21 de mayo de 2015

Gracias por todo, Xavi


Hay momentos cuya llegada es tan inevitable como el desazón que se produce al vivirlos. La antesala de esos instantes llega precedida por una emblemática música celestial erigida por un inmarcesible maestro de orquesta. Una inequívoca melodía que nos anuncia que el momento de partir ha llegado. Son fracciones de segundo tan sutilmente perceptibles como la expectación que generan. En efecto, el día menos deseado para el barcelonismo pero de una inminencia desafiante llegó.

Resuena muy lejano en el horizonte aquel 18 de agosto de 1998 cuando Louis Van Gaal le dio entrada a un imberbe Xavi Hernández ante el Mallorca en la Supercopa de España. Con tan sólo 18 años, el de Tarrassa debutaría con gol ante el equipo bermellón. Pocos imaginaron que aquel tanto sería el preludio de una carrera fulgurante, de una trayectoria incomparable, de un jugador irrepetible. Su segundo gol ante el Valladolid poco tiempo después contribuiría a despejar las dudas sobre un jugador que marcaría la historia del barcelonismo.

El fútbol es tiempo. Casi tanto como el que ha pasado desde entonces. Tiempos en los que la estrella del barcelonismo por entonces, Pep Guardiola, le daría el relevo en el terreno de juego al que sería su sucesor natural. Un cambio que simbolizaría el paso de una generación a otra. Una reminiscencia que nos transporta a la lúgubre despedida del que fuera su mentor hace ya catorce años. Y probablemente un relevo que se proyectará hacia los banquillos en los próximos años. Tiempo como el que Xavi Hernández ha impreso en cada balón que pasaba por sus pies. Tiempo como esa milésima de segundo que marca la diferencia entre un pase de precisión quirúrgica y uno interceptado por un adversario. Aunque la segunda opción rara vez solía ocurrir. 

Si el azar es antojadizo, el fútbol no es para menos. Y si se le añade a la ecuación el ingrediente de la amistad, el cóctel puede resultar embriagador. La primera prueba fehaciente del prometedor talento de Xavi Hernández quedaría patente en el Mundial sub20 de Nigeria en 1999. Ahí estaría Casillas, muchos años antes de rebautizar la vetusta Furia Española por la legendaria Roja y aún antes de anteponer la amistad a los colores. Hoy ambos jugadores están a punto de dejar, respectivamente, los clubes de sus amores de forma casi paralela. Un adiós que puede significar el reencuentro que rememore aquellas tardes de adolescente.

Con el maestro de Tarrassa, el fútbol es una brújula con la que se puede medir el tiempo. Adelantado o retardado a su merced, del apacible aunque vertiginoso ritmo de la batuta comandada por el 6 han salido milimétricos pases que han encontrado destinatarios de la talla de Messi, Eto'o, Ronaldinho, Henry, Iniesta, Ibrahimovic, Raúl, Villa, Torres, Pedro, Suárez y Neymar. Imagino que con ello soñaría un joven Xavi repleto de ilusión mientras esperaba el metro de Barcelona para emprender su camino desde el andén de la estación, al entrenamiento y, a la vez, al Olimpo del fútbol.

Sería ese sendero el culpable de que Xavi Hernández invirtiera su primer sueldo de 4.000 pesetas en comprarle una tostadora a su madre. Diecisiete años y 23 títulos separan esa imagen con la vivida esta mañana en una abarrotada rueda de prensa que esperaba el adiós de su capitán. Su despedida era un secreto a voces. Custodiado por los tímidos flashes de las cámaras, el gran ideólogo sobre el campo del Barça de los últimos años comunicaba, con ojos vidriosos, su irrevocable decisión de dejar el club al finalizar una temporada que puede acabar con el triplete como broche de oro.

Ocho Ligas tras la conquistada el pasado domingo en el Calderón, dos Copas del Rey que pueden ser tres, seis Supercopas de España, dos Supercopas de Europa, dos Mundialitos de clubes, la posibilidad de conquistar su cuarta Champions League, la quinta en la historia del club, amén del Mundial de 2010 y las Eurocopas de 2008 y 2012 completan un palmarés inefable. Si es cierto que el fútbol te devuelve lo que le das, la deuda del deporte rey con Xavi Hernández está saldada y amortizada para la posteridad. Gracias por todo maestro. Buen viaje en tu nueva andadura y vuelve pronto a casa.

