo formado por el mismo Marcel Desailly, Laurent Blanc, Bixente Lizarazu y Lilian Thuram.


En base a esos cuatro defensas, el equipo se erigió en las páginas más doradas del fútbol francés, a saber, Mundial de 1998 y Eurocopa de 2000. El debut de esta defensa se produjo oficialmente ante Alemania en Suttgart en un partido de clasificación para Inglaterra 1996 y firmaron juntos su última aparición en la final de Rotterdam ante Italia en 2000, con el inefable gol de David Trezeguet. Con los cuatro perros de presa alineados, la selección francesa no perdió en 28 partidos oficiales desde 1996 a 2000 y sólo encajaron 13 goles. En general, en ese inapelable intervalo Francia jugó 57 partidos de los que perdió tan sólo 5, todos ellos de índole amistosa. Curiosamente, en todos ellos faltaba uno de los cinco infranqueables defensores.

En la final de Francia 1998 ante Brasil en París, Desailly fue expulsado por una entrada a Cafú que suponía su segunda tarjeta amarilla. Se convertiría, así, en el tercer jugador expulsado hasta entonces en una final de un certamen mundial. En 2001, su amigo Didier Deschamps renunció a la selección, de modo que Desailly pasó a ser capitán del combinado francés. Con el brazalete en su haber, el galo acumularía además dos triunfos en las ediciones de Copa Confederaciones de 2001 y 2003. Posteriormente, la selección francesa se fue deteriorando tras la marcha de muchos jugadores inamovibles como Blanc o Deschamps. Tras el fracaso en el Mundial de Corea-Japón 2002 y en la Eurocopa de Portugal 2004, Desailly decía adiós a la selección con la que jugó 116 partidos y marcó 3 dianas.

En 1998, tras el Mundial, Desailly recaló en el Chelsea. Allí coincidió con su colega Frank Leboeuf, también defensa en la selección. Un año después se incorporaría Didier Deschamps. Exhibió sus aclamadas características y fue artífice del debut soñado con el Chelsea con la victoria ante el Real Madrid en la Supercopa de Europa en 1998. Su primera alineación en la Premier League sería el 15 de agosto de 1998 ante el Coventry City. Sin embargo, la adaptación de Desailly al fútbol inglés sería costosa. En Inglaterra se practica un fútbol mucho más rápido y directo que en Italia. El defensa galo percibía cómo rematar de cabeza se hacía una aventura, producto de un fútbol menos pausado al que Desailly había experimentado en Italia. Además, la contumacia existente en la Premier League, libertad y permisividad para emplear un juego no exento de dureza era francamente complicado para marcar los tiempos y no cometer falta en zonas comprometidas.


Pero se dice que las adversidades son opciones de actualización. Desailly encontró en ese hándicap inglés una oportunidad de motivación y desarrollo personal, pasando a convertirse en un jugador mucho más versátil y competitivo. Básicamente, cuando te enfrentas a jugadores insultantemente buenos, uno debe mejorar su nivel para estar a la altura del baremo establecido. El francés permaneció en el Chelsea hasta 2004. En sus seis años como blue acumuló 222 partidos, en los que lució el brazalete de capitán en 94 de ellos y sólo ganó la FA Cup en 2000. En 2004, el Chelsea fue apeado en semifinales de la Champions a manos del Mónaco, entrenado precisamente por su amigo Didier Deschamps.

En Marcel Desailly se solapan la potencia y la tranquilidad. Su empleo sistemático en los marcajes no le llegó a etiquetar en absoluto la condición de jugador violento. Se erigió como el sucesor de la llamada Garde Noir o, dicho de otro modo, la Guardia Negra del fútbol francés que encuentra como predecesores a los míticos Marius Trésor y Jean Pierre Adams, siguió con los propios Marcel Desailly y Basile Boli y evolucionaría con William Gallas y Lilian Thuram, más recientemente. Tan férreo resultaban ser sus marcajes que se ganó el apodo de La Roca.

Fue en mayor medida uno de los responsanles de la concepción futbolísitica imperante en Europa durante los 90, en la que el fútbol de rigor físico se sobrepuso a otro modelos como, por ejemplo, el actual. En mayo de 2006, Desailly dio por finalizada su carrera en Qatar, donde había llegado un año antes. El desgaste físico fue la causa primordial de que el francés se retirara con 38 años y pasaba a ser comentarista de la BBC. Se retiraba Desailly, el defensor más laureado del fútbol francés, con un Mundial, una Eurocopa y dos Copas Confederaciones. Como diría su compatriota y amigo Didier Deschamps, En el fútbol hay que defender y defender; luego, el resto. Eso hacía Desailly...


Fuente: Desailly, la fuerza tranquila. Página Oficial de la FIFA.

2 comentarios:

  1. Que grande fue este jugador, muy buen análisis compañero!

    Sergio, www.futbol-internacional.net

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  2. Francia ha dado buenos saltos en su futbol para esa época, no me es extraño que éste ídolo haya salido de ahí, sin embargo no le recordaba, que grande eres para recordar la historia.

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