27 de febrero de 2012

El milagro de Goran Vlaovic


Cuando una famosa Miss Croacia entrevistó al jugador Goran Vlaovic, los espectadores pudieron presenciar un magnetismo y química especial existentes entre ambos. Los meses de fueron sucediendo y la prensa del corazón del país balcánico se hizo eco de la boda del jugador con la miss Milana. Pese a la incredulidad de los croatas, el romance no fue un idilio fugaz. Triunfó el amor.

La verdad sea dicha, Milana demostró el amor a Vlaovic en momentos realmente complicados. En 1995, cuando el jugador croata tan sólo tenía 23 años, le fue diagnosticado un tumor cerebral benigno. Por entonces en las filas del Pádova, Vlaovic fue intervenido quirúrgicamente de una arriesgada operación en la que se disiparon las esperanzas de volverlo a ver vestido de corto.

Vlaovic no sólo salió con vida de aquella delicada intervención sino que aquel mismo año, concretamente, el 3 de diciembre de 1995,  apareció en el partido que su equipo, el Pádova, disputaba ante la Fiorentina y que perderían por la mínima. Esta conmovedora reaparición no fue solo sino el comienzo de su zénit en su carrera deportiva.


Al año siguiente, Vlaovic fue fichado por el Valencia de Luis Aragonés y Pedja Mijatovic y disputó la Eurocopa de 1996 en la que Croacia tuvo una respetable actuación. Ni que decir tiene que formó parte de la gloriosa escuadra de la selección croata que alcanzó el bronce en el Mundial de Francia en 1998. En dicho certamen formó dupla atacante junto con el gran Davor Suker, siendo una de las parejas más resolutivas de la cita mundialista.

No obstante, el camino de Vlaovic antes de llegar a jugar el Mundial fue arduo y no estuvo exento de graves lesiones y demás hándicaps. Con tan sólo 13 años, sufrió una fractura de tibia y optó por no operarse. Dos meses después estaba jugando al fútbol, como si nada hubiese ocurrido y totalmente recuperado de su lesión. Fue un milagro, Dios quería que me dedicara al fútbol, manifestó en una ocasión.

Parece evidente que a Goran Vlaovic el fútbol le ha dictaminado el destino de su vida. Por el fútbol tomó decisiones importantes que operarían grandes cambios en su vida como abandonar el seminario de teología y posteriormente dejar los estudios de Economía. El fútbol se lo devolvió porque, gracias a este gran deporte, conoció a su mejor amigo Igor Cvitanovic, compañero en el Croatia Zagreb, superó estoicamente momentos estruendosos en su vida y se casó con una bella mujer.

Fuente: Diego Londoño. Goran Vlaovic. Blog Relatos de locura. (26/8/2006)

26 de febrero de 2012

Jugadores históricos: Youri Djorkaeff


La acción se remonta a una veraniega noche marsellesa de mediados de los ochenta. A decir verdad, la noche se tornó un poco más atípica, no sólo por las inusuales temperaturas, sino por lo que la selección francesa se jugaba ante Portugal. Era el 23 de junio de 1984 y la ciudad del Ródano presenció una emocionante semifinal de la Eurocopa de Francia. Junto con su padre, nuestro protagonista de hoy vio cómo Jordao marcó el gol que enviaba a Francia. A falta de seis escasos minutos, Domergue empataba esa frenética semifinal para que Platini, en el último suspuro, metiera a los galos en la gran final de París.

Jamás lo he podido olvidar, fue una de las noches que marcaron mi adolescencia, porque yo estaba allí, en el Velódromo de Marsella y, entre la muchedumbre, vi cómo Platini derrotaba a Portugal. Así se pronunciaba Youri Djorkaeff, uno de los jugadores franceses más talentosos de la historia, en una entrevista días después de que Francia eliminara a España en la Eurocopa de Bélgica y Holanda en 2000 gracias a un gol suyo. Desde aquella noche en Marsella, en la que el mítico jugador galo sólo contaba con dieciséis años, tuvo claro que quería ser futbolista, concluyó.

A Youri Djorkaeff, hijo de padre armenio, el fútbol le evoca la genética. Su padre, Jean Djorkaeff con quien guarda un gran parecido físico, fue defensa del Olympique de Lyon y vistió en varias ocasiones la camiseta bleu. Después de dicha entrevista, Francia preparaba el partido de semifinales ante la Portugal de Luis Figo. Se reeditaba la historia y el azaroso destino quiso que se reproduciera en la misma ronda y de nuevo ante Portugal. Djorkaeff lo encaraba con ilusión, esa misma que tenía aquella lejana noche en Marsella.


