31 de diciembre de 2016

Resumen de 2016. ¡Rumbo a 2017!


Dejamos atrás un año 2016 lleno de victorias importantes, de encuentros memorables y de otros momentos de no tan grato recuerdo. A la victoria del Sevilla FC en la quinta Europa League de su historia, la vigésimo cuarta Liga del FC Barcelona y la conquista de la undécima Copa de Europa del Real Madrid, hay que sumarle pérdidas importantes como la de Johan Cruyff, principal artífice de la filosofía culé, Carlos Alberto y Mohammed Alí y, por supuesto, la tragedia acaecida en el vuelo del Chapecoense que, evocando grandes desgracias como las de Torino y Manchester United, jamás llegaría a su destino.

El año comenzó con el quinto Balón de Oro para Leo Messi. El astro argentino, con su formidable galardón, se convirtió en el primer futbolista de todos los tiempos en revalidar por quinta vez la preciada distinción que una vez más lo situaba en  la cúspide del orbe futbolístico. La lucha encarnizada de La Pulga contra Cristiano Ronaldo, lidiando por ostentar el puesto de mejor jugador del mundo, cogía así cierta ventaja para el jugador azulgrana. Pero 2016 ha deparado mucho más, sobre todo para el fútbol español, siendo recordado con toda probabilidad como uno de esos años que pasarán a la historia.

El Sevilla FC volvió a demostrar por qué la Europa League es su competición fetiche. Los andaluces lograron nada menos que su quinto entorchado en dicho certamen tras anteponerse al Liverpool, con tres laureles, en la final de Basilea. Sobre los rojiblancos recayó la presión de adelantar a los Reds y posicionarse en solitario como el club con mas condecoraciones en su haber. En una final de infarto, el Sevilla tumbó a los ingleses con los goles de Gameiro y Coke por partida doble, tras superar el tanto inicial de Sturridge. El ímpetu demostrado por los nervionenses, telegrafiado en el campo por un soberbio Mariano, llevó en volandas la quinta Europa League a las vitrinas del Sánchez-Pizjuán por quinta vez. Y todo ello en sólo una década.


Mayo sería especialmente recordado por los aficionados barcelonistas. Pese a la derrota en el Camp Nou ante el Real Madrid en abril, el Fútbol Club Barcelona se adjudicó los títulos de Liga y Copa, en un doblete, más conformista que terapéutico, que sabría a poco con la victoria del Real Madrid en la Champions League. En la final de Copa del Rey disputada en el Vicente Calderón contra el Sevilla, con la resaca de la Europa League aún, los azulgranas tuvieron que servirse de la prórroga para doblegar a los de Unai Emery, con dos tantos agónicos de Jordi Alba y Neymar. Ambos goles darían al cuadro catalán su vigésimo octavo título en la competición, siendo el club más laureado en la competición decana del fútbol español.

La misma fortuna correría el Barcelona de cara a la competición doméstica. Con Luis Suárez como máximo artillero de la Liga con la nada desdeñable cifra de 40 goles, la nave de Luis Enrique cantaría el alirón con 91 puntos, uno menos que su perseguidor más cercano, el Real Madrid. Descenderían al infierno de la Segunda División, Rayo Vallecano, Getafe y Levante que serían reemplazados la temporada siguiente por los ascendidos Alavés, Leganés y Osasuna. Además de los culés, Real Madrid, Atlético de Madrid, Villarreal y Sevilla, este último en calidad de campeón de la Europa League se clasificarían para disputar Champions League, mientras que Athletic de Bilbao y Celta de Vigo se harían con un pase para la segunda competición continental.

Por su parte, el Real Madrid volvería a coronarse campeón de Europa. Y lo haría ante el mismo rival con quien acontecería dos años antes: el Atlético de Madrid, aunque esta vez cambiaría el cálido clima lisboeta por el glamour milanés. En la cita de San Siro, los merengues ganarían una vez más a su eterno rival que no conseguiría resarcirse de la cita de Lisboa. Después de dejar en la cuneta a Roma, Wolfsburgo y Manchester City, el Real Madrid llegaría a la tanda de penaltis merced a los goles de Sergio Ramos y Ferreira Carrasco. Desde los once metros, el fallo de Juanfran, la poca experiencia de Oblak y el disparo final de Cristiano Ronaldo condenarían a los colchoneros. Al igual que ocurrió dos años atrás, la casta y tesón de los blancos volverían a llevarlos al Olimpo europeo.


Con la temporada finalizada, llegó el verano y, con él, la Eurocopa. Una cita con sede en Francia en la que España fue encuadrada en un grupo a priori sencillo junto a República Checa, Turquía y Croacia. La victoria inicial de La Roja con un gol de Piqué que hizo estallar a admiradores y detractores a partes iguales, los de Del Bosque, quien anunció que dejaría el combinado nacional tras la Eurocopa, convencieron bastante por su juego desplegado. No sería una competición brillante desde el punto de vista técnico pero la ilusión comenzó a instalarse en una decepcionada España, instaurada en un relevo generacional tras la marcha de Xavi Hernández, que aún recordaba el varapalo del Mundial de Brasil. La excelsa goleada ante Turquía sería seguida con el tropiezo ante Croacia que mandaría a los nuestros de cara contra los grandes cocos de la Eurocopa.

Bajo un resplandeciente sol, al menos en nuestras fronteras, nos tocó Italia en octavos. El cruce de Saint-Denis se saldó con un 2-0 para la Azurra con goles de Chiellini y Pellé. La anhelada ánfora sería levantada al cielo parisino por una sorprendente Portugal que, en una cita con la historia, desarmó a la anfitriona Francia para desagraviar la derrota doce años antes ante Grecia en su propia Eurocopa. Los lusos se impusieron, sin Cristiano Ronaldo que abandonó lesionado el terreno de juego en el minuto 25 para ver desde el banquillo el gol de Éder en el minuto 109 que daba el primer gran título continental al fútbol portugués.

Tras el verano, un reformado Sevilla que había perdido a tres de sus principales bastiones como Krychowiak, Banega, Gameiro y con Jorge Luis Sampaoli en el banquillo comenzaría la recién inaugurada temporada con las derrotas en las Supercopas de Europa y España ante Real Madrid y FC Barcelona, respectivamente. La primera de ellas sería nuevamente con un gol de Sergio Ramos en el último momento. 2016 terminaría de manera trágica con el funesto accidente del Chapecoense mientras se dirigían a Medellín para disputar la final de la Copa Sudamericana, competición a la que habían llegado desde las categorías más inferiores del fútbol brasileño. En el siniestro perecerían 71 de los 77 ocupantes del avión, entre ellos 22 jugadores, el entrenador, su presidente y demás miembros del cuerpo técnico. En el plano deportivo, días atrás el Real Madrid se haría con su quinto Mundialito de Clubes ante el Kashima Antlers japonés. De este modo, así termina un 2016 repleto de momentos históricos. Con todo, esperamos que 2017 traiga más alegrías y mejores momentos, tanto en lo futbolístico como en lo personal. Que sea un año mágico cargado de salud, alegría, buen rollo y, como siempre, fútbol del mejor. Un abrazo a todos y nos leemos el año que viene.

