19 de junio de 2018

El origen de los colores de Australia y Japón


Cuando comienza un Mundial, los balcones y las gradas de los estadios se inundan con las banderas de las respectivas selecciones. Muchas de ellas nos sorprenden por el sorprendente diseño de sus equipaciones. A rayas albicelestes como Argentina e incluso a cuadros arlequinados como Croacia, todas tienen algo en común: representan los colores de sus países. O tal vez, no todas. Algunas como Alemania, Italia y Holanda se enfundan en tonos intrusos que nada guardan en común con sus estandartes, al igual que otras como Australia y Japón.

En el caso australiano, la bandera de The Socceroos difiere completamente del uniforme característico de su selección, consistente en camiseta amarilla y pantalón verde, muy lejos del emblema nacional que consiste en un Union Jack, como heráldica de la Commomwealth, en un cuadrante con seis estrellas sobre fondo azul marino. El motivo del color amarillo en su indumentaria podría estar en una planta, el zarzo dorado, que es la flor nacional por antonomasia de Australia. Otras versiones apuntan que este amarillo dorado podría hacer referencia a sus playas y desiertos, en tanto que el verde simbolizaría sus densas áreas de bosques forestales típicas del país de Oceanía.

Dicho sea de paso, estos originales colores no sólo se encuentran impresos en las vestimentas del cuadro nacional de fútbol, sino en las selecciones de rugby, cricket, baloncesto, atletismo y hockey, además de aparecer en sus instituciones y organismos políticos, colores oficiales del país desde 1984. Tanto es así que se ha generado un arduo debate sobre cambiar los colores de la bandera de Australia entre los partidarios de cambiar un emblema colonialista por otro que represente la esencia del país.

Japón también desobedeció a sus colores patriotas a la hora de elegir cómo sería su equipación. Sin embargo, su caso es mucho más curioso. Y es que el país nipón vistió con los colores rojos con detalles blancos hasta las eliminatorias del Mundial de Italia 1990, como su insignia nacional. Pero sería Saburu Kawabuchi, presidente de la Federación Japonesa de Fútbol, quien en 1996 decidió apostar por un uniforme azul marino como luce en la actualidad. Con esta innovadora decisión, su objetivo era socavar la sensación de selección perdedora de aquellos años que el color rojo le hacía evocar. Además, de este modo conseguía diferenciarse de otras selecciones asiáticas como China, Corea y Corea del Sur que también disputan sus partidos nacionales enfundados con un atuendo de dicho tono. Las protestas de los nacionalistas japoneses no se harían esperar, de las que Kawabuchi salió del paso declarando: El azul es el mejor color para que nuestra bandera nacional se distinga con nitidez sobre la camiseta.


Fuente: Andrés Burgo (16/2/2006). El color de la camiseta, una cuestión más allá de futbolístico, diario El Mundo Deportes. Edu Casado (13/4/2016) Atuendos para la historia: ¿Por qué los colores nacionales de Australia son dorado y verde?, El blog de los futbolistas olvidados.

14 de junio de 2018

La Roja, a la conquista soviética


En 1918, el último zar ruso, Nicolás II, fue fusilado junto a su familia, después de su abdicación en 1917 como consecuencia de la Revolución Bolchevique. Un siglo después aquello ya forma parte de una historia no tan lejana, al igual que la Eurocopa de Austria y Suiza 2008 de la que pronto se cumplirá una década. La sempiterna partitura compuesta por Luis Aragonés y ejecutada por unos ya veteranos Sergio Ramos, Andrés Iniesta y David Silva sería inmortalizada con unos buques insignia de la talla de Gerard Piqué y Sergio Busquets para firmar la página más gloriosa de nuestro fútbol: la consecución del Mundial 2010 que buscarán reeditar en tierras rusas.

En los prolegómenos del inicio del Campeonato del Mundo de Rusia 2018 y, tras el terremoto producido en el seno de la Federación Española de Fútbol con el cese del ya exseleccionador Julen Lopetegui, se abre paso el camino de España en un Mundial en el que parte con un favoritismo no postizo como el de Brasil 2014, sino forjado de forma inapelable tras haber rubricado una fulgurante fase clasificatoria, de donde salió invicta. Y dicha gesta se ha logrado manteniendo intacta la esencia del tiqui-taca, la pócima mágica al que el tiempo le ha otorgado una pátina de joven madurez en base a talentos como Marco Asensio, Lucas Vázquez e Isco Alarcón.

Con un cerrojo balo palos, la veteranía comienza a avalar la trayectoria de David de Gea. La sobriedad y reflejos del meta del Manchester United, serán suplidos por la competitiva presión de dos suplentes de primer nivel como Kepa Arrizabalaga y Pepe Reina. Calidad, juventud y veteranía componen un cóctel perfecto en los guantes de la Roja. En la línea defensiva, estamos casi con toda probabilidad ante la mejor zaga del Mundial. Sergio Ramos y Gerard Piqué forman una dupla perfecta donde polivalencia, liderazgo, elegancia para sacar la pelota jugada y robustez sintonizan en una melodía celestial. Daniel Carvajal y Jordi Alba, en los flancos derecho e izquierdo respectivamente, aportarán profundidad y buen hacer defensivo. Dicho sea de paso, Odriozola, Nacho, Monreal y Azpilicueta, desde el banquillo, podrían ser titulares en cualquier selección del Campeonato. Todo un lujo al alcance de pocos.

El mediocampo de España es la seña de identidad del equipo, la sala de máquinas del auténtico espíritu de la selección. Sergio Busquets, Andrés Iniesta y David Silva parecen inamovibles en el esquema táctico de Fernando Hierro. Los buenos equipos se construyen desde atrás, pero ganan los galones en la medular. Ellos son los ideólogos del sistema de juego y la columna vertebral de la selección. Las rotaciones con Thiago Alcántara, Isco Alarcón y Koke Resurrección aportarán frescura y versatilidad en un centro del campo, donde el relevo generacional resulta francamente esperanzador. 

Y en la delantera, quizá la línea que más dudas ha suscitado, la inclusión de jugadores que, excepto Diego Costa, no encajan en la definición prototípica de delantero centro, intentará compensar pegada y calidad. Con el llamado falso 9, se apuesta más por la continuidad del juego que por la resolución vertical de las jugadas. Iago Aspas puede actuar detrás de los puntas o caer por banda para abrir las defensas rivales y la intuición de Rodrigo será crucial tanto en el toque como en la búsqueda de gol. Costa puede suponer el revulsivo necesario para buscar espacios, desestabilizar a los zagueros y jugar con el desgaste rival a nuestro favor. La andadura en Rusia no ha hecho más que comenzar, una nueva etapa de ilusión que, esperemos, pase a la historia con el adjetivo de memorable.

Fuente: Guía As del Mundial de Rusia 2018.