Obviamente, Youri Djorkaeff es de esos nombres que nunca se olvidarán en Francia. Sólo con pronunciarlo, se produce una reminiscencia que, inequívocamente, reedita las vertiginosas emociones que se vivieron en Francia en el verano de 1998 con la consecución de la Copa del Mundo y, dos años después, la Eurocopa. Hablar de Djorkaeff es significativo de hablar de victoria en el fútbol galo.

Conocido por el sobrenombre de Snake, por su habilidad para adentrarse en las defensas rivales, es de los pocos jugadores en cuyo currículum consta haber jugado en cuatro de las ligas más competitivas del mundo: Francia, Italia, Alemania e Inglaterra. Sólo le faltó España aunque fue tentado por el Barcelona pero prefirió enrolarse en las filas del Inter de Milán.

Djorkaeff es, sin duda, una de las grandes perlas que ha dado la cantera francesa. La Serpiente comenzó inoculando su veneno durante veinte años en los que su nombre aparecía sistemáticamente en las agendas de los grandes clubes europeos. Comenzó en el Grenoble para luego pasar al Estrasburgo, clubes que le catapultaron para triunfar en el Mónaco y en el mejor París Saint-Germain de todos los tiempos.


Su estilo de juego difería mucho de lo que observaba en Francia y no satisfacía a un ámbito concreto del juego. Para no ser delantero, era un atacante bastante habilidoso que marcaba un gran promedio de goles. Djorkaeff actuaba de mediapunta, por la banda e incluso podía desempeñarse a la delantera, ajustándose a las necesidades del guión. Dicho esto, tampoco era un centrocampista nato pero contaba con una majestuosa visión de juego, veía espacios invisibles y contaba con un rompedor disparo a larga distancia.

Jugó en Mónaco entre 1991 y 1995, años en los que se erigió como uno de los jugadores más prometedores que jugaban en Francia. En la temporada 1993/1994 en el conjunto del Principado firmó la nada desdeñable cifra de 20 goles en Le Championnat que le valieron para firmar por el PSG. En París brilló junto a jugadores de la talla de George Weah, Patrice Loko y Raí. Rubricó su gran actuación en el equipo capitalino con la consecución de la Recopa de Europa en 1996. En su estancia en el conjunto parisino se le recuerda por un irreverente gol que le endosó al Deportivo de La Coruña en Riazor.

Francia se quedaba pequeña para que Djorkaeff pudiera explotar su máximo potencial, así que fichó por el Inter de Milán en 1996. En el país transalpino, avaló su exquisita calidad técnica y temible disparo para formar un tridente de ataque de ensueño junto con Ronaldo y Zamorano. Además, jugó con Diego Simeome, Aron Winter y el mítico Javier Zanetti, con quienes ganó la Copa de la UEFA en 1998, tras imponerse en la final a la Lazio por tres goles a cero.


Abandonó el Inter en 1999 para probar suerte en el Kaiserslautern alemán, donde permaneció hasta 2002. Después de ello, su siguiente destino deportivo fue la Premier League, cuando jugó en Bolton y luego en Blackburn Rovers que contrataron sus servicios. La temporada 2005/2006 fue la última de Youri Djorkaeff en activo, en la disciplina de Metro Stars de Nueva York

Como dato anecdótico, con la selección francesa, Youri Djorkaeff  es una de las bestias negras para España. Le marcó a La Roja en dos ocasiones, una de ellas fue a Zubizarreta en Inglaterra 1996 en el Elland Road de Leeds y, cuatro años después, a Cañizares en Bélgica y Holanda 2000 en el cruce de cuartos de final. Dicho esto, los mayores momentos de gloria del jugador francés se produjeron con la elástica del gallo, con la que ganó el Mundial de 1998 y aquella Eurocopa de 2000 con nefasto recuerdo para España.

Cuenta Djorkaeff que el secreto de aquella selección francesa era el aglomerado de futbolistas muy inteligentes que militaban en los grandes equipos europeos, además de tratarse de un equipo muy versátil capaz de practicar todos los tipos de fútbol: inglés, brasileño o latino, entre otros. Formó una gran pareja con Zinedine Zidane que representaban el éxito de los jugadores extranjeros en aquella selección multirracial y, a su vez, la creatividad en el terreno de juego.


