31 de mayo de 2011

¿Qué fue de Philippe Christanval?


Hoy hablaremos de un jugador que no formará parte de la historia del fútbol. En las encliclopedias del deporte rey, no saldrá su rostro en la portada. Es uno de esos jugadores que, en algún momento, disfrutó de una gran proyección de futuro y finalmente disfrutó de un hueco en la sección ¿Qué fue de...? Efectivamente, Philippe Christanval fue uno de esos jugadores que iba de estrella y luego se estrelló.

Su trayectoria como profesional comenzó en el AS Mónaco en 1999 donde se proclamó campeón de la Ligue 1 en la temporada 1999/2000. Tras la fuga de Luis Figo al Real Madrid, el Barcelona, inmerso en su etapa más gris, contrató jugadores a bajo coste como Fabio Rochemback, Geovanni, Bonano, Patrick Andersson y el mencionado defensa francés. Si bien, ninguno ofreció el rendimiento esperado y pasaron con más pena que gloria por el Camp Nou.

Philippe Christanval llegó al Fútbol Club Barcelona en el verano de 2001, procedente del Mónaco. Le avalaban los elogios que depositaron en él para formar parte del eje de la defensa azulgrana. De hecho, estuvo considerado como una de las promesas del fútbol europeo aunque, al final de la historia, su rendimiento no fue el esperado.


Carles Rexach, entrenador del Barça por entonces, lo definió como un jugador rápido, que iba bien de cabeza y combinaba elegancia con contundencia. Dicho sea de paso, Charly lo agasajó como un jugador que se incorporaba al medio del campo, de modo que podría llegar a ser muy completo.

El francés permaneció en el Barcelona dos temporadas (desde 2001 a 2003) en las que jugó 45 partidos, entre ellos 31 encuentros de Liga y 14 entre Copa y Champions. Por su inseguridad en defensa y su frecuente pérdida de balones, fue crucificado muy pronto por la exigente grada del Camp Nou que lo llegó a considerar como un atacante del equipo rival.

Pese a formar parte de la selección francesa del Mundial de 2002, tras la llegada de Joan Laporta a la presidencia y de Frank Rijkaard al banquillo, el jugador no contaba para el proyecto del técnico holandés y fue transferido en 2003 al Olympique de Marsella tras dos años en la Ciudad Condal donde no llegó a marcar ni un sólo tanto con la elástica culé.


En el equipo francés, las lesiones le apartaron de la titularidad y sólo disputó 13 partidos. Después de su corta aventura en Marsella, en el verano de 2005 realizó una prueba en el Arsenal pero su compatriota Arséne Wenger optó por no ficharle. Fue precisamente entonces cuando el Fulham, rival de los gunners, contrató sus servicios.

El entrenador del Fulham y ex de la Real Sociedad, Chris Coleman dijo de él: Philippe es el jugador que he estado buscando desde que soy entrenador del Fulham. Siempre le he admirado. Estuvo excelente en el Barcelona, pero luego tuvo problemas con las lesiones y perdió la confianza de los últimos entrenadores que ha tenido.

En el Fulham jugó a buen nivel, en contraposición a su etapa en el Barça. Se situó en el mediocentro defensivo junto a Papa Bouba Diop. Allí mostró su calidad en el pase en corto y finalmente se retrasó a la posición de defensa central. Sin embargo, el club decidió no renovarle y fichó por el Blackburn Rovers hasta que en abril de 2009 anunció su retirada del fútbol con tan sólo 31 años, una edad muy temprana para un defensa.

Wembley 2.0 - ¡Campions!


En primer lugar, me gustaría pedirte disculpas a tí, querido lector, por la tardía publicación de este reportaje-crónica pero, como declarado seguidor culé que soy, los menesteres sucedidos por la victoria en Wembley me han apartado del PC hasta hoy, día en el que me he puesto a trabajar en este post que, sinceramente, espero que disfrutes.

Las horas de sueño eran más bien escasas, los minutos parecían horas y a la vez segundos. Los colores azulgranas se divisaban a lo lejos en forma de camisetas de aficionados de cualquier parte. En realidad, recordaba al nerviosismo y a la tensión que nos acostumbró La Roja durante su estancia en Sudáfrica hace ya casi un año. Esta vez algo era distinto. Como bien dice la canción: Football is coming home...

Aunque los nervios podían palparse, algo nos decía que las cosas irían bien. Si hacemos las cosas como sabemos, los rivales se despeñarían como piedras en el abismo. Nuestra andadura por Europa comenzó hacia septiembre. En general, nuestros rivales en Europa eran más fuertes que los años anteriores aunque el Barcelona superó con facilidad un grupo formado por Copenhague, Rubin Kazan y Panathinaikós. Con goleadas, remontadas o alguna victoria in extremis, el Barça certificó su pase a octavos de final para medirse al Arsenal de Fábregas y Wenger.

Cuando las cosas parecían ir como una balsa de aceite en otro escenario londinense, Van Persie y Arshavin colocaron por delante a los pupilos de Wenger y dejaba la eliminatoria abierta para la vuelta en el Camp Nou. Tras la justa expulsión del delantero holandés, el Barça superó por 3-1 al Arsenal después de que Messi hiciera de maestro de ceremonias en dos ocasiones y Xavi anotara otro tanto que abría de par en par las puertas hacia los cuartos de final.


¿Quién dijo que en el Barça existe la Messidependencia? Nada más lejos de la realidad. Además, la delanterodependencia no toma un papel relevante en el equipo azulgrana. Prueba de ello es el siguiente partido ante el Shaktar Donetsk. Se trata de un equipo más correoso de lo que parece a priori. Piqué, Xavi, Iniesta, Alves y Keita sentenciaron la ida con un 5-1 engañoso en el que el equipo ucraniano pudo haber hecho mucho más. Tras los goles anotados por jugadores no delanteros, la vuelta en tierras ucranianas acabó con un 0-1, obra de el de siempre, Messi.

De este modo, se abrían paso las semifinales, nada menos que contra el Real Madrid. El marco de las semifinales se componía junto a dos clásicos más, originando un mes de abril irrefrenable. La ida en el Bernabeu fue marcada por la expulsión de Pepe y por toda la polémica que suscitó. Pese a lo que muchos digan, justa. De pronto, una arrancada por banda de Affelay acabó en un preciso pase a Messi que se coló entre las piernas de Casillas. Ese gol sirvió de antesale ante el gol del partido y, por qué no decirlo, de la competición. Una combinación perfecta entre Xavi y Messi generó una galopada maradoniana de La Pulga que dejó atrás a seis jugadores blancos y batió al segundo palo a Íker.


Una semana después con las correspondientes rajadas de Mou, el Camp Nou acogía la vuelta de las semis. El portugués prefirió verla en su hotel. Se perdió el buen gol de Pedro y el empate de Marcelo. La incidencia más importante fue el gol anulado a Higuaín tras falta previa de Ronaldo que cayó sobre el tobillo de Mascherano. Tras lloriqueos y quejas, el Barça llegaba a la gran final de Wembley donde le esperaba una gran cita con la historia.

La mañana de la final me levanté cuando los rayos de sol ya habían entrado por la ventana y yacían acomodados en la estancia. En mi cabeza resonaba el ruido de los fotogramas al sucederse. En efecto, los antecedentes de París y, en especial, de Roma se proyectaban cual diapositiva en mi mente una y otra vez. ¿Tenía que preocuparme por algo? No. Sencillamente, era maravilloso.

Los prolegómenos de la final venían preparados con antelación. Una noche inolvidable merecía una fiesta sin precedentes. Una de las personas más culés que conozco, Jenaro, se había desorbitado en gentileza y, junto con cervezas, picoteo, ron y tabaco de cachimba, organizó los preámbulos de una noche histórica para el barcelonismo.


A nuestra particular fiesta, se unió por un poco intervalo de tiempo otro barcelonista de pro, Germán, aunque éste no vio la final con nosotros por motivos de tradición familiar. Después de platicar a largo y tendido, de todo y de nada con Jenaro, las copas empezaron a sucederse una tras otra. La cerveza también tuvo un rato de dominio por la tarde hasta que, media hora antes del pitido inicial, bajamos al bar de abajo de casa de Jenaro donde habíamos quedado con Jorginho, Carlitos, Muros Rueda, Colmena, Alejandro y, un invitado de lujo, Jesús.