Me voy del Barça para volver, así se despedía Xavi Hernández de la que ha sido su afición las últimas diecisiete temporadas. Algo que en su día también dijo su mentor, Pep Guardiola, con resultado conocido por todos.

14 de mayo de 2015

Barcelona - Juventus: Nos vemos en Berlín


Fútbol Club Barcelona y Juventus se verán las caras en la final de la Champions League el próximo 6 de junio en Berlín. El equipo turinés dio la campanada en el Santiago Bernabéu y eliminó al Real Madrid, vigente campeón del máximo cetro a nivel europeo. El gol del ex-madridista Álvaro Morata empató el tanto inicial, obra de Cristiano Ronaldo desde el punto de penalti para superar a los blancos que habían caído en el Juventus Stadium por 2-1 una semana antes.

Por su parte, el Fútbol Club Barcelona logró la clasificación al apear al Bayern de Múnich en la otra semifinal, pese a caer derrotado 3-2 en el Allianz Arena. Los hombres de Luis Enrique le endosaron al equipo teutón un inapelable 3-0 en la ida disputada en el Camp Nou. El doblete de Leo Messi y el tanto de Neymar certificaron el billete hacia Berlín. El Barcelona tiene la oportunidad de firmar una temporada histórica y conquistar su segundo triplete en seis años, un dato que ningún equipo se ha atrevido a igualar

De este modo, la Juventus de Turín se clasificará para su octava final de Copa de Europa, con la opción de ganar la que sería su tercera Orejona. El cuadro piamontés jugó las finales de 1973, 1983, 1985, 1996, 1997, 1998 y 2003 de las que se proclamó campeón en las ediciones de 1985 ante el Liverpool en Heysel con gol de Michel Platini de penalti en un partido recordado por la luctuosa tragedia que se cobró la vida de 39 aficionados. El otro título de los italianos fue conseguido en 1996, cuando el dirigido por Marcelo Lippi y comandado por Deschamps, Del Piero y Vialli se impuso al Ajax de Van Gaal, por entonces campeón de Europa.


De nuevo, la final española entre Real Madrid y Barcelona tendrá que esperar, al menos, otro año. Algo que, a buen seguro, la salud cardíaca de los aficionados madridistas y barcelonistas agradecerán. Será una cita inédita entre dos grandes de Europa que suman nada menos que seis Copas de Europa entre ambos. El estado de gracia del tridente azulgrana formada por Messi, Neymar y Suárez lidiará con la acreditada calidad de los jugadores de la Juventus como Pirlo, Vidal, Pogba, Tévez, Morata y Llorente.

Históricamente, dos han sido los precedentes entre FC Barcelona y Juventus en la máxima competición continental. El último de ellos data de la temporada 2002/2003 cuando azulgranas y bianconeros se enfrentaron en los cuartos de final de dicha edición. En esa ocasión, la Juventus de Marcelo Lippi en la que jugaban grandes nombres como Cannavaro, Thuram, Montero, Zambrotta, Nedved, Del Piero, Trezeguet, Del Piero, un viejo rockero como Gianluigi Buffon y Marcelo Zalayeta. El gol del uruguayo rompería en añicos todas las esperanzas azulgranas en el Camp Nou que de nada hizo valer el empate a un glo cosechado en el extinto delle Alpi.

No sería de tan nefasto recuerdo el choque entre culés y juventinos en el cruce de la temporada 1985/1986. Análogamente, ambos equipos se midieron en los cuartos de final de la Copa de Europa. El Barcelona solventó con eficacia el encuentro en el Camp Nou por 1-0 para luego empatar a un gol en el feudo italiano. Esa eliminatoria supuso un paso en firme para la clasificación de la final de Sevilla que no sería de tan grato recuerdo para el barcelonismo.


