24 de abril de 2013

Bayern 4-0 Barça: Sangriento atropello en Múnich

 

Como el abuelo que le relata a su nieto historias de caballería, cuentos de guerra en los que se guarece en una trinchera o historias de feria en la que conquistó a su mujer, a día de hoy podemos decir que vimos jugar al Barcelona, a pesar de muchos, el mejor equipo de la historia. Y para ello, no hay que desempolvar la máquina del tiempo y retroceder numerosas décadas hasta los tiempos donde el color no estaba invitado: sólo un par de años atrás. Básicamente, ya nada es igual. Como en la segunda parte de una relación sentimental tras una reconciliación, todo ha cambiado.

Un Barça extenuado, moribundo y contemplativo pereció en Múnich ante una apisonadora con defensa de acorazado llamada Bayern. La luz de este Barcelona, no es que se apagara para siempre, pues el título de Liga a buen seguro que se logrará, pero sí luminó en una intensidad lúgubre en un resquebrajado hilo de tungsteno que aguanta como este equipo siempre aguantó la presión mediática y las adversidades.

No diré aquello del fin del Pep Team, pues éste acabó hace ya un año, cuando Guardiola anunció su adiós. El Barça es el ocaso de un gran equipo, sin capitán en el banquilo, sin líder espiritual y que empieza a instaurarse en la autocomplacencia. Tito Vilanova, quien superó afortunadamente sus problemas de salud, ha demostrado ser un fantástico entrenador pero la sombra de Guardiola es demasiado grande para ser suplida. Desdiciendo a Toni Freixa, Vilanova no ha superado a Guardiola. En títulos le harán falta muchos años, pero en esencia es inigualable. Este Barça, con los pertinentes cambios en el vestuario que se avecinan este verano, seguirá ganando pero nada será igual.

No hace mucho escuché a mi siempre idolatrado Ronaldo (el brasileño, no el otro) decir que en fútbol es muy difícil mantenerse a tan alto nivel durante mucho tiempo. Los jugadores han cambiado en estos cinco años, Xavi ha envejecido futbolísiticamente y ayer intentó zafarse de una inminente vejez futbolística que le reclamaba lo suyo. Puyol decididamente no está y dudo que llegue a los 40, porque su caprichosa rodilla puede colapsarse como este equipo lo hizo ayer en Baviera. Messi estuvo desbordado pero se topó de bruces contra una agigantada muralla que custodiaba el fortín de la portería alemana.

No nos engañemos. Los últimos resultados en Liga ante Zaragoza y Levante no convencieron ni a los propios jugadores. Con la tranquilidad que supone tener un colchón de 13 puntos, el torneo nacional no parece preocuparle a nadie. Pero en Europa no se perdona. El tiempo no sólo ha desgastado a los jugadores, a otros les ha limitado su nivel y les ha desprovisto de ideas, dándole el golpe de gracia a algunas ya desactualizadas. Al borde del ostracismo deportivo, los ataques a la desesperada del Barça están carentes de ideas y de rigor táctico, liderados por un Messi desaparecido en combate. Un trasunto con idéntico resultado a la final de Atenas en 1994.

A modo de símil taurino, el nefasto y funesto partido de anoche recordó por momentos a una corrida de toros en la que el Bayern, vestido de rojo, era el maestro embadurnado en sangre tras los despiadados sablazos propinados al astado, encarnado en la piel del Barça. Un equipo hierático y agonizante, víctima del tiempo, regido por la autogestión y que yació con un vacío de poder en el banquillo y en el palco. Muchos jugadores han perdido el combustible de otrora, dando sus mejores años de sí. El Barça, personificado en Messi, tuteó con la muerte, desplomándose sobre el césped de Múnich, desarbolado física, táctica y técnicamente, es decir, en las tres parcelas inherentes en todo partido de fútbol.

No es día para hablar de táctica, ni de la soledad de Busquets en el centro del campo, ni del mal perder de Jordi Alba, ni de la consumación de Iniesta siempre con una sonrisa ante su verdugo de la noche Javi Martínez, ni de un efímero Alexis Sánchez, ni de un Bartra que se doctoró y, de hecho, tuvo las dos únicas ocasiones de peligro del Barça en todo el encuentro, ni de un Piqué tan falto de ideas como de pelos en la cabeza y tampoco de un Xavi a quien la madurez le ha arrebatado su quirúrgica puntería.

Es arriesgado decir que este partido supone un fin de ciclo. La finalización de una etapa o período de un equipo son palabras muy drásticas, que no se pueden juzgar en función de un resultado concreto. Dicho de otro modo, esta temporada en general ha sido un fin de ciclo del Barça. Una Liga con sabor agridulce. Todo empezó con la derrota ante el Real Madrid en la Supercopa, seguido de la recaída de Tito, el tropiezo ante el Milan en San Siro, los dos golpes de efecto del Real Madrid y jugadores como Villa o Alexis en un nivel preocupante, todo aderezado con el letal veneno del partido de anoche.

