12 de julio de 2016

Portugal, el Leicester de la Eurocopa


La decimoquinta edición de la Eurocopa se saldó con la inesperada victoria de Portugal que, por primera vez en los 56 años de historia del Campeonato Europeo de Naciones, se alzó campeona del título. El combinado luso se impuso la anfitriona, Francia, en el estadio de Saint-Denis con un solitario 1-0 en la prórroga, obra de Éder. al igual que el talentoso delantero brasileño que sorprendió al mundo en el Mundial de España 1982. Los Bleus no pudieron reverdecer los laureles de las gestas de la Eurocopa 1984, también disputada en suelo francés como el Mundial 1998, o la de 2000 celebrada en Bélgica y Holanda.

El triunfo de Portugal no figuraba ni en las apuestas de los más optimistas. Encuadrada en un grupo a priori sencillo compuesto por Islandia, Austria y Hungría, el cuadro dirigido por Fernando Santos se sirvió del innovador nuevo formato en el que los mejores terceros clasificados pasarían a una inédita ronda de octavos de final. Con sólo tres empates cosechados y un ínclito Cristiano Ronaldo cuya aparición sólo tuvo contables minutos estelares en forma de tres goles en todo el torneo, Portugal accedería al itinerario fácil de la competición para llegar a la final apeando a Croacia, Polonia y Gales.

La Eurocopa de Francia 2016 no será recordada por el vistoso y atractivo fútbol desplegado por los equipos participantes que sería culminado con la coronación de una Portugal resultadista y expeditiva. Aunque sí quedará grabada en la historia por la actuación de una neófitas Islandia y Gales que rompieron en añicos todas las expectativas depositadas en ellos. Las selecciones no jugaron con la intención de ganar, sino con el objetivo de no perder. Sólo así se explica que la final entre Francia y Portugal fuera la única en toda la historia sin goles en los noventa minutos reglamentarios

Ni la vigente campeona del mundo, Alemania, que parecía favorita indiscutible al título, sedujo a la afición con el fútbol directo que le hizo levantar su tetracampeonato en Brasil 2014. De igual modo, tampoco sería el caso de la anfitriona, Francia, con un equipo tan inexperto como brillante, que no causó destellos en las retinas de los aficionados y cuya veterana juventud se to´p de bruces contra los muros portugueses. España, inasequible al relevo generacional, sorprendería a propios y extraños practicando, con permiso de Croacia, el fútbol más atractivo de la competición, pese a que ambos conjuntos perecieran en octavos de final.

Bélgica, que postulaba a ser la clara revelación del certamen con jugadores como Lukaku, Hazard, Carrasco, Courtois, Nainggolan, Fellaini y Witsel, se estrelló por el camino, de manos de una Gales que, comandada por un extraordinario Gareth Bale llegó a las semifinales del torneo, en su primer gran campeonato internacional desde el Mundial de Suecia 1958. Islandia, enfundada en una camiseta que recordaba al del equipo de la gran película Evasión o victoria se contagiaría de ese heroismo con el Sylvester Stallone aplastó a los nazis para llevar en volandas al equipo nórdico a los cuartos de final de la Eurocopa. Sería el campeonato del adiós a nivel internacional para Zlatan Ibrahimovic y Gianluigi Buffon que, diez años después de ganar el Mundial con la Azurra, dejaría la selección sin haber ganado la Eurocopa pero tras haber presenciado el estrambótico penalti de Zaza. 

También sería el campeonato en el que la madurez del portero húngaro, Gábor Kiraly, con 40 años compitió con el joven desparpajo de Renato Sanches que, a sus 18 años, es el jugador más joven en haber disputado una Eurocopa. En una Eurocopa sin tres campeones (Holanda, Dinamarca y Grecia), Antoine Griezmann con sus seis tantos y, por tanto, máximo artillero del torneo, conseguiría el mayor registro goleador de un jugador en una Eurocopa, tras los nueve goles de Michel Platini en 1984, de mucho más grato recuerdo para los seguidores franceses.

Portugal se hizo con la victoria que la historia, mimetizada en forma de tragedia griega, le arrebató en su edición de 2004, aunque esta vez el papel de verdugo a domicilio caería en sus galones. Y lo haría sin su estrella, Cristiano Ronaldo, que tuvo que dejar el terreno de juego en el minuto 24 de la primera parte tras una patada de Payet. Una Eurocopa en la que Portugal pudo consumar su particular vendetta ante los galos, en su primera conquista oficial en 41 años, en las que Francia desbancó a Portugal en tres semifinales: Eurocopa de 1984, en la edición de Bélgica y Holanda 2000, así como en el Mundial de Alemania 2006. Y es que si 2016 será recordado por el éxito poco esperado como el del Real Madrid con su undécima Champions League y la del sorprendente Leicester City campeón de la Premier League, a esa lista se unirá la de Portugal con la primera Eurocopa de su historia.

Parabéns, Portugal.