Pese a ser un equipo muy reconocido a nivel europeo y mundial, la Juventus sólo ha ganado dos Copas de Europa en sus más de cien años de historia. El conjunto italiano, donde jugaba un joven Fabio Capello, jugaría su primera final en la temporada 1972/1973 ante el Ajax de Cruyff y Neeskens en Belgrado, en la que caería derrotado por 1-0. Diez años después, en la temporada 1982/1983 la Vecchia Signora de Michel Platini, Zbigniew Boniek, Marco Tardelli y Paolo Rossi que habían sido campeones del mundo el verano anterior en el Mundial de España 1982 junto a Dino Zoff, caerían derrotados por el mismo resultado ante el rompedor Hamburgo en el Olímpico de Atenas. 

Dos temporadas después, la final de la Copa de Europa quedó relegada a un segundo plano. En efecto, la primera Orejona de la Juventus de Turín se vio eclipsada por la tenebrosa tragedia que tuvo lugar en el estadio de Heysel en Bruselas. En los prolegómeros del partido que enfrentó al Liverpool con la Juventus, una avergonzante batalla campal entre los hinchas más radicales de ambos conjuntos desencadenó una avalancha que se llevó por delante la vida de 39 aficionados y más de 600 heridos. La UEFA no suspendió el encuentro y el conjunto italiano ganó por 1-0 a puerta cerrada con gol de Michel Platini.

La segunda gran generación de jugadores de la Juventus de Turín llegaría en la temporada 1995/1996 de la mano de su segunda y, hasta la fecha, única Copa de Europa del cuadro piamontés. En una ya rebautizada Champions League, los hombres de Marcelo Lippi encabezados por Deschamps, Vierchowod, Peruzzi, Del Piero, Ravanelli, Pessotto, Sousa y Vialli se impusieron al Ajax de Van Gaal, campeón de Europa por entonces, donde militaban jóvenes jugadores que darían que hablar los próximos años como Davids, Finidi, los hermanos de Boer, Edwin Van der Sar o Patrick Kluivert, entre otros. Tras empatar 1-1 en el tiempo reglamentario, la Vecchia Signora se impuso desde los once metros para apear al Ajax de Ámsterdam por 4-2.


Pero la Juventus de Turín jugaría dos finales más. O mejor dicho, tres. La temporada siguiente, los de Marcelo Lippi se habían reforzado con creces para defender el título de campeones de Europa. La llegada de Edgar Davids, Alen Boksic, Christian Vieri y, por encima de todos, Zinedine Zidane, era la apuesta del club turinés para ser el primer equipo en revalidar el título, por primera vez desde el actual formato acuñado en la temporada 1992/1993. Sin embargo, enfrente tuvieron al sorprendente Borussia Dortmund que se impuso con facilidad por 3-1, con goles obra de Lars Ricken y de Karl-Heinz Riedle en dos ocasiones. Con prácticamente el mismo equipo, en la temporada 1997/1998, la Juventus de Zidane y del Piero sucumbió en Ámsterdam ante el Real Madrid de Mijatovic, Raúl, Morientes y Karembeu con la consecución de la séptima Copa de Europa de los blancos.

Cinco años después, la última final jugada por la Juventus tuvo como verdugo al Milan en una de las finales más soporíferas de los últimos tiempos. Sería la segunda final de la historia entre equipos del mismo país. El Milan se deshizo del Inter en semifinales en un derbi lombardo, mientras que los bianconeros se desquitaron precisamente ante el Real Madrid a modo de revancha por la final de cinco años atrás en Ámsterdam. El equipo rossonero de Dida, Maldini, Costacurta, Nesta, Kaladze, Pirlo, Gattuso, Seedorf, Shevchenko e Inzagui se impuso en la tanda de penaltis tras un empate sin goles cosechado en Old Trafford.

Así pues, el Fútbol Club Barcelona ha disfrutado de más efectividad en las siete finales disputadas hasta la fecha. La final de los palos de Berna en 1961 ante el Benfica, con tantos de Kocsis y Czibor, sería el preludio de una espera que se prolongaría los próximos 31 años. No sin antes saborear efímeramente el éxito y el fracaso en la final de Sevilla en 1986 ante el Steaua de Bucarest con Duckadam coronándose héroe de la noche al parar cuatro penaltis ante el Barça de Schuster y Pizzi Alonso que le había endosado una concluyente goleada al Göteborg en semifinales.