Gary Lineker, mito inglés del Barça de los 80, espetó ayer una frase no exenta de la siempre contumaz ironía inglesa. Uno de estos equipos necesita a Guardiola, y no es el Bayern. Suspicaz a la par de verosímil es esta idea que contrasta con la realidad. El mentor de este Barça, el artífice de los éxitos y el cerebro de la maquinaria, Guardiola, será el comandante la próxima temporada de quien ha sido verdaderamente el auténtico verdugo de un Barça terminal inmerso en un agónico fin de ciclo; un excelso Bayern. El fútbol te devuelve lo que te quita. Al Bayern le arrebató dos finales en los últimos años, una de ellas incluso en su propio feudo. Este año serán los campeones. Ya lo son simbólicamente por haber destronado al Barça y el 28 de mayo lo serán deportivamente. Se seguirá ganando, pero con la magia apagada. Sencillamente, nada será igual. 

21 de abril de 2013

Jugadores históricos del Barça: Patrick Kluivert


Nacido en Ámsterdam el 1 de julio de 1976, Patrick Stephan Kluivert ingresó en las categorías inferiores del club de su ciudad natal, el Ajax, con tan sólo siete años. Hijo de padre surinamés y madre de la isla de Coraçao, Kluivert es uno de los delanteros más prestigiosos y con mayores registros goleadores que se recuerdan en los años 90 y siguientes. El holandés tiene el honor de haber formado parte de grandes equipos europeos como Ajax, AC Milan, FC Barcelona, Newcastle, Valencia, PSV Eindhoven y Lille.

Su debut oficial con el Ajax de Ámsterdam se produjo en 1994, cuando contaba con tan sólo 18 años. Con Louis Van Gaal en el banquillo del club ajacied, coincidiría con la última gran generación de futbolistas holandeses como Davids, Seedorf, Bogarde, Blind Van der Sar, los hermanos De Boer y Overmars, y con otros grandes jugadores no menos emblemáticos como Litmanen, Finidi, Kanu, Rijkaard, muchos de los cuales desembarcarían en nuestra Liga en los cursos venideros.

En la primera temporada en el Ajax, Kluivert se proclama campeón de Europa, siendo el futbolista más joven hasta entonces en alzar la Orejona. Por si eso fuera poco, el delantero holandés marcó el único tanto de la noche a pase de Frank Rijkaard frente al Milan de Boban, Massaro, Maldini, Baresi, Albertini, Di Canio y Savicevic, vigente campeón de Europa que la temporada anterior había desmantelado al Barça. De este modo, el Ajax conseguía la Copa de Europa, rompiendo una sequía que se prolongaba casi dos décadas. Sólo tenía 18 años.


Aquel año también ganaría Eredivisie, Supercopa de Europa e Intercontinental. Tardó poco tiempo en ganarse la confianza de su técnico, Louis Van Gaal quien creía que había encontrado el sucesor de Marco Van Basten. En 1996 tuvo su peor año. Perdió la final de Champions ante la Juventus y estuvo involucrado en un accidente de circulación y tuvo problemas con la justicia. Kluivert permanecería dos temporadas más en el conjunto holandés, donde marcaría 53 goles en 102 partidos, hasta que en 1997, con 21 años recién cumplidos, el delantero se marcha al Milan, equipo del que fue verdugo en la final de Viena en 1995 con su gol en el último suspiro. No obstante, La Pantera, como empezó a ser llamado por su corpulenta altura (1,90 m), no cuajó en el equipo lombardo. Tuvo rencillas con Fabio Capello, que le relegó al banquillo y sólo pudo anotar 6 goles. Aquel verano tendría un destacado papel con la selección de Holanda en el Mundial de Francia 1998 donde lograron el cuarto puesto, algo que le abriría las puertas del FC Barcelona.

Etapa en el FC Barcelona

Ese verano, el club azulgrana desembolsó 2.100 millones de pesetas por Patrick Kluivert. En la ciudad condal, el portentoso delantero holandés se reencontraría con Louis Van Gaal que comenzaba su segunda temporada al frente del equipo culé y con 7 jugadores compatriotas más. En su primera campaña en el Barça, Kluivert conseguiría su mejor registro en el club catalán: 15 goles en 35 partidos. Aquella temporada el Barça ganaría la Liga. Las cinco temporadas restantes de Kluivert en el Barça se consumarían con ningún título. Condición por la que Kluivert no ha tenido el reconocimiento de otros delanteros, a pesar de haber inmortalizado grandes números con la elástica culé: 122 goles en 257 partidos oficiales.

