31 de diciembre de 2011

Rumbo a 2012


El cronómetro que marca la cuenta atrás para despedir 2011 ha empezado a cobrar vida. Los racimos de uvas abarrotan las tiendas de alimentación para pasar a ser servidos en copas y dar la bienvenida al nuevo año. Los más fiesteros preferirán quemar la noche en una discoteca y los más hogareños optarán por recibir con su familia este flamante 2012, calentitos en casa.

Sin lugar a dudas, dejamos atrás un gran año, al menos, en lo que a futbolístico se refiere. Recordaremos 2011 por ser el año I d.M, es decir, después del Mundial que La Roja conquistó de manera brillante en Sudáfrica hace hoy un año y medio. Fue el año de la cuarta del Barça y de los cuatro clásicos. El año del mítico ¿Por qué? de José Mourinho y del famoso dedo en el ojo a Tito Villanova. En suma, no fue un año aburrido...

Todo ello se tuvo que compaginar con el acomodamiento de la crisis en España. Fue el año de otra gloriosa Copa Davis lograda por Rafa Nadal y el equipo español de tenis. También merece especial mención el asesinato de Osama bin Laden, la victoria del Partido Popular en las generales y una preocupante tasa de paro en España. En cuanto al fútbol, así fue básicamente este año que ahora despedimos.

 

El gran papel de Real Madrid y Barça en las tres competiciones implicó que ambos equipos se enfrentarán de forma simultánea cuatro veces entre los meses de abril y mayo, algo inédito hasta la fecha. El resultado del trabajo realizado por ambas plantillas florecería esos días con la consecución de los grandes títulos de la temporada. En resumidas cuentas, lo único seguro es que estaba en juego el honor de dos formas diametralmente opuestas de concebir el fútbol.

Tras el primer encuentro en que Barça y Real Madrid empataron en el Bernabeu, todos eran conscientes de que el plato gordo de esta tanda de clásicos sería la final de Copa del Rey en Mestalla. En un buen planteamiento defensivo y especulativo de Mourinho, el Madrid se adjudicó la Copa del Rey tras ganar al Barça con un gol de Cristiano Ronaldo en la prórroga, antes de que Sergio Ramos la liara dejando caer la Copa por el autobús, camino de Cibeles.

En el doble enfrentamiento en semifinales de la Champions, el Barcelona ganó en la ida del Bernabeu por cero goles a dos, obra de Messi. No obstante, fue un encuentro muy polémico por la expulsión de Pepe y por las inmortales palabras de José Mourinho, tuteando a Guardiola. Tras el empate a uno de la vuelta, el Barça se clasificó para la final de Wembley, escenario mítico sobre el que reescribir otra dorada página en la historia el club.

 

El 11 de mayo de 2011 el Barça se proclamó campeón de Liga en el Ciutat de Valencia ante el Levante, a falta de dos jornadas para concluir la Liga. De este modo, comenzaba el primero de cinco títulos conseguidos este año que hoy despedimos. Era la tercera Liga de Pep y el noveno título de la era Guardiola. Sin lugar a dudas, fue una temporada realmente complicada, por la asfixiante presión del Real Madrid y las deleznables acusaciones de dopaje vertidas hacia el club. Se callaron muchas bocas.

Después de apear al Real Madrid en semis de la Champions, el Barça se encontraba con su historia el 28 de mayo en Wembley. El rival, al igual que dos años atrás, se trataba del Manchester United, empatado con tres cetros europeos con el conjunto barcelonista. Con un dominio abrumador, el Barça se impuso a los diablos rojos por tres goles a uno. Pedro abrió la lata, Rooney empató para que luego Messi volviera a adelantar a los hombres de Guardiola. Villa sentenció la finalísima con un auténtico golazo.

En el período estival, dejaron la nave culé Bojan, Milito y Jeffren. Como recambio, llegaron Alexis Sánchez y el anhelado Cesc Fàbregas que, sin duda, ha sido un revulsivo en lo que va de campaña. No recuerdo a ningún jugador que se adaptara tan bien procedente de Inglaterra. En su debut ante el Nápoles en el Gamper, Cesc se estrenó como artillero, siendo ése el primero de muchos goles como azulgrana.

 

Después llegó la Supercopa de España. Era la oportunidad de la revancha ante el Real Madrid por la derrota en Copa. Tras un buen partido de los blancos en el Bernabeu, no se pudo pasar del empate a dos. El dueño de la copa veraniega saldría después del enfrentamiento en el Camp Nou. Aquel partido, con el dedo de Mourinho como protagonista fue la éxtasis del barcelonismo. Un agónico gol de Leo Messi tras una gran jugada de Fàbregas puso el 3-2 definitivo en el marcador. Era el tercer título del año.

Fue un mes de agosto complicado. El próximo rival a batir sería el Oporto, vencedor de la Europa League, en el estadio Luis II de Mónaco. El Barcelona se impuso por dos goles a cero, obra de Leo Messi, en un inverosímil regate al portero, y de Cesc Fàbregas, que ya parecía un joven veterano. Así comenzaba la temporada, en la que el Barça culminó actuaciones sublimes, como el 8-0 al Osasuna, y empates a última hora como los cosechados en Anoeta y Mestalla. Y el Real Madrid, por su parte, no cedía ningún punto.

