23 de noviembre de 2014

El Mercedes de Helmuth Duckadam


Uno de los episodios más gloriosos de la historia del fútbol de Europa del Este fue, sin duda, la consecución de la Copa de Europa de 1986 por parte del Steaua de Bucarest. El conjunto rumano viajó a Sevilla con la intención de asaltar Europa. Al frente se encontraba nada menos que el Fútbol Club Barcelona de Schuster y Pichi Alonso que había logrado anotar un hat-trick, consiguiendo una onírica remontada ante el Göteborg sueco.

El Steaua realmente lo tenía muy cuesta arriba ante un Barcelona que había hecho del Sánchez-Pizjuán su propio feudo, al que se habían desplazado una cantidad ingente de aficionados barcelonistas. El conjunto rumano, prácticamente desconocido, se dedicó en la mañana previa al encuentro a pasear por la ciudad hispalense, a sabiendas de lo poco que se jugaban y disipando todo atisbo de presión mediática sobre el equipo. Los catalanes jugaban con dicha presión en su campo: tenían la oportunidad de conseguir su primera Orejona ante un equipo, a priori, menor y dentro de sus fronteras.

Acabó la prórroga y así lo indicaba el marcador: empate sin goles que tendría que desempatarse desde los once metros. Ahí aparecería el improvisado héroe de la noche. El mítico portero Helmuth Duckadam pararía cuatro penaltis al Barça, en concreto, los lanzamientos de Alexanco, Pedraza, Pichi Alonso y Marcos. Los barcelonistas, abatidos y cabizbajos, se quedarían nuevamente a las puertas de conseguir la Copa de Europa, al igual que sucediese en 1961 ante el Benfica. En contraposición, los jugadores del Steaua de Bucarest, extasiados por la felicidad de haber logrado lo imposible, volvieron a Rumanía para celebrarlo. Sin embargo, hubo un jugador que no lo pasaría del todo bien a su vuelta a casa.

Al parecer, el presidente del Real Madrid por entonces, Ramón Mendoza, le regaló al portero Helmuth Duckadam un Mercedes con motivo de agradecimiento por haberle parado cuatro penaltis al eterno rival. Se dice que, cuando el héroe de Sevilla llegó a Rumanía, le tocó lidiar con las tenebrosas garras del dictador rumano Nicolae Ceaucescu. El hijo del dictador, Valentín Ceaucescu, se enamoró del Mercedes de Duckadam y forzó al portero para que se lo regalase. Ante la negativa del guardameta, el régimen comunista dictatorial rumano entró en acción, lo que implicó unas consecuencias deplorables.

Helmuth Duckadam fue torturado. La Securitate, o sea, la policía del régimen, no tardó en entrar en escena de forma completamente deshumanizada y se encargaron de romperle los dedos a Duckadam. Y lo hicieron uno a uno. Mermaron la carrera deportiva de un gran profesional con tan sólo 26 años. Lo cierto es que el guardameta siempre ha negado la verosimilitud de dicha historia, aunque el hecho de no volver a enfundarse más los colores del Steaua de Bucarest es bastante significativo. Volvería a vestirse de corto en 1989 en las filas del modesto Vagonul Arad, curiosamente, el mismo año en que el dictador rumano Ceaucescu fue fusilado públicamente junto a su esposa. Esta es la historia de Helmuth Duckadam, el hombre que fue héroe de un país por una noche y víctima del egoísmo y la ignorancia para siempre.


Fuente: Ignasi Oliva Gispert (22/10/2013). Duckadam y el gol de Ceaucescu. Web IlCatenaccio.es

21 de noviembre de 2014

Cuando Messi estuvo a punto de fichar por el Cádiz


Pese a todo lo que se pueda decir, nada parece hacer salir a Messi del Fútbol Club Barcelona. Considerado por muchos el mejor jugador de todos los tiempos, el astro argentino ha manifestado su deseo de seguir ligado al conjunto azulgrana durante mucho tiempo, quizás, hasta el final de su carrera deportiva. No obstante, hubo un día en el que el destino de Leo Messi pudo cambiar drásticamente, algo que hubiera dificultado con creces todos los logros recientes del Barcelona.

Corría el verano de 2005 y Messi tenía 18 años recién cumplidos. Era un jugador realmente prometedor, aún con poca experiencia y a la sombra de Ronaldinho y Eto'o en el Barça de Frank Rijkaard. El por entonces joven jugador argentino aún no había asumido los galones en un equipo que tocaría el cielo la temporada siguiente. Sin embargo, el técnico holandés, consciente de la calidad atesorada por Messi, había manifestado el deseo de contar con él.