Kluivert era un delantero puro, con aspecto de 9. Temible dentro del área, La Pantera tenía una amplio abanico de aptitudes técnicas e inteligencia para materializar las jugadas. Una de sus características más interesantes eran los controles orientados que efectuaba dentro del área, movimientos sólo a la altura de Zidane e Iniesta. Dicha performance estaba repleta de corpulencia, técnica y fuerza que arrastraba a todos los defensas hacia atrás y prácticamente lo dejaba sólo ante el portero, algo que recuerda mucho a delanteros actuales como Fernando Llorente. Solía jugar de espaldas a la jugada, abría espacios y era frecuente verle a veces alejado del área ayudando a sus compañeros en labores de creación.


Era un ariete que cargaba la pierna con facilidad y podía rematar desde casi cualquier posición, con ambas piernas. De cabeza, sus testarazos eran magistrales, a balón parado iba realmente bien y también se podía sumar al ataque desde segunda línea, gracias a la gran llegaba que atesoraba. Rápido para el desmarque, era muy efectivo en la tarea de zafarse de un adversario, de modo que se proveía sus propias ocasiones de gol. Aunque, por encima de todo, era un jugador realmente preciosista y con mucha clase. Aguantaba el balón de espaldas a la portería a la espera de sus compañeros. Sus movimientos con el esférico estaban impregnados de maestría. Conducía el balón de maravillas para después chutar o dejar sin opciones al defensa rival.

Las siguientes temporadas con el Barcelona acabarían con ningún título pero Kluivert marcó 15, 18, 18 y 16 goles, respectivamente. En la última de ellas, ya con Frank Rijkaard como entrenador, sólo marcaría 8 goles, debido a su descendente estado de forma físico y una lesión que lo mantuvo apartado durante dos meses de los terrenos de juego. Su separación con la afición fue total, Laporta incluso decidió desprenderse de él pero fue convencido por Rijkaard y permaneció una temporada más en el club, donde incluso llegó a ser abucheado por el Camp Nou. En 2004, Kluivert dejó el Barcelona y puso rumbo a Inglaterra. En su lugar, llegaría Samuel Eto'o.

Últimos años y retirada

Concretamente, aterrizó en el Newcastle United, donde fichó por un año. El delantero holandés llegó como recambio de Alan Shearer pero no satisfizo las expectativas creadas y fue nuevamente relegado al banquillo. El club inglés no le renovó el contrato y en 2005 llegó al Valencia donde firmó por tres temporadas, pero no se adaptó al club, el fondo físico no le acompañaba, se divorció de su mujer, comenzó una agitada vida nocturna y no superó la gran competencia en la delantera con un joven David Villa. 


En 2006, tras un malogrado fichaje por el Hamburgo, llegaría al PSV Eindhoven donde se reencontraría con su mejor versión en la primera temporada y compartiría vestuario viejos conocidos como Reiziger, Cocu, Davids y Stam. En su primer año en el club holandés, Kluivert ganó la Eredivisie y alcanzó los cuartos de final de la Champions. Sin embargo, el ariete cada vez aparecía menos en las alineaciones titulares, circunstancia que desembocaría en un agrio cruce de opiniones con el técnico Ronald Koeman, algo que precipitó su salida del club.

Palmarés y selección de Holanda

Jugaría su última temporada a nivel profesional en el Lille francés, donde se retiró el 29 de abril de 2008. Posteriormente, ingresó en el equipo técnico del AZ Alkmaar como entrenador de delanteros. Su palmarés con el Ajax de Ámsterdam consta de 2 Ligas Holandesas (1995 y 1996), 2 Supercopas de Holanda (1994 y 1995), una Copa de Europa (1995), una Supercopa de Europa (1995) y una Intercontinental (1995). Con el Barcelona ganó la Liga Española en 1999 y volvió a levantar el título de campeón de la Liga Holandesa, esta vez con el PSV Eindhoven en 2007.

Debutó con la selección absoluta de Holanda el 24 de noviembre de 1994 ante República Checa a la edad de 18 años. Es el máximo delantero histórico de la Oranje por encima de Dennis Bergkamp, Johan Cruyff, Marco Van Basten y Ruud Van Nistelrooy. Con la elástica naranja disputó las Eurocopas de Inglaterra 1996, Bélgica-Holanda 2000 y Portugal 2004, además del Mundial de Francia 1998, siendo el máximo goleador de la Eurocopa 2000 con 5 goles y firmando una gran actuación en el Mundial 1998 en el que consiguió dos tantos y la medalla de cobre. Perecería en los penaltis siempre en semifinales ante Brasil en el Mundial 1998 y ante Italia en la Eurocopa 2000 donde fue incluido en el 11 ideal del torneo. No disputó ninguna final, pese a formar parte de una prometedora generación de jugadores. Kluivert, un 9 mucho más que sólo un delantero.