Así se llegó a un frenético mes de diciembre con la disputa del séptimo clásico del año. El Barça sabía que se jugaba media Liga y, pese al canguelo del que muchos hablaron, se impuso por tres goles a uno. La victoria ante el Real Madrid atenuó los efectos del jet-lag rumbo a Japón, donde el Barcelona aplastó al Santos de Neymar. A la victoria de la selección española sub-19, podemos sumarle en julio la victoria en la Eurocopa. Así cerramos un 2011 que ha estado teñido de azulgrana, esperando que 2012 sea ese año mágico de nuestras vidas, mientras vemos al mejor Barça.

27 de diciembre de 2011

Equipos históricos: Croacia 1998

 

La tensión política había surtido sus efectos. La caída del comunismo en Europa era una realidad evidente. Los tanques comenzaron a desfilar por las calles, al otro lado de los Balcanes. Las diferencias étnicas en Europa del Este creaban una bélica atmósfera. En Yugoslavia, se temía por una fragmentación de sus territorios y, al mismo tiempo, el gobierno yugoslabo se negaba categóricamente a aceptar la secesión de Eslovenia y Croacia, sus zonas más importantes. La guerra estalló en 1991, dos años después de la Caída del Muro de Berlín, después de que Eslovenia demandara su independencia. Croacia entraría en el conflicto como culminación de sus pretensiones nacionalistas. Tras una dura y cruel guerra, Croacia se declara independiente en el año 1991 y se erige como estado soberano.

Para sentar los precedentes de esta gran generación de jugadores, no se puede concebir a esta magnífica selección sin hacer alusión al Mundial sub20 de Chile en 1987. De aquel torneo saldrían nombres como César Sampaio o Mathias Sammer. Esta aún unificada selección sub20 de Yugoslavia escribió con letras doradas su historia en el Mundial sub20 de Chile 1987. Esta cuna de talentos, formada por nombres como Davor Suker, Robert Prosinecki, Zvonimir Boban y Robert Jarni, romperían todas la apuestas proclamándose campeona del certamen, dejando en la cuneta a Brasil y Alemania Federal.

Con esta prometedora plantilla, tres años después Yugoslavia acude al Mundial de Italia 1990, el primer gran torneo que la selección balcánica jugaría desde la Eurocopa de Francia 1984. Harían un buen papel, llegando a los cuartos de final del campeonato. No obstante, todas las tensiones políticas acumuladas desde la caída del Muro de Berlín y el fin del comunismo en Europa del Este desembocan en una batalla campal que tiene lugar en un partido entre Estrella Roja y Dinamo de Zagreb, los dos equipos más importantes de Serbia y Croacia, respectivamente. El odio existente en esa sociedad entre croatas y serbios se materializa en un creciente un clima de crispación e insultos que termina en una invasión de campo en la que se ven involucrados en la pelea los aficionados, policías y los mismos futbolistas. De hecho, Boban patea a un policía que golpeaba a un aficionado. Ese hecho le impediría jugar el Mundial de 1990.



Un año después precisamente el Estrella Roja serbio se proclamó campeón de Europa, contra todos los pronósticos. Dicho esto, en esa plantilla se generaría el crecimiento de estrellas como Robert Prosinecki, clave en la selección croata que lograría el bronce en Francia 1998. Sin embargo, la leyenda de la mejor generación de la historia del fútbol croata vería la luz dos años antes, en la Eurocopa de Inglaterra 1996...

Un país aún desvalijado tras el sangriento conflicto armado acudiría al que sería su primer gran torneo desde su separación de Yugoslavia. Croacia ganó en su primer encuentro a Turquía por la mínima, perdió con la Portugal de Luis Figo y Joao Pinto por tres goles a cero y ganaría por el mismo resultado a la selección de Dinamarca, vigente campeona de Europa por entonces. Aquel encuentro en Sheffield es recordado por la exquisita vaselina que Davor Suker, estrella croata, le endosó a Peter Schmeichel, legendario portero del Manchester United, tras un desdichado contraataque a favor de Croacia.

Ese año la Eurocopa estrenaba su formato actual de 16 selecciones. Para el encuentro de cuartos de final, la suerte deparó un choque entre Croacia con una de las selecciones más fuertes del certamen y, a la postre campeona, selección de Alemania. El equipo balcánico cayó eliminado por dos goles a uno. Los tantos de Jürgen Klinsmann y Matthias Summer de penalti apearon a los Vatreni que no pudieron superar a los teutones pese al solitario gol de Davor Suker.


Tras la discreta pero encomiable participación en la Eurocopa, la selección arlequinada comenzó su fase de clasificación para el Mundial de Francia 1998. El camino hacia Francia no fue nada sencillo, pues Croacia acabó segunda del grupo de su zona y tuvo que jugar la repesca ante Ucrania, también segunda, que había dejado atrás a Portugal. En la ida disputada en Zagreb, los Vatreni impusieron distancia en la eliminatoria gracias a un esperanzador 2-0 con goles de Slaven Bilic y Goran Vlaovic dejando bien encarrilada la eliminatoria. En la vuelta celebrada en Kiev, un joven Andriy Shevchenko acortaría distancias en el global de la eliminatoria, gol que sería igualado por Alen Boksic. Los balcánicos decidirían esperar a Ucrania, lo que dejaría cerrada la clasificación de Croacia para el Mundial 1998.