El jugador de origen armenio ya despuntaba en el equipo de Francia de 1996 que alcanzó las semifinales del Europeo con Zinedine Zidane, Jocelyn Angloma, Didier Deschamps y Bixente Lizarazu. En aquel equipo se dibujó la estela del triunfo pese a perder en semifinales ante la República Checa de Pavel Nedved, Bejbl y Poborsky.

Fue una pieza fundamental en el esquema táctico de Aimé Jacquet para ganar el Mundial de 1998 en el que marcó un gol de penalti ante la Dinamarca de Michael Laudrup. Con les bleus, se erigió como un formidable organizador de juego para elaborar las jugadas, siendo al mismo tiempo un jugador muy resolutivo en la faceta goleadora. De hecho, es el séptimo máximo goleador histórico con Francia con 28 goles. Se retiró de la selección tras el Mundial de Corea y Japón en 2002 en el que Francia tuvo una decepcionante actuación. Años después, probó suerte en el mundo de la música aunque su andadura detrás del micrófono fue menos fructífera.

En su brillante palmarés figuran una Recopa de Europa con el Paris Saint-Germain, una Copa de la UEFA con el Inter, además del Mundial y la Eurocopa con la selección francesa. Se retiró en 2006 acosado por una lesión de rodilla tras haber regalado grandes partidos y goles a los seguidores que tuvieron la fortuna de ver jugar a La Serpiente y contemplar sus venenosos mordiscos.


Fuentes: Manuel Monfort Marzá. Youri Djorkaeff, la mortífera serpiente francesa. Blog Motiva Goal (2/2/2012); Eduardo Casado. ¿Qué fue de Youri Djorkaeff? Blog La web de los futbolistas olvidados (16/5/2008); José Samano. La nostalgia de Djorkaeff. Diario El País (28/6/2000); Pablo Egea. La serpiente que no dejó de picar. Reportaje Diario Marca (26/8/2009).

23 de febrero de 2012

Obreros del fútbol

 

Cuando vemos un partido, ya sea in situ o en televisión, existen un sinfín de detalles que no percibimos de forma consciente. Sobre todo en encuentros televisados, la cámara selecciona los planos relevantes y, por ello, descarta otros que carecen de importancia para los espectadores. No obstante, hay una infinidad de acciones de las que no nos percatamos y, en este reportaje, son sus protagonistas las que acaparan esa atención que nunca les han depositado.

En concreto, me refiero a esos jugadores que, no exentos de calidad, tienen un papel más combativo y desempeñan unas labores que no sabemos apreciar como deberíamos. Jugadores cuyo peso en el equipo es fundamental pero, al no ser muy vistosos en su juego, nos olvidamos de ellos y condenamos al ostracismo. Sin estos jugadores, afrontémoslo, el juego del equipo se vería seriamente mermado y desdibujado. Por su incuestionable importancia, se les conoce como obreros del fútbol y en ellos residen gran parte del secreto de la victoria de muchos clubes.

Estos futbolistas no responden a un ámbito específico del juego aunque, por lo general, este perfil de jugador está fuertemente vinculado con las posiciones de defensa y centrocampista. Son, por tanto, menos frecuentes los delanteros pero esto no es así. Un ejemplo de ello es Raúl González. Es un jugador muy equilibrado, con unas características muy igualadas, no destaca en el juego aéreo, ni en el lanzamiento de libres directos, ni en la velocidad, ni en el apartado técnico pero nadie duda de su irreductible aportación goleadora con el Real Madrid.


Dicho esto, a los obreros del fútbol los podemos encontrar frecuentando demarcaciones de defensa central o de mediocentro defensivo. Su juego se basa en recuperar balones, presionar la salida de balón del rival, marcar individualmente y pasar el balón con facilidad, sin bambalinas, ni gestos preciosistas o edulcorados regates. En general, trabajan para el equipo con rigor y no tienen el balón en su dominio por mucho tiempo antes de pasárselo a los jugadores más creativos del equipo. El paradigma de esta concepción de juego lo representa Xavi Hernández. El de Tarrasa disputa balones, es tiempista en el juego y, además de tener ese último pase entre líneas que puede suponer un gol, pasa el balón a los jugadores mejor colocados con una aguda visión de juego, haciendo progresar la jugada. Sus acciones individuales se asientan en un trabajo para el equipo.