Fuente: Carlos Marroquín (6/3/2012), ¿Qué fue de tu vida? Patrick Kluivert, el goleador holandés, Web Depor.be; Miquel Uodt (17/12/2009), Futbolistas de Leyenda: Patrick Kluivert, Blog Uno o Dos Toques

16 de abril de 2013

Barça - Bayern: a Wembley pasando por Múnich


Fútbol Club Barcelona y Bayern de Múnich se enfrentarán en una semifinal de infarto en la Liga de Campeones, reeditando uno de los duelos más atractivos de Europa. Dos equipos que aspiran a todo y que, tras haberse atribuido la condición de intratable en sus ligas domésticas, lucharán por conseguir esa distinción en el viejo continente. Dos plantillas que cuentan con los mejores jugadores del mundo lucharán por un billete para la final de Wembley el próximo 25 de mayo. Pero, ¿conoces realmente al Bayern?

Sin lugar a dudas, la etapa más memorable del equipo germánico llegaría a mediados de la década de los 70. Liderados por Franz Beckenbauer en la retaguardia, Sepp Maier en la portería y Gerd Müller en la línea de ataque, el equipo germánico plasmaría su apodíctico potencial tras haberlo hecho el Ajax de Cruyff. A la par que compaginaban éxitos con la selección de Alemania que ganó el Mundial de 1974, el Bayern ganaba 3 Copas de Europa de forma consecutiva. Su estilo de juego era muy directo y definido. Beckenbauer, a modo de líbero, salía de la defensa y conectaba con un sólo pase con Müller.

Aunque no era un equipo brillantemente técnico, el Bayern ganó con solvencia a sus rivales y ganó 3 Copas de Europa en 1974, 1975 y 1976, igualando el récord del Ajax de Ámsterdam de Johan Cruyff que también ganó tres Orejonas de forma consecutiva, precisamente, las tres ediciones anteriores. Con Paul Breitner como cerebro de orquesta y Uli Hoeness desbordando por banda, el Bayern ganó su primera Copa de Europa en 1974, vapuleando al Atlético de Madrid de Luis Aragonés por 4-0. La temporada siguiente el equipo bávaro revalidó el título ganándole al Leeds United en París y en 1976 ganó la tercera corona ante el Saint-Etienne, en un partido donde los franceses merecieron mucho más y donde, por cierto, militaba un tal Michel Platini.


Tras esta final, el declive del Bayern de Múnich se evidenció. Muchos jugadores emigraron a otras ligas y Uli Hoeness se tuvo que retirar a causa de una lesión con sólo 27 años. Desde entonces, el equipo teutón ha experimentado numerosos altibajos, como si de una montaña rusa se tratara, pero siempre ha sido un grande a tener en cuenta. En 1989 el Bayern firmaría la primera de las dos páginas más dramáticas de su historia, en la final de la Copa de Europa ante el Oporto de Futre. Los portugueses remontarían el partido con goles de Madjer y Juary en la recta final del partido ante un Bayern en el que militaban Karl-Heinz Rummenigge y Lothar Matthaus.

El Bayern había perdido hegemonía en Europa durante los años noventa, donde el protagonismo recayó sobre el Milan de Sacchi, el Dream Team o la Juventus de Lippi. En Alemania, el equipo dominador era el Borussia Dortmund del suizo Chapuisat y los muniqueses no acababan de dar con la tecla del éxito. La única página de grato recuerdo fue la consecución de la Copa de la UEFA de 1996 ante el Girondins de Burdeos en el que militaban Bixente Lizarazu, Christophe Dugarry y Zinedine Zidane. La estrella del Bayern era un desgastado Jürgen Klinsmann que había dado sus mejores años en el Inter y Mehmet Scholl, probablemente el mejor jugador alemán de los últimos veinte años.

Si la derrota ante el Oporto fue la primera página negra de la historia del Bayern, la segunda llegaría en 1999. Era la penúltima temporada de Lothar Matthaus en el equipo teutón y los alemanes abarrotaron el Camp Nou al asalto de la que hubiera sido su cuarta Champions ante el Manchester United de David Beckham y Andy Cole. El equipo de Baviera dominaba el partido e incluso se adelantó con un gol de falta de Mario Basler. Pero la tragedia se consumaría en un abrir y cerrar de ojos. Teddy Sheringham y Ole Gunnar Solksjaer remontaron en los dos minutos finales, dejando a los alemanes con un semblante compungido y difícil de olvidar. En palabras de Oliver Kahn: Esos fueron los minutos más negros de la historia del Bayern.