28 de noviembre de 2016

Un punto con sabor a milagro


El empate del FC Barcelona cosechado en Anoeta ante una excelsa Real Sociedad ha dejado un sabor agridulce con tintes de derrota. Y mucho peor que podría haber sido. El fútbol atractivo y vistoso del conjunto azulgrana quedó eclipsado por las dudas que se empiezan a instalar entre una grada acostumbrada a unos resultados que vayan ineludiblemente asociados a su heráldica más incorruptible. Pero anoche no tendría lugar ni lo uno ni lo otro. A decir verdad, el punto lidiado en el fortín de San Sebastián hizo exhalar un soplo de tranquilidad entre una siempre exigente afición culé que empieza a impacientarse.

Porque el Real Madrid ganó y golpeó. El acongoje impreso en el ADN barcelonista ante la presión hizo acto de presencia en Anoeta. Y lo haría desde el primer minuto de partido. Tanto fue así que pronto se haría notar la alargada sombra de Andrés Iniesta. El de Fuentealbilla oxigena el centro del campo, descongestiona el tráfico de balón, aporta el ritmo necesario a la medular y conecta para que el tridente pueda hacer lo que mejor sabe hacer. Pero tampoco fue la mejor jornada de la MSN. A Suárez, desaparecido e hierático, le está costando encontrar su mejor versión, Neymar sigue perdido entre sus inocuas filigranas y Messi sigue demostrando que, sin haber sido el mejor, continúa siendo el mejor.

Hacía tiempo que el Barça no daba esa imagen propia de otros tiempos. Tiempos de vacas flacas, fines de ciclos, jugadores instaurados en la autocomplacencia e incluso algarabías institucionales. Los de Lucho mostraron su cara oculta, la de un esquema desdibujado, una puesta en escena desarbolada, un juego desestructurado y una falta de conexión que sitúan al encuentro de anoche entre los peores de la era Luis Enrique que, en su tercera temporada en Can Barça, aún tiene en Anoeta su única asignatura pendiente. Una némesis que, desde la distancia, dificulta la posibilidad de vislumbrar la cumbre de la clasificación.

A nivel táctico, el técnico azulgrana falló en su planteamiento, ejecución, diagnóstico y tratamiento, llegando tan sólo a realizar un cambio durante todo el encuentro, el de Denís Suárez por Rakitic en el tiempo de descanso, algo que no sirvió para amainar el ciclón txuri urdin que, con ebullición y tesón, dio un rotundo correctivo para certificar ostensiblemente los cambios que este equipo necesita. Con una posesión prácticamente intacta, la falta de circulación del balón en el centro del campo dejó a la delantera desconectada, cual islote esperando un balón que, con más potra que atino, cayera en los pies de Messi. Y que pasara lo que tuviera que pasar. La historia de siempre que, aunque previsible, no deja de ser maravillosa.

Y eso que tampoco fue la noche del astro argentino, pese al tanto del empate. Una jugada sensacional de Neymar, que no le exonera de merecidas críticas por exceso de florituras vacías, que culminó en el agónico gol que pareció bastante conformista para los jugadores. Así pues, parece que la ausencia de Iniesta está socavando la importancia del centro del campo y todo ello tiene lugar antes de la llegada del Real Madrid, con una distancia de seis puntos que, en un encuentro que será decisivo para el Campeonato de Liga, puede ser eterna y sentenciadora o ideal para renovarse. Crucemos los dedos.

30 de octubre de 2016

Jóvenes promesas: Kelechi Iheanacho


Dicen que África es la cuna de la humanidad. Dejando a un lado cuestiones darwinianas, lo único seguro es que de dicho continente han salido grandes jugadores que, en casos como George Weah, Didier Drogba o Samuel Eto'o, se han convertido en auténticas leyendas. Hoy analizaremos a otro africano que atesora las condiciones para emular a estos mitos: Kelechi Iheanacho. Nacido en Imo, Nigeria, el 3 de octubre de 1996, el africano es uno de los delanteros más prometedores del fútbol mundial. Su potencia, físico y velocidad le han valido para ser comparado nada menos que con Nwankwo Kanu. Ganador del Mundial Sub-17 en 2013 con la selección de Nigeria, su extraordinario papel en ese certamen le valdría para ser nombrado mejor futbolista joven de África por la Confederación Africana y MVP del campeonato con seis goles anotados.

Su proyección era tal que grandes clubes europeos como Arsenal y Oporto se interesaron por él, pero sería el Manchester City quien finalmente se hiciera con sus servicios en 2015 tras desembolsar la cantidad de 350.000 libras. De hecho, su evolución fue tan meteórica que el club inglés le haría ficha profesional de la primera plantilla para la temporada 2015/2016. Precisamente por las grandes dotes demostradas, Manuel Pellegrini, gran conocedor de la importancia de confiar en las jóvenes promesas con un futuro centelleante para que su trayectoria tome un rumbo ascendente, confiaría en el delantero nigeriano. Su debut goleador llegaría en Selhurst Park ante el Crystal Palace. Los Citizens perdían en el tiempo de descuento cuando Iheanacho, que había entrado poco antes con el dorsal 72, le daría la victoria a su equipo a falta de tres minutos para el final del encuentro.

Sin lugar a dudas, las grandes condiciones físicas son el principal rasgo definitorio de este fulgurante jugador africano. Con 1,87 de estatura, su potencia no eclipsa otras grandes virtudes como una velocidad endiablada, capacidad de desmarque, una más que notable aportación goleadora, posibilidad de atrasar su demarcación ofensiva para combinar con el centro del campo y un oportunismo envidiable. Todo ello erige a esta joya atacante como un auténtico coloso del área rival. Adicionalmente, la gran confianza de Pep Guardiola depositada sobre el delantero nigeriano postulan a convertirlo en una de las grandes referencias ofensivas del Manchester City y del fútbol en general durante los próximos años.


Referencias: Román García Fides (1/2/2016), Kelechi Iheanacho, la joya africana de los citizens. Página web Manda Pelotas.

24 de octubre de 2016

El portero que se disfrazó de delantero


Las anécdotas son esos elementos indispensables en el mundo del fútbol que pasan de generación en generación, contribuyen a la identidad de este maravilloso deporte y algunas de ellas quedan indelebles en el recuerdo para la posteridad. Una de ellas tuvo lugar el 24 de abril de 1996 entre las selecciones de Noruega y España en el Ulevaal Stadion de Oslo en un partido amistoso de preparación para la Eurocopa de Inglaterra. Aún quedaba más de una década para que aquel combinado nacional, entonces entrenado por Javier Clemente, firmara con rúbrica dorada su nombre en la historia, aunque ello no le impediría protagonizar una insólita y divertida anécdota.

El central Juanma López cayó lesionado y el seleccionador había agotado todos los cambios, por lo que no pudo sustituir al defensa del Atlético de Madrid. Un joven José Francisco Molina, guardameta suplente de la por entonces denominada Furia, se encontraba en el banquillo a la espera de debutar con la selección española. Pero lo haría en una demarcación muy distinta de la que solía jugar. Sin haber calentado y aún ataviado con el chándal, Clemente ingresó a Molina al terreno de juego, pero no para sustituir al portero, sino para jugar de interior zurdo. Luciría un dorsal 18 convertido en trece con la ayuda de un esparadrapo.