Creo firmemente que los partidos se recuerdan en el tiempo por las circunstancias que lo rodeaban cuando se vivieron. Éste es el mejor momento para poner en práctica mi peculiar filosofía en un sitio tranquilo y rodeado de buena compañía. Años después cuando lea la guía Marca (o la que sea) podré decir que viví aquel histórico encuentro en Wembley de esa manera.

En un momento dado, todos nos acomodamos en nuestras butacas, los espectadores del bar esperaban ansiosos el pitido inicial, Pepe, nuestro camarero, paseaba airosamente atendiendo y sirviendo copas. Nuestros corazones, azulgranas varios, sevillistas algunos, béticos quizás y, aunque parezca fuera de contexto, hasta cadistas, se juntaron en uno sólo. Comenzaba el partido. Comenzaba la gran final de Wembley...


El Barça salió a por el partido desde el principio. A decir verdad, la final en los primeros diez minutos recordó a la de Roma. El Manchester comenzó dominando el partido y Valdés salvó una clara ocasión de Wayne Rooney. Paulatinamente, el Barça encontró su lugar en el campo y las ocasiones comenzaron a sucederse. Ya empezábamos a ver a nuestro Barça.

Los movimientos de Messi eran tan frenéticos que ni Vidic ni Ferdinand podían marcarlo. También merece una mención propia Andrés Iniesta que desbordaba en el centro del campo, combinaba a la perfección y personificaba la transición defensa-ataque. Xavi jugaba por delante de los mediocentros Carrick y Giggs de modo que la posesión favorecía al Barça.

Las líneas de presión del Manchester se fueron de vacaciones y, por así decirlo, el United le regaló el balón al Barça, algo que, a largo plazo, aseguró el suicidio de los red devils. Así nació el primer gol del Barça, obra de Pedro. El canario materializó un gran pase de Xavi Hernández y engañó a Van Der Sar que hizo de estatua. Los ingleses sabían que lo peor que les podía pasar era un gol del Barça que supuso un jarro de agua fría.


No obstante, siete minutos después Rooney empató el encuentro a merced de una pared de Giggs con la sangre fría que caracteriza al jugador inglés. De esta forma, se llegaba al descanso mientras las gradas de Wembley rugían ansiosas el comienzo de la segunda parte.

Se puede decir que el resto del partido fue más fácil que la primera mitad. Sólo había que ver a los jugadores del United con los brazos caídos, corriendo detrás del balón y ejerciendo una tímida presión. Otra de las características más sublimes del Barça es la capacidad que tiene para hacer correr el balón en lugar de sólo correr los jugadores. La perdición de los diablos rojos fue precisamente esa, cederle el balón al Barça.

Con los extremos muy abiertos, el fútbol combinativo del Barça encontró en Wembley su máxima expresión. Messi encaraba a sus anchas, libre de marca. Las botas de todos los azulgranas parecían estar impregnadas en SúperGlue porque era realmente una tarea ardua quitarles el balón. El mareo era constante y, además, las entradas a destiempo del United favorecían siempre al Barcelona, de modo que era misión imposible quitarles el balón a los de Pep.

Escuché recientemente que el Barça es como la orquesta del Titanic, básicamente, porque tocan hasta el final. Así, llegó el segundo del Barcelona. Un suave pero a la vez potente disparo de Messi entró en la portería de Van Der Sar, una leyenda del fútbol europeo que pone su punto y final a su etapa como jugador. El júbilo estalló en las gradas porque la aportación goleadora llegó cuando más se necesitaba.


En otro orden de cosas, fue un partido limpio, sin jugadas sucias, con pocas tarjetas y escuetas interrupciones. En consecuencia, la continuidad fue constante de forma que el público lo agradeció casi tanto como el siguiente gol. En efecto, la puntilla la clavó Villa al igual que su tiro a la escuadra de Van Der Sar. El Guaje sacó al goeador que enamoró a propios y a extraños en Sudáfrica, sacó la ira que acumulaba en su interior y calló a muchos detractores. Fue un gran gol, por belleza e importancia.

En un encuentro ya sentenciado, la tensión se fue de paseo por otros lares. El árbitro pitó el final entre la alegría azulgrana y la caballerosidad inglesa. La marea azulgrana arrió las localidades de Wembley, hoy día un templo para el barcelonismo. La gente agitaba al viento sus banderas y bufandas. Londres era del Barça por una noche y por un lugar en la eternidad...

La Sampdoria ha cometido falta a borde del área. Será Stoichkov quien tocará para Bakero. Koeman ejecutará el libre directo. Un soberbio disparo ha entrado en la portería de Pagliuca. Catorce años después, en tierras parisinas, Eto'o la colocará entre el césped, el palo y Almunia para firmar el empate ante el Arsenal. Un rato después, una inverosímil pared comenzada y solucionada por Belletti con Larsson como ayudante se colará entre las piernas del joven guardameta español.


La historia quiso que, de nuevo de la mano de Pep Guardiola, el Barcelona reeditara lo acaecido en Wembley dieciete años atrás. Era 2009 y el Barça del triplete tocaba el cielo con el United, otra vez, como espectador en primera persona.

El Dios del Fútbol ha querido que cobre vida, cual fénix de las cenizas, el mejor recuerdo futbolístico de Pep. Subirá de nuevo los venticuatro peldaños hasta el palco del nuevo Wembley. El antiguo fue derribado en 2002 pero el aura barcelonista sigue presente allí. Esta vez, Guardiola subirá las escaleras como entrenador, como ya hiciera en su día su mentor y maestro Johan Cruyff.


Por su parte, Gerard Piqué cometió sus ya habituales travesuras y se dispuso a recortar las redes de la red como hizo en Roma dos años atrás. Pero poco después ocurrió algo. Tuvo lugar uno de esos gestos por los que merece la pena invertir tiempo, dinero e incluso la salud por un deporte tan maravilloso llamado fútbol.

El capitán, el de La Pobla, Lo puto Crack le cedió el brazalete de capitán a alguien que ha ganado el partido más importante, el de la vida. Éric Abidal alzó al cielo de Londres la Orejona. La cuarta Copa de Europa de la historia del club ratifica que, lejos de ser sólo un equipo de fútbol, es es también un grupo humano con unos valores inmortales que brillan en el firmamento.

Pocos clubes pueden presumir de hacer un fútbol tan exquisito y ser una familia tan compenetrada. En cuanto a lo primero, las palabras de Sir Álex Ferguson tras la conclusión del partido lo dicen todo: Nunca nadie nos había dado una paliza así. Por lo segundo, ese gesto tan importante no deja lugar a dudas del ya famoso eslogan: El valor de tenim valors.


26 de mayo de 2011

FCB: Máximo exponente de los valores futbolísticos (VII)


En esta secuela de la sección Fútbol Club Barcelona: Máximo exponente de los valores futbolísticos, se relacionarán, obviamente, los valores del club azulgrana con la obligada actualidad del Barça. Sin más dilación, allá va. 

Para celebrar el título de Liga, la empresa patrocinadora del Fútbol Club Barcelona, Nike, sacó a la venta una camiseta especial para celebrar tan señalado acto. De hecho, los jugadores azulgranas la lucieron en la celebración del título liguero. La camiseta mostraba dos pebrots, pimiento en catalán, con los colores del club. Además de las citadas hortalizas, la elástica también mostraba la siguiente leyenda: El valor de tener valores.

Anécdotas aparte, el Barcelona ha logrado, sobre todo en los últimos años con Pep Guardiola, enfatizar unos valores que han calado hondo en la afición. Más allá de la carismática atmósfera que desprende el club, Guardiola posee un sello único e insustituible, un halo de magnetismo radiante que desborda las salas de prensa y un exhacerbado sentimiento barcelonista que, unido a la dedicación, el esfuerzo y el compromiso, han situado al Barça en la actualidad como el mejor club del mundo.


De hecho, en la última rueda de prensa del técnico de Santpedor, un periodista inglés preguntó textualmente por qué el Barcelona es más que un club. Pep lo tuvo claro al contestar. Por tener unas ideas, una lucha contra algo impuesto y por todo lo que llevar esa camiseta implica. La pregunta del periodista británico se produjo en la antesala de la gran final de Wembley, concretamente, en la última rueda de prensa de Pep ates de partir a Londres, si la humareda volcánica lo permitía.