Bayern de Múnich en la actualidad

Pero el equipo alemán se sobrepuso a esa derrota y en 2001 volvió a jugar una final. Ya sin Lothar Matthaus, en San Siro el Bayern de Kahn, Effenberg y Salihamidzic se impuso en los penaltis ante un destrozado Santi Cañizares que perdió dos finales seguidas con el Valencia. Era la cuarta y, hasta la fecha, última Champions del Bayern. En los últimos 12 años, la Bundesliga ha sido prácticamente un monólogo de los bávaros que coleccionan 7 títulos de Liga (2001, 2003, 2005, 2006, 2008, 2010 y 2013).

El próximo equipo de Pep Guardiola es campeón matemáticamente de la Bundesliga con seis semanas de antelación a 20 puntos de ventaja sobre el segundo clasificado, Borussia Dortmund que le arrebató los dos últimos títulos de Bundesliga. La actual gestión del club recae desde 2002 en manos de Rummenigge que comenzó a hacerse cargo de la parcela deportiva y económica del Bayern. Todo ello ha tenido como consecuencia un salto mayúsculo de nivel dentro de las fronteras alemanas, aunque en Europa no se satisfacen la expectativas creadas.

Con dos finales perdidas en los años 2010 y 2012, el Bayern se planta en las semifinales de Champions para reivindicar un proyecto que comenzó Jurgen Klinsmann en 2008, continuó Louis van Gaal en 2009 y recondujo Andries Jonker en 2011, año en el que se hizo cargo Jupp Heynckes y que no ha podido germinar en alzar la Copa de Europa. El Bayern es un equipo regular y altamente competitivo, rasgos que le sitúan como el favorito a ganar la competición, con permiso de Real Madrid y Barcelona.


Estilo de juego del Bayern de Múnich

Tradicionalmente, el equipo teutón ha sido caracterizado siempre por ser una escuadra robusta físicamente. La idiosincrasia alemana siempre se ha basado en un fútbol directo que busca incansablemente la portería rival para disponer de ocasiones. La historia demuestra que su efectividad no se lleva a cabo por grandes goleadas, pero sí por aprovechar las oportunidades de las que se disponen. Siempre han tenido patente un estilo de juego directo con la menor cantidad de pases posibles, sirviéndose de jugadas en vertical fulminantes y de pases eléctricos que abastecen a los delanteros. Con una gran movilidad, los arietes en Alemania normalmente son muy rápidos como Rudi Völler, Miroslav Klose, Roy Makaay y Mario Mandzukic. Rompe este perfil el otro 9 del Bayern actualmente, Mario Gómez, jugador muy resolutivo pero lento en las transiciones y en la definición.

En general, las transiciones del fútbol alemán son rápidas, lo que da pocas posibilidades a los rivales de interceptar el balón. Es la antítesis del Fútbol Total, donde todo se rige en base a la posesión, al fútbol combinativo y a la circulación del esférico, lo que da lugar a un fútbol más lento que el de la escuela centroeuropea. Otra característica del fútbol alemán es la presión individual hombre a hombre y a través de todo el campo. El objetivo es empujar al rival a su propia área, someterlo y crear superioridad. Dicho sea de paso, con esta asfixiante presión también se consigue conducir al rival al error. Cuando el equipo adversario retrocede tanto, puede cometer errores en la salida de balón, lo cual puede equivaler a un gol para el equipo que presiona.

Adicionalmente, es un fútbol extremadamente táctico en el ataque, pues se sirve de delanteros con mucha movilidad. No obstante, el cambio de tendencia en el fútbol actual ha reinventado la forma de jugar del Bayern de Múnich. Louis Van Gaal siempre ha apostado por un fútbol bello como el que hizo al Ajax de Ámsterdam campeón de la Champions en 1995. Cuando el siempre encantador técnico holandés desembarcó en Múnich en 2009, el Bayern comenzó a practicar un fútbol más creativo, que trata con mimo el balón y juega con la posesión, todo ello por medio del talento individual y no sólo en el músculo y la garra.


Toni Kroos, lesionado para las semifinales, encarna a la perfección el nuevo tipo de mediocentro que se lleva en Alemania. De hecho, con la llegada de Van Gaal, un irreductible Bastian Schweinsteiger abandonó la banda para pasar a ser un jugador creador en el centro del campo. Con un nuevo estilo impreso, el Bayern es el equipo que más representaciones tiene en la selección alemana de Joachim Low. Con todo, los de Jupp Heynckes encaran la recta final de temporada con el título de Liga en el bolsillo, en semifinales de la DFB Pokal (Copa de Alemania) en la que apearon al Borussia Dortmund de Klopp y en semifinales de Champions al Barcelona.