Y lo cierto fue que José Francisco Molina no decepcionó en su desconocida faceta de delantero. Tanto fue así que incluso estuvo a punto de marcar un gol con la selección española, en el que hubiera sido, sin duda, un debut complemente fuera de guión. Aquel rol inusual de Molina recordó a otros delanteros como Jorge Campos o René Higuita, porteros que, por diversión o frivolidad, solían abandonar los tres palos. El partido acabaría con empate a cero y aquel año Molina firmaría una inolvidable temporada en el Atlético de Madrid, al ganar la Liga y la Copa con el conjunto colchonero. El azar del fútbol quiso que el último de los nueve partidos que el guardameta valenciano jugó con la selección fuera también ante Noruega en la fase de grupos de la Eurocopa 2000.


Fuente: Marius (3/1/2013), Molina, de portero a delantero, Blog Anecdotario de Portería; David Mosquera (29/4/2016), El debut de Francisco Molina con la selección (1996), Blog Renaldinhos y Pavones; Página oficial de la Selección Española de Fútbol.

10 de octubre de 2016

Yo apoyo a Gerard Piqué... ¿y qué?


Muchos años antes de que una dorada estrella se posara para la eternidad en el escudo de la selección española, la Furia, como se le denominaba entonces, iba sembrado esperanzas para recoger decepciones cada dos veranos. El eslogan «Jugamos como nunca pero perdimos como siempre» adquirió una nueva dimensión tan rimbombante como desalentadora en las portadas de los principales periódicos. Las rondas finales de los Mundiales y las Eurocopas parecían reservadas para selecciones como Brasil, Italia, Alemania o Francia, mientras la selección española aún no se atrevía a eclosionar de su letargo para alcanzar esa mayoría de edad imprescindible para la legítima ambición de entrar en la historia.

De repente, algo cambió. No sólo el nombre del combinado nacional que pasó de ser la Furia para ser bautizada como la Roja, un término que, pese a los sarpullidos que pudiera causar a los medios de comunicación más cainitas y castizos de la España profunda y la caverna mediática, nos guiaría por la senda del éxito. Ese páramo yermo y desolado sería abonado con la sabia comandancia de Luis Aragonés donde recogería un estilo de juego envidiable que entraría en la historia no sólo por vencer, sino por convencer. Una pléyade de victorias que comenzarían en Innsbruck en 2008 para terminar en Kiev en 2012.

Era 2008 y ahí aún no estaba Gerard Piqué. Ese verano volvería a Barcelona, con sólo 21 años procedente del Manchester United, con una Champions League bajo el brazo, pese a disputar pocos minutos. No obstante, en aquella indeleble Eurocopa de Austria y Suiza se gestaría el éxito de la leyenda que vendría después. Ya en el Mundial de Sudáfrica 2010, el central catalán con sólo 23 años le arrebataría el puesto de defensa titular a todo un campeón de Europa como Carlos Marchena para formar una inexpugnable pareja en el eje de la zaga con su compañero y amigo Carles Puyol. Después vendría el gol de Iniesta en Johannesburgo, la Eurocopa 2012, los fracasos de Brasil 2014 y Francia 2016, el relevo generacional, la marcha de Del Bosque y una nueva etapa personificada en la figura de Julen Lopetegui.

Ese podría ser el argumento de ensueño para la novela deportiva más rompedora. Pero asumámoslo: así no funcionan las cosas en España. En la jornada de hoy, Gerard Piqué ha anunciado su marcha de la selección española tras el Mundial de Rusia 2018. Así de tajante se mostraba el jugador del FC Barcelona tras el partido ante Albania, valedero para la clasificación de dicho certamen internacional: «Después del Mundial 2018 dejaré la selección española»La polémica suscitada por la falta de los colores nacionales en la camiseta de España llevada por Piqué y elevada a la enésima potencia por la sensacionalista prensa ha sido el desencadenante de la decisión del futbolista. Dicho sea de paso, el uso de ese tipo de elásticas por parte del defensa son habituales en él, tanto en el cuadro nacional como en el equipo azulgrana, como sabrá cualquier seguidor. «Lo tengo muy meditado, no es un calentón. Siempre lo he dado todo en el campo y aunque algunos me lo han agradecido, otros no quieren que esté», ratificaba el jugador ante los medios de comunicación.

«Lo he intentado todo pero ya no aguanto más, lo de hoy con las mangas es la gota que colma el vaso. Han conseguido que pierda la ilusión por venir aquí y aunque después de Rusia tendré sólo 31 años, lo dejaré». Aunque triste, no sorprenden las declaraciones de Gerard Piqué, alguien que ha dado mucho a la selección sin necesidad de pasear un capote o mirar al cielo, golpeándose con tesón el emblema nacional. Porque en el periodismo deportivo actual, magistralmente explicado por Pichu Cuéllar la semana pasada, vale más generar polémicas absurdas, tan irrisorias como descafeinadas, que realizar un análisis riguroso y fidedigno de la realidad. Cuánto tienen que aprender de los compañeros de El Club de Axel Torres que tantas cátedras de periodismo deportivo imparten semanalmente en Bein Sports.

Porque no nos engañemos. ¿De qué sirve conseguir tres puntos cruciales en un partido fundamental ante República Checa para clasificarnos a los octavos de final de una Eurocopa si el responsable de ello se llama Gerard Piqué? Mejor quedarnos en la época en la que Raúl González mandaba penaltis a las nubes, eso sí, enarbolando españolismo por los cuatro costados. Ese es otro de los rasgos definitorios de la Marca España: desterrar a un jugador que, con 23 años era uno de los centrales más técnicos y cotizados del mundo, simplemente por desprender un fétido tufo catalán con el que llenar cuantiosas portadas de periódicos de tirada nacional. ¿Alguien se imagina a franceses o alemanes vilipendiando públicamente a mitos como Zidane, Henry, Beckenbauer o Müller, respectivamente, por unas declaraciones políticas, socavando toda su trayectoria con la selección? Yo tampoco.

Que sí, que las opiniones de Piqué en muchas ocasiones, pueden estar impregnadas de un halo de estridencia ideal para la prensa más amarillista —o blanquista—. Unos medios que son los encargados de informar, con el objetivo de conseguir una audiencia tergiversada. Es posible que la desacomplejada posición política de Gerard Piqué en relación a los problemas que atraviesan las relaciones entre Cataluña y España no hayan contribuido en la simpatía depositada hacia el jugador. ¿Pero no dicen que no hay que mezclar deporte y política? En esta ocasión, el pecado capital fue simplemente no lucir los colores rojigualdas en la camiseta, a sabiendas de que el diseño Adidas de mangas largas no dispone de ellos. He aquí el comunicado oficial de la Real Federación Española de Fútbol: «Al contrario de lo que han indicado algunos comentarios malintencionados en los que se acusaba al jugador español de cortar sus mangas para evitar vestir un remate con los colores nacionales, la RFEF quiere aclarar que dicho remate solo existe en la camiseta Adidas de mangas cortas, y no en la de mangas largas, que es la que usó Piqué en el encuentro. Esta ausencia de remate puede observarse en la camiseta de su compañero, Sergio Ramos que sí la utilizó larga».