La noche del 20 de mayo de 1992 tiene un protagonista: Ronald Koeman. El central holandés tiró por la borda más de treinta años de maldición barcelonista para llevar la primera Copa de Europa a las vitrinas del Camp Nou. Era la guinda del pastel del Dream Team y la consagración de Wembley como santuario eterno del barcelonismo por los siglos de los siglos. En el minuto 111 de la prórroga, el jugador tulipán se sirvió de un potente lanzamiento de libre directo para batir al portero de la Sampdoria, Pagliuca. Dos años después, en la temporada 1993/1994 la escandalosa goleada ante el Milan de Capello consumaría el ocaso del Dream Team. Los goles de Massaro por partida doble, Savicevic y Desailly hundieron a un lánguido Barcelona en Atenas. 

Doce años marcados por idas y venidas separaron a ese moribundo Barça de Atenas con la siguiente final con sabor culé. En 2006, el conjunto azulgrana dirigido por Frank Rijkaard y con Ronaldinho y Eto'o como maestros de ceremonias le darían al equipo catalán la segunda Champions ante el Arsenal de Henry, Ljunberg y Fàbregas. Lehmann se convirtió en el primer portero expulsado en una final de Copa de Europa y la magia de Andrés Iniesta y Larsson dibujaron un panorama propicio para que la Orejona volara hacia Barcelona. La contumacia goleadora de Samuel Eto'o y la improvisada heroicidad de Juliano Belletti, con sendos tantos, llevarían al barcelonismo al éxtasis.

Tres años después, el Barça de Pep Guardiola sublimaría la esencia de su maestro y mentor Johan Cruyff. Tras el júbilo del Iniestazo en la semifinal de Stamford Bridge, el conjunto azulgrana, ya campeón de Liga y Copa, podría hacerse con el triplete, siendo el primer equipo español en lograr tal distinción. El último escollo a batir sería el Manchester United de Cristiano Ronaldo. Thierry Henry, testigo directo de la derrota del Arsenal en su París natal tres temporadas antes, se había sumado al bando ganador. Y sería una acertada decisión. El 27 de mayo de 2009 en Roma, el Barcelona tocó el Olimpo del fútbol. Al igual en en París, Samuel Eto'o estrenó el marcador, tras un milimétrico pase de Iniesta. El camerunés quebró a Vidic y batió por bajo a Van der Ser. Ya en el segundo tiempo, el Manchester United se desmoronaría tras la sentencia de Messi, por medio de un magistral tanto de cabeza a centro de Xavi.


Pasarían dos años para que los Diablos Rojos se pudieran tomar la revancha. O al menos, lo intentaron. El protagonista de la derrota de dos temporadas tenía una ocasión de oro para resarcirse en Wembley, templo mágico del barcelonismo donde, diecinueve años atrás, se conquistara la primera Copa de Europa del club. En esta ocasión, la pegada de la delantera formada por Pedro, Villa y Messi devastarían al Manchester United. Pedro abriría la lata del marcador tras un pase de Xavi, Rooney igualaría para los ingleses y, ya en el segundo tiempo, Messi perforó la red de Van der Sar para que, en la recta final del partido, David Villa colocara un preciso disparo en la escuadra.

Y el 6 de junio en el Estadio Olímpico de Berlín, cuatro años después de la última gesta, el Barcelona puede lograr su quinta Champions League. El camino hacia Berlín no ha sido nada fácil, dejando en la cuneta a rivales de la entidad de Manchester City, París Saint-Germain y Bayern de Múnich, vigentes campeones de sus respectivas ligas. De derrotar a la Juventus de Turín, el equipo italiano sería el cuarto campeón de Liga al que el Fútbol Club Barcelona derrota esta temporada.