Las bajas más importantes del Bayern para las semifinales son las del central Holger Badstuber y Toni Kroos. El prometedor centrocampista alemán, una de las grandes joyas del Bayern, se lesionó para seis semanas ante la Juventus en cuartos, por lo que será sustituido presumiblemente por el capitán Bastian Schweinsteiger. El bávaro ha pasado de ser un jugador de banda y todocampista con llegada y grandes condiciones físicas a un creador de juego en la medular, que se puede desempeñar simultáneamente en las labores de mediocentro defensivo con Javi Martínez, Toni Kroos o Luiz Gustavo.

La defensa es donde el cuadro teutón concentra más dudas. La trascendente baja de Badstuber es la nota más negativa. Dante será titular indiscutible y, con toda probabilidad, Lahm ocupará el puesto de lateral derecho. Esta baja de Badstuber disminuye la calidad de la defensa en la que Boateng o Van Buyten se disputarán acompañar a Dante en el eje de la zaga. El joven austríaco David Alaba también tiene muchas posibilidades de ser titular en la eliminatoria, en la demarcación de lateral izquierdo. 


En el centro del campo, Schweinsteiger será inamovible, mientras que Javi Martínez lo tiene más fácil para acompañar al alemán en el doble pivote que Luiz Gustavo. En la mediapunta, Müller y Ribery apuntan a ser indiscutibles mientras que no hay garantía de que Robben juegue de inicio en detrimento del joven suizo Shaqiri. Arriba, Mario Mandzukic tiene todas las papeletas para ser titular, por encima de Mario Gómez que no ha disfrutado de muchos minutos esta temporada y de Claudio Pizarro. El delantero croata, ex del Wolfsburgo, está realizando una excelente temporada, desbancando a Gómez y dejando al peruano con pocas posibilidades.

Históricamente, Barça y Bayern se han visto las caras en tres eliminatorias en las últimas décadas. La primera de ellas fue en las semifinales de la UEFA en la temporada 1995/1996 que se adjudicó el Bayern precisamente. En el Olímpico de Múnich, ambos equipos empataron a dos goles y en el Camp Nou los alemanes se impusieron por 1-2. El siguiente cruce entre ambos equipos no llegaría hasta tres temporadas después. Era la liguilla de la Champions en la campaña 1998/1999, edición cuya final se jugaría en el Camp Nou. Aquellos partidos también se saldaron con victoria germánica: 1-0 en Múnich y 1-2 en Barcelona. Ambos equipos compartían grupo con el Manchester United que ganaría aquella Champions precisamente al  Bayern en la apoteósica final del Camp Nou. Fue realmente un grupo de la muerte, pues Barça, Bayern y Manchester ganaron Liga y Copa en sus respectivos países ese año. Los ingleses, además, lograron el triplete.

Por último, el precedente más cercano fue en la temporada 2008/2009, la primera de Pep Guardiola en el banquillo. Ambos clubes se enfrentaron en cuartos de final y en el Camp Nou el Barça desarboló al Bayern por 4-0, goles de Henry, Messi con dos tantos y Eto'o. En la vuelta en el Allianz Arena, el marcador acabó con empate a uno, con goles de Keita y Ribery. Datos reveladores que preven una semifinal de infarto entre dos grandes potencias europeas que, a buen seguro, no se conformarán con quedarse en semifinales.


Fuente: Borja Cabrera Sánchez (13/4/2013) Camino de Wembley: Bayern de Munich. Página web Vavel.com; Selección ideal de Alemania del siglo XX (fútbol directo), Taringa.net.

6 de abril de 2013

Equipos de leyenda: Brasil 1970


No han sido pocas las comparaciones del actual Fútbol Club Barcelona con numerosos equipos históricos. Una de las más proliferadas ha sido con la legendaria selección de Brasil en el Mundial de 1970, cuando consiguió su tercer campeonato mundial con un fútbol rompedor y rutilante. Los expertos en materia futbolística no tienen reparo en admitir que la canarinha de Tostao, Rivelino, Jairzinho y compañía sea probablemente el mejor equipo que jamás ha pisado un césped. En él brilló por encima de todos un jugador: Edson Arantes do Nascimiento, más conocido como Pelé.

Los años 70 fueron sin duda el escaparate perfecto donde muchos equipos exhibieron su majestuoso juego. El genio Johan Cruyff rompía todos los cánones establecidos en Europa y Pelé también grababa su página de oro en la historia con la selección brasileña. Desde el apoteósico Mundial de México 1970, Brasil ya no es conocido únicamente por sus sambas y playas de arena fina y agua cristalina. Es la tierra donde se gestó y  patentó el jogo bonito, el apelativo inequívoco de la verdeamarelha. Tan sublime fue Brasil en el Mundial 1970 que un rotativo inglés llegó a publicar. Debería estar prohibido jugar tan bello.