Los croatas concentraron su orgullo y miseria sufridas por la desoladora guerra para dejar claro que serían un duro rival a batir en el siguiente Campeonato del Mundo. Cuando el balón empezó a rodar con los Campos Elíseos como telón de fondo, esta selección de jugadores empezó a maravillar mientras arrasaban con goles todos los campos de fútbol franceses que pisaban e incluso plantándoles cara a las mejores selecciones del mundo. El fútbol de Croacia era alegre, directo, vertical, muy eléctrico, decorado por las genialidades técnicas de Boban, Asanovic y Jarni y perpetrado por la incuestionable capacidad goleadora de Davor Suker. Se trataba de una escuadra con una pegada demoledora, con un estilo muy definido de contragolpe en base a una solidez defensiva erigida en torno a Bilic y Simic.

Obviamente, el jugador más conocido de Croacia era Davor Suker. Campeón de Europa ese mismo año con el Real Madrid y conocido por su paso en el Sevilla, se trataba de un ariete completo, rápido en el desmarque, con una velocidad vertiginosa, un disparo demoledor, depurada calidad técnica e infalibre a balón parado. Respecto a su faceta goleadora, acabó proclamándose máximo anotador del Mundial con seis goles y es el goleador histórico de su selección con un registro de 45 goles.


Era un equipo muy joven y con muchas ganas de triunfar en Europa. La selección de cuadros también estaba integrada por jugadores que ya militaban en grandes equipos europeos como Boban, Jarni, Tudor, Prosinecki, Asanovic, Bilic, Stanic, Vlaovic y el mencionado Suker. Dicho sea de paso, Dario Simic, jugador croata con más internacionalidades (100, en total), es el único futbolista del combinado nacional que, además, jugó los Mundiales de 2002 y 2006. La sublime actuación de Croacia en la Copa del Mundo también destapó a grandes promesas que se consagraron con el podio como Soldo, Maric y Stimac, entre otros.

El secreto del equipo consistía básicamente en la línea ofensiva de delanteros que le aportaba una opulenta pegada en la zona de ataque. En efecto, Croacia jugaba con dos puntas: Davor Suker y Alen Boksic, al que una oportunista lesión lo apartaría del Mundial y sería sustituido en la fase final por Goran Vlaovic. Juntos, formaban un tándem explosivo. Mientras los dos arietes se repartían los goles, Robert Prosinecki estaba situado en la mediapunta, agotando sus días de fútbol, y Robert Jarni ejercía de incombustible carrilero por el costado izquierdo. Slaven Bilic, defensa histórico de Croacia, ejercía de mariscal de la zaga con Simic y Stimac.

Croacia queda encuadrada en el Grupo H del Mundial junto a Argentina, Jamaica y Japón. Dicho sea de paso, caribeños y nipones también eran debutantes en una Copa del Mundo. Cuando Croacia debutó en el Mundial en el estadio Félix Bollaert de Lens frente a Jamaica, todos eran conscientes de la calidad que atesoraban muchos jugadores del cuadro balcánico. Lo que pocos se podían atrever a soñar es que Croacia, ese país que se encontraba en una insultante niñez política, fuera a plantar cara a las grandes potencias como Argentina o Alemania en el encuentro de cuartos de final en el que le enchufó un indiscutible tres a cero a la Mannschaft. Incluso puso entre las cuerdas a la selección local, Francia, en las semifinales en Saint-Denis. Ésa es precisamente la grandeza del fútbol: hacer posibles cosas que en el mundo real se tornan verdaderamente complicadas de imaginar.


Croacia debuta ante Jamaica y, al descanso, el marcador campea un empate a uno con goles de Stanic para los europeos y Robert Earle para los centroamericanos. Una vez reanudado el segundo tiempo, los volantes del centro del campo croata fueron fundamentales. Un mediocentro de ida y vuelta como Prosinecki y la creatividad de Boban sentaron las bases del juego del equipo croata en la segunda mitad. De hecho, Robert Prosinecki anota el 2-1 y Davor Suker hace el 3-1 definitivo para los arlequinados. El próximo rival de Croacia sería Japón que había perdido por la mínima contra Argentina, un rival complicado al que una derrota los dejaba fuera del Mundial.

El partido ante el cuadro nipón fue áspero, dificultoso y no se presenció un buen juego en absoluto, con muy pocas ocasiones de gol. Davor Suker avisó estrellando un balón en el travesaño y, minutos más tarde, mediante una gran jugada individual de Asanovic, el 9 croata volvió a aparecer para batir a Kawaguchi y, de ese modo, llevarse los tres puntos al casillero europeo. Croacia estaba en octavos de final de la Copa del Mundo.

El tercer partido tendría tan buen cartel como irrelevancia. Croacia y Argentina, ya clasificadas, se enfrentaban para dilucidar quién pasaba como primera y segunda de grupo. La albiceleste se había reservado a los titulares como Simeone, Piojo López y Sensini y se impuso por la mínima con un gol de Pineda. En consecuencia, Croacia accedía a los octavos de final donde le esperaría otra de las revelaciones del torneo: la Rumanía del mítico George Hagi que habían pasado de ronda de forma totalmente invicta.