Como diría Jules Winnfield en Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994): «Tengo un límite, Jules, hay un tope en la cantidad de abusos que puedo aguantar. Ahora mismo estoy como un coche de carreras y tú me estás forzando y solamente digo, sólo digo que es peligroso forzar demasiado un coche de carreras, sólo éso, podría estallar». Y es lo que tienen las explosiones: es posible que afecten a todos los situados en las zonas colindantes. Podría tratarse de una metáfora anticipada de lo ocurrido con Gerard Piqué. Los pitos en León, las crucifixiones mediáticas desde tiempos inmemoriales, las declaraciones políticas sacadas de contexto y las quisquillosas tentativas de encontrar un símbolo de desprecio hacia todo lo que apeste a España han desembocado en una decisión que, pese a no ser sorprendente, no deja de causar malestar entre todos los amantes del fútbol. Quizá el único aspecto positivo de la marcha de Piqué de la selección pueda ser la falta de argumentos de los adeptos más irracionales que no encontraban otro motivo que el económico en la presencia del mariscal catalán en la Roja. De cualquier forma, hoy es un día triste para los auténticos aficionados de este maravilloso deporte que ojalá encuentre su compensación el rectificación de Gerard Piqué, en un gran trasunto de la sentencia: «Quien se va cuando no lo echan, vuelve cuando le da la gana».

He aquí el comunicado oficial de la Real Federación Española de Fútbol, por los que aún se empeñen en defender lo indefendible.

4 de octubre de 2016

José Miguel Caballero: de Cádiz a Alemania


El fútbol regional nos brinda la posibilidad de conocer clubes modestos y jugadores humildes que pasan desapercibidos en la élite del fútbol nacional y europeo. José Miguel Caballero, a quien ya conocemos de otros posts, milita en las filas del Conil Club de Fútbol, equipo de la provincia de Cádiz, que fue fundado en 1931 como sucesor del Conil Deportivo y Conil Atlético. Enfundado en su clásica elástica amarilla, Caballero, popularmente conocido entre los aficionados como Josemi, es uno de los jugadores más interesantes del cuadro gaditano.

Hoy volvemos a hablar de José Miguel Caballero, analizando su trayectoria y su perfil físico-técnico. Un futbolista que, al igual que tantos españoles, emigró a Alemania en busca de oportunidades para luego volver a casa. Nacido en Chiclana en 1988, el mediocentro del Conil se formó en los escalafones inferiores del Cádiz CF, para ascender al primer equipo en la temporada 2008/2009 en Segunda División B. Anotó su primer gol con el equipo de la Tacita de Plata en su segundo partido, tras haber debutado ante el Guadalajara. Su primera ficha oficial con los cadistas llegaría en la temporada 2010/2011. Su buena actuación en el equipo andaluz le haría traspasar fronteras para recalar en el TSV Grunbach de las divisiones inferiores del fútbol alemán.

Su panorámica visión de juego, buena colocación, grandes cualidades físicas y capacidad asociativa para sacar el balón jugado hacia las líneas más creativas del juego le valieron que el filial del Karlsruher se interesara en contratar sus servicios. A ello también contribuiría su gran disparo con ambas piernas y cualidades para el robo y marcaje individual. Allí permanecería hasta regresar a España al fichar por el Chiclana, equipo desde que daría al salto hasta el Conil CF, donde juega actualmente. De este modo, el fútbol regional nos revela su esencia más pura de la mano de jugadores como José Miguel Caballero.

22 de septiembre de 2016

Hola, don Pepito; adiós, don José


Como si de una aclamada película de Christopher Nolan se tratara, las vidas de Josep Guardiola y José Mourinho tomarían rumbos paralelos desde que el técnico portugués aterrizó, en principio como traductor y después como asistente de Bobby Robson, en el FC Barcelona en 1996. Desde entonces, los caminos de ambos entrenadores volvieron a encontrarse en la Liga de Campeones de la temporada 2009/2010, cuando Guardiola, ya como técnico, entrenaba al conjunto azulgrana y el luso dirigía al Inter de Milán. Aquel doble cruce, primero en fase de grupos y luego en la recordada semifinal, se saldaría con la victoria del conjunto nerazurro en la Champions y su posterior fichaje por el Real Madrid, las mediáticas declaraciones, los cruces dialécticos, los clásicos impregnados en tensión, algún que otro dedo en el ojo y una lacerante rivalidad que incluso hizo temblar la estabilidad de la selección española.

Pero Guardiola se marchó y, al año siguiente tras haber dejado un vestuario del Real Madrid resquebrajado, lo haría Mourinho. Y con la marcha del portugués, la serenidad volvió a instalarse entre los dos colosos del fútbol español. Las trayectorias de los de Santpedor y Setúbal volverían a cruzarse en la Supercopa de Europa de la temporada 2013/2014. Guardiola, recién fichado por el todopoderoso Bayern de Múnich, de nuevo se citaría con su némesis al medirse con el Chelsea de José Mourinho, quien había vuelto a recalar en el banquillo blue. En aquella ocasión y tras un emocionante encuentro, el cuadro bávaro levantaría el cetro europeo al imponerse en la tanda de penaltis, en el que sería el primer título de Guardiola en el equipo teutón.

El técnico catalán dejaría patente su filosofía y estilo de juego en el Bayern de Múnich, conquistando la friolera de tres Bundesligas, aunque en las tres temporadas que dirigiría a los alemanes siempre tuviera una asignatura pendiente: la Champions, un torneo en el que perecería curiosamente ante tres equipos españoles: Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid. El portugués, por su parte, sólo lograría dos títulos con el Chelsea: la Premier League y la Copa de la Liga en 2015. Sería destituido en diciembre de 2015 dejando al cuadro londinense decimosexto en la Premier League, con sólo cuatro victorias, tres empates y nueve derrotas en 16 jornadas de competición.

Y tras sendas estancias en Londres y Múnich, algunas con recuerdo más grato que otras, las vidas de Mourinho y Guardiola nuevamente se cruzarían en 2016. Esta vez, sería en el campeonato doméstico inglés, más concretamente, en la ciudad de Manchester. Era el aditivo final para rubricar la encarnizada batalla deportiva y la confrontación de dos estilos de juego diametralmente opuestos. Las antípodas de las concepciones futbolísticas de ambos entrenadores quedarían confinadas en Manchester, un enclave idílico destinado a tal fin. Una ciudad donde se respira fútbol por los cuatro costados y que tendrá la suerte de ser testigo directo de la función más rompedora en el Teatro de los Sueños con un radiante cielo azul como exquisito telón de fondo. Y con banda sonora de Oasis.

Decía el eslogan de una archiconocida marca deportiva con nombre de diosa griega que «El fútbol te devuelve lo que le das». Y sería en una camiseta conmemorativa de una de las consecuciones del FC Barcelona de Pep Guardiola, precisamente. Algo así ocurría en el primer derby de la temporada donde la victoria por 2-1 del City sobre el United dejaría en evidencia que no se trataba simplemente de un simple triunfo, sino de la supremacía de una idea que, por desgracia para muchos, aún sigue latiendo con más fuerza e intensidad que nunca. Y algo parece indicar que seguirá haciéndolo durante mucho tiempo.

