16 de noviembre de 2012

Mourinho, el gran mediocre


Hay personas a las que el éxito se les antepone de forma natural, casi sin proponérselo. Es algo inherente a su forma de ser. Eso le ocurre a Pep Guardiola. El Noi ha sido elegido como el mejor entrenador de la pasada temporada 2011/2012 pese a que el Real Madrid ganara la Liga con un desaforado récord de 100 puntos. Por si eso fuera poco, Andrés Iniesta fue nombrado mejor centrocampista del pasado curso, Messi mejor jugador por cuarta vez consecutiva, Carles Puyol premio al juego limpio y Marc Bartra, mejor defensor de la Liga Adelante.

Estas condecoraciones han sido otorgadas por todos los técnicos y jugadores de Primera y Segunda División. A diferencia del célebre Balón de Oro, politizado por intereses financieros y opíparas tendencias, estos premios recogen la intraesencia y el espíritu del fútbol. Es decir, han sido otorgados por los trabajadores de este juego, por la gente que sabe de ésto, por los que entienden de verdad. Desalentadora lección para un Real Madrid que, pulverizando todos los récords y contando con un equipo bestial en todos los sentidos, no podrá hacer sucumbir la hegemonía de la filosofía del Barça.

Guardiola, plácidamente en su presurizado año sabático en Manhattan, ha sido reconocido por sus colegas de profesión como el mejor, mientras José Mourinho se dedica, fiel a su estilo, a lanzar odas rimbombantes a todos los medios pero carentes de contenido lógico. El problema es que ya nadie se cree a Mourinho. Quizá la primera temporada, con el fulgor que suscitó, sus palabras causaban algo de estupor. En la actualidad, más que eso da risa. Se trata de algo así como ese payaso, cuyos chistes ya hemos escuchado mil veces, y al que le reímos las gracias por compasión.

Precisamente por ello, Mourinho nunca pasará a la historia del fútbol. Como entrenador, sus títulos no pasan desapercibidos, al igual que los de Pep pero las cosas no son así. En fútbol se puede ganar y, por otro lado, se puede ganar de forma diferente. Guardiola reinventó el sistema de Cruyff y evolucionó hasta la sublimación del deporte, atribuyendo aspectos a un juego en el que se creía todo inventado. Mourinho no. Dicen los iluminados que Mou es la principal referencia de fútbol de contraataque y la realidad es que el Real Madrid no juega al contraataque. En realidad, no juega a nada. Es la ilusión óptica de creer que juegan al contraataque por contar con una expeditiva defensa y una abrumadora delantera. Pero eso no es contraataque. De hecho, el Real Madrid no juega a nada. Gana y punto.

Y no es algo que diga yo. Como siempre, la historia nos lo demuestra. En el año 2010, el Inter de Milán ganó el Triplete (Scudetto, Copa de Italia y Champions) con Mourinho pero nadie se acordará de ese equipo. La gente seguía hablando del Barça, al igual que este año como pasó con el Chelsea. ¿Quién se acordará de ese ultraespeculador equipo londinense de azul dentro de 20 años? Nadie. Hace dos años también, Holanda podría haber ganado el Mundial, pero no hace falta que diga cómo jugaban los Van Bommel, Sneijder, Heintinga y De Jong de turno. De nuevo, los Oranje no ganaraon ninguna de las finales anteriores (Alemania 1974 y Argentina 1978) pero permanece indeleble en la memoria de todos, mucho más que la Alemania de Beckenabuer y la Argentina de Kempes que se quedaron con la Copa en casa. El Madrid gana. El Barça es recordado.

Inspirado en el artículo de Lluís Mascaró en el Diario Sport. (El fútbol humilla a Mourinho).

3 de noviembre de 2012

Genes engañosos


Día de enhorabuena para el barcelonismo y, por qué no decirlo, para el fútbol en general. En la tarde pasada, el jugador argentino del Fútbol Club Barcelona, Leo Messi ha sido padre por primera vez. Thiago Messi nació en la clínica Dexeus de Barcelona. Por ello, el crack argentino no pudo asistir al entrenamiento del Barcelona aunque, como ha indicado Tito Vilanova, es posible que si esté ante el Celta. La cigüeña colocó el nido de Thiago en manos del mejor jugador de fútbol actual. No sabemos si el primogénito de Messi será un gran futbolista, si le gustará el fútbol. No obstante, hay casos en los que el fútbol no se lleva en la sangre.