En fútbol se dice tradicionalmente que una buena delantera gana partidos pero una buena defensa gana campeonatos. El orden táctico comienza con una sólida compenetración en la zaga porque desde esa zona se contempla el campo desde una perspectiva panorámica sobre la cual se erigirá el juego. De la buena colocación de los defensas y de su minuciosa concentración, se podrá empezar a elaborar jugadas ante la presión rival y ahí aparece el papel de los obreros del fútbol.

En la actualidad jugadores como Paul Scholes, Gennaro Gattuso o Jéremy Toulalan responden a este arquetipo de jugador cuyo juego es reacio a las complicaciones y a las acciones ampulosas. En la faceta defensiva, algunos como Carles Puyol o Sergio Busquets recuperan balones, inician la jugada y atrapan todos los esféricos que circulan por allí, con un estilo de juego muy discreto que a veces pasa inadvertido y no recibe elogios. El fútbol es un deporte de equipo, aunque haya gente que parezca haberlo olvidado. Por eso mismo, no concibo a ningún jugador como irreemplazable o excesivamente fundamental porque, sin la presencia de los citados obreros, su labor sería difícilmente ejecutable. Lo maravilloso de los obreros del fútbol es que hacen buenos a quienes juegan a su alrededor, y eso es algo muy importante en un futbolista.


En estos lares también existe una figura damnificada que, por mucho que lo intenten, nunca ocupa las portadas de los periódicos. A los perros de presa, otra versión de obrero del fútbol, se les encomienda el trabajo sucio que nadie ostenta desempeñar. Pugnará balones, cometerá faltas tácticas, combatirá los balones aéreos, sacará el balón jugado para que otros sean condecorados posteriormente y reciban avalancha de galardones. Su labor muchas veces cae en saco roto, pero no se podría concebir el fútbol sin su existencia.

A los sabuesos más irreverentes se les asocia con un mayor temperamento y reciben un gran número de tarjetas, protagonizan tánganas, discuten con el árbitro y cometen duras entradas. Un buen ejemplo es Gattuso. El italiano, meloso donde los haya en su marcaje, es un engranaje básico en el Milán, aunque en ocasiones poco comedido en sus actuaciones. Paradójicamente, no se debe confundir al perro de presa con el jugador indomesticado cuyo juego se basa en un empleo sistemático de entradas indiscriminadas. Se puede imponer respeto y ejercer como portavoz del equipo, sin perder los papeles y motivando a los compañeros.

En la actualidad, los principales obreros del fútbol son Xavi Hernández, Michael Essien, Sergio Busquets, Steven Gerrard, Frank Lampard o Michael Carrick. Ejemplos clasícos los encontramos en Paul Scholes que, aún en activo, ha engrasado el juego del Manchester United. El mítico jugador inglés se sirve de un importante desgaste en el campo que, junto con Ryan Giggs, ha sentado las bases de trabajo del equipo por las que el United se ha asentado como uno de los mejores equipos del mundo en el que han trunfado jugadores como Dwight YorkeWayne Rooney y Cristiano Ronaldo. En conclusión, el fútbol es un deporte más bello teniendo en cuenta el trabajo tan poco valorado de los desinteresados obreros del fútbol...


Fuente: Matías Rodríguez. El perro sabueso (10/12/2010). Blog Fobal 2000.

21 de febrero de 2012

Jugadores históricos: Mehmet Scholl


Hoy rendimos homenaje a uno de los futbolistas alemanes más talentosos de los últimos veinte años. Se trata de una de las máximas instituciones del fútbol alemán y del Bayern de Múnich de toda la historia. Como no podía ser de otro modo, hablamos de Mehmet Scholl. Centrocampista ofensivo, llegó al club teutón en 1992 al igual que su compatriota Oliver Kahn, ambos procedentes del Karlsruher.

Hijo de padre turco, era un jugador muy evolucionado técnicamente, un perfil poco desarrollado en Alemania. No destacaba por ser un centrocampista tosco y, por este motivo, rompía el paradigma inherente en el fútbol alemán. Scholl actuaba por la espalda de los puntas y era un jugador muy inteligente. Rompedor en el disparo a media distancia, ávido en el pase y contaba con un gran dominio del balón y con la virtud de tener un toque prodigioso. Combinaba con sus compañeros, sirviéndose de una depurada calidad técnica, sin hacer florituras y con una precisión microscópica. Dicho esto, Scholl era ese distintivo de calidad que se echa en falta en el fútbol alemán.