Paralelamente, el Cádiz acababa de ascender a Primera División ese año y habían intentado conseguir una cesión de Messi, a la que el Fútbol Club Barcelona se negó categóricamente. Además, la desorbitada cantidad de la ficha de la Pulga frenó aún más la cesión al conjunto gaditano. El Barça tenía cubierta las tres plazas de jugadores extracomunitarios, así que se esbozaba una coyuntura jurídica desfavorable que impedía que Messi pudiera jugar en el equipo azulgrana. Sin embargo, Messi poseía un documento especial otorgado por la Federación que permitía a los jugadores extranjeros que llevasen bastante tiempo en España jugar de forma temporal.

Muchos dudaban de la validez legal de dicho documento e incluso se llegó a temer que los rivales impugnasen los partidos en los que Messi jugara. Dadas estas circunstancias, el Barcelona movió ficha. En septiembre de 2005, Messi juró la Constitución y se hizo con la nacionalidad española, dando por zanjado este espinoso asunto. El crack de Rosario empezó a aparecer en algunas alineaciones de Rijkaard, aunque no era de momento muy habitual en ellas. Si Messi finalmente hubiese fichado por el Cádiz, lo cierto es que la historia reciente del fútbol hubiese sido diametralmente distinta.

Fuente: V. R. A. (11/8/2014). El día que Messi pudo ir al Cádiz y Cristiano fichar por el Valencia. Diario ABC.

14 de noviembre de 2014

Así afectó la independencia a otras selecciones europeas


Sin pretensión de entrar en cuestiones políticas, Cataluña se encuentra inmersa en un proceso que busca su secesión con respecto a España. Una pregunta que sobrevuela la cabeza de muchas personas sería el papel de la selección de Cataluña en relación con la UEFA y la FIFA. ¿Sería reconocida internacionalmente? ¿Podría el FC Barcelona y los demás equipos catalanes seguir jugando la Liga Española? ¿Podría la selección del nuevo estado catalán disputar un Mundial? ¿Y una Eurocopa? Muchos interrogantes planean sobre el incierto futuro del fútbol catalán.

Sin embargo, si echamos la vista atrás, muchos países europeos se han independizado, sobre todo, desde la caída del comunismo en 1991. Selecciones que tenían un nombre en Europa como Checoslovaquia, Yugoslavia y URSS se disolvieron por motivos políticos y dieron lugar a unos incipientes estados que aspirarían a todo. De este modo, aparecieron nuevos combinados nacionales para representar a recién estrenados estados como República Checa, Rusia y Croacia que, lejos de amilanarse, se encumbraron hacia lo más alto. Pero, ¿cómo afectó realmente la independencia a estas selecciones? ¿Les fue mejor formando parte de un estado más amplio o, por el contrario, consiguieron el éxito como país independiente?

Checoslovaquia fue uno de los equipos nacionales más importantes durante el siglo XX. Consiguió el subcampeonato del mundo en los Mundiales de Italia 1934 y Chile 1962, además de conseguir la Eurocopa de Yugoslavia 1976, recordada por el inenarrable penalti de Panenka. En 1993, Checoslovaquia se disolvió de forma pacífica. El país volvería a su situación histórica, cuando fue unido en 1918, tras la Primera Guerra Mundial como uno de los estados resultantes del extinto Imperio Austrohúngaro.


Se dividiría en República Checa y Eslovaquia y la FIFA consideraría unánimemente a República Checa como la sucesora natural del plantel de República Checa. De hecho, ambos estados mantienen la misma bandera. Erigido como estado soberano, el combinado checo alcanzaría la final de la Eurocopa de Inglaterra 1996 en la que contaba con jugadores de la categoría de Nedved y Poborsky y alcanzó las semifinales de la Eurocopa de Portugal 2004. Además, ha contado con futbolistas como Cech, Jankulovski, Smicer, Baros y Rosicky. Desde la secesión de Checoslovaquia en República Checa y Eslovaquia, los checos protagonizaron algunas actuaciones reseñables a nivel internacional, contando con grandes jugadores. Hasta la fecha, República Checa no ha conquistado ningún título internacional, mientras que, formando parte de Checoslovaquia, sí se hizo con la Eurocopa 1976. Por su parte, Eslovaquia sólo ha consumado un puesto en octavos de final en el Mundial de Sudáfrica 2010.

Anecdóticamente, Bohemia, una de las regiones históricas del Imperio Austrohúngaro, tuvo una selección de fútbol que se inscribiría en los Juegos Olímpicos de 1908, aunque retiró su participación en dicho certamen. Tras la Primera Guerra Mundial, el equipo se disolvió en 1918 y se anexionó a la selección de Checoslovaquia. Sería refundado en 1939 durante la ocupación de Checoslovaquia por parte de los nazis en representación del Protectorado de Bohemia y Moravia, aunque disputaría únicamente dos partidos. Tras el conflicto mundial, la selección de Bohemia desapareció de forma definitiva.