Los jugadores rumanos formaron con su particular look oxigenado, fruto de una apuesta. Croacia salió a por todas desde el principio. Tanto fue así que Davor Suker tuvo dos oportunidades para batir la portería defendida por Stelea. Rumanía se veía perdida inmersa entre el armónico juego croata. Las ocasiones más peligrosas de los rumanos llegarían al final del primer tiempo, por parte de Adrian Ilie, en una ocasión que fue solventada por Ladic, y por George Hagi que mandó un lanzamiento alto. En el descuento, Davor Suker transformó un penalti de Popescu a Asanovic. Ya en el segundo tiempo, Croacia dominó el partido de cabo a rabo y se adueñó de él. De hecho, pudo haber puesto distancia en el luminoso. La única acción peligrosa de Rumanía fue un tímido disparo de Craioveanu que Ladic detuvo sin complicaciones. Tras haber dejado a Rumanía en el camino, Croacia seguía adelante en su sorprendente participación en el Mundial. En cuartos de final, el rival a superar sería uno de los más complicados del torneo, Alemania, verdugo en la Eurocopa dos años antes.

El equipo germánico, actual campeón de la Eurocopa de Inglaterra 1996, estaba dirigido por Berti Vogts y era uno de los favoritos del torneo en el que estaban invictos. El encuentro comenzó con claro sabor alemán poniendo a Ladic contra las cuerdas varias veces, hasta que el jugador Woerns fue expulsado. Fue ahí cuando Croacia tomó el mando del encuentro y dispuso de las ocasiones más claras. Davor Suker pudo estrenar el marcador del estadio de Gerland en Lyon. Lo haría Robert Jarni mediante un sublime disparo cruzado que doblegó a Kopke.

Ya en la segunda mitad, Alemania lanzó toda su artillería en búsqueda del gol. Croacia, por su parte, se mostró mucho más cauta con el balón y jugó al contraataque. Bierhoff, héroe dos años antes en la Eurocopa, rozó el empate pero se topó con un providencial Ladic. En el minuto 80, las tablas teutonas se tornan francamente complicadas cuando Vlaovic sella el 2-0. A modo de colofón, Davor Suker rubricó la goleada con el 3-0 definitivo. Croacia era semifinalista del Mundial.


Clasificada como uno de los cuatro mejores equipos del mundo, a Croacia le esperaría Francia en semifinales, que venía protagonizando un excelente torneo y había eliminado a Italia en la tanda de penaltis en París. La estrella indiscutible de la primera parte de esta frenética semifinal fue Zinedine Zidane que pudo batir hasta en tres ocasiones a un soberbio Ladic. Al empezar la segunda mitad, mientras los asistentes a Saint-Denis aún se estaban acomodando en sus butacas, Davor Suker sorprende a una despistada defensa francesa, recibe un magistral pase de Asanovic que vende a Lizarazu y bate a Fabien Barthez en la salida. Pero Francia no se amilanó y segundos después Thuram, que se había volcado en tareas ofensivas de presión, fue a atorar una salida de balón croata, robó la pelota, emprendió una pared con Djorkaeff y empató, resarciéndose de la jugada anterior del gol de Suker en la que había habilitado al delantero balcánico.

Vuelta a empezar. Croacia no se rindió, pero el gol de Francia supuso un auténtico hundimiento moral. Thierry Henry dispuso de una ocasión. Thuram, por entonces de lateral derecho, se sumó nuevamente al ataque y ejecutó un potente disparo muy ajustado al palo que se coló por la meta de Ladic. Los dos goles los anotó el poderoso defensor francés, curiosamente, los dos únicos que marcó en toda su carrera.

A quince minutos del final, Laurent Blanc fue expulsado por darle un manotazo a Slaven Bilic. Con superioridad numérica, Croacia vio la luz al final del túnel y la remota posibilidad de empatar ya no parecía tan lejana. Se lanzaron a cuchillo mediante un fútbol no muy elaborado. Primero lo tuvo Vlaovic, luego Suker que se topó con Desailly y en el descuento Barthez mandó a córner lo que hubiera sido el empate. Francia accedió a su primera final del Mundial que se acabó adjudicando y a Croacia le tocaba jugar el siempre descafeinado partido por el tercer y cuarto puesto, una final de consolación ante Holanda.


Croacia estaba dispuesta a luchar por un lugar en el podio ante la selección de Holanda que había sido eliminada por Brasil en la otra semifinal de Marsella. La selección oranje contaba con una prometedora generación de jugadores como Kluivert, Cocu, Seedorf, Davids, Bergkamp, los hermanos De Boer, Van der Sar o Blind, muchos de ellos campeones de Europa con el Ajax de Ámsterdam en 1995. Adicionalmente, uno de los alicientes de este partido era la posibilidad de que Davor Suker se proclamara máximo goleador del Mundial. El ariete del Real Madrid empataba a 5 goles con Christian Vieri y Gabriel Batistuta que ya habían sido eliminados obviamente, aunque Ronaldo con 4 goles podía seguir sumando.

Fue un partido atractivo, ante dos equipos con mucha dinamita ofensiva y pronto se comprobó que iba a ser un encuentro de ida y venida. Los croatas no mandaron al limbo su primera ocasión que nació de una proyección ofensiva de Robert Jarni que se la cedió a Prosinecki quien marcó un bonito tanto a la media vuelta. Los hombres de Guus Hiddink consiguieron empatar en el minuto 21 por mediación de Bolo Zenden. Todavía en el primer tiempo, Davor Suker volvió a adelantar a Croacia con un gran pase a la red. Croacia era tercera del Mundial y Davor Suker se consagraba con 6 goles en 7 partidos, además, todos ellos los marcó en encuentros distintos y le anotó a todas las selecciones con las que jugó excepto a Argentina.