El equipo aterrizó ayer en Londres, aprovechando el mejor intervalo de tiempo tras las condiciones impuestas por la erupción. En el estadio de Wembley, Pep se encontrará con un inmortal de la historia del United, Álex Ferguson. El escocés, que en noviembre sumará su vigésimo quinta temporada en el club, ha logrado treinta y seis títulos y su llegada a Old Trafford simbolizó el cambio de ciclo en Manchester y los comicios de su época más gloriosa, aún más que con Matt Busby.

En cambio, el palmarés de Guardiola es de nueve títulos entre los que destacan tres Ligas ganadas de forma consecutiva, una Copa del Rey, una Copa de Europa, dos Supercopas de España, una Supercopa de Europa y un Mundialito de clubes. Además, el promedio de Pep es de tres títulos por temporada. Una barbaridad.

La final de Wembley será totalmente distinta a la que vimos en Roma, dos años atrás. En el partido de 2009, el Manchester fue muy superior al Barça en los primeros minutos pero el gol de Samuel Eto'o rompió todos los esquemas del United y supuso un golpe moral para los ingleses. Cabe destacar que el gol del Barça, a los ocho minutos de juego, llegó tras la primera llegada del equipo y el Manchester United había tenido cinco ocasiones manifiestas de gol. Cosas del fútbol...


Álex Ferguson seguirá siendo fiel a un sistema de juego donde la ordenación colectiva es la base del éxito. Cada jugador conoce sus funciones y es concebido como una pieza clave, como parte del engranaje que engrasará la actuación del equipo. Por eso, el escocés sabe que el papel individual implica una gran compenetración a nivel de equipo. Su estilo de juego proporciona la eficacia que ha abarrotado de títulos a los red devils. De hecho, tras la marcha de Cristiano Ronaldo, el equipo siguió en su tónica general y, tácticamente, ha supuesto la colocación de Wayne Rooney en la mediapunta que deja como killer a Chicharito.

El Barça parte con más madurez y un estilo de juego más arraigado. Por su parte, los diablos rojos cuentan en sus filas con el goleador mexicano, la veteranía de Michael Owen, el factor campo, etc. Todos los partidos son diferentes, aunque se conserven los mismos protagonistas. Partiendo desde la óptica de que en una final no hay favoritos, como apuntó Messi, el Barça llega con el desgaste físico tras los partidos ante el Real Madrid. Será una final especial, por el escenario, por la afición y para constatar la hegemonía del Pep Team.


Manchester United en anécdotas


Uno de los clubes ingleses más prestigiosos da mucho que hablar. En sus años de éxitos y consecuciones de títulos, las historias se han sucedido dentro de los vestuarios de Old Trafford y, por qué no decirlo, a veces también sobre el césped del mítico estadio inglés. No en vano, la mayoría de estas historias, digamos, curiosas han tenido lugar en los años que Sir Álex Ferguson lleva orquestando al equipo. He aquí las más sonadas.

Días antes de que el Manchester United se enfrentara al Real Madrid en los cuartos de final de la Champions en el año 2000, Ferguson, considerado por algunos como un viejo ogro gruñón, encolerizó en el vestuario tras la derrota ante el Arsenal por 0-2 en los octavos de final de la FA Cup. El caballero de la Orden del Imperio Británico no encontró otro desahogo que propinarle un fuerte chupinazo a una bota de fútbol que, por desgracia, encontró su diana en la ceja de David Beckham.

El mediático jugador mostró en los sucesivos partidos la lesión que sufrió tras el estallido de su técnico. David recibió dos puntos de sutura. Otras versiones apuntan que realmente todo se debió a una trifulca entre Ferguson y Beckham que el escocés trató de zanjar por medio de un fuerte golpe con una bota de fútbol que contemplaba la dantesca escena. Sus compañeros de equipo tratarían de frenar, con mal resultado, la ira de su míster.


La siguiente batallita tiene como estrella a otro siete histórico del United, Éric Cantoná. En ella, l'enfant terrible mostró sus aptitudes como estrella del kárate al más puro estilo Chuck Norris. Básicamente, la acción se remonta a 1995 y toma como escena Selhurst Park en un partido entre el Manchester United y el Crystal Palace.

Sobre el minuto 48, el jugador francés fue expulsado como consecuencia de una dura entrada. Mientras enfilaba su camino hacia el túnel de vestuarios entre pitidos y abucheos, prestó atención en los insultos del aficionado Matthew Simmons que, literalmente, lo invitaba a regresar a Francia a la par que le llamaba bastardo. El rebelde goleador de United decidió tomarse la justicia por su mano de modo que pateó fuertemente al hooligan.

Su reacción le costó nada menos que la nada insignificante multa de 20.000 libras, ocho meses de suspensión y 120 horas de servicios comunitarios a la ciudad. Dieciséis años después de su memorable puntapié, el ex-jugador aseguró que fue un error pero es una llamada de atención a los hooligans más extremistas.

La siguiente historia tuvo lugar en el túnel de vestuarios antes del derbi entre el United y el City. Allí, el ex-portero del United Schmeichel, fundamental el año del trébol, formaba parte de la plantilla del eterno rival, el Manchester City.

Antes de salir al terreno de juego, el guardameta se dirigió a saludar a su ex-compañero Gary Neville a quien conocía de su andadura en el United. Cuando el danés intentó darle la mano, el defensa le miró pero se negó a saludarle y le retiró la mirada. Parece ser que Gary Neville siente de forma exhacerbada los colores de los diablos rojos y no perdona a quien se cambie de acera.


Recientemente, otro jugador que está dando que hablar es el gran Ryan Giggs. Los hechos se remontan a hace escasos días cuando, por medio de la red social Twitter, se filtró una comprometida información que aseguraba que el jugador galés mantuvo un affaire con la bella modelo y concursante del Gran Hermano inglés Imogen Thomas.

Un tabloide británico publicó la rocambolesca noticia pero finalmente el nombre del jugador apareció a través de dicha red social. De este modo, no se ha respetado la ley vigente en Inglaterra que impide que se informe de la vida privada de los jugadores. El delantero está casado y tiene dos hijos. El escándalo está servido. De hecho, Giggs no ha acudido al último entrenamiento del Manchester a escasos días de la final de la Copa de Europa.

Así es el Manchester United, un club que da mucho que hablar. No sólo por las glorias a nivel deportivo, sino por el sinfín de anécdotas y quehaceres que se cuecen entre los bastidores de Old Trafford.

25 de mayo de 2011

La nueva equipación del Real Madrid


Este mismo día, se ha filtrado la nueva equipación del Real Madrid que lucirá a partir de la campaña 2011/2012. Obviamente, el color predominante para el uniforme local es el blanco con los detalles, por primera vez en la historia del club merengue, en color dorado champán. A su vez, en los encuentros como visitante, el equipo de José Mourinho lucirá una equipación totalmente negra con los detalles, del mismo modo, en tono dorado.

La primera equipación innova un estilo muy retro, irónicamente. Consta con un cuello a estilo polo acabado en pico que rememora las equipaciones más clásicas del club blanco. El escudo es notablemente más grande que el de la temporada anterior pero el detalle más llamativo son las tres bandas en las mangas, habituales de Adidas, en color dorado champán, algo inédito en el club madridista. Mantiene el mismo spónsor, Bwin, siendo la próxima temporada su quinta aparición en la elástica del club. Adicionalmente, el icono de Adidas se sitúa en la parte derecha del pecho, al igual que el año pasado.

Fuera de Chamartín, el Madrid vestirá con un uniforme negro como hace tradicionalmente. Manteniendo la misma línea que la equipación local antes descrita, también cuenta con las tres bandas de Adidas en color oro aunque ésta carece de cuello. También presenta la imagen de la firma alemana en la parte derecha con tono dorado. Curiosamente, recuerda mucho a la camiseta suplente de la temporada 1999/2000 en la que el Real Madrid ganó la Octava Copa de Europa en París frente al Valencia.

Este vídeo pretende mostrar al detalle la nueva equipación titular del Real Madrid que próximamente se lanzará a la venta.

Análogamente, en esta secuencia se aprecia el uniforme alternativo de color negro que lucirá el club de La Castellana para la temporada 2011/2012.

23 de mayo de 2011

La final de la cuarta

 

Faltan tan sólo cinco días para que el fútbol vuelva a casa. En efecto, Barcelona y Manchester United volverán a verse las caras en una final de Copa de Europa tras la inolvidable cita de Roma hace ahora dos años. Ambos equipos son los únicos que, junto al Inter de Milán, cuentan con tres Champions en sus vitrinas. El próximo sábado desde Wembley, culés o red devils romperán el empate y uno de los dos sumará su cuarta Orejona junto a Bayern de Múnich y Ajax de Ámsterdam.

