27 de abril de 2018

Gracias por tu magia, Andrés


Es difícil escuchar el silencio, pero en ese momento lo escuché. Esas fueron las palabras de Andrés Iniesta en el Informe Robinson de 2010, tras explicar su más inenarrable gol ante Holanda en la final del Mundial de Sudáfrica, hace ocho años. El capitán del Fútbol Club Barcelona ha anunciado, entre lágrimas, su despedida de la entidad azulgrana para continuar su carrera lejos de la ciudad condal, con destino, presumiblemente en la Liga China.

Fue hace ocho años, justo cuando Mis peloteros favoritos comenzaba su dilatada aventura con un artículo dedicado a la gesta mundialista, cuando el mítico zapatazo del de Fuentealbilla hacía añicos, además de la portería de Holanda, todos los complejos e inseguridades que el fútbol español venía arrastrando cada dos veranos. Conseguir una proeza a la altura de un Mundial parecía una hazaña reservada a unos pocos elegidos, un galardón no apto para seres mortales y que alguna deidad maligna se empeñaba en dejarlo al alcance de unos cuantos elegidos. El 11 de julio de 2010, Iniesta demostró que la Roja era una de esas elegidas

Y es que hablar de Andrés Iniesta es hacerlo, no sólo de uno de los mejores jugadores que han pisado el césped de nuestro fútbol, sino de uno de los más importantes de la historia del deporte rey. Con la poesía impresa en cada zancada, sus milimétricos pases dotaban de una magia a las jugadas a la altura de muy pocos futbolistas. El tiempo se ralentizaría al entrar en contacto con el balón y los rivales caerían como castillos de naipes al ser acariciados por una inocente brisa. Con un legado inabarcable y sólo a la altura de las leyendas, su huella será demasiado profunda para ser contada a las generaciones venideras.

Elogiado y admirado por leyendas de la talla de Zidane, Henry y Totti, aplaudido en estadios rivales y querido por todos los que tuvieron la suerte de jugar a su lado, la humildad ha adquirido, de la mano del manchego, dimensiones colosales. Tras haber firmado una trayectoria sin parangón, el reconocimiento a tan excelsa carrera deportiva no ha sido obsequiado con un más que merecido Balón de Oro, pero sí con una obligada plaza en el imaginario colectivo como patrimonio mundial del fútbol. Porque sí, porque así es la magia de Andrés Iniesta, una magia que los aficionados a este maravilloso deporte echaremos de menos cada semana.

Unas cualidades inherentes a su carácter sosegado y bondadoso que quedan plasmadas en un palmarés no menos envidable y compuesto por nueve Ligas, cuatro Champions, seis Copas del Rey, siete Supercopas de España, tres Supercopas de Europa, tres Mundialitos de Clubes y, a nivel internacional, dos Eurocopas y un Mundial, con mención al título de mejor jugador en la Eurocopa de 2012. Dijo Pep Guardiola en 2009: Andrés come aparte. No lleva pendientes, no se pinta el pelo, juega veinte minutos y no se queja... Es el ejemplo. Así se lo digo a los chicos: ‘Fijaos en Iniesta’. Y es una frase que representa a la perfección la humildad y profesionalidad del ya ex-jugador azulgrana. Sin aspavientos ni actuaciones con carácter ostentoso, nos despedimos de Andrés Iniesta, aunque su honestidad y calidad siempre serán titulares en nuestros corazones.