El hecho de llevar apellidos tales como Maradona, Cruyff y Beckenbauer puede ser un arma de doble filo. Por un lado, es una rápida vía de acceso para el deporte de alto nivel. Por otro lado menos deseable, crea unas expectativas y una presión añadidas para nada recomendable. Un dorsal con un simple apellido puede pesar mucho porque, afrontémoslo, siempre va a pesar la comparación con su progenitor. Esto es algo perpetrado básicamente por los medios de comunicación y tiene unas nefastas consecuencias para el heredero en cuestión. Echémosle un vistazo a los casos más sonados...

Jordi Cruyff nació en 1974, curiosamente, el año en que su padre sentó cátedra en el fútbol europeo, llegando a la final del Mundial de Alemania. Se formó en las categorías inferiores del Barça y llegó a debutar en la selección neerlandesa. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, el despido fulminante de su padre como técnico del Fútbol Club Barcelona aceleraron la salida de Jordi Cruyff. Fue entonces cuando se enroló en las filas del Manchester United, equipo en el que ganó la Premier League y la Intercontinental.


En 1999 volvería a España, esta vez, para probar suerte en el Celta de Vigo que consiguió la cesión del primogénito de El Flaco por parte de los diablos rojos. Tras una temporada en la que se consagró como un hábil atacante, pasó al Deportivo Alavés en 2000, equipo en el que, sin duda, firmó su papel más destacado en su trayectoria. Llegó a la final de la Copa de la UEFA en 2001, que perdería ante el Liverpool y, con el descenso del club vasco en 2003, Jordi Cruyff fue fichado por el Espanyol. Fue 9 veces internacional, tanto con la selección de Holanda como en la de Cataluña y fue convocado por Guus Hiddink para la Eurocopa de 1996. Tras unos años en los que su nivel fue muy descendente y confinado en el dique seco, acabó su carrera en la Liga Chipriota en 2010.

Una de las emergentes estrellas que finalmente acabó estrellándose fue Edinho, nada menos hijo de Pelé. Para romper con la tradición, el hijo de uno de los máximos goleadores de todos los tiempos se desempeñó de portero y pasó casi la mayoría de su carrera en el Santos, club en el que Pelé es venerado y deificado hasta fines inconcebibles. Llegó a reconocer que su fama no se debía a nada, que nació ya siendo famoso y con una responsabilidad para la que no estaba preparado. Defendió durante cinco años la portería del Santos aunque es más recordado por episodios más turbulentos como dos detenciones, acusado por narcotráfico.

En Alemania, es menos conocido el caso de Stephan Beckenbauer, hijo del káiser, que apenas tuvo reconocimiento internacional. Pasó inadvertido a mediados de los ochenta en el Bayern de Múnich y acabó su estancia en el deporte rey jugando en Segunda División. En el caso de Maradona, su hijo no reconocido legítimamente Diego Maradona Sinagra fue un fugaz jugador que alternó su carrera entre la Tercera y la Cuarta División Italiana.


Naturalmente, también existen los casos de hijos que superaron a sus progenitores, que también alcanzaron la élite. En concreto, tenemos la saga Maldini en la que Paolo superó la leyenda de su padre Cesare en el AC Milán con 5 Copas de Europa y una vitrina de títulos realmente extensa. En nuestras fronteras, Manolo Sanchís Jr. igualó y superó el registro de su padre. Manuel Sanchís Hontiyuelo ganó la Séptima Copa de Europa con el Real Madrid en 1998, la primera en su particular palmarés, y revalidó título en 2000 con la consecución de la Octava del club blanco, superando así a su padre Manuel Sanchís Martínez.

En el mundo del baloncesto, Marcus y Jeffrey Jordan no pudieron sostener sobre su hombro el peso de su apellido y se retiraron de las canchas en la Liga Universitaria a los 21 y 23 años. Parece evidente que el hecho de llevar un apellido de tales dimensiones puede ser beneficioso al principio para hacerse un hueco en la élite de un modo más sencillo, aunque todo ello es mermado rápidamente por la presión y expectativas que se depositan en un jugador. Y se trata de algo justo porque para llegar a lo más alto hay que recorrer un largo camino y trabajar con tesón.

Hoy es un día de alegría. Con sus pocas horas de edad, el pequeño Thiago yace en los brazos de su madre, Antonella, y su padre acapara todas las portadas como el crack que es. Igual en unos años también lo hace él. El 3 de noviembre de 2012 pasará a la historia como el día en que nació el nuevo Mesías, el hijo de D10S, Thiago Messi. ¡La saga continúa!


Fuente: Diario Sport (3/11/2012). Thiago Messi, la gran esperanza para romper el maleficio del heredero.