La selección arlequinada había entrado en la historia de este maravilloso deporte, un país con apenas siete años de edad y sumido en un caos político. El inventor de esta máquina de fútbol fue el seleccionador Miroslav Blazevic. El equipo destacó por la seguridad y reflejos de Ladic en la portería, la robustez física y calidad de Bilic y Simic, el enorme trabajo tanto defensivo como ofensivo de Robert Jarni en la banda izquierda, el astronómico talento e indiscutible calidad de Boban y Asanovic en la medular y la gran capacidad resolutiva de Davor Suker en la delantera. El secreto del éxito de este equipo fue la gran cantidad de experiencia acumulada en cada partido, la excelente calidad individual de cada jugador, el compañerismo y el tratar de igual a cada rival sin importar la envergadura de este. En eso consiste el fútbol.


Dirigidos por Miroslav Blazevic, estos fueron los jugadores croatas que lograron el bronce en Francia 1998, en sus respectivos clubes. Sin duda, una formación para recordar:

Porteros: Drazen Ladic (Dinamo de Zagreb), Marijan Mrmic (Besiktas) y Vladimir Vasilj (Hrvatski Drago).

Defensas: Igor Stimac (Derby County), Goran Juric (Croatia Zagreb), Slaven Bilic (Everton), Zvonimir Soldo (Stuttgart), Igor Tudor (Hajduk Split), Zoran Mamic (Bochum) y Dario Simic (Croatia Zagreb).

Centrocampistas: Anthony Seric (Hajduk Split), Aljosa Asanovic (Nápoles), Robert Prosinecki (Croatia Zagreb), Zvonimir Boban (AC Milán), Silvio Maric (Dinamo de Zagreb), Mario Stanic (Parma), Robert Jarni (Real Betis) y Krunoslav Jurcic (Croatia Zagreb).

Delanteros: Petar Krpan (Osijek), Davor Suker (Real Madrid), Ardian Kozniku (Bastia) y Goran Vlaovic (Valencia).

 

Fuente: Blog El 9 de Croacia, Blog Putofútbol y Mariano Nocetti, Recordando grandes equipos: Croacia 1998, Blog Cultura Redonda.

24 de diciembre de 2011

Lírica Pachanguera: Capítulo 19

 

La de hoy es una crónica navideña. Aquí, a diferencia de nuestra Liga, no nos tomamos vacaciones navideñas. Sin cobrar esos estratosféricos sueldos, puede que la causa sea el mono que nos invade cuando se va aproximando la hora de jugar y ese nerviosismo que nos evoca a un niño en una mañana de reyes. Tómate esta crónica, querido lector, como mi regalo navideño, y esperando que para el año entrante las haya aún mejores, si cabe.

Llegué al recinto salesiano con Jorge y, como solemos hacer últimamente, nos pusimos a calentar. Paulatinamente, comenzaron a llegar los demás. Dicho sea de paso, hay que mencionar la aduladora presencia de un espectador de lujo, nuestro David Villa particular. Salido recientemente de una lesión, Muros Rueda no dudó en acompañarnos.

Me vi en el equipo junto a Emilio, al que por cierto me alegré de ver por allí, Ale, Joel y el susodicho Jorge González. Comencé bastante enchufado, de hecho, anoté el primer balón que toqué, algo que nos dio bastante confianza para afrontar el partido. Es lo que suelen decir: un gol tempranero equivale a dos. Y más cuando enfrente teníamos a Cobo, Colmena, Fran Díaz, Fran Montero y Alberto. Se imponían, de este modo, dos bloques: el nuestro, repleto de jugadores de perfil técnico contra un cuadro mucho más rocoso y especulativo. El duelo directo entre dos maneras de entender el fútbol.

Quiero destacar, como hombre muy importante en mi equipo, a Joel. Se erigió como el inquisidor del medio campo y, por fortuna, ofreció un juego menos duro y más técnico. Dicho esto, también decir que me enamoró su gran capacidad para sacar el balón jugado desde la cueva. Nuestro juego era muy combinativo. Nos asociábamos con facilidad. En resumidas cuentas, éramos una sublime delicia en el paladar.

Emilio aportaba la fantasía. Ofreció su faceta más seria, aunque cueste creerlo. y marcó buenos tantos. Jorge estaba mucho más integrado en el campo y gozó de una mayor confianza. Mi sociedad con él fue muy edificante y, de hecho, marcó buenos tantos, consagrándose como uno de los máximos goleadores de la tarde. Además, estuvo muy bien contar con Ale en nuestras filas. Tiempista en su juego, nuestro chico aportó calidad, abría espacios, regateaba, participaba y, pese a su envergadura, conseguía zafarse de tíos que en altura lo duplicaban e incluso le triplicaban.

Fue un partido abierto, con muchos goles, al estilo inglés. Ambos equipos ofrecimos nuestra cara más ofensiva en el campo. Cobo, algo más vertical en su juego, atacó bastante y supuso un cerrojo imprescindible en el equipo. Galopaba incansablemente para empezar la jugada y vio porteria, situándose como el ideólogo de su equipo. Mencionar, por supuesto, la que le dio a Dani, amigo de fechorías de Romo, que se incorporaron al terreno de juego después. El sin par Carlos Capi también tuvo su aportación en su equipo. Mi dedo meñique aún se acuerda de él y del relojazo que le propinó. Alberto aportó su inapelable capacidad en el juego aéreo, buscando la espalda de los marcadores.