A balón parado, era uno de los mejores jugadores alemanes de su generación junto con Mario Basler. Adicionalmente, era un jugador con un desplazamiento en largo del esférico envidiable. En ese sentido, Scholl recordaba por momentos a Xabi Alonso, sin duda, máximo referente actual en ese tipo de acciones. Uno de sus rasgos más importantes era el ritmo que le imprimía a los partidos. Los leía con eficiencia y era un jugador muy tiempista tanto en el pase como en el regate. Y eso es algo muy importante en un futbolista.


Lamentablemente, las lesiones minimizaron su potencial en la alta competición. Sus rodillas, espalda y tibia fueron el blanco de las despiadadas bajas que acontecieron en su carrera deportiva, hasta el hecho de renunciar a la selección meses antes del Mundial de Corea y Japón en 2002. No obstante, en 1999 el técnico del Bayern de Múnich, Ottmar Hitzfeld, confió en él y disfrutó de un gran número de minutos aquella temporada.

Con la selección alemana, Mehmet Scholl formó parte del equipo que participó en los Juegos Olímpicos de Barelona 1992. Fue campeón con la Mannschaft de la Eurocopa de Inglaterra en 1996. Fue sustituido por Oliver Bierhoff que marcó los dos goles que le remontaron aquella final a República Checa en el antiguo Wembley. Marcó 8 goles en 36 partidos con la selección, con la que nunca llegó a consolidarse a largo plazo.

Su meteórico palmarés consta de 8 Bundesligas, 5 Copas de Alemania, 4 Supercopas de Alemania, una Copa de la UEFA, una Copa de Europa y una Intercontinental, sin olvidar la Eurocopa con la selección. Es cariñosamente recordado por su condición de bromista, políticamente incorrecto, sus declaraciones extravagantes y rumores de fiestero. De hecho, llegó a pronunciar en una ocasión: Hay que colgar a los ecologistas mientras haya árboles. Se retiró el 15 de agosto de 2007 en un partido homenaje entre el Bayern de Múnich y el Fútbol Club Barcelona, encuentro que los catalanes ganaron por un gol de Lionel Messi. Curiosamente, se retiró ante el club que en 1996 le propuso una tentadora oferta.


Fuentes: Lama. Blog Uno o dos toques; Web educar.org; Santi Retortillo. Blog En Línea de Gol.

18 de febrero de 2012

Blanc y los jugadores negros


En estos días que corren, puede parecer arriesgado escribir algo acerca del deporte francés. Las esperpénticas bromas del Guiñol en la que se satiriza de forma mordaz a nuestros deportistas como Rafa Nadal, Alberto Contador e Íker Casillas hace que resulte delicado abordar algo que tenga relación con Francia. Pero así somos en este país, qué se le va a hacer...

Tras este inciso, parece que fue ayer el día en que Zinedine Zidane remató de cabeza en el pecho del italiano Marco Materazzi. Aquella fatídica noche para el fútbol francés culminó con la derrota de Francia en su segunda final y con la consecución del tetracampeonato por parte de Italia. También, fue una noche para llorar la retirada de Zizou, no como a todos nos hubiera gustado. La verdad sea dicha, el fútbol francés no levanta cabeza desde aquella lejana noche veraniega de 2006.

Uno de los grandes damnificados por la opinión pública fue Raymond Doménech, seleccionador por entonces y hasta 2010. Se le atribuye su mayor gesta con la selección francesa haber alcanzado la final de 2006 cuyo principal artífice fue Zidane y la labor que desempeñó para autogestionar los motores de la nave nodriza juntos con otros jugadores, algo que impregnó la figura de Doménech de una profunda incompetencia.


Dos veranos después, llegó la Eurocopa de Austria y Suiza en la que se puso de manifiesto el gran relevo generacional inminente y necesario en la selección. Sin Zidane ya y con Doménech, la capitanía del equipo cayó en el brazo de Thierry Henry y Francia consumó un decepcionante papel en el que ni siquiera superó la primera fase. No obstante, tras el motín del Mundial de Sudáfrica en el que los jugadores galos, comandados por Evra y Anelka, se negaron a bajar del autobús para entrenar, se rubricó que las cosas tendrían que cambiar drásticamente al otro lado de los Pirineos.

