28 de noviembre de 2016

Un punto con sabor a milagro


El empate del FC Barcelona cosechado en Anoeta ante una excelsa Real Sociedad ha dejado un sabor agridulce con tintes de derrota. Y mucho peor que podría haber sido. El fútbol atractivo y vistoso del conjunto azulgrana quedó eclipsado por las dudas que se empiezan a instalar entre una grada acostumbrada a unos resultados que vayan ineludiblemente asociados a su heráldica más incorruptible. Pero anoche no tendría lugar ni lo uno ni lo otro. A decir verdad, el punto lidiado en el fortín de San Sebastián hizo exhalar un soplo de tranquilidad entre una siempre exigente afición culé que empieza a impacientarse.

Porque el Real Madrid ganó y golpeó. El acongoje impreso en el ADN barcelonista ante la presión hizo acto de presencia en Anoeta. Y lo haría desde el primer minuto de partido. Tanto fue así que pronto se haría notar la alargada sombra de Andrés Iniesta. El de Fuentealbilla oxigena el centro del campo, descongestiona el tráfico de balón, aporta el ritmo necesario a la medular y conecta para que el tridente pueda hacer lo que mejor sabe hacer. Pero tampoco fue la mejor jornada de la MSN. A Suárez, desaparecido e hierático, le está costando encontrar su mejor versión, Neymar sigue perdido entre sus inocuas filigranas y Messi sigue demostrando que, sin haber sido el mejor, continúa siendo el mejor.

Hacía tiempo que el Barça no daba esa imagen propia de otros tiempos. Tiempos de vacas flacas, fines de ciclos, jugadores instaurados en la autocomplacencia e incluso algarabías institucionales. Los de Lucho mostraron su cara oculta, la de un esquema desdibujado, una puesta en escena desarbolada, un juego desestructurado y una falta de conexión que sitúan al encuentro de anoche entre los peores de la era Luis Enrique que, en su tercera temporada en Can Barça, aún tiene en Anoeta su única asignatura pendiente. Una némesis que, desde la distancia, dificulta la posibilidad de vislumbrar la cumbre de la clasificación.

A nivel táctico, el técnico azulgrana falló en su planteamiento, ejecución, diagnóstico y tratamiento, llegando tan sólo a realizar un cambio durante todo el encuentro, el de Denís Suárez por Rakitic en el tiempo de descanso, algo que no sirvió para amainar el ciclón txuri urdin que, con ebullición y tesón, dio un rotundo correctivo para certificar ostensiblemente los cambios que este equipo necesita. Con una posesión prácticamente intacta, la falta de circulación del balón en el centro del campo dejó a la delantera desconectada, cual islote esperando un balón que, con más potra que atino, cayera en los pies de Messi. Y que pasara lo que tuviera que pasar. La historia de siempre que, aunque previsible, no deja de ser maravillosa.

Y eso que tampoco fue la noche del astro argentino, pese al tanto del empate. Una jugada sensacional de Neymar, que no le exonera de merecidas críticas por exceso de florituras vacías, que culminó en el agónico gol que pareció bastante conformista para los jugadores. Así pues, parece que la ausencia de Iniesta está socavando la importancia del centro del campo y todo ello tiene lugar antes de la llegada del Real Madrid, con una distancia de seis puntos que, en un encuentro que será decisivo para el Campeonato de Liga, puede ser eterna y sentenciadora o ideal para renovarse. Crucemos los dedos.