Sin lugar a dudas, ambos equipos se encuentran sumidos en su época más gratificante. En el siglo XXI el Manchester United ha ganado diecisiete títulos y el Barça ha sumado nada menos que catorce. Dos estilos de juego completamente diferentes se verán las caras el próximo sábado 28 de mayo para aumentar su cuenta. Entre tanto, esta es la andadura de culés y diablos rojos en finales continentales.


El Manchester United ganó su primera Copa de Europa en 1968 en Wembley, precisamente. Esa histórica plantilla entrenada por Matthew Busby y que contaba en sus filas nada menos que con Sir Bobby Charlton y George Best doblegaron al Benfica del gran Eusebio. Los ingleses ganaron por 4-1 y la final supuso el final de ciclo de un glorioso equipo al que siguió una etapa de sequía en la que no se ganó nada durante más de veinte años.


El Barça también empezó su particular contador de títulos en el mítico estadio londinense. En la final de 1992, el deslumbrante Dream Team derrotó a la Sampdoria con el recordado gol de Ronald Koeman. En contraposición, esta final no supuso ningún fin de ciclo. Al revés. Johan Cruyff ganó dos ligas más con el equipo barcelonista y sentó las bases para que su filosofía y sello personal siguieran latentes en el club.


El Camp Nou acogió la segunda Copa de Europa del Manchester United. El 29 de mayo de 1999, el equipo de Álex Ferguson derrotó al Bayern de Múnich en aquella apocalíptica final al estilo Hitchcock. Los red devils remontaron a los bávaros mediante los goles de Solksjaer y Sheringham en los dos últimos minutos de juego. En esa temporada, el Barcelona no tuvo un gran papel en la competición dado que no superó la fase de grupos en la que fue encuadrado, precisamente, con Manchester y Bayern.


Siete años después de la mítica hazaña del United, el Barcelona de Ronaldinho y Rijkaard escogió la Ciudad de las Luces para reescribir su romántica leyenda. En Saint-Denis, el 17 de mayo de 2006 el Arsenal de Thierry Henry y Arséne Wenger pereció bajo una cálida llovizna y la aportación goleadora de Eto'o y Belleti. El Barça lograba su segunda Copa de Europa el mismo año en el que el Manchester United ni siquiera superó la fase de grupos.


La final de Moscú en 2008 se tuvo que decidir en la tanda de penaltis después de que Cristiano Ronaldo y Frank Lampard firmaran el empate en el tiempo reglamentario. El resbalón en tierras rusas de John Terry, capitán blue, cuando se disponía a lanzar su penalti, coronó al Manchester United como campeón de Europa. Dicho sea de paso, en semifinales batió al decrépito Barcelona en el que sus grandes estrellas de años anteriores no eran ni la sombra de lo que fueron en algún glorioso momento.


Los caminos de Barcelona y Manchester coincidieron en la final de Roma en 2009. Se trataba básicamente de los dos mejores equipos del mundo. Pep Guardiola, debutante en el banquillo del Barcelona tenía enfrente nada menos que a Sir Álex Ferguson a quien la experiencia le avalaba y ganaba títulos cuando el de Santpedor aún era un recogepelotas. 

Tras unos minutos con claro dominio inglés, Eto'o firmó el 1-0 que abría de par en par el camino a la tranquilidad. Posteriormente, Messi batió a Van Der Sar con un preciso cabezazo que suponia el 2-0 definitivo. La victoria suponía la guinda al pastel en una temporada en la que se consiguió el triplete de forma magistral.

22 de mayo de 2011

El Rayo ya es de Primera


El Rayo Vallecano consumó matemáticamente su ascenso a la mejor liga del mundo tras el empate a dos en Balaídos entre el Celta de Vigo y el Elche. El ascenso está certificado a expensas del Granada CF que puede recurrir la alineación indebida en el partido ante el Barcelona B.

El conjunto madrileño ha visto como su regularidad a lo largo del año se ha visto premiada con el tan esperado ascenso. Eso por no hablar de los continuos episodios de impago que llevan sufriendo los jugadores franjirrojos desde hace aproximadamente un año. Básicamente, la quiebra económica  de Rumasa, propiedad del máximo accionista del Rayo, Ruiz-Mateos y máximo garante económico del club, es la responsable de la incómoda y delicada situación financiera que viven sus jugadores.

De este modo, regresa a la Liga BBVA un equipo histórico que, desde su descenso a Segunda en 2003, ha militado varias temporadas en Segunda División B y las tres últimas campañas en la categoría de plata del fútbol español.

La capital contará para la temporada 2011/2012 con cuatro equipos en Primera División tras el ascenso del equipo de Vallecas y la permanencia del Getafe. Vuelve un clásico, un equipo con un total de doce temporadas en la élite, el equipo de Doña Teresa, el Rayito vuelve a la carga...

21 de mayo de 2011

La era galáctica del Real Madrid

 

Para abordar la clase de historia de hoy, el estudio se centrará en uno de los proyectos deportivos más afamados, costosos y mediáticos del panorama. Entraremos en materia y desglosaremos toda la historia del Real Madrid de los galácticos, sus jugadores más representativos y todo lo que rodea a esta ideología.

Florentino Pérez inició una revolución en el Madrid basada en los principios empresariales y cimentada en los grandes ingresos por markéting que sus mediáticos jugadores generaban. Ellos (Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham) eran los ídolos de los niños, sus camisetas abarrotaban las tiendas, el nivel deportivo del Madrid era muy alto y, sobre todo, se movían grandes sumas de dinero.


La ideología del Real Madrid se basa en una política interna que utiliza los éxitos financieros en un equipo con una gran comercialización a nivel global. Tanto es así que el club superó al sempiterno Manchester United en la temporada 2005/2006 como equipo que más ingresos generaba por merchandising. El objetivo de Florentino era fichar, al menos, un galáctico cada verano y amortizar la elevada cantidad invertida por su nuevo jugador estelar con los masivos impuestos que éstos producían a nivel mediático. Su política fue inicialmente llamada Zidanes y Pavones. Su nombre provenía del costosísimo fichaje de Zidane (72 millones de euros en 2001) con el ascenso al primer equipo de Francisco Pavón, procedente de la cantera blanca. La idea básicamente era fichar galácticos al mismo tiempo que se confiaba en jóvenes promesas. Pero, ¿Qué es realmente un galáctico?

El término fue acuñado por la prensa madrileña, en concreto, por el director del Diario As, Alfredo Relaño. Curiosamente, también es el inventor de la desafiante palabra Villarato. El por qué la Real Academia de la Lengua Española no le paga mensualmente por sus valiosas contribuciones es un misterio para mí.

Un galáctico. El otro día me preguntaba alguien en una entrevista cuándo se puede decir que un jugador es galáctico. Me lo preguntaba en base a que fue este periódico quien lanzó en su día el término. Le dije, un poco improvisadamente, que galácticos son los jugadores que frecuentan los podios del Balón de Oro y el FIFA World Player. Debería haber añadido otra condición: que los fiche Florentino para el Madrid, ya que fue en este club, y bajo su mano, cuando el término se acuñó, se justificó, alcanzó primero esplendor y luego críticas. (Alfredo Relaño).


La Primera Era Galáctica del Real Madrid

Las controvertidas elecciones del 16 de julio de 2000 auparon a la presidencia a Florentino Pérez que, de esta forma, se convertía en el decimocaerto presidente del conjunto merengue. Pérez consiguió la victoria a través del voto por correo que, finalmente, logró ser muy polémico y dejó atrás a Lorenzo Sanz que había ganado previamente dos Copas de Europa con el club en 1998 y 2000.

Para cumplir con su promesa electoral, Florentino Pérez fichó a Luís Figo procedente del Fútbol Club Barcelona. El Ser Superior pagó la cláusula de rescisión del portugués que ascendía a 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros) Figo aseguró que se quedaría en el Barcelona y que, bajo ningún concepto, ficharía por el eterno rival. Por este motivo, el fichaje fue realmente polémico, tanto que en la ciudad condal, el portugués llegó a ser considerado más que un traidor. Figo fue el Judas del barcelonismo. Su hostil recibimiento en el Camp Nou por parte de los sectores más irreverentes de la afición no deja lugar a dudas del sentimiento profesado hacia el portugués. Aquel año también llegaron al Real Madrid dos mediocentros defensivos como el brasileño Flavio Conceiçao del Dépor (18,6 millones de euros) y el francés Claude Makélelé, procedente del Celta de Vigo (14 millones de euros).