Raymond Doménech es hijo de inmigrantes catalanes que durante la dictadura franquista se marcharon a Francia y, tras haber jugador en Lyon, disfrutó de más trascendencia en su etapa como seleccionador nacional. Tras la hecatombre francesa en Sudáfrica 2010, compareció ante los medios de comunicación desentendiéndose de aquella lamentable polémica. Se dibujaba una realidad evidente en la que el vestuario del equipo francés estaba completamente roto, se había saciado el hambre por los triunfos y todos iban por caminos independientes, ya fueran blancos o negros...

En este contexto de la Francia Revolucionaria, el Aux armes citoyens se quedaba pequeño. Laurent Blanc, cuyo principal aval fue la enciclopédica biografía futbolera que tiene, fue nombrado seleccionador con la clara intención de limpiar la deleznable imagen que dio Francia en el Mundial de 2010, recuperar la actitud ganadora y devolver a Francia al Olimpo del fútbol. El primer paso fue abandonar las míticas tres franjas de Adidas para bordar el simplista swoosh en la elástica bleu.


Mientras los partidos se fueron sucediendo, la nueva Francia de Laurent Blanc fue ofreciendo resultados aunque aún no se percibía de forma nítida el estilo de juego impreso en la selección. Los problemas internos cedieron, se le dio la oportunidad a Adil Rami, e incluso Ribéry y Gourcuff hicieron las pases. Así las cosas, el combinado nacional no parecía un sucedáneo barato y la clasificación para la próxima Eurocopa de 2012 parecía una realidad más viable, tras los esperanzadores resultados cosechados.

Sin embargo, en mayo de 2011 el diario online Mediapart filtró una noticia que podría hacer estallar la polémica en la nación tricolor. En la Federación Francesa se ha decidido crear cuotas específicas en la formación y selección de jugadores. Básicamente, se informó de una reunión entre el seleccionador, Laurent Blanc, el director técnico, François Blaquart, y el seleccionador sub-21 Erick Mombaerts. Uno de los temas que se abordó en dicha reunión es la preferencia que los clubes franceses dan a los jugadores poderosos físicamente en detrimento de los que cuentan con una menor envergadura. El meollo del asunto es que en Francia los futbolistas más corpulentos tienen todos la piel negra.

El segundo tema en cuestión es la necesidad de limitar el número de jugadores africanos en los escalafones inferiores que, llegados a una etapa profesional, deciden jugar con selecciones de antiguas colonias francesas. ¿Cuál sería la solución más factible para solucionar estas dos disyuntivas? Reducir el alcance de estos dos asuntos de vital importancia, algo que podría condicionar el futuro del fútbol francés. La polémica surgió tras los tintes discriminatorios y racistas que subcomunica este sistema de reducir el número de africanos o reducir las cuotas de formación. De hecho, Blaquart fue suspendido por el Ministerio de Deportes a raiz de que se hiciera pública dicha noticia.


Como no podía ser de otro modo, el tema ha calado hondo en la sociedad francesa y el actual seleccionador ha puesto las cosas en su sitio ante la amalgama de críticas suscitadas por la ironía de su apellido. En el país vecino, hay una gran cantidad de población con la piel negra que procede de las colonias o son descendientes de inmigrantes en Francia. 

En el equipo francés del Mundial de 2010, encontramos doce jugadores negros de veinte que conformaron la convocatoria final para el certamen. Entre los de piel negra, nombres como Abidal, Evra, DiarraGallas o Diaby sí responden a un perfil técnico que constituye la idiosincrasia patente en el fútbol francés, por la que siempre se ha tenido preferencias por jugadores potentes en el apartado físico y que, en general, son negros. Otros como Henry, Anelka o Malouda, también negros, responden a unas necesidades técnicas más que físicas. No son jugadores de corte defensivo y recurren a su perfil técnico más que físico.

Si pasamos a analizar a la Francia campeona del mundo, el reparto entre jugadores blancos y negros es más equitativo. En la retaguardia del equipo, Lizarazu, Deschamps, Petit, el mismo Blanc, Leboeuf o Barthez eran blancos. Sin embargo, Desailly, el joven Vieira, Karembeu, Henry o Thuram eran negros. A su vez, jugadores que destacaron en aquel Mundial como Zidane, TrezeguetDjorkaeff eran extranjeros.  Fueron precisamente los más jóvenes, la mayoría extranjeros, los que triunfaron los años posteriores dado que Deschamps y Desailly estaban en el ocaso de su carrera. Dicho de otro modo, tuvieron una gran relevancia los jugadores no naturales de Francia.


