En el fútbol, el protagonismo es acaparado por los grandes cracks. Si eres colchonero, tu ídolo confeso será El Tigre Falcao; si te identificas con el Manchester United, suspirarás por Rooney y, si como yo; eres culé, Messi estará deificado. Ahora bien, los equipos se construyen de atrás para adelante. Es ahí donde comienzan los engranajes que, una vez en armonía, edifican un equipo sólido. En este esquema es donde aparece un jugador con un juego que pasa inadvertido para los medios de comunicación. De carácter apacible y silencioso, su juego es una delicia para los analistas del deporte. Como no podía ser de otro modo, hablamos de Sergio Busquets.
Pep Guardiola y Vicente del Bosque coinciden en decir: Si volviera a jugar, me gustaría parecerme a Busquets. De aspecto espigado, los movimientos de Busi, como le llaman sus compañeros, distan años luz a los de Xavi, Iniesta y Messi. No tiene las pelopinas (giros de 180º) de Xavi, ni la magia de Don Andrés, ni la fantasía de Messi. Sin embargo, el juego del Barça tal y como lo conocemos sería difícil de imaginar sin la figura de Busquets. Reservado en las ruedas de prensa e inteligente, él siempre permanecerá ahí, en el anonimato, entre bastidores...
Nacido en Badía, un pequeño pueblo de Barcelona, Sergio Busquets apareció en la vida de Guardiola allá por el año 2007. Por entonces, El Noi dirigia al Barça B en Tercera División y Busquets no era titular. Contaba con tan sólo 19 años y su apellido era el de una gloria efímera del club. En efecto, su padre Carles Busquets era portero suplente de Andoni Zubizarreta en la Copa de Europa de 1992 y uno de los actores secundarios del Dream Team.
Busi no jugaba en ningún escalafón inferior de la selección española y alternaba las lesiones con el banquillo hasta que Pep Guardiola se hizo cargo del filial. Como en una relación simbiótica, es inconcebible a Sergio Busquets sin la figura de Guardiola y a Pep sin Sergio. Apenas tres años después, Busquets sería titular en la final del Mundial tras haber ganado 7 títulos con el Barcelona. Pero eso es otra historia...
Cuando Guardiola es elegido por la secretaría técnica del Barça como entrenador del primer equipo, entiende que El Pulpo de Badía es inamovible. El Barça pierde en su debut ante el Numancia en Soria y sólo consigue empatar ante el Racing de Santander en el Camp Nou. Por desgracia, en fútbol, la necesidad de títulos para un club como el Barça exige una eficacia a corto plazo y esos resultados no llegaban. Los murmullos se apoderan del Camp Nou, pañuelos blancos empiezan a llenar las gradas como en el último año de Rijkaard y Guardiola se la juega ante el Sporting en El Molinón.
Tras descartar a Mourinho, no hay duda de que el futuro del joven entrenador depende del resultado ante el Sporting del añorado Manolo Preciado. ¿Injusto, cierto? El Barça vilipendia a los rojiblancos por 1-6 y Busquets, de titular, se resarce con un partido sencillamente espectacular. Después de eso, ya sabemos qué ocurrió. Tras el Triplete, vino el Sextete y, con la Liga de 2010, el Mundial de Sudáfrica esperaba impaciente a la vuelta de la esquina.
Este capítulo supone un punto de inflexión en la carrera de Busquets. Vicente del Bosque matiza el esquema con el que España ganó la Eurocopa 2008 y coloca a Busquets en la medular junto a Xabi Alonso. Las criticas no se hacen esperar. Los defensores de Aragonés atacan severamente esta formación. Argumentan que situar a dos jugadores de corte defensivo va a mermar el romántico juego de España. Suiza gana a La Roja en el partido inaugural y la avalancha de juicios recae sobre Busquets. Fiel a su estilo, el de Badía no se pronuncia al respecto. Su carácter reservado y tranquilo le impide responder a la retahíla de críticas que le aguardan. Pero hubo alguien que zanjó el tema de raíz...
Fue Vicente del Bosque quien lo hizo. Textualmente, manifestó: Si volviera a jugar, querría parecerme a Busquets. España ganó los dos partidos siguientes de la fase de grupos ante Honduras y Chile. Busquets fue titular. Después cayeron Portugal, Paraguay, Alemania y Holanda. España era campeona del mundo. A los opinólogos y detractores de Busi se los tragó la tierra. Xabi Alonso afirmaría que Busquets fue el mejor jugador del Campeonato del Mundo.
Aunque jugó de delantero hasta los 14 años y luego de interior, la posición natural de Busquets se sitúa entre los dos defensas centrales. En el juego del Barça y de España esta demarcación es fundamental. Suya es la función de sacar el balón jugado y de cederlo a los jugadores más creativos. Su posición es más retrasada que la de Xabi Alonso, de modo que es perfectamente combinable con el de Tolosa. Éste es un jugador estrictamente defensivo y domina de maravilla los espacios, el juego aéreo y los desplazamientos en largo. Busquets es un volante mixto revolucionado. La pareja Alonso-Busquets no es un doble pivote tradicional, sino una reinvención del concepto de doble mediocentro.
Dicho de otro modo, Busquets reencarna al Guardiola que empezó a aparecer en las alineaciones de Johan Cruyff y Carles Rexach en 1990. Es un jugador con un gran juego técnico, alto, incluso desgarbado, siempre ve la opción fácil, juega de primeras, es majestuoso con el balón como diría Pep, tiene un gran sentido del juego, su colocación es perfecta, siempre está en el lugar adecuado, sus pases son precisos y todo ello lo hace con suma tranquilidad. O sea, el jugador que necesita el Barça. Ver jugar a Busquets ejemplifica la Filosofía Barça, made in La Masía.
Dice Guardiola que, gracias a que Cruyff y Rexach estaban en el primer equipo, él pudo jugar en el Barça. Algo parecido ocurre con Busi y con Pep. Con otro entrenador, no habríamos descubierto a un jugador tan fantástico. Busquets es ese volante que no juega par él, sino para los demás, algo así como un obrero entre artistas, el que prepara la función para que los demás puedan representar. No es mediático pero su labor es encomiable.
Profesional, inteligente, competitivo y amable, Busquets es el jugador que más valoran los técnicos. La de mediocentro es la posición más difícil del fútbol. Hay que pensar ante la presión del rival y tomar decisiones en un lapso de tiempo muy corto. A la vez, la buena conducción y velocidad impresas en el juego dependen directamente de su papel. Prefiero cortar diez balones, robar entre líneas, que tirar diez paredes. A mí me da igual morder la salida del balón que barrer la zona porque estoy para eso, para facilitar el trabajo a los demás. Para disfrutar del fútbol en toda su gama de matices, hay que reparar en el juego del obrero, del hombre que huye de la atención mediática. Si Xavi es el arquitecto del Barça, Busquets coloca la base de los cimientos.
Fuente: Matías Manna (9/10/2010). Busquets y la inteligencia del mediocentro. Blog Paradigma Guardiola. Santiago Segurola. Busquets, el secreto mejor guardado. Diario Marca.
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