Siguiendo la política de Florentino, el Madrid fichó en el verano de 2001 a Zinedine Zidane batiendo todos los récords en el mercado. El astro francés, procedente de la Juventus de Turín, costó alrededor de 72 millones de euros con un Mundial y una Eurocopa en su palmarés y considerado entonces como uno de los mejores jugadores del mundo. La gran actuación de Ronaldo en el Mundial de Corea y Japón en 2002, donde se erigió como máximo goleador, le llevó a ser fichado por Florentino en 2002, convirtiéndose, así, en el tercer galáctico del equipo blanco.

Para la temporada 2003/2004 el Madrid se hizo con los servicios de uno de los jugadores más mediáticos, versátiles y consagrados del panorama europeo. David Beckham abandonó la disciplina del Manchester United para incorporarse al Real Madrid. 


El frustrado fichaje de Ronaldinho por el Madrid que acabó en el Barcelona o la venta de la mitad de los derechos federativos de Samuel Eto'o (la otra mitad pertenecía al RCD Mallorca) fueron realmente desfavorecedoras para la imagen de Florentino. El empresarió alegó que ello no supondría ningún problema dado que el Madrid había fichado a uno de los mejores delanteros, el inglés Michael Owen. El británico abandonó el Liverpool con el objetivo de ganar la Champions con el Real Madrid. Curiosamente, la única temporada que permaneció en el equipo de Chamartín, el Liverpool se proclamó campeón de Europa.

En 2005 Vanderlei Luxemburgo aterrizó en el banquillo del Madrid junto con los fichajes de Robinho y Julio Baptista. El equipo, atestado de brasileños, no consiguió ningún título y el entrenador carioca fue destituido. Al año siguiente se quiso dar otro golpe de efecto mediante el fichaje de Antonio Cassano. La indisciplina deportiva y el evidente sobrepeso de Il Talentino oscureció la imagen del equipo blanco. Dicho sea de paso, el italiano sólo marcó un gol, contra el Real Betis, y el banquillo se convirtió en su lugar habitual.

Pese a toda la amalgama de jugadores ofensivos que fichó el Madrid en su llamada Primera Era Galáctica, también fueron fichados jugadores defensivos como Gravesen, Samuel, Carlos Diogo, Woodgate, Cicinho y se cerró el fichaje de Sergio Ramos en el verano de 2005.


Es en este instante es cuando comienza el declive de los galácticos. Florentino Pérez calificó de anticuado el sistema de juego de Vicente del Bosque y fue sustituido por el segundo entrenador del Manchester United, Carlos Queiroz. Además, se produjo una división política contra Florentino por parte de jugadores como Fernando Hierro, Morientes, McManaman y Makélelé que finalmente abandonaron el club en 2003.

El final de ciclo del Madrid asomaba por la escotilla. A nivel económico, el club se convirtió en una máquina capaz de generar toneladas de ingresos por márketing pero a nivel deportivo el equipo ya no era ni la sobra de lo que fue en un pasado no muy lejano. El punto de inflexión llegó con el empate en Highbury ante el Arsenal en febrero de 2006 que implicó la eliminación del Madrid de la Liga de Campeones. Todo ello sumado a la desconfianza depositada en la plantilla y la sequía de títulos forzó la dimisión de Florentino Pérez en febrero de 2006 tras tres temporadas en blanco.

Bajo su mandato, de 2000 a 2006, el Real Madrid ganó dos Ligas (2001 y 2003), dos Supercopas de España (2001 y 2003), una Supercopa de Europa (2002), una Intercontinental (2002) y una Copa de Europa (2002).


Período de transición:

Tras el Mundial de Alemania 2006, Zidane dejó el Real Madrid habiendo dejado huella en el club. Recordemos que de su bota izquierda salió la genial volea que le dió al Madrid la novena Copa de Europa. Con él, se iba el máximo representante de la filosofía galáctica madridista. Figo se había ido un año atrás y la llegada al banquillo de Fabio Capello en la temporada 2006/2007 no fue muy fructífera para Beckham y Ronaldo hasta el extremo de que ambos jugadores abandonaron el club en 2007 rumbo a LA Galaxy y Milán, respectivamente.

Ramón Calderón se convirtió en presidente del Real Madrid en 2006. Bajo su mandato, el Madrid se proclamó campeón de liga en 2007 y 2008 con dos entrenadores distintos. Capello y Schuster. Llegaron al club jugadores como Robben, Pepe, Van der Vaart, Sneijder, Lass, Saviola, Metzelder, Higuaín, Marcelo, Gago, Dudek y Huntelaar.

Sin embargo, el rumor de la participación de ultras en la Asamblea electoral de diciembre de 2008 llevó a Ramón Calderón a que dimitiera en enero de 2009 siendo sucedido por Vicente Boluda que organizó la transición hasta las elecciones de 2009 con Florentino Pérez como único candidato a la Casa Blanca.

La Segunda Era Galáctica del Real Madrid

El 1 de junio de 2009 Florentino Pérez fue reelegido presidente del Real Madrid ante la unicidad de candidatos a la presidencia. El club estaba inmerso en una grave crisis institucional y deportiva pese al bicampeonato liguero (2007 y 2008) y la Supercopa de España (2008). Además, era incapaz de pasar la frontera de los octavos de final en la Copa de Europa y el Barcelona le había infringido un humillante 2-6 en el Santiago Bernabeu que prácticmente sentenciaba la continuidad de Juande Ramos al frente del equipo merengue.

Cuando Florentino regresó al Madrid, reinplantó su antiguo modelo económico y deportivo. Reincorporó a su equipo algunos antiguos directivos y fichó a Kaká (65 millones de euros) y a Cristiano Ronaldo (96 millones de euros) Las carísimas inversiones del empresario causaron estupor y polémica a lo largo y ancho del país que se encontraba aletargado en una profunda crisis económica. No conforme con ello, las sumas invertidas por el Real Madrid aquel año superaron con creces los 250 millones de euros tras las incorporaciones de Benzema (35 millones), Xabi Alonso (30 millones), Raúl Albiol (15 millones) y Arbeloa. Análogamente, Manuel Pellegrini fue elegido para ocupar el banquillo madridista en detrimento de Juande Ramos.


Con un equipo que aspiraba a todo, las presentaciones más portentosas de la historia y una historia para soñar, el Madrid tenía como objetivo acabar con la incipiente hegemonía del Barça de Pep Guardiola. Una parte de la ilusión se esfumó cuando el Alcorcón, equipo de Segunda División B, le endosó al Madrid un inapelable 4-0 que eliminaba al equipo blanco de la Copa del Rey. El equipo recibió severas críticas por parte de la exigente afición que veía como el nuevo proyecto de Florentino no terminaba de cuajar...

La edición de la Copa de Europa de la temporad 2009/2010 era especial para el madridismo, básicamente, porque el estadio Santiago Bernabeu acogería la final del torneo. Aún así, el equipo cayó nuevamente derrotado en los octavos de final ante el Olympique de Lyon y Pellegrini fue muy criticado por el Diario Marca mientras que la desilusión inundaba las gradas del Bernabeu.

En la competición doméstica, el Barcelona de Pep Guardiola revalidó el título de Liga pese a que el Real Madrid acabó con la friolera de 96 puntos. Las circunstancias existentes pusieron fin a la etapa de Manuel Pellegrini como entrenador del Madrid y su sustituto designado sería nada menos que Jose Mourinho. El aval del portugués consisitía en la consecución del triplete con el Inter la temporada anterior y, sobre todo, la eliminación al Barça en semifinales de Champions.


Para la temporada 2010/2011, no se fichó a ningún jugador galáctico. Es más, Mourinho era el galáctico firmado para ese año. Se ficharon jugadores prometedores como Ángel Di María, Mesüt Ozil, Pedro León y Sergio Canales. La prueba de fuego del equipo de Mou fue el clásico del Camp Nou en el que salió brutalmente derrotado. Sin embago, el equipo siguió luchando en Liga y se proclamó campeón de Copa tras dieciocho años de espera, derrotando, precisamente, al Barcelona en la final.

En la Copa de Europa, por fin pudo pasar de la ronda de octavos ante el Olympique de Lyon , de nuevo. El equipo llegó a semifinales donde fue eliminado por el Barcelona. Hasta la fecha, el palmarés de la Segunda Era Galáctica del Real Madrid se resume en una Copa del Rey, no habiéndose dado por concluido dicho ciclo.