Será una cita con la historia, una final inédita que se podrá saldar con la quinta Copa de Europa para el Barcelona o la tercera para la Juventus de Turín. Sin duda, una edición de reencuentros, como el de Pep Guardiola ante sus ex-pupilos del Barcelona o el de Álvaro Morata ante el Real Madrid, con cuyos tantos el conjunto blanco quedó eliminado. Una Vecchia Signora que se ha tomado la revancha de la final de la Copa de Europa de 1998 en Ámsterdam, cuando el Real Madrid se deshizo de ellos y conquistó su séptima Orejona. Será una tarde en la que Buffon y Pirlo rememorarán viejos tiempos al recordar la victoria de Italia frente a Francia en la final del Mundial de Alemania 2006 que tuvo lugar en ese mismo feudo. Otro reencuentro como el de Evra con Luis Suárez no será tan agradable en la que será la quinta final del lateral francés. Y será la oprtunidad para que grandes jugadores como Buffon, Luis Suárez y Neymar conquisten su primera Champions. Sin duda, será una final en la que se respirará fútbol por los cuatro costados.

Fantástica exhibición de Leo Messi ante la Juventus en el trofeo Joan Gamper de 2005.

Fuente: Diario SPORT.

7 de mayo de 2015

Cuando el amor golpea dos veces


Dicen que los grandes cracks aparecen en los momentos decisivos. Dos jugadas bastaron al astro argentino para hacer justicia a dicho aforismo. Lo de anoche era una cita especial, un reencuentro con un antiguo amor de verano rubricado con un colofón memorable. Guardiola lo vaticinó: Messi es imposible de parar. Y acertó. Con toda probabilidad, el de Santpedor sería anoche el único culé de la faz de la Tierra que no exteriorizó sus sentimientos. Había que reprimirse o, mejor dicho, guardar las formas. Con absoluta entereza y estoicidad, Guardiola claudicó ante el que un día fue su pupilo. Y lo hizo como en los viejos tiempos: con clase, mucha clase.

Los amores dormidos siguen latentes a pesar de la erosión del tiempo y subyugando a lo que los antiguos llamaban Fatum, el destino, nos tenga deparado. Ni un alud de acontecimientos inesperados, ni un contrato con un equipo bávaro puede aletargar tales sentimientos que no se evaporan, presa del olvido. Los recuerdos permanecen adormecidos. Todo su esplendor de matices y sensaciones se despiertan al volver a ese lugar, ese espacio donde un día lo fuimos todo. Es ahí cuando toda esa amalgama de pequeños flashbacks resurgen y nos transportan en el tiempo. Tiempos en los que escribimos nuestra leyenda con letra dorada en la historia del fútbol.

Messi lo sabía. Y Boateng ni lo esperaba. Con música celestial dirigió una orquesta de ensueño para repetir un estribillo que ya empieza a ser pegadizo. Eran días de recuerdos, no sólo por el aniversario de la marcha de Pep tres años atrás, sino también por la bajada a los terrenos de juego del Dios del Fútbol. Fue en Stamford Bridge y personalizado en la figura de Andrés Iniesta. Esta noche mágica lo haría en la figura de Messi, con Guardiola, otrora mentor, ahora invitado de excepción como testigo hierático de la noche. La palabra rival es un error. Concíbámolos, mejor, como el reencuentro amistoso de dos personas que un día fueron una. Lejos de reproches o de fingir aspavientos de superioridad, es mejor disfrutar de la sensación de armonía que sigue el conocer que ambos caminos siguen un prometedor destino.

Resultó extraño ver salir a Guardiola del túnel de vestuarios y emprender camino hacia el banquillo visitante. Fue una noche de contrastes de sensaciones: competición, revancha, reencuentro entre hermanos y de evocar viejos sentimientos. Una noche de reencuentros también con el Bayern, que se volvería a reunir con la historia al recordar una de las páginas más negras de su historia en la final de la Champions de 1999. A citas inolvidables como las de Göteborg, Kaiserslautern, Milán, Chelsea y Real Madrid se le unirá a partir de hoy la de Bayern de Múnich. No sólo por casi certificar el pase a la final de Berlín, sino por el reencuentro con un antiguo amor que yacerá indeleble en la hemeroteca del barcelonismo por los siglos de los siglos.