En 1991, la Unión Soviética se desintegró tras la caída del comunismo en Europa. De ella, resultarían una gran cantidad de pequeños nuevos estados con sus respectivas federaciones y selecciones. No obstante, la FIFA reconoce a Rusia como la sucesora de la extinta selección de la Unión Soviética. El clima tras el desmantelamiento de la URSS fue bastante sórdido y controvertido. De hecho, el jugador ucraniano Andréi Kanchelskis continuó sirviendo a la nueva selección rusa.


La URSS fue una de las selecciones más grandes de todos los tiempos, participando en todos los Mundiales hasta 1990 excepto Alemania 1974 y Argentina 1978. Sería cuarta en el Mundial de Inglaterra 1966 y contaría con Lev Yashin, considerado por muchos como el mejor portero de todos los tiempos, y Oleg Blokhin. A nivel europeo, la Unión Soviética disputó cinco Eurocopas, ganó la edición inaugural del torneo en Francia 1960 y disputó las finales de España 1964, Bélgica 1972 y Alemania Occidental 1988. Por si fuera poco, el combinado soviético también se haría con la medalla de oro en fútbol en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 y Seúl 1988.

Tras la disolución de la URSS, aparecieron una cantidad ingente de nuevos estados postsoviéticos: Estonia, Letonia, Lituania (estados bálticos), Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán (de Asia Central), Georgia, Armenia, Azerbaiyán (de la región del Cáucaso), Bielorrusia, Ucrania, Moldavia (de Europa Oriental) y Rusia, considerada sucesora de la URSS. Todos estos países están reconocidos por la UEFA, a excepción de Kirguistán, Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán, que pertenecen a la AFC. A medida que la URSS dejaba de existir paulatinamente, también se disolvía la Federación Soviética. En la Eurocopa de Suecia 1992, la Comunidad de los Estados Independientes, reconocida por la FIFA ese mismo año, participó en dicho certamen en sustitución de la URSS. Únicamente disputaría tres partidos, cosechando dos importantes empates ante Alemania y Holanda. Caería derrotada 3-0 ante Escocia, en el que sería el último partido de su corta existencia.

La selección de Rusia fue la más beneficiada de la extinción de la URSS, al menos, en lo que a nivel deportivo se refiere. Su papel más relevante fue en la Eurocopa de Austria y Suiza 2008 en la que alcanzarían las semifinales del torneo. Todo ello fue posible gracias a una joven generación de grandes jugadores comandada por Arshavin, Pavliuchenko, Zhirkov y Akinfeev, entre otros. El combinado ruso, además, participaría en los Mundiales de Estados Unidos 1994, Corea y Japón 2002, Brasil 2014 y las Eurocopas de Inglaterra 1996, Portugal 2004 y Polonia-Ucrania 2012.


De las demás selecciones resultantes de la Unión Soviética, Ucrania logró la clasificación al Mundial 2006 y la Eurocopa 2012, de la que fue coanfitriona junto con Polonia. El jugador ucraniano Andrei Shevchenko, ganador del prestigioso trofeo Balón de Oro, es considerado el mejor jugador de la historia del fútbol ucraniano, militando en clubes como Dynamo de Kiev, AC Milán y Chelsea. Por otro lado, Uzbekistán sí ha logrado varias clasificaciones consecutivas a la Copa de Asia. En resumidas cuentas, la gran beneficiada de la caída de la URSS, a nivel futbolístico, sería Rusia, considerada por la FIFA sucesora del inexistente combinado de la URSS. Al ser un país titánicamente grande y con más recursos económicos que los restantes, ha podido constituir un equipo fuerte y contar con los medios e instalaciones necesarios para formar grandes jugadores con los que asaltar el viejo continente. Sin embargo, no ha conseguido alcanzar ese nivel para ganar torneos, como sí lo hizo su predecesora, la URSS.

El caso de Alemania es distinto, pues se unificaron la selecciones Federal y Oriental. Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania se dividió en dos Estados y cada uno creó su propia selección de fútbol. Dichos equipos nacionales existieron entre 1949 y 1990, un año después de la caída del muro de Berlín y, por tanto, de la unión de ambos países. Sería entonces cuando las selecciones de Alemania Federal y Alemania Oriental se unieron en la actual selección de Alemania.

Análogamente, la selección de Alemania Federal es considerada por la FIFA como el seleccionado sucesor de la antigua selección de Alemania que existió entre 1912 y 1942, al mismo tiempo que es la predecesora de la selección alemana actual. De hecho, las Federaciones de Alemania Federal y de la actual Mannschaft, el escudo y las equipaciones son exactamente las mismas. El actual combinado germano mantiene todos los logros deportivos que consiguió el equipo federal.