Jorge Colmena, al que cada día veo más parecido a Cesc, se coronó como un Makélelé blanco de Los Salesianos. Por supuesto, lo digo sin hacer alusión a atributos sexuales. Me refiero a que fue una sombra para mí y casi no conseguí regatearle. El gol de vaselina que marcó fue, sencillamente, apoteósico. Forma un tándem explosivo con Fran Díaz, al que veo más depurado técnicamente que antes. Él se encargó de abrir la lata para los suyos y suponía un peligro por banda, tirando desmarques y abriendo huecos. Gran partido sin duda.

Para mí, uno de los mejores jugadores que he visto es Fran Montero. Nuestro Messi, con aire a Rafa Nadal, corre como una gacela y parece tener algún tipo de adhesivo en su bota que le permite atrapar el balón con una espasmódica capacidad. A Dani cada día lo veo mejor. Le echa más coraje al tema y veo que se divierte. Un gran tipo, sin duda.

Siempre digo que soy un hombre de palabra y hoy lo pongo de manifiesto. El mítico Ángel Romo parecía no verme en todo el partido. No obstante, me callo la boca con un sutil pase entre líneas que me dejó sólo ante Carlitos y pude anotar al segundo palo. Lo prometido es deuda, Romo.

La nota humorística de la tarde la protagonizaron Jorge y Carlos con su parada en la línea de gol a lo Casillas ante Perotti. Jorge aún no se explica cómo pudo fallarlo y Emilio, con su contagiosa risa, todavía anda riéndose. Juro que no lo vi. Cuando me quise dar cuenta, vi a Emilio revolcándose por el suelo de risa y a Jorge aturdido, como disculpándose consigo mismo mientras le pedía explicaciones a una deidad maligna del fútbol que no le había dejado marcar.

La tarde de ayer se mereció una crónica. Si mi tiempo fuera más amplio, le dedicaría una más describiendo minuciosamente los entresijos del partido. Me quedo con el buen rollo imperante, ninguna discusión y un ambiente fresco y distendido, mucho más respirable. Curiosamente, no asistieron muchas personas que, afontémoslo, contribuyen a que suceda exactamente lo contrario. ¿Casualidad? Quién sabe...

Viernes, 23 de diciembre de 2011.

22 de diciembre de 2011

A estas alturas...


La victoria del Fútbol Club Barcelona en el Mundial de Clubes ha salido cara. Pese al prestigioso honor que dicho título conlleva, el torneo se ha saldado con la oportunista lesión de David Villa. El Guaje se fracturó la tibia en la semifinal ante el Al-Sadd qatarí y estará de baja, según ha estimado el Doctor Cugat, de cuatro a cinco meses. En el horizonte acecha la inquietante posibilidad de que Villa no esté a punto para la Eurocopa.

No nos engañemos. Se trata de una lesión grave que le va a mantener alejado de los terrenos de juego por mucho tiempo y, con toda probabilidad, su nivel físico para disputar la Eurocopa de Polonia y Ucrania, que se celebrará el próximo junio, puede estar en entredicho. Ante esta disyuntiva, en España se ha abierto un antiguo, y muchos pensábamos que zanjado, debate sobre el de siempre: Raúl González Blanco.

No está de mas recordar la polémica surgida después de que Luis Aragonés apartara a Raúl para no jugar la Eurocopa de Austria y Suiza que, curiosamente, ganamos. Por si alguien anda perdido, España se dividió en dos y no fue por cuestiones políticas. Sencillamente, o Raúl sí o Raúl no. En fútbol, no se recuerda un revuelo parecido, que apareciera básicamente porque un jugador no fuera a la selección.

Mientras el Twitter de El Guaje se llena de comentarios deseándole una pronta recuperación, la falta de puntería de Fernando Torres con el Chelsea ha servido como enérgico estímulo para que los sectores extremadamente madridistas hayan reavivado este debate, un Mundial y una Eurocopa después. ¿Tan pocos delanteros hay en España?

Obviamente, no. En nuestro santo país hay grandes arietes como Fernando Llorente, campeón del mundo por cierto, o Álvaro Negredo y Roberto Soldado, que están logrando unos números fantásticos en el Sevilla y Valencia, respectivamente. Tras el último partido de Bundesliga en el que el ex-jugador del Real Madrid logró un espléndido hat-trick, estas voces de la caverna han vuelto a realizar presión mediática para la convocatoria de Raúl, evento patrocinado por Punto Pelota, Marca, Telemadrid y demás medios sesgadamente amarillistas o, mejor dicho, blanquistas.

Existe una paradoja. Cualquier persona que haya seguido el fútbol en los últimos años pensará lógicamente que la etapa de Raúl en la selección acabó hace mucho tiempo. No obstante, a estos sectores les interesa que, respecto a este asunto, exista más tensión que distensión con el fin de disparar las ventas de Marca y As o incrementar drásticamente la audiencia de Punto Pelota. Puede ser algo legítimo pero, sin duda, anacrónico.