No obstante, si retrocedemos a otra escuadra mítica del fútbol francés como la capitaneada por Platini en la Eurocopa de 1984, observamos que la inmensa mayoría de los componentes del equipo y las piezas angulares más importantes eran todos blancos como BatsGiresse, Rocheteau, Battiston, Bellone o el mismo Platini. Por su parte, los negros en aquel equipo eran escasos y se limitan a Tiganá o Trésor. Así pues, se observa un crecimiento de futbolistas negros en Francia de forma progresiva.

No es de extrañar si deducimos, mediante este criterio, que en las últimas convocatorias de Blanc habría un aluvión de futbolistas con la piel negra. En realidad, hay prácticamente el mismo número de jugadores negros que en el Mundial de Sudáfrica. ¿Qué ocurre entonces? ¿Naufraga nuestra teoría? Vayamos por partes. Siendo el número de jugadores negros básicamente idéntico, el seleccionador ha dado la internacionalidad a jóvenes promesas como Loïc Remy o Mamadou Sakho que, sorprendentemente, también son negros. O sea, en Francia los jugadores de piel negra son cada vez más numerosos y gozan de un mayor protagonismo. No es que Blanc se deje llevar por cuestiones de preferencia racial, es sencillamente que las bases formativas del fútbol francés están confeccionadas para el florecimiento y rendimiento de jugadores negros. 

Dicho sea de paso, a Francia le perjudica contar con jugadores de doble nacionalidad. El país galo, por el hecho de contar son gran cantidad de colonias, recibe un gran número de jugadores de países como Senegal, Marruecos, Argelia, Costa de Marfil o Camerún. De hecho, Didier Drogba dio el salto de un humilde equipo francés, el Guingamp, donde coincidió con Malouda, para fichar por el Olympique de Marsella y dar posteriormente el salto al Chelsea. Sus raíces se asientan en Francia pero los derechos de la internacionalidad del jugador residen en la selección de Costa de Marfil.


En contraposición, el caso de Fredéric Kanouté es diametralmente opuesto. Nacido en Lyon, eligió jugar con la selección de Malí en lugar de Francia porque su ascendencia materna se asienta en el país africano. Y hay muchos más casos de jugadores como Seydou Keita (Malí), Achile Emaná (Camerún), los hermanos Touré (Costa de Marfil) e incluso Samuel Eto'o (Camerún).

Para concluir con este denso reportaje, merece mención una de las academias de fútbol más fructíferas del panorama europeo. En Clairefontaine se adiestra a los jóvenes más talentosos del país en el noble arte del balompié. Lleva operativa desde principios de los noventa y de allí han salido nombres tan afamados como Henry, Gallas, Silvestre, Anelka, Saha o Briand. Curiosamente, todos ellos son negros.

En conclusión, existe una gigantesca mayoría de jugadores foráneos en las divisiones inferiores formativas de la selección francesa y, de todos ellos, los más talentosos acaban vistiendo la tricolor. Estos jugadores negros responden al perfil que siempre se ha buscado tradicionalmente en Francia, o sea, jugadores poderosos físicamente que casualmente todos ellos son negros. A muchos de ellos se les educa en Clairefontaine y triunfan en grandes clubes europeos. Entonces, ¿Blanc los prefiere blancos aunque predominen los negros? Esta redundante y falaz pregunta se contesta con un rotundo no. Sencillamente, se apuesta por la formación de los jugadores de piel negra y, como es obvio, son ellos los que llegan a triunfar. A fin de cuentas, en la diversidad está la magia y es el fútbol ese deporte que consigue unir a todos. Da igual tu color de piel.


Fuente: Halftown. Blog Fútbol no es fútbol.

14 de febrero de 2012

Fanatismo y vendedores de conflictos


En primer lugar, me gustaría disculparme contigo, querido lector, por la dilatada ausencia en mi blog. Diversos compromisos académicos y problemas de logística son los responsables fundamentales de mi demora. Asimismo, quiero saludar a mis compañeros de Periodistas Anónimos, blog con el que me estreno como colaborador y del que recomiendo su lectura detenida.