Para los más resultadistas, no se trata simplemente de la imposición de un estilo en detrimento de otro, sino de datos tangibles. Los números hablan por sí solos y tratan mucho mejor a Guardiola que a Mourinho. El Manchester City es líder en solitario de la Premier League con 15 puntos, lo que viene a significar cinco victorias y ninguna derrota ni empate. Y en Europa, los citizens le endosaron un inapelable 5-0 al Borussia Mönchengladbach en la fase de grupos de la Champions League. En cambio, el balance para el portugués es algo mejor que desastroso. Los Red Devils son séptimos en la tabla con nueve puntos y perdieron en la Europa League ante el Feyenoord holandés por 1-0. Dicho sea de paso, ambos clubes volverán a medirse, esta vez en la Copa de la Liga.

En cuanto a juego, el City es el equipo que más pases completa y el que cuenta con un estilo más sólido. Mucho más que el del United. El juego de los Diablos Rojos es vistoso y alegre; el de los citizens, previsible, especulativo y aburrido, además de los nefastos resultados obtenidos. Aunque aún nos encontramos en los comicios de la competición, el juego del conjunto dirigido por Pep Guardiola recuerda por momentos al que desplegó en Barcelona, mientras que los de Mourinho dejan clara la falta de ideas y las profundas carencias tácticas de su juego. Guardiola ha sabido implementar sus ideas deportivas y el portugués sólo ha conseguido poner excusas. «Podemos trabajar y mejorar mucho en nuestro juego, pero los errores del colegiado no están bajo mi control. No puedo hacer nada para mejorarlo» diría el portugués tras caer derrotado ante el Watford por 3-1.

Todo ello queda reflejado en los fichajes realizados durante el pasado verano por ambos clubes. Aunque ninguna de las entidades ha escatimado en gastos con un desembolso superior a 200 millones de euros, el Manchester City ha realizado incorporaciones que han buscado perfeccionar el esquema de juego, rellenar algunas carencias y que encajaran en el estilo del de Santpedor. Ejemplos de ello han sido las llegadas de un portero con buen manejo de los pies como Claudio Bravo, un rasgo inherente en cualquier guardameta bajo la batuta de Guardiola, un central de perfil técnico y con buena salida de balón como John Stones, un mediocentro de ida y vuelta como Gundogan y un delantero con capacidad combinativa como Nolito. Sin embargo, el United invirtió nada menos que 105 millones de euros en Paul Pogba, más que los citados jugadores juntos. El galo no está cumpliendo con las expectativas depositadas en él, dadas las escasas opciones asociativas en la medular del United. El doble pivote de Pogba agenciado con Fellaini no termina de convencer. Mientras las dudas sobre el rendimiento del francés empiezan a sembrarse entre la afición, Guardiola hizo debutar a Aleix García, un jovencísimo jugador de 19 años con un futuro prometedor. Y es que en fútbol, el fin no siempre justifica los medios. He aquí uno de esos casos.

Fuente: Carlos Pérez de Rozas (22/9/2016). Primer combate de KO para Pep. Diario Mundo Deportivo.

12 de julio de 2016

Portugal, el Leicester de la Eurocopa


La decimoquinta edición de la Eurocopa se saldó con la inesperada victoria de Portugal que, por primera vez en los 56 años de historia del Campeonato Europeo de Naciones, se alzó campeona del título. El combinado luso se impuso la anfitriona, Francia, en el estadio de Saint-Denis con un solitario 1-0 en la prórroga, obra de Éder. al igual que el talentoso delantero brasileño que sorprendió al mundo en el Mundial de España 1982. Los Bleus no pudieron reverdecer los laureles de las gestas de la Eurocopa 1984, también disputada en suelo francés como el Mundial 1998, o la de 2000 celebrada en Bélgica y Holanda.

El triunfo de Portugal no figuraba ni en las apuestas de los más optimistas. Encuadrada en un grupo a priori sencillo compuesto por Islandia, Austria y Hungría, el cuadro dirigido por Fernando Santos se sirvió del innovador nuevo formato en el que los mejores terceros clasificados pasarían a una inédita ronda de octavos de final. Con sólo tres empates cosechados y un ínclito Cristiano Ronaldo cuya aparición sólo tuvo contables minutos estelares en forma de tres goles en todo el torneo, Portugal accedería al itinerario fácil de la competición para llegar a la final apeando a Croacia, Polonia y Gales.

La Eurocopa de Francia 2016 no será recordada por el vistoso y atractivo fútbol desplegado por los equipos participantes que sería culminado con la coronación de una Portugal resultadista y expeditiva. Aunque sí quedará grabada en la historia por la actuación de una neófitas Islandia y Gales que rompieron en añicos todas las expectativas depositadas en ellos. Las selecciones no jugaron con la intención de ganar, sino con el objetivo de no perder. Sólo así se explica que la final entre Francia y Portugal fuera la única en toda la historia sin goles en los noventa minutos reglamentarios

Ni la vigente campeona del mundo, Alemania, que parecía favorita indiscutible al título, sedujo a la afición con el fútbol directo que le hizo levantar su tetracampeonato en Brasil 2014. De igual modo, tampoco sería el caso de la anfitriona, Francia, con un equipo tan inexperto como brillante, que no causó destellos en las retinas de los aficionados y cuya veterana juventud se to´p de bruces contra los muros portugueses. España, inasequible al relevo generacional, sorprendería a propios y extraños practicando, con permiso de Croacia, el fútbol más atractivo de la competición, pese a que ambos conjuntos perecieran en octavos de final.

Bélgica, que postulaba a ser la clara revelación del certamen con jugadores como Lukaku, Hazard, Carrasco, Courtois, Nainggolan, Fellaini y Witsel, se estrelló por el camino, de manos de una Gales que, comandada por un extraordinario Gareth Bale llegó a las semifinales del torneo, en su primer gran campeonato internacional desde el Mundial de Suecia 1958. Islandia, enfundada en una camiseta que recordaba al del equipo de la gran película Evasión o victoria se contagiaría de ese heroismo con el Sylvester Stallone aplastó a los nazis para llevar en volandas al equipo nórdico a los cuartos de final de la Eurocopa. Sería el campeonato del adiós a nivel internacional para Zlatan Ibrahimovic y Gianluigi Buffon que, diez años después de ganar el Mundial con la Azurra, dejaría la selección sin haber ganado la Eurocopa pero tras haber presenciado el estrambótico penalti de Zaza. 

También sería el campeonato en el que la madurez del portero húngaro, Gábor Kiraly, con 40 años compitió con el joven desparpajo de Renato Sanches que, a sus 18 años, es el jugador más joven en haber disputado una Eurocopa. En una Eurocopa sin tres campeones (Holanda, Dinamarca y Grecia), Antoine Griezmann con sus seis tantos y, por tanto, máximo artillero del torneo, conseguiría el mayor registro goleador de un jugador en una Eurocopa, tras los nueve goles de Michel Platini en 1984, de mucho más grato recuerdo para los seguidores franceses.

Portugal se hizo con la victoria que la historia, mimetizada en forma de tragedia griega, le arrebató en su edición de 2004, aunque esta vez el papel de verdugo a domicilio caería en sus galones. Y lo haría sin su estrella, Cristiano Ronaldo, que tuvo que dejar el terreno de juego en el minuto 24 de la primera parte tras una patada de Payet. Una Eurocopa en la que Portugal pudo consumar su particular vendetta ante los galos, en su primera conquista oficial en 41 años, en las que Francia desbancó a Portugal en tres semifinales: Eurocopa de 1984, en la edición de Bélgica y Holanda 2000, así como en el Mundial de Alemania 2006. Y es que si 2016 será recordado por el éxito poco esperado como el del Real Madrid con su undécima Champions League y la del sorprendente Leicester City campeón de la Premier League, a esa lista se unirá la de Portugal con la primera Eurocopa de su historia.