20 de mayo de 2011

Día histórico para el fútbol español

 

A primera vista, quizá la fecha de hoy suene un poco vaga. El 20 de mayo no fue la fecha en que se descubrió la vacuna contra el SIDA, tampoco en la que por fin pusieron un carril de bicis decente en las ciudades más concurridas y, aunque suene extraño, no se trata de la fecha en la que empezó el primer proyecto galáctico de Florentino Pérez.

El vigésimo día del mes de mayo será recordado especialmente por los seguidores del Real Madrid, del Fútbol Club Barcelona y, por extensión, es una fecha clave en el fútbol doméstico. Sin más dilación, este día el Barcelona ganó su primera Copa de Europa y el Real Madrid conquistó la Séptima. Los blancos en Ámsterdam mientras que los culés comenzaron su círculo virtuoso en Wembley.

Muchos años antes de las importantes victorias de la selección española en el Mundial y la Eurocopa, las alegrías futboleras en España se basaban en los esporádicos triunfos en la Copa de Europa por parte del Real Madrid y del Barcelona. En aquellos lejanos días, la selección era la gran asignatura pendiente del fútbol nacional y convertía las sonrisas en lágrimas cada dos veranos.

Las últimas Copas de Europa de equipos españoles fueron ganadas por el Barcelona en 1992, 2006 y 2009 a la espera de la final ante el Manchester en escasos ocho días. La última de ellas, muy reciente, fue conquistada en pleno apogeo de la selección. El Real Madrid, por su parte, las ganó en 1998, 2000 y 2002 y también se debe tomar en consideración las dos finales que disputó el Valencia de forma consecutiva en 2000 y 2001. Hoy el particular homenaje se centra en la primera del Barcelona (1992) y la séptima del Real Madrid (1998). El motivo es el aniversario de cada una de ellas. Se cumplen diecinueve años de la hazaña culé y trece de la Séptima para los blancos.

Tras las dos finales perdidas ante el Benfica de Eusebio en los años cincuenta y la disparatada final de Sevilla ante el Steaua de Bucarest en 1986, el Dream Team comandado por Johan Cruyff acudió a una cita en el Olimpo del fútbol en la que salió con el merecido laurel de campeón y Ronald Koeman encumbrado hacia las enciclopedias del barcelonismo y del fútbol europeo. De esta forma, el Barça comenzaba su gloriosa andadura por Europa y el proyecto del Dream Team daba sus frutos con la consecución del anhelado trofeo continental. ¿El escenario? Wembley, por supuesto.

Seis años después de aquella memorable noche en Londres, el madridismo tenía una cita con la historia. Su competición fetiche se le había atragantado los últimos 32 años y las imágenes de Gento y Sanchís Padre levantando la Copa de Europa se amontonaban temerosas en las polvorientas memorias de los aficionados más veteranos. Tras muchos años de espera y, ya en color, un pase-chut servido por Roberto Carlos cayó en los pies de Mijatovic que batió a Peruzzi. Era otro 20 de mayo, otro día histórico para el fútbol español. Curiosamente, el montenegrino dimitió como director deportivo del Real Madrid el 20 de mayo de 2009, once años después de su antológico gol.

18 de mayo de 2011

À fleur de peau


Cuando el Stade de France se  vestía de gala para acoger el partido homenaje por el décimo aniversario de la victoria mundialista de Francia en julio de 2008, los galos, inmersos en la rememoración de aquellos tiempos, disfrutaron de la presencia de los jugadores que formaron aquella mítica escuadra como Zidane, Blanc, Barthez o Lizarazu. Sin embargo, un gran protagonista de aquella inolvidable y veraniega noche parisina fue el gran ausente. Se trata de un normando con una provocadora cabellera rubia, artífice de aquella gran gesta, Emmanuel Petit.

No obstante, tampoco pudieron acudir a la cita homenaje otros buques insignia de Francia como Henry o Vieira por diversos motivos. Petit aprovechó tan señalado acto para presentar su libro autobiográfico, Á fleur de peau, en la Fnac de Mónaco.

Editado por la editorial Prolongations, Á fleur de peau no ha pasado inadvertido por el mundillo del fútbol. En efecto, el jugador francés, con su particular óptica, no deja indiferente a muchos de los que fueron sus compañeros y, francamente, no deja títere con cabeza.


A medida que uno se sumerge en su obra, Petit cuenta en primera persona aspectos de su infancia con sus hermanos David y Olivier, éste trágicamente fallecido a una corta edad, sus primeros pasos en el Arques, recuerda su etapa de formación en el Mónaco, el escándalo de corrupción a principios de los noventa en Francia con el Olympique de Marsella como gran protagonista, etc. Con prólogo de Arsène Wenger, cuenta la indiscutible importancia del entrenador galo en su carrera que lo hizo debutar en el Mónaco y lo fichó para el Arsenal, además, de su debut con Francia, el Mundial de 1998, la Eurocopa de 2000, el fracaso de 2002 y la actualidad de les bleus.

Sin lugar a dudas y, dejando a un lado los episodios referentes a el sexo y las drogas, el tema que ha llamado especialmente la atención en España es el apartado dedicado a su etapa en el Fútbol Club Barcelona donde el estilo ácido del rubio campeón del mundo se multiplica enérgicamente.

Dicho capítulo se titula Barcelona pour meon malheur (Barcelona para mi desgracia) y, entre otras cosas, se explaya libremente sobre su surrealista negociación que se acabó cerrando a las cuatro de la madrugada, situación por la que cuenta textualmente que los dirigentes blaugranas parecían vendedores de alfombras por su forma de negociar.

Otros damnificados por la literatura emmanuelesca son Joan Gaspart y José Mari Bakero con los que parece que nunca llegó a congeniar. Aunque el premio se lo lleva el entrenador, por aquel entonces, Lorenzo Serra Ferrer a quien define como un cabeza de canica. Con sus compañeros no llegó a trabar una amistad muy fructífera aunque recuerda a Luis Enrique como el que más carácter tenía.


En su pintoresca obra también tiene un hueco la otra cara de la moneda del fútbol. Lejos de los contratos de publicidad y la imagen exterior que los futbolistas pueden ofrecer, el lado más sórdido del deporte rey cobra importancia en Á fleur de peau. El francés, anotador del tercer gol de la final del Mundial de Francia, cuenta una fiesta en un yate en la que los organizadores humillaban a las modelos, la cocaína, de la que afirma no haber consumido nunca, corría como regueros de pólvora y hace alusión a los porros que, en sus propias palabras, reconoce haber fumado para olvidar.

En el capítulo dedicado al sexo, que también lo hay, destaca el encuentro que tuvo con una chica anónima encima de una mesa de billar. Las cámaras del hotel lo grabaron pero finalmente las imágenes no se difundieron porque el dueño del establecimiento era hincha del Arsenal. También recuerda con especial cariño la canción que los aficionados gunners le dedicaron: He's blond, he's quite, his name is porn slick! Es rubio, es rápido, tiene nombre de estrella del porno. Lo dicho, Emmanuel Petit, máximo exponente del romanticismo francés.

Algunas citas célebres extraídas de su obra son las siguiente. Nótese la fuerte personalidad y estilo del que fuera campeón del mundo.

Si hay algo que lamento en mi carrera es el haber dejado el Arsenal para fichar por el Barcelona.


El día que llegué al club, fui al vestuario para saludar a mis nuevos compañeros. La mayoría de ellos pasaron de mí y ni siquiera me respondieron.


Cuando hablamos por primera vez el entrenador Serra Ferrer me preguntó: ¿Y tú de qué juegas?


Advertí que mi presencia en el club se debía únicamente a las ambiciones políticas de Joan Gaspart, que me utilizó para llegar a la presidencia del Barça.


Jamás en mi vida he vuelto a ver a un cabeza de canica del calibre de Serra Ferrer.


Gaspart me invitó un día a comer a su casa (...). Una vez allí, uno de sus hijos se permitió incluso juzgar mi rendimiento y eso ya fue demasiado.


A la muerte de mi abuelo, pedí autorización a los técnicos para ir a su entierro. No me la dieron y me lo tomé muy mal.


En un partidillo de titulares contra los suplentes, los suplentes ganábamos cómodamente y Serra Ferrer montó en cólera porque yo salvé un gol de los titulares. Aluciné. Discutí sobre ello con el mallorquín y Bakero, su entrenador adjunto, me pidió que fuera un poco más receptivo. Estuve a punto de partirle la cara a ese retaco al que tanto admiraba de joven.