La selección de Alemania Federal ha sido, con toda probabilidad, uno de los equipos más grandes de todos los tiempos. Disputaría diez Mundiales y se haría con el oro en Suiza 1954, Alemania 1974 e Italia 1990 y en las Eurocopas de Bélgica 1972 e Italia 1980, amén del segundo puesto en la edición de Yugoslavia 1976. Quedaría excluida del Mundial 1950 por prohibición de la FIFA, como castigo a los tenebrosos crímenes cometidos durante el nazismo. Albergaría a los mejores jugadores del mundo como Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Matthaus, Rummenigge, Uwe Seller, Jürgen Klinsmann, Sepp Maier y Rudi Völler, de una extensísima lista.

En contraposición, la selección de Alemania Oriental no tuvo el éxito de su vecina. Sería un equipo de segundo nivel que sólo participaría en el Mundial de 1974 en el que alcanzaría la segunda ronda. Tras la unificación de ambos países, la selección de Alemania Oriental desapareció. El combinado teutón es uno de los equipos más importantes del mundo. Después de la unificación, lograría la Eurocopa de Inglaterra 1996, el Mundial de Brasil 2014, el subcampeonato del Mundo en 2002 y la medalla de plata en las Eurocopas de 1992 y 2008.

Por último, el caso más importante es el acaecido en Yugoslavia. A principios de los años noventa, se acrecentaron las tensiones surgidas en una Yugoslavia en la que convivían ortodoxos, católicos y protestantes. Todo ello fue aderezado con las crecientes disputas nacionalistas y una animadversión que pronto se trasladaría a los terrenos de juego. Así pues, Yugoslavia se fue disgregando progresivamente en Croacia (oficial desde 1992), Serbia y Montenegro (1992), Eslovenia (1992), Macedonia (1993) y Bosnia-Herzegovina (1993). Serbia y Montenegro sería la sucesora natural de la extinta Yugoslavia que jugaría oficialmente con el nombre de Yugolavia de 1994 a 2002, para pasar a llamarse Serbia y Montenegro de 2002 a 2006, año en que se separaron. Kosovo es un territorio en disputa dentro del territorio balcánico, especialmente por parte de Serbia y Albania. No está reconocida ni por la UEFA ni por la FIFA


La FIFA reconoce a la actual Serbia como la sucesora del combinado de Yugoslavia, al igual que considera a República Checa, Rusia y Alemania las sucesores de Checoslovaquia, URSS y Alemania Federal, respectivamente y mantiene todas las cifras logradas anteriormente por sus precursoras. De todas las selecciones resultantes de la desmembración de Yugoslavia, sin duda, la que más éxito ha cosechado ha sido Croacia que alcanzaría la medalla de bronce en el Mundial de Francia 1998 y se clasificaría, además, para los Mundiales de Corea-Japón 2002, Alemania 2006 y Brasil 2014. Serbia ha jugado tres Mundiales, uno bajo la denominación de Yugoslavia (1998), otro como Serbia y Montenegro (2006) y otro como Serbia (2010). Por su parte, Eslovenia sólo ha conseguido jugar dos Mundiales (2002 y 2010), mientras que Bosnia-Herzegovina sólo ha conseguido disputar el Mundial de Brasil 2014. Macedonia y la recién nacida Montenegro no han logrado clasificarse para ningún Campeonato del Mundo hasta la fecha.

Croacia fue una de las mayores revelaciones del mundo a finales de los noventa. Una selección de escasos seis años de historia se sobrepuso a grandes selecciones europeas de la talla de Alemania y Argentina para firmar un papel encomiable en su primera Copa del Mundo en Francia 1998. Allí se gestó una gran generación de jugadores formada por Davor Suker, Robert Jarni, Robert Prosinecki, Zvonimic Boban, Darío Simic y Slaven Bilic, entre otros. Muchos de estos grandes jugadores balcánicos formaron parte de la prometedora selección de Yugoslavia que se alzaría con la victoria en el Mundial sub20 de Chile 1987, como el montenegrino Pedja Mijatovic.

La selección de Yugoslavia fue un equipo que logró ciertos éxitos internacionales como las semifinales de los Mundiales de Uruguay 1930 y Chile 1962, así como los cuartos de final del Mundial de Italia 1990. A nivel de Eurocopa, lograría la medalla de plata en las ediciones de Francia 1960 e Italia 1968. Tras la paulatina disolución de Yugoslavia, surgieron grandes selecciones como Croacia que pronto demostraría al mundo que no se trataba de un rincón oscuro y aislado del este de Europa, sino un equipo joven, hambriento de triunfos y repleto de los mejores jugadores del este de todos los tiempos. Dicho esto, ¿Cataluña lograría más reconocimiento internacional como estado independiente o formando parte de la selección española?

En una hipotética selección de Yugoslavia actual, se mezclarían los mejores jugadores de Croacia, Bosnia y Serbia, dando lugar a un equipo imparable.

Fuente: Wikipedia.