Parabéns, Portugal.

9 de junio de 2016

Ibrahimovic: "Los jueves por la noche veo Cuéntame"


Muchos están siendo los rumores vertidos acerca de Zlatan Ibrahimovic durante este verano. El delantero sueco termina contrato con el París Saint-Germain y el misterio del ariete aún es una incógnita. Algunos lo sitúan en la MLS norteamericana, otros apuestan por su retorno al AC Milan e incluso se habla de un millonario contrato que lo ate con el fútbol qatarí. Sin embargo, el que está cobrando más fuerza relaciona al ex jugador del FC Barcelona en el Manchester United, club donde volvería a estar bajo las órdenes de José Mourinho, con quien coincidió en su etapa en el Inter de Milán.

Pese a ello, el jugador nórdico ha desmentido categóricamente esa información. No puedo jugar en un club que no juegue la Champions League, manifestó Ibrahimovic. Preguntado por dicho rumor, dijo: Además, los jueves por la noche veo Cuéntame en el hotel del PSG con David Luiz y Aurier, que tampoco se pierden un capítulo y todos esperamos que no la cancelen. Hay que recordar que los 'Red Devils', al quedar quintos en la Premier League, jugarán la Europa League la próxima temporada, cuyos partidos se disputan los jueves, día que emiten Cuéntame cómo pasó, así que el jugador sueco no podría ser convocado. En relación a ello, el delantero declaró: Soy un gran fan del fútbol inglés, hay muy buenos jugadores, aunque ninguno tan bueno como yo. 

Concentrado con la selección de Suecia para la Eurocopa de Francia 2016, Zlatan Ibrahimovic se mostró encantado en atender a los micrófonos de 'Mis peloteros favoritos', a quienes les dijo que le podían hablar de tú: Lo único bueno de jugar en el Manchester United sería meterle un gol al City del filósofo, dijo de forma muy convincente y seria. Conviene decir que la Champions es el único gran título que se le ha resistido al ariete, a pesar de haber militado en cinco clubes campeones de Europa como Ájax, Juventus, Inter, FC Barcelona y AC Milan

Ibrahimovic, que cumplirá 35 años el próximo mes de octubre, también habló de José Mourinho, con quien se encontraría en tierras inglesas en caso de fichar por el cuadro inglés. José es un magnífico entrenador, me cae mucho mejor que el Filósofo, si me voy al Manchester le llevaré una caja de sugus de piña, que sé que le gustan mucho, bromeó. También haría mención a David de Gea, guardameta de la selección española o, más concretamente, a su pareja sentimental: Edurne está muy rica, a lo mejor me lo planteo y ficho por el Manchester United para que David me la presente, concluyó el ariete.

6 de junio de 2016

Perfil técnico de José Miguel Caballero, del Conil CF


Hace unas semanas, nos adentrábamos en los recovecos del fútbol más modesto de nuestro país para hablar del Conil CF y, en concreto, del jugador José Miguel Caballero. Repasamos la historia del club, desde su fundación en 2004 hasta su ascenso a Tercera División en 2010. Posteriormente, hablamos de la trayectoria del jugador, su paso por las categorías inferiores del Cádiz CF, su periplo por tierras alemanas en las filas de los escalafones menores del Karlsruher, TSV Grunbach, su vuelta a España para enrolarse en el San Fernando y, posteriormente, su salto al Conil CF.

Hoy hablaremos del perfil técnico de José Miguel Caballero, un jugador alejado de la ostentación de la élite y los estridentes neones de las grandes ligas europeas, pero sin embargo, alguien que representa el fútbol en su esencia más pura y honesta. Nacido en Chiclana, al igual que Rafael van der Vaart, el 29 de noviembre de 1988, es uno de los mediocentros más expeditivos y con recorrido de la Tercera División.

Centrocampista defensivo de 1,85 metros de altura, los rasgos más definitorios de José Miguel Caballero son la complexión fuerte, corpulencia y fondo físico. Asimismo, su visión de juego, disposición asociativa y capacidad de sacar el balón jugado ante la presión rival, hacen del chiclanero un futbolista de contención con un papel crucial para la medular del Conil CF. Alineado entre la zaga y los jugadores más creativos, Caballero lidera la transición defensa-ataque del conjunto gaditano. No obstante, su principal talón de Aquiles es la llegada desde segunda línea y disparo a media distancia.

José Miguel Caballero es eminentemente diestro, aunque también maneja el balón de forma cómoda con la pierna izquierda. Futbolista con gran orientación táctica del juego, puede desempeñarse acompañado en el doble pivote defensivo o único jugador por delante de la zaga. Tampoco es desdeñable su juego aéreo, tarea que ejerce con liderazgo y determinación sin incurrir falta. Todos estas características hacen de Caballero uno de los mediocentros más interesantes de la Tercera División.

4 de junio de 2016

Francia 2016: la Eurocopa de las ausencias


Para los amantes del fútbol, el verano de 2016 será una fecha ineludible en la agenda. La Eurocopa de Francia y la edición especial del centenario de la Copa América de Estados Unidos se darán cita de forma simultánea. Sin duda, serán dos grandes eventos que supondrán una delicia en el paladar de los aficionados más fieles. En el campeonato europeo, la selección española tendrá la oportunidad de revalidar el título conseguido cuatro años atrás en Kiev, conseguir su tercer entorchado consecutivo y el cuarto de su historia.

Francia 2016 será una Eurocopa que marcará un antes y un después en el formato del torneo. Por primera vez, 24 equipos estrenarán una inédita ronda de octavos de final en el camino hacia la final de París del próximo 10 de julio. Además de las estrictas medidas de seguridad que albergará el país vecino de cara al certamen, será la tercera vez que Francia celebra un Campeonato de Europa, como lo haría en 1960 y 1984. Muchas son las estrellas que lidiarán por levantar la preciada ánfora al cielo francés para entrar en la historia del fútbol. Sin embargo, también serán numerosos los jugadores que verán la Eurocopa a través de la televisión. He aquí los casos más importantes.

La selección anfitriona presume del equipo insultantemente joven convocado por Didier Deschamps que buscará reeditar las victorias de 1984 y 2000. A los Lloris, Mangala, Digne, Pogba, Matuidi, Giroud y Griezmann se une una larga lista de ausencias con las que se podría establecer un once de gran calidad. En defensa, las bajas más sonadas son las de Debuchy, Varane, Laporte y Tremoulinas. Varane, pese a proclamarse campeón de Europa a nivel de clubes con el Real Madrid, no ha firmado su mejor temporada. Por el flanco izquierdo, Benoit Tremoulinas, campeón de la Europa League con el Sevilla FC, tampoco viajará a Francia tras una grave lesión de menisco.