Brasil llegaba al Mundial con la intención de depurar la decepcionante imagen que firmaron en Inglaterra 1966. Es especialmente recordado el encuentro de la segunda ronda en el que la Portugal de Eusebio castigó severamente a Pelé, cosiéndolo a patadas. En dicha cita, Brasil no superó el Grupo C en el que estaban encuadrados junto a la mencionada Portugal, Hungría y Bulgaria. O Rei tendría que esperar para alzar su tercer Mundial consecutivo desde aquella sorprendente irrupción en Suecia 1958 cuando sólo contaba con 17 años.


Ya sin Garrincha, para el certamen de 1970, habría nuevo seleccionador, Mario Zagallo, que sustituyó a Joao Saldanha, un técnico experimentado y con formación periodística. Pensaba que Pelé no estaba en condiciones aptas para ser la bandera del equipo y habría acabado siendo suplente en la seleçao. Temeroso de ello, Pelé encabezó una revuelta en el vestuario que acabó con la destitución del técnico. El nuevo seleccionador, Zagallo, era conocedor del fútbol brasileño, amigo de Pelé, pues jugó con el crack brasileño en el Mundial de Suecia 1958 y conocía a los jugadores que finalmente convocaría para el Mundial. Dicho sea de paso, el dictador Garrastazu Médici también influyó con creces en el cese de Saldanha y obligó a incluir al delantero Darío, en contra del criterio del seleccionador Lobo Zagallo.

Ante las elevadas temperaturas, los jugadores de Brasil sufrieron unas intensísimas sesiones de preparación física. El comienzo de la leyenda tiene fecha: 31 de mayo de 1970 en el Estadio Azteca de México, un escenario mítico en el que Diego Armando Maradona, dieciséis años después, marcaría el gol más recordado de la historia. En este encuentro se enfrentaron Brasil contra la URSS. Pese a que el partido acabó sin goles, fue una alegoría al espectáculo y una melodía para el espectador. Cinco jugadores brillaron por encima de todos en una posición semejante a la de mediapuntas, pero de un carácter mucho más ofensivo al que hoy entendemos por esa demarcación: Pelé, buque insignia del Santos que bailaba con las posiciones, Rivelino, jugador del Corinthians, iba en el extremo zurdo; Gerson, del Sao Paulo, iba situado en la mediapunta pura del ataque; Jairzinho, enrollado en las filas del Botafogo, se encontraba de extremo diestro y, sólo en la punta de ataque pero no menos peligroso, se encontraba Tostao que entonces jugaba en el Cruzeiro. Fue un error jugar con cinco mediapuntas, pero al final ganamos el Mundial, comentó Jairzinho en una entrevista muchos años después.

Este equipo es el germen del Fútbol Total que aparecería pocos años después con la Naranja Mecánica de Rinus Michels y Johan Cruyff. Los brasileños tenían impreso en su alma esta forma de jugar, arrolladoramente ofensiva, con intercambio de posiciones, en las fantásticas transiciones, en la utilización de laterales muy ofensivos (Carlos Alberto y Everaldo), en la forma tan efectiva de bascular sobre el terreno de juego y, sobre todo, en la colectividad yacente en su juego. Brasil del 70 jugaba con los rivales y las transiciones parecían eliminar a los rivales del terreno de juego. Era un baile reservado para los jugadores de la canarinha en el que el balón era el invitado de oro. Todos jugaban al fútbol pero Brasil jugaba a otra cosa...


Los de Zagallo dejaron momentos inolvidables en cada partido de un Mundial donde una perfeccionada televisión dejó inmortalizados grandes recuerdos, como el engañó de Pelé al portero uruguayo Mazurkiewicz que no acabó en gol pero fue un mano a mano de bella factura. De este modo, el camino al éxito de Brasil fue inmaculado y solventaron el pase hacia la gran final, desplegando un fútbol preciosista y sublime. Con gran superioridad, Brasil goleó en la primera fase a Checoslovaquia por 4-1, derrotaron a Inglaterra de Bobby Charlton, Bobby Moore y Gordon Banks, actual campeona del mundo, por 1-0 y a Rumanía por 3-2. En cuartos el rival a batir fue Perú de Teófilo Cubillas por 4-2 para pasar a una semifinal en la que eliminarían a Uruguay por 3-1, resarciéndose de la dolorosa derrota en Maracaná veinte años atrás.