Ni mucho menos, se trata de algo personal contra Raúl. Es un delantero fantástico, uno de los jugadores más grandes de la historia del Real Madrid y con una clase soberbia. Sin embargo, el eterno capitán blanco disputó tres Mundiales y dos Eurocopas en la farragosa época del Jugamos como nunca, perdimos como siempre. Dicho de otro modo, Raúl ya pasó de moda.

En resumidas cuentas, por esta regla de tres también deberían jugar en la Eurocopa, Totti con Italia, Shearer con Inglaterra, Trezéguet con Francia o Kahn con Alemania, jugadores que, francamente, han aportado más a su combinado nacional que Raúl en España y que, como suele ocurrir en esto del fútbol, los jubiló el carnet de identidad. Como dijo Luis Aragonés hace algún tiempo: A Raúl se le quedó grande la selección. El fútbol, como todo, es cíclico y, más que nunca, se trata de renovarse o morir.

20 de diciembre de 2011

Campions del món


El Barça emprendía un viaje a Japón para reconquistar en título que logró en 2009. La verdad es que tal galardón se ha saldado con la duradera lesión de David Villa y Alexis Sánchez, no obstante, mucho más leve que la del Guaje. Dicho esto, el Barça se paseó por una semifinal en la que el Al-Sadd no estuvo a la altura de los campeones de Europa.

Los goles de Adriano en dos ocasiones, Maxwell y Keita dibujaron el camino hacia la anhelada final en el Estadio Yokohama de Japón, mítico escenario donde la selección brasileña conquistó el Pentacampeonato del Mundo en 2002 ante Alemania. Para los culés, se trata de un estadio de ingrato recuerdo. Allí, Guardiola lloró en 1992 cuando el Dream Team de Johan Cruyff sucumbió ante el Sao Paulo y también sufrió la derrota como aficionado en 2006 ante el Internacional de Porto Alegre en el principio del fin de la era Ronaldinho y Rijkaard.

Se trata de una competición especial, sobre todo para alguien, Pedro Rodríguez. Con sus dos goles en la edición de 2009, el canario se convirtió en el primer jugador de la historia en materializar al menos un gol en cada competición que disputó y ganó en un solo año. Obviamente, los culés tampoco olvidarán en mucho tiempo las desahogadoras lágrimas de Pep Guardiola al término de la final ante Estudiantes.

 

Hoy tocaba seguir escribiendo la leyenda. El Barça de Guardiola buscaba su decimotercer título, que se dice rápido, y ese prestigioso escudo, situado en el pecho, que acredita como campeones del Mundo. Esta ocasión, lo hombres de Pep tenían enfrente al Santos de Neymar, Ganso, Danilo y Borges, entre un largo y atemorizador etcétera. La perla en bruto del fútbol brasileño se medía al, sin duda, mejor equipo de todos los tiempos.

El partido empezó con un monólogo del Barça. El balón encontró como acogedor cobijo el campo del Santos, situando la posesión del Barcelona en una zona estratosférica. Thiago fue situado en la banda izquierda, donde dispuso de muchos metros. Allí, el hijo de Mazinho abrió espacios y fue un constante bombardeo para la zaga brasileña. En el minuto 10, Messi anotó el primero, tras una espectacular vaselina, que dejó entumecido al Santos. Esa era la realidad: el partido estaba de cara y el Barça dominaba de una manera abrumadora.

El segundo fue obra de Xavi Hernández tras un sublime control y un ajustado cañonazo. El Santos no encontró su lugar en el campo, su esquema estaba muy desdibujado y casi no dispuso de ocasiones. El tercero de la mañana, tarde-noche en tierras japonesas, fue obra de Cesc que se coronó como el más listo de la clase y aprovechó un lío en el área de castigo para marcar. El cuarto, obra de Leo Messi, mejor jugador del torneo, recordó por momentos al gol que le endosó al Oporto y puso el 4-0 definitivo en el marcador, ya en el segundo tiempo. 

 

El Barça solucionó un partido desde el comienzo, presionando muy arriba como nos tiene acostumbrados. A decir verdad, la atrevida formación de inicio, con el ya habitual 3-4-3 y la pegada del Santos, nos debería haber regalado un partido mucho más laborioso que lo que, en realidad, fue. Por así decirlo, el Barça se paseó como un niño jugando en el parque. Según las palabras de Johan Cruyff: Sólo el mejor equipo del mundo le mete cuatro goles a los brasileños en una final.

Ya sonaba muy de lejos la imagen de Pelé en 1963 ganando en el Camp Nou. Al terminar el partido, evidentemente, Leo Messi fue elegido mejor jugador del torneo y el argentino nos pudo regalar una instantánea junto a Xavi y Neymar que, quién sabe, quizás sea una foto habitual en un hipotético futuro. De todos modos, la magia  de los azulgranas tumbó la provocadora cresta del brasileño.

Para finalizar, este Barça, con su decimotercer título, se convierte en el club más laureado del siglo XXI. Con éste, el Fútbol Club Barcelona suma su decimoctavo título del presente siglo, aun cuando el primero de ellos fue la Liga de Rijkaard en la temporada 2004/2005. Pese a haber perdido una Intercontinental, competición que, a efectos estadísticos es idéntica al Mundial de Clubes, es mérito de Guardiola y de la profesionalidad de estos jugadores haber sumado en tan sólo dos años los dos únicos Mundialitos de la historia del club. Así las cosas, parece evidente que el Barça tiene cuerda para sacarnos una sonrisa durante mucho tiempo.

