16 de mayo de 2012

La alargada sombra de Zinedine Zidane


El fútbol francés no levanta cabeza desde el 9 de julio de 2006. Cabeza es la palabra apropiada para definir aquella fatídica final del Mundial de Alemania 2006 en la que el mago Zinedine Zidane se despedía del fútbol profesional, tras el incidente con Marco Materazzi, del que abjuraría tiempo más tarde. Aquello, lejos de ser un hilarante vodevil, es historia negra de la selección francesa que, por extensión, llega a nuestros días seis años después.

Esa noche podría haber sido el colofón a una inigualable carrera. Zidane contribuyó a firmar las páginas más gloriosas de una selección francesa que, por méritos propios, se había catalogado con el indeseable apelativo de perdedora. Un Mundial y una Eurocopa después, les Bleus se consagraron como uno de los mejores equipos de la última década, mediante la práctica de un fútbol físico y expeditivo que es paradigma en la selección francesa.

En realidad, la selección de Francia de 2006 era un equipo venido a menos. La mala actuación de los galos en el Mundial de Corea-Japón 2002 y la Eurocopa de Portugal 2004 dejaba a Francia muy lejos de ser favorita para el Mundial. De hecho, en las casas de apuesta, su nombre era difícil de ver. La selección dejó serias dudas en sus partidos de la fase de grupos en la que sólo pudo ganar a Togo, tras empatar con Suiza y Corea del Sur. Accedió a octavos como segunda de grupo, jugando más mal que bien. 


El papel del seleccionador, Raymond Doménech, fue muy estigmatizado, pues nadie depositaba su confianza en aquel enervante técnico. A partir de octavos, la autogestión impuesta por el equipo francés dio un salto de calidad, metió la quinta velocidad y doblegó nada menos que a España, Brasil, vigente campeona entonces y la Portugal de Figo y un joven Cristiano Ronaldo que ya despuntaba en el United.

Se reeditaba la final de la Eurocopa 2000 pero en un escenario de la Copa del Mundo. Francia siempre había sido el verdugo histórico de Italia, como ya ocurriera en los cuartos de final del Mundial de 1998 y en la final de la Eurocopa dos años después. Si había algo que los italianos deseaban impedir a toda costa, era llegar a una dramática tanda de penaltis. Históricamente, se comprueba que es el talón de Aquiles de la azurra. Desde los once metros, Italia perdió contra Argentina en Italia 1990, en la final de Estados Unidos en 1994 ante Brasil y en los cuartos de final de Francia 1998 ante la selección local.

El fútbol de Francia en 2006 era poco vistoso y férreo. Contaba con jugadores consagrados en el país vecino como Vieira, Thuram o Sagnol, con jóvenes promesas como Ribéry y Malouda que, tras la retirada de Zidane, no han encontrado su mejor momento en la selección. A decir verdad, Ribéry es en este momento el jugador más talentoso que hay en Francia pero, a años luz de Zidane, al fútbol se juega con once jugadores.


Una final entre Francia e Italia no tiene sorpresas. Ver a dos equipos tan pragmáticos no hace saltar los resortes del sistema cardíaco. Tras un interminable y tedioso encuentro, Zidane, provocado por presuntos insultos del defensa italiano Marco Materazzi, no se lo pensó dos veces y arremetió su alopécica cabeza contra el pecho del zaguero del Inter de Milán. Lamentablemente, el reglamento del deporte rey se muestra muy tajante en estos asuntos: agresión conlleva expulsión. Elizondo sacó roja al astro francés y, a la postre, Francia perdía en los penaltis tras el fallo de David Trezeguet. Curiosamente, el jugador franco-argentino firmaría uno de sus más gratos recuerdos ante Italia en la final de la Eurocopa 2000 con su indeleble tanto a Toldo. Mismo rival, sentimientos opuestos...

Adicionalmente, otro mito de Les Bleus como Fabien Barthez también abandonaría la selección tras el Mundial, por lo que los galones de la capitanía serían depositados en el hombro de Thierry Henry. El primer gran evento sin Zizou sería la Eurocopa de 2008 en la que Henry, jugador por entonces del Barcelona, acusaría un preocupante bajón físico y mostró un nivel que no sería ni la sombra del exhibido en Arsenal en los mejores años de su carrera. Tití sólo marcaría un gol en la Eurocopa de 2008 ante Holanda y les Bleus no pasaron la fase de grupos.

De este modo, lejos quedaban los Deschamps, Desailly, Djorkaeff, Pirés, Karembeu, Leboeuf, un veterano Patrick Vieira y, obviamente, Zidane, sobre el que se edificó el equipo. Sí acudiría a la cita en Austria y Suiza, Makélelé, jugador que había perdido velocidad en corto y a duras penas sacaba el balón jugado cómodamente. Su sustituto sería Lass Diarra, jugador de condiciones muy similares al ex-madridista, que venía desempeñando un rol más aceptable que su compatriota.


Era algo inminente. A Francia le era necesario un relevo generacional que depurara la veteranía que se había apoderado de la selección. Aparecieron nombres como Benzema, Ben Arfa, Nasri, Ribéry, todos ellos comparados de alguna forma con Zinedine Zidane pero, ahora más que nunca, cobra fuerza aquel aforismo de que las comparaciones son odiosas. Sustituir a un jugador de la talla de Zizou es complicado, por no decir imposible. Por desgracia, en la prensa abunda un erróneo criterio de comparar con la persona equivocada, basándose en variables que distan mucho de la realidad. En Francia es difícil encontrar un jugador fornido con un perfil tan técnico. Así pues, esa constante necesidad de comparar con Zidane a un jugador de perfil similar deja patente que aún no se ha superado la retirada de Zizou.

La sombra de Zizou llegaría hasta el Mundial de 2010 o, mejor dicho, el Motín de 2010 con la idea revolucionaria del Aux armes citoyens! como fondo. Se trata básicamente de una de las más vergonzosas actuaciones de una selección en un Mundial. Los jugadores se negaron a entrenar e incluso el frívolo Nicolás Anelka vejó a un desacreditado Raymond Doménech. Es cierto que Francia, fiel a su paradigma, cuenta con grandes jugadores de futuro y atacantes habilidosos como Flamini, Gourcuff, Diaby, Nasri, Valbuena, Malouda, Cabaye, Ben Arfa, Benzema o Ménez, pero falta esa magia impresa por Zizou. Pasarán muchos años para que podamos volver a ver a un jugador así.

Desaparecieron las tres rayas de Adidas y se abrió paso el opíparo swoosh con una cara nueva en el banquillo, Laurent Blanc. El nuevo técnico francés colocó su propio granito de arena en la historia más bonita del fútbol francés con el Mundial de 1998 y la Eurocopa 2000. Sin embargo, la sombra de Zidane sigue siendo muy alargada y el equipo galo firma una decepción tras otra. Tras el fin de ciclo de Francia en 2006, lo único cierto es que Zidane marcó un antes y un después. En eso consiste ser un gran jugador, no una simple baratija a precio de costo.

En la actualidad, son numerosos los jugadores franceses que los medios comparan con Zidane como Nasri y Gourcuff. Sin embargo, Zizou son palabras mayores en Francia.

1 comentario:

  1. Excelente artículo,defines muy bien a la Francia actual y al ciclo post-Zidane,algo muy parecido al post-Platini,por cierto también me gustó mucho tu once histórico del Chelsea,es prácticamente igual al que yo haría,saludos crack.(Jesús Núñez)

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