Con Fabien Barthez, organizamos una vez un partido del alcohol contra los hermanos de Linda Evangelista, mujer de Fabien. Fue un craso error porque al final nos dejaron KO, hasta el punto de que Barthez acabó sufriendo un coma etílico. Vaya noche...


He jugado durante siete años con Zidane en Francia. Como máximo, habremos hablado tres veces fuera del campo. Simplemente, creo que no tenemos nada que decirnos pero no es el único. No me hablo con más de la mitad de los bleus del Mundial de 1998. Cuestión de personalidad...


Para organizar un partido de homenaje, es necesario reunir a un número suficiente de colegas. En mi caso, no se si hubiera sido capaz de reunir a once jugadores. Y si para jugar el partido hay que fingir ser colegas, pues no le veo la gracia.

17 de mayo de 2011

El Barça se pone guapo


Un despiste en la Página Oficial de Nike desveló cómo sería la nueva equipación del Fútbol Club Barcelona para la temporada 2011/2012. En realidad, el diseño ya se había infiltrado en la red desde hacía varios meses y era un secreto a voces. Análogamente, la segunda equipación, negra en su totalidad, fue descrita por el SPORT también tiempo atrás. Oficialmente, ha sido presentada esta misma tarde en el Camp Nou.

El detalle más llamativo es la aparición del nuevo patrocinador Qatar Foundation, situado en la parte frontal del pecho, mientras que el logotipo de Unicef, que lleva impreso en la elástica culé desde 2006, se sitúa en la parte inferior de la espalda, justo debajo del dorsal.

Se trata de un diseño rompedor, no sólo por la aparición de un spónsor por primera vez en la historia (recordemos que el Barça paga a Unicef 1,5 millones de euros anuales, por lo que no se considera como tal) sino por la curiosa disposición de las franjas, mucho más estrechas y numerosas que ningún año atrás. 

De estilo muy vanguardista, el color predominante en la parte superior y en el cuello es el granate pero, a medida que se observa diagonalmente, cobra protagonismo el azul, a modo de deflagración. En la parte trasera del cuello, se aprecia la habitual Senyera, la bandera catalana y las siglas del club: FCB. Por otra parte, los dorsales conservan el amarillo tradicional y las mangas son completamente azules al igual que los pantalones y las medias.


Parece ser que Nike ha agotado la paleta de colores y, de cara a la temporada 2011/2012, la multinacional norteamiericana apuesta por el negro como color para la segunda equipación del club por primera vez en la historia. De este modo, la segunda equipación del club rompe con todos los esquemas para situarse en un negro asfalto. En el hombro incluye una pequeña inscripción en silocona que alterna el negro con el gris oscuro y hace recordar el diseño de la Senyera. Los pantalones y las medias también son completamente negros e incluyen en amarillo la inscripción FCB.

Vuelve el Betis


El pasado domingo la ciudad de Sevilla anocheció en un ambiente festivo. La ocasión fracamente lo merecía. El Real Betis Balompié ascendía matemáticamente a Primera División. Tras dos años de sufrimiento en el infierno de la Segunda División, el equipo verdiblanco subió de categoría en una temporada impecable en la que incluso derrotó al todopoderoso Barça en Copa aunque no lo eliminase y practicó un fútbol de ensueño que subcomunicaba que este equipo debe estar en la élite nacional.

Pese a perder ante el Nástic de Tarragona en el Nou Estadi, la derrota del Granada a manos del Alcorcón certificó el anhelado ascenso. A nivel anecdótico, los jugadores festejaron dicha gesta en el tren vuelta a casa. De forma paralela, Sevilla se tenía de verde y los aficionados salieron a la calle enfundados en sus elásticas verdiblancas para alzar al viento las bufandas.

A decir verdad, la jornada del domingo culminó con la del miércoles en la que, tras derrotar al Tenerife por 3-1 en el Benito Villamarín, el Betis se situaba en Primera virtualmente. El equipo se ha mostrado muy regular durante prácticamente toda la competición de la mano de Pepe Mel, a excepción de las cinco derrotas seguidas tras caer eliminado en Copa y, en el plano extradeportivo, sufrió la demoledora noticia del diagnóstico de la enfermedad de Miki Roqué.

Cuando los jugadores llegaron llegaron a la capital andaluza, no se podían hacer una idea del ambiente que invadía la zona. Como diría Don Manué en su día: Los béticos tenían la Palmera acolapsá. Los cánticos se mezclaban con la calurosa noche de mayo, la marea verde inundaba Sevilla cual apocalíptico tsunami y, sobre todo, la felicidad era el denominador común de todos los presentes.

Todos los amantes del fútbol estamos de enhorabuena. No sólo porque para la próxima temporada disfrutaremos del derbi sevillano contra el Sevilla sino porque regresa un clásico con una afición de Primera, una historia legendaria y un arte sin igual. Además, un gran amigo mío, dondequiera que esté, seguro que lo está celebrando con su particular estilo.

14 de mayo de 2011

Paul Gascoigne, el borracho del fútbol

 

De personalidad frívola e irreverente, Gazza nunca destacó por su cuerpo atlético y cuidado. Más bien, su prominente panza llamaba la atención por los terrenos de juego que pisaba y le convertía en el centro de atención de los hinchas y blanco de muchas burlas. Por si esto fuera poco, su comportamiento en el campo distaba mucho de ser el ideal: Paul molestaba todo el rato a los rivales a los que, cuando pillaba desprevenidos, los desestabilizaba con un caño. Además, nunca tuvo una buena relación con los compañeros de equipo y su comportamiento fuera de la cancha era realmente deleznable: iba borracho a los entrenamientos e incluso fue detenido una ocasión por agredir a su esposa.

Se puede decir que no contamos con los ingredientes óptimos para confeccionar a un buen jugador de fútbol. Su condición física y su sistema de valores deportivos se encuentran a una diferencia abismal de los exigidos para jugar a primer nivel. Si a todo esto le sumamos la delicada infancia que vivió con la muerte de un amigo que él mismo presenció, el fallecimiento de su padre a causa de una hemorragia cerebral que le provocó un trastorno de obsesión compulsiva y la afición que profesaba hacia los hurtos a pequeña escala, francamente el cóctel resultaría explosivo. ¿El resultado? Paul Gascoigne, uno de los mejores centrocampistas de la década de los 90 en el fútbol británico...

Pese a ello, Gascoigne era el futbolista más idolatrado en Inglaterra con permiso de Bobby Charlton y sus cotas de popularidad podían pelear con las de David Beckham, básicamente, por su condición de chico rebelde y de alcohólico declarado. Lo que hizo genial a Gazza fue que era realmente bueno para esto del fútbol.


Sólo Gazza era capaz de sacarle la lengua a la cámara mientras sonaba el God save the Queen antes de un partido del Mundial o de ensenarle la tarjeta amarilla al árbitro en un partido de Liga en Escocia después de que a éste se le cayera. El colegiado no toleró la broma y lo sancionó mostrándole la cartulina.

Sin lugar a dudas, la vida de Paul Gascoigne fue muy sonada fuera del campo. En su mejor etapa como futbolista, en las filas del Tottenham, se dio un fenómeno conocido como Gazzamanía, colaboró con el grupo birtánico de pop Lindisfarme e incluso llegó a protagonizar un videojuego: Gazza II.

En los entrenamientos, sus continuas bromas pesadas no eran aceptadas por la mayoría de sus compañeros a los que les bajaba los pantalones cuando éstos no se lo esperaban. Una vez, incluso, estrelló el autobús del Middlesbrough contra el campo de entrenamiento provocando daños que ascendentes a mil libras.


Fue objeto de la prensa sensacionalista por su personalidad díscola y, sobre todo, por sus conocidos problemas con el alcohol. Varios entrenadores reconocieron que Gascoigne no llegó a su máximo potencial por la mala vida que llevaba. Sufría sobrepeso, fruto de una mala dieta y su agitada vida nocturna le causó varios problemas. Ha estado involucrado en varias peleas en pubs bajo la influencia del alcohol y, en otra ocasión, fue fotografiado con sus amigos en un pub inglés con la equipación de la selección inglesa puesta una hora después de un encuentro internacional.