Alexandre Lacazette, extremo del Olympique de Lyon, también se perderá la Eurocopa, al igual que la estrella Franck Ribéry, por lesión. Las ausencias más destacadas, no obstante, se encuentran en la delantera del combinado galo. Karim Benzema fue apartada por decisión técnica de la selección tras el escándalo con Valbuena y Kevin Gameiro, revelación con el Sevilla, inexplicablemente tampoco disputará el campeonato. En su lugar, viajarán Giroud, Griezmann, Coman, Martial, Payet y Gignac, este último jugador del Tigres de la Liga Mexicana.

España, vigente campeona, presenta tantas dudas debido al relevo generacional que arrastra como bajas importantes. El adiós de Xavi Hernández marcará el camino del equipo nacional y, con toda probabilidad, el futuro de la selección en los años venideros. La oportunista lesión de Dani Carvajal, en la final de Champions ante el Atlético en Milán, dejará los galones del flanco derecho a Juanfran, Bellerín o Azpilicueta. En la medular, figuras importantes como Sergi Roberto, Isco y Saúl Ñíguez tampoco se enfundarán la camiseta de la Roja. Paralelamente, en la delantera del cuadro nacional, han sorprendido las no convocatorias de Diego Costa y Paco Alcácer, en las filas de Chelsea y Valencia, respectivamente, tras sendas temporadas muy irregulares de ambos conjuntos.

La flamante campeona del mundo, Alemania, cuenta con grandes jugadores que también se perderán la Eurocopa. Gundogan, recién firmado por el Manchester City de Pep Guardiola, Julian Draxler, Bastian Schweinsteiger y Marco Reus no acudirán a la cita de Francia. Por su parte, Italia no contará con Claudio Marchisio y Marco Verratti, por lesión. Las bajas de Andrea Pirlo y Mario Balotelli no sorprenden, sea el caso de la edad del primero o la indisciplina del segundo, aunque lo cierto es que reemplazar la marcha al mítico mediocentro de Milan y Juventus será una tarea tan titánica como utópica.

Bélgica, la que para muchos será la gran revelación de la Eurocopa, no contará con los servicios del inexpugnable defensa Vincent Kompany, que arrastra una lesión muscular que lo dejó fuera de las semifinales de Champions ante el Real Madrid. La selección inglesa también presenta vacíos importantes como Danny Drinkwalker, pieza fundamental para Claudio Ranieri en el sorprendente Leicester campeón de la Premier League que finalmente ha sido sustituido por Wilshere, tras haber jugado únicamente 144 minutos con el Arsenal. Alex Oxlade-Chamberlain también se perderá el campeonato después de la lesión de rodillas que sufrió en el partido de octavos de Champions ante el FC Barcelona.

Y por encima de todas, la gran ausente de la Eurocopa de Francia 2016 será Holanda. Tras haber quedado apeada en la fase previa, el combinado Oranje ha sido indudablemente ha sido una de las carencias más significativas de la fase preliminar, cuya última ausencia data de 1984, año que curiosamente también la Eurocopa se jugó en terreno galo. Los tulipanes se resarcirían con la inolvidable victoria en 1988 en Alemania Occidental con Van Basten, Rijkaard y Gullit. Aunque no podremos deleitarnos con estrellas de la talla de Arjen Robben y Memphis Depay, lo cierto es que la Euro 2016 puede suponer muchas cosas: el cambio de generación en España, la consagración de Alemania como gran potencia a nivel europeo, la fuerza de la juventud francesa, el cumplimiento de las expectativas de Bélgica e incluso el descubrimiento de nuevas promesas que tan sólo ayer no conocíamos.

13 de abril de 2016

José Miguel Caballero, el crack del Conil CF


El paradigma global del fútbol está cada día más situado en las altas esferas europeas y mundiales, donde los grandes equipos transitan las competiciones más laureadas mediante los servicios de los jugadores más prestigiosos del planeta. Sin embargo, la esencia del balompié no puede desprenderse del papel de los equipos más modestos que, al igual que el caso del Leicester City en la Premier League, muchas veces dan la campanada. Esos clubes que, militando en las categorías más humildes del fútbol nacional, condensan esa mágica idiosincrasia que dota al deporte rey de su mágica aura. Ése es precisamente el caso del Conil Club de Fútbol.

Apodados Atunes Amarillos por el color de la equipación y la acreditada fama del atún de esta famosa localidad gaditana, el Conil Club de Fútbol se fundó en 2004, heredero del histórico Conil que sería fundado en 1931. En sus primeras seis temporadas de existencia, el cuadro conileño militaría en las divisiones regionales del fútbol español, hasta que en 2010 diera el salto a la Tercera Divisón, lugar que ha ocupado ininterrumpidamente desde entonces. En su joven historia, muchos son los jugadores que han pasado por las final del Conil Club de Fútbol, aunque hoy hablaremos en concreto de la figura de José Miguel Caballero.

Nacido en Chiclana, al igual que Rafael van der Vaart, este jugador de 27 años ha pasado por las filas del Cádiz B en Segunda División B, tras haber recalado durante dos temporada en Alemania. Considerado una de las joyas del fútbol gaditano, Josemi, como es popularmente conocido en la Tacita de Plata, se ha postulado como un excelente mediocentro de contención, lo que le valió tener muchas posibilidades en el primer equipo que por entonces mititaba en Segunda División B. En sus dos temporadas en el Cádiz CF (2010/2011 y 2011/2012), José Miguel Caballero jugó 47 partidos y anotó nada menos que 3 goles, un registro goleador bastante favorable para un jugador puramente defensivo.

Pero la falta de minutos de juego de Caballero le haría buscar una salida en el extranjero, concretamente en Alemania. Recalaría en el TSV Grunbach para fichar posteriormente por el segundo equipo del mítico Karlsruher en la temporada 2013/2014. Después de dos temporadas en tierras teutonas, el jugador chiclanero fichó por otro equipo mítico de la Tercera División, el San Fernando, club donde permaneció hasta dar el salto y firmar por el Conil CF. Esta es la trayectoria de José Miguel Caballero, que nos enseña que a veces es conveniente disfrutar del fútbol en su estado más humilde, auténtico y desinteresado, lejos de los ruidos mediáticos que supone la élite construida a golpe de talonario.

24 de marzo de 2016

Hasta siempre, Johan. ¡Contigo empezó todo!


Hoy es un día triste para el mundo del fútbol. La noticia que todos los aficionados barcelonistas y del fútbol en general no querían oír ha llegado. Johan Cruyff, uno de los jugadores y entrenadores más legendarios del FC Barcelona nos ha dejado esta mañana al no poder superar las complicaciones surgidas a causa del cáncer de pulmón que le fue diagnosticado el pasado mes de octubre. Una enfermedad que evoca malos recuerdos en el corazón azulgrana y en todos a quienes ha golpeado con sus penosas consecuencias. Tenía 68 años.

Se va un mito. Uno de los pocos deportistas que cimentó su leyenda como jugador, con tres Balones de Oro en su haber (1971, 1973 y 1974) para luego rubricarla como entrenador, tras haber liderado al indeleble Dream Team, que cautivaría al orbe balompédico mundial en los años noventa. Un personaje que, con su particular carisma y carácter, nunca dejó indiferente a nadie. Sólo Cruyff sería capaz de lucir una camiseta diferente a la del resto de sus compañeros de la selección, por motivos de contrato. El Flaco colocó las bases para que la historia del FC Barcelona cambiase para siempre. Y bien que lo hizo. Su legado es incalculable. Lideraría al mejor equipo azulgrana de todos los tiempos, con permiso de sus pupilos Pep Guardiola y Luis Enrique, para conquistar la primera Copa de Europa del club en el mítico estadio de Wembley en 1992. Un título que le había dado la espalda a tantas generaciones que habían luchado por llevarlo a las vitrinas de Can Barça.