Esa fue la ruta para llegar a la gran final del 21 de junio de 1970 en el Azteca ante Italia de Facchetti, Bertini y un veterano Gianni Rivera. Ante 108.000 espectadores, Brasil vapuleó a Italia por un recital de 4-1 en un partido que supuso la consagración de una generación de la que no se conocen precedentes. Dicho esto, la sonrojante derrota de Italia fue un golpe al resultadismo propio del catenaccio y un duro revés para esa tendencia. Mario Zagallo, partícipe en todas las victorias de la canarinha en un Mundial excepto en Corea-Japón 2002, alineó un once que ya forma parte de la historia de los Mundiales: Félix; Carlos Alberto, Brito, Piazza, Everaldo; Clodoaldo, Gerson; Jairzinho, Tostao, Pelé y Rivelino. Un equipo imaginativo que practicó un fútbol espontáneo, alegre y alejado de complejos entramados tácticos.

Italia, por su parte, había hecho un gran trabajo para llegar a esa final y había firmado un excelente campeonato. De hecho, Boninsegna igualó el marcador después del gol de Pelé. Sin embargo, el devastador, aunque a la par exquisito, jogo bonito de la canarinha doblegó el resultado, arrasando a la selección de Italia. Gerson, Jairzinho y Carlos Alberto marcarían los goles restantes. El tanto del defensa, el cuarto de esa memorable tarde mexicana, fue la perfección plasmada en cuatro líneas de cal. Ese inenarrable gol en el minuto 84 resume la esencia de esta selección. El balón se desplazó del lateral izquierdo al extremo diestro en cuestión de segundos, todo ello aderezado con enérgicos regates y demoledores cambios de ritmo.


Individualmente, Brasil contaba con un equipo de ensueño. Pelé, con su 10 a la espalda, disputó el que fue su último Mundial. Era el alma del equipo, la bandera de la selección y el portentoso icono del fútbol internacional. En la delantera, la canarinha contaba con un 9 que rompía las normas establecidas en ese momento. En efecto, Tostao era de corta estatura, muy hábil con el balón y con una excelente calidad técnica. Era fundamental en el equipo por su facilidad para caer a banda y hacer bascular a los defensas hacia allí. Rivelino era el extremo izquierda. Con su particular bigote, era un zurdo cerrado cuyas galopadas hicieron posible el triunfo de Brasil en el Mundial. Por la derecha, el 7 del equipo era Jairzinho, un extremo a la vieja usanza, con un delicioso regate y un demoledor disparo a media distancia, partiendo desde una posición muy cercana a la línea lateral. 

Uno de los grandes olvidados de esta selección era Gérson, el hombre más retrasado de los citados. Eclipsado por sus compañeros, era un jugador como pocos se han conocido en el centro del campo. Algo lento y nulo en el remate de cabeza, su elegancia y temple dejaban de lado sus hándicaps. Orquestaba el juego brasileño desde el centro del campo, proveyendo de balones a los jugadores más habilidosos que se encontraban en las líneas superiores del terreno de juego e hilvanada el sistema ofensivo del equipo. Además, era un gran rematador de balones. En la retaguardia, Carlos Alberto era el capitán de esta histórica selección y, con permiso de Cafú, el mejor lateral derecho de Brasil. Por el costado izquierdo, Everaldo se desempeñaba en tareas de lateral-carrilero de gran recorrido y llegada al ataque. Brito y Piazza se constituían como los aguerridos y expeditivos centrales de Brasil, a la par que Clodoaldo erigido como el mediocentro que conectaba la línea defensiva con la ofensiva.

Para concluir, este Mundial fue una llamada a la maestría y, sin duda, el mejor Mundial de todos los tiempos. Grandes selecciones, como Inglaterra de Bobby Charlton, Italia de Gianni Rivera y Perú de Teófilo Cubillas. realizaron un excelente papel en el que ha sido el Campeonato del Mundo más limpio que jamás se ha visto con un solo expulsado y sin ninguna controvertida actuación arbitral. Fue el tercer Mundial de Brasil, título que le otorgaría en propiedad la Copa Jules Rimet. Pelé alzó su tercer Mundial, una proeza que nadie se ha atrevido a igualar. Brasil tocó el cielo en un juego inventado por los ingleses y en el que los mismos brasileños le imprimieron el arte.


Fuente: Toni Quintero (18/3/2012) Equipos legendarios: Brasil del 70, ServiFútbol. Ezequiel Juariste (28/5/2010), Brasil 70 y el equipo de los sueños, Goal.com, El Enganche (17/7/2010), Equipos Históricos: la ópera prima de Brasil en 1970, Página El Enganche. Ángel González (1/7/2012), Pelé y la maravilla de los cinco dieces 1970, The Special Two.