Durante el último mes, con este hacinamiento de clásicos coperos y con la duda relativa a la sede de la final de la Copa del Rey, ha surgido una polémica innecesaria y estridente patrocinada por los sectores más fervientes del madridismo. Este paradigma de crispación, patrocinado básicamente por Punto Pelota, conlleva al espectador a olvidar el tema que se trata, es decir el fútbol. 

De hecho, cuando sintonizo dicho programa, parece más bien un debate sobre nacionalismos que una tertulia de fútbol. Es por ello por lo que he venido a llamar a todos los medios de comunicación, encabezados por Punto Pelota y seguidos de Marca y As, como los máximos representantes del fanatismo deportivo o el Sálvame del Fútbol.

El forofismo en el fútbol y, por extensión, en el deporte es una de esas lacras que, afrontémoslo, nos acompaña día a día. Nos queda lejano el truculento incidente de Aitor Zabaleta, aficionado de la Real Sociedad que fue asesinado por ultras radicales del Atlético de Madrid allá por diciembre de 1998. Si bien, el fanatismo del que vengo a hablar hoy es más mediático y, afortunadamente, menos dramático que aquel lamentable hecho.

Parece evidente que mis palabras están teñidas de ácida subjetividad culé. Y no es para menos. No obstante, mantendré mi particular linea editorial lejos del estilo de La Central Lechera y muchos blogs que conozco vergonzosamente madridistas. Ante todo, me defino como amante del fútbol y, precisamente por ello, he escrito numerosos artículos de jugadores históricos del Real Madrid como Zidane o Redondo, además de analizar plantillas míticas del madridismo a través de extensos reportajes como, por ejemplo, la Séptima Copa de Europa en Ámesterdam con Mijatovic y compañía. Aunque culé, nunca emprenderé críticas hacia el Real Madrid que no estén rigurosamente argumentadas.

Para ser testigos in situ del lecherismo sintonicemos Punto Pelota. Las cifras de audiencia del programa son disparatadamente altas pero ello no explica la calidad del mismo. La labor que desempeñan, no exenta de dificultad, queda marcada negativamente por la etiqueta que catalogan todos sus programas, o sea, cebos sensacionalistas, debates absurdos, y, sobre todo, los temas que abordan quedan bastante lejos de lo que es el fútbol o, al menos, de lo que nosotros entendemos por este maravilloso deporte.

¿Los responsables? Si estoy en lo cierto, la libertad de expresión, máxima consigna de la democracia conlleva implícitamente una doble cara menos afable. Su definición no es completamente nítida y establecer unos límites concisos es una labor irresoluble. Esta cara negativa de la libertad de expresión hace ardua la tarea de saber a ciencia cierta hasta dónde tratar algunos temas aunque no se esté realmente cualificado para hacerlo. Por todo ello, en Punto Pelota son vendedores de conflictos. Crean una polémica álgida, fomentan un debate absurdo a través de sms's y se llevan una buena porción de la tarta televisiva.

De hecho, hace pocos días hablaban del desgastado tema del nacionalismo, un tema muy novedoso, con gritos, aspavientos de superioridad, interrumpiendo continuamente y con una jocosidad muy poco estilosa. Todo ello, con la reminiscencia de la agresión digital de Mourinho a Tito, ha imprimido en el Real Madrid una falta de deportividad que incluso le ha llevado a traicionar a su propio himno. Cuando pierden, ya no dan la mano. Es más, hay veces que las pisan.

Dicho sea de paso, en Punto Pelota se pone de manifiesto lo cambiante que es la prensa. Me explico. Hubo un lejano día en el que el Bernabeu, muchos madridistas, incluidos ellos, crucificaron a Mourinho con su planteamiento poco acertado en el que hombres poco habituales como Altintop y Carvalho eran titulares. A día de hoy, con la holgada distancia del Madrid en la clasificación, todos veneran a Mou y a su fútbol digno de hacerse un hueco en la historia. Esa es la congruencia patente en Punto Pelota.

En resumidas cuentas, no sólo en Punto Pelota sino en otros medios como Marca y As, el lecherismo patético ha invadido la mente de redactores y columnistas que sólo ven la realidad de blanco y, ante cualquier intento de disidencia, responden con una chulería que haría temblar a Ramos Marcos. Mientras tanto, intento comprender por qué tengo Intereconomía aún sintonizado en mi receptor de televisión.