Elegido mejor futbolista europeo del siglo XX, hablar de Johan Cruyff es hacerlo de uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, al nivel de Pelé, Maradona, Di Stéfano o Zidane. El Flaco cambiaría para siempre la idiosincrasia azulgrana. Su amor por el fútbol ofensivo, que aprendería bajo la batuta de Rinus Michels en la escuela holandesa, quedó patente en la filosofía que aleccionó en Barcelona. Cruyff no concebía el fútbol si no era por medio de la posesión del esférico, el gusto por el juego atractivo y la obsesión por el ataque como mejor modo para defender, desprendiéndose de la racanez y el catenaccio especulativo. Al fútbol siempre debe jugarse de manera atractiva. Debes jugar de manera ofensiva, debes ser un espectáculo, sentenciaría en uno de sus memorables aforismos.

Cuando aterrizó en la ciudad condal como entrenador en 1988, Cruyff organizó la política deportiva de La Masía como pilar fundamental de su nuevo proyecto. Y no se equivocó. Bajo su batuta, insignias célebres como Pep Guardiola, a la postre su sucesor, y otros mitos foráneos como Laudrup, Koeman y Stoichkov alcanzarían el rango de leyendas mundiales. Jugadores con los que su relación sobrepasaba los límites del terreno de juego. Sólo así se explica los cigarrillos que compartía con Romario o con el mismo búlgaro con quien, pese a acabar mal, no escatimaría palabras de cariño y admiración. Ese sería el nocivo humo, con el que tantas veces peleó pero que finalmente le ganó la batalla.

Autor de frases tan geniales como Todo el mundo sabe jugar al fútbol si le dejas cinco metros de espacio u otras, brillantes y escuetas a partes iguales como Salid y disfrutar, la figura de Johan Cruyff ha marcado a generaciones que tuvieron la fortuna de verlo jugar y volar como jugador en el Camp Nou para luego culminar su inigualable trayectoria deportiva en su etapa como entrenador. Con la selección holandesa, a pesar de perder la final del Mundial de Alemania 1974 ante la Mannschaft de Franz Beckenbauer y Gerd Müller, su legado sería tan titánico que la Naranja Mecánica sería más recordada que el combinado teutón campeón del mundo. De hecho, el Káiser comentaría entre risas años después. Cruyff era mejor que yo, pero yo gané el Mundial y él no.

Dicen que cuando muere alguien que admiramos, una pequeña parte de nosotros también se va. Algo así debe haberle ocurrido esta mañana a Pep Guardiola, del que fuera entrenador, maestro, mentor y amigo. Y la dramática coincidencia ha querido que haya sido de la misma enfermedad que su fiel e inseparable Tito Vilanova, casi dos años después, y la que puso a prueba la valentía y coraje del gran Éric Abidal. Compungidos, todos hemos asistido al adiós de una leyenda que se ha ido de forma silenciosa y lejos de todo ruido mediático. Un rey sin corona mundial que se resarció de la victoria que la historia le robó para iniciar la senda del triunfo con los 42 títulos que el Barcelona ha logrado desde la llegada de Cruyff, sin duda, uno de los peloteros favoritos de quién redacta estas líneas. Y es que, parafraseando al ya eterno maestro holandés: El fútbol es un juego de fallos, por tanto, siempre se puede mejorar.

Buen viaje y gracias por todo. Parece que al final contigo realmente empezó todo.

16 de febrero de 2016

El penalti de Messi o el Guernica del fútbol


Corría el 5 de diciembre de 1982 cuando Johan Cruyff sentó cátedra en el fútbol europeo con una jugada que quedaría grabada en todas las hemerotecas. El holandés, en su segunda etapa en el Ájax de Ámsterdam, protagonizaría una jugada que permanecería indeleble que competiría con el inenarrable gol de Maradona ante Inglaterra en el Mundial de México 1986 o con el penalti de Panenka en la Eurocopa de Yugoslavia 1976. En un partido de la Eredivisie holandesa ante el modesto Helmond, el mítico jugador neerlandés, asociado con Jesper Olsen, volvería a hacer historia. Muchos jugadores han intentado reproducir ese inolvidable lanzamiento y algunos lo errarían como en el caso de Thierry Henry y Robert Pirés en 2005.

En fútbol, se hace evidente el aforismo de que el arte no tiene fecha de caducidad. Generaciones venideras seguirán hablando de esas jugadas míticas que han contribuido a endulzar el mágico aura que envuelve este maravilloso deporte. Y como si de un remake cinematográfico se tratara, el 14 de febrero de 2016, Leo Messi volvió a hacer historia. Confabulado con Neymar, el astro argentino haría su propia versión del mítico penalti de Johan Cruyff, aunque finalmente Luis Suárez, con una incesante galopada, fuera quien firmara ese inefable tanto.

Según la mecánica clásica de Newton, toda acción tiene su reacción igual pero opuesta. Este Barça, instaurado en la excelencia futbolística, con sus florituras y filigranas propias de un nivel de juego sencillamente sublime, está generando tantos admiradores como detractores, eufemismo de envidiosos. ¿Es Neymar un burlón por llevar a cabo una lambreta, mostrando una plasticidad y una potencia en la cadera y los tobillos al alcance de pocos mortales? ¿Ha ridiculizado Messi a un Celta agónico que esperaba el pitido final como si no hubiera mañana? Sólo plantear estas cuestiones es tan irrisorio como patético.

Es como si Zidane o Iniesta pidieran perdón tras llevar a cabo sus características ruletas o croquetas, respectivamente. O como si Garrincha fuese vil y despiadado por tener un abánico de regates legendarios. ¿También sería Higuita un provocador por su antológico escorpión contra Inglaterra en un amistoso de Wembley en 1995. ¿Y nada que objetar al exuberante tacón de Guti en Riazor que tantas portadas de Marca deparó? Chulear es limpiarse el escudo de campeón del mundo al ser expulsado en el Estadio Arcángel por agresión, pisar a un rival o no esperar cómo el rival recoge el título. Un penalti exquisito y exento de cualquier otro elemento que no sea supremacía deportiva. Solamente la idea de discutirlo resulta absurda, aunque sólo fuera para homenajear a Johan Cruyff, mientras se recupera satisfactoriamente de su enfermedad.

No hay provocación, ni humillación, ni nada remotamente parecido. Se trata de fútbol en estado puro y las tentativas de los medios de comunicación más rancios y corrosivos de demonizar el arte. Es un paralelismo con el histórico Guernica de Pablo Picasso, una obra que fue vetada en España y que sería trasladada al Museo del Arte Moderno de Nueva York. Si el fútbol no estuviera edulcorado por estas acciones impregnadas de belleza, arte y armonía, quedaría desprovisto de su ingrediente más especial. No caigamos en esa trampa.

Fuente: José Sámano (15/2/2016). Gracias Messi. Diario El País.