Sin embargo, sus problemas con el alcohol se acentuaron tras su retirada del fútbol. Fue ingresado por un desorden obsesivo-compulsivo, trastorno bipolar, bulimia y alcoholismo. Un año más tarde intentó suicidarse en Londres. Su mujer le dejó cuando la maltrató a ella y a sus hijos.

Los constantes vicios en la vida de Gazza le apartaron del sendero de la excelencia en el mundo del fútbol y pagó un precio muy alto por el que casi pierde la vida después de que el alcohol se le destrozara. Ésta es la historia de un jugador que, aunque no representaba los valores futbolísticos, llegó a la cima del fútbol coronándose como uno de los mejores en la historia de Inglaterra pero no pudo ganarle el partido de su vida al rival más difícil: el alcohol que desmoronó su vida.

El golazo que le marcó al Arsenal en la semifinal de la FA Cup de 1991 cuando jugaba en el Tottenham es, sencillamente, genial.

Con el Tottenham, mostró su condición de jugador muy técnico, su gran conducción de balón y, en ocasiones, sus duras entradas. Primero al mando de Terry Venables y posteriormente de Sir Bobby Robson, jugó varias temporadas hasta que una lesión de ligamentos le apartó del equipo y fichó por la Lazio.

11 de mayo de 2011

Fútbol Club Barcelona. Campion Lliga 2010/2011


Hoy la cita tenía lugar en Valencia. Allí las matemáticas nos anunciaban que, sumando tan sólo un punto, nos proclamaríamos campeones de liga... por fin.

Se trataba de una tarde calurosa, bajo un sol radiante en un lugar que evocaba buenos recuerdos para el barcelonismo. En ese mismo escenario, el Barcelona logró el título de Liga en la campaña 2004/2005 tras seis años de sequía y rompiendo, de este modo, una etapa oscura en el club. Al otro lado, teníamos a un equipo necesitado en puntos para certificar su permanencia por lo que no nos pondría la tarea fácil...

Totalmente de verde, el Barcelona partía con Valdés bajo palos; una defensa de cuatro formada por un enérgico Abidal, Piqué con Mascherano como pareja de baile y Alves; Keita en el centro del campo por detrás de Xavi e Iniesta; la delantera la formaban Affelay en el costado izquierdo, Villa por el derecho y Messi en la punta. Pep decidió, por tanto, dar descanso a Puyol, Pedro y Busquets.

En líneas generales, no fue el mejor partido del Barça. La poca concentración en defensa hizo aguas en la construcción del juego. A decir verdad, fue un partido más bien aburrido y poco vistoso. De vez en cuando, apareció Messi para encandilar a propios y a extraños o para regatear a cuatro jugadores en una baldosa y estrellar luego su lanzamiento en el palo.

Jugando de memoria, llegó el primer y único tanto barcelonista. Un milimétrico pase de Xaví fue cabeceado de un modo magistrial por Keita que ahondó el balón hacia el fondo de las mallas. Era el 0-1 y el Ciutat de Valencia, que rebosaba de seguidores azulgranas, estalló en júbilo básicamente porque este gol daba la bienvenida al título de liga, al título de la regularidad.

Al descanso se llegaría con victoria por la mínima a favor de los visitantes. Sin embargo, en la segunda mitad un error clamoroso de Piqué a la hora de ceder el balón a Valdés y un amago de despeje extraño le sirvió el balón en bandeja de plata a Caicedo que firmó el empate. El Barça lo siguió intentando por medio de la magia de Messi, la calidad de Andrés, la importancia de Xavi y la poca puntería de Villa. Sin embargo, el empate le valía al Barça para cantar el alirón y al Levante le sumaba un punto de oro vital para su lucha por la permanencia.

Dicho esto, la mayor parte del partido la protagonizaron dos equipos que no tenían ninguna prisa. Más bien, esperaban ansiosos el pitido final. La poca profundidad del Barça y la pasividad del Levante elevaron el partido a un ritmo altamente recomendable para personas con problemas cardíacos. Pero el ambiente era otro: las sonrisas empezaban, los abrazos se sucedían y las pilas se preparaban para celebrar la fiesta por todo lo alto. Sonó el pitido final y...

Retrocede. No, más aún. Olvídate de los teléfonos moviles. Y sí, me temo que también de internet. Mira a tu alrededor y sustituye tu Kia por un Ford Escort. No te rías, pero la gente usa gafas de graduación considerable, se peina como nunca lo harías y su forma de vestir es un tanto estridente. Parece que estamos a principios de los noventa...


La hegemonía del Real Madrid en el torneo local había llegado a su cúspide y aquella mítica plantilla de la Quinta del Buitre había ganado la friolera de cinco ligas de forma consecutiva. En el Barça los proyectos directivos encabezados por Josep Lluís Núñez eran una avalancha que finalmente no germinaban satisfactoriamente. Fue entonces cuando en la tercera temporada de Johan Cruyff (1990/1991) las tornas comenzaron a tornarse de un modo diferente.

Su equipo, el Barcelona, que contaba con un joven director de orquesta llamado Josep Guardiola dio un salto cualitativo en el nivel de los grandes equipos europeos. Maravilló por la abismal cantidad de títulos logrados (entre ellos, cuatro ligas consecutivas) pero sobre todo imprimió un estilo personal indeleble en el club.

Hoy, veinte años más tarde, Pep Guardiola, sentado en el banquillo, es el encargado de revivir las vivencias de su mentor y maestro Johan Cruyff. El Noi de Santpedor ha ganado nueve títulos en las tres temporadas que lleva en el club, hoy mismo se ha proclamado campeón de liga por tercera vez consecutiva (algo sólo logrado por Cruyff) de una forma sinceramente merecida pese a lo que muchos digan. 

Pep ha sido fiel al estilo de fútbol asociativo que aprendió en su etapa como jugador y lo ha perfeccionado con el legado que le brindó Frank Rijkaard. Su predecesor, que ganó dos Ligas y una Champions, trabajó en el club la presión asfixiante en el campo rival. Pep lo aprendió y lo complementó a su estilo. De este modo, el equipo se ha convertido en una máquina arrolladora que, por si fuera poco, esta temporada ha marcado 150 goles, un dato revelador.


Volviendo a los tiempos actuales, Guardiola se mostró muy contento con la consecución de la Liga. Es la tercera que el Barcelona conquista desde que el técnico catalán está al frente del banquillo del primer equipo. Ha sido un trinfo muy merecido, sólo queremos celebrarlo, disfrutarlo, celebrar fiestas, trabajar la final de Wembley y saborear el vigésimo primer alirón del Barça. Así se manifestó el entrenador culé.

También se mostró muy gratificado por el bienestar de la afición al haber disfrutado de su juego. Realmente, ése es su mejor regalo.

En referencia a las palabras del míster en las que cuenta que cada año es más difícil, esta temporada ha sido especialmente complicada para los jugadores del Barcelona. Se puede afirmar que la alegría por el título es doble al haber luchado con otros temas. Así lo indicaron los capitanes del equipo, Xavi y Víctor Valdés al concluir el encuentro en el Ciutat de Valencia: Este es el título más importante, el que premia la regularidad de todo un año, y nos ha tocado luchar contra muchas cosas. Quizá ha sido la Liga más dura, debemos estar orgullosos.

El club sufrió la repentina noticia de la enfermedad de Abidal que, adortunadamente, ha vuelto en las últimas semanas y ya lo podemos disfrutar ver corriendo como el que más. La noticia cayó como un jarro de agua fría en el vestuario azulgrana y las campañas solidarias en apoyo al lateral francés fueron muy numerosas. Dicho sea de paso, las acusaciones vertidas hacia ellos por parte de ciertos medios madrileños también provocaron un desgaste mental fuerte. Así se manifestó Xavi Hernández. 


La temporada 2010/2011 será recordada por la resaca mundialista, el galáctico fichaje de Mourinho para hacer sucumbir al Barcelona, la manita en el Camp Nou, las quejas de Mou, el fútbol de calidad desorbitada que practicó el Barcelona, los cuatro clásicos, el balón de oro a Messi, el mal perder del Real Madrid y sus consiguientes quejas... En efecto, una temporada para recordar, sobre todo, si eres barcelonista. En tal caso, mi más sincera enhorabuena, querido lector.

Pero, colores aparte, lo mejor de todo es la sensación que experimentaremos aquellos que, en los años venideros, podamos decir: Sí, yo vi jugar al Barça de Guardiola. Sí, yo conocí al Pep Team.

Fuentes: SPORT, Mundo Deportivo y Página oficial del Fútbol Club Barcelona.