16 de diciembre de 2011

El récord de Henry


En el fútbol la esencia son los goles. Por eso mismo, el artículo de hoy va dirigido a uno de los más grandes delanteros de los últimos tiempos, cuyos goles han perforado más de una portería. Hablamos, obviamente, de Thierry Henry. El francés, mejor goleador histórico del Arsenal, es también el máximo anotador de la seleccion francesa.

Por si esto fuera poco, es el único jugador de la historia del fútbol francés en disputar cuatro ediciones de la Copa del Mundo (1998, 2002, 2006 y 2010), por delante de míticos nombres como Zinedine Zidane, Didier Deschamps o Lilian Thuram, que disputó nada menos que cuatros Eurocopas (1996, 2000, 2004 y 2008), siendo el ex de Parma el jugador que alberga un mayor número de convocatorias con la casaca bleu.

El debut internacional del francés tuvo lugar en 1997 ante el combinado de Sudáfrica. Curiosamente, su primer gol con la selección francesa lo anotó también ante la selección sudafricana, el 12 de junio de 1998 en el Velódrome de Marsella, nada menos que en el partido inaugural de Francia en el Mundial de 1998. En dicho encuentro, el cuadro tricolor venció con relativa facilidad por tres goles a cero.

 

Para seguir engrosando su particular gesta en el libro de los Récords, a finales de 2007 en un partido ante la selección de Islas Feroe de clasificación para la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, Thierry Henry empató con Michel Platini su nada desdeñable registro goleador con Francia, situándose en una abrumadora cantidad de 41 goles marcados.

Pocos días después de esa legendaria hazaña, el 17 de octubre de 2007 Francia, ya clasificada para la Eurocopa, se enfrentaba en el Stade de la Boujoire de Nantes a Lituania en un intrascendente partido. Henry no se encontraba en un buen momento de forma con su equipo, el Fútbol Club Barcelona, y aquel encuentro se trataba de una oportunidad y un escenario inigualables para destrozar ese mítico récord de Michel.

Era la nonagésimo sexta convocatoria de Tití en diez años como internacional. Un empate sin goles orquestaba en el marcador hasta que en el minuto 79, el killer francés enchufó un balón dividido en la frontal del área para batir al meta lituano y superar el récord de Platini. Se había escrito la leyenda. Para rubricar aquella mágica y cálida noche de otoño, en dos minutos, Thierry Henry aprovechó un preciso pase en profundidad de Nasri, que prácticamente lo dejó solo ante el portero, para marcar un gol con marca propia, raso al segundo palo, fiel a su estilo.

13 de diciembre de 2011

El enésimo chorreo


Ante todo, quiero pedirte disculpas a ti, querido lector, por esta considerable tardanza en publicar esta crónica-reflexión, o como la queráis llamar, del Clásico. La verdad es que me habría gustado publicarla mucho antes, sin embargo, la falta de tiempo debido a mi labor académica es la principal responsable de esta dilatada demora. Sin más dilación, allá voy:

Quiero dejar claro que esta insultante victoria del Fútbol Club Barcelona ante el Real Madrid es únicamente para el barcelonismo, para aquellas personas que, tras la derrota en Getafe, siguió confiando en el equipo, en el trabajo de los jugadores y no dieron la Liga al Real Madrid aún en el mes de noviembre. Eso para empezar. Mencionar, además, la coyuntura existente en el ambiente y la campaña pública-mediática perpetrada por La Central Lechera con el inequívoco objetivo de crucificar a Gerard Piqué tras forzar la quinta tarjeta en el partido ante el Rayo Vallecano. ¿Por qué nadie se acuerda de Ámsterdam y de Xabi Alonso el año pasado? A saber...

El Barça había pinchado en Getafe y se situaba a un mundo de distancia del Real Madrid, con seis puntos por detrás de los blancos. Así las cosas, el Canguelo 2.0 despertó de su letargo. Los medios patológicamente madridistas, con Tomás Roncero y diario Marca como máximos exponentes, daban por hecho una goleada blanca y un nuevo fin de ciclo, curiosamente, el segundo desde que Pep Guardiola aterrizó en el banquillo azulgrana. Desde Barcelona, se mantenía el mismo discurso, de hecho, el técnico barcelonista no entendía la necesidad de hacer campeón al Real Madrid en pleno mes de noviembre.


Comenzó el partido. El Barcelona finalmente alineó a cuatro defensas e Isaac Cuenca no fue convocado, pese a las voces que en la semana previa al Clásico aseguraron la titularidad del canterano. Mourinho, por su parte, no planteó el triángulo de presión alta como sí hizo en la amalgama de clásicos disputados el pasado mes de abril. Guardiola colocó a Cesc Fàbregas de falso delantero centro y sentó de inicio a David Villa y Pedro en el banquillo. Alexis, que había protagonizado un óptimo rendimiento, salió de inicio como titular, algo que sentó como una balsa de tranquilidad para el barcelonismo.

Desde el principio, el Real Madrid ejerció una asfixiante presión que, de ningún modo, frenó el afán del Barça por iniciar la jugada desde atrás. No obstante, un error clamoroso de Víctor Valdés, que entregó el balón por error a Cristiano Ronaldo, sirvió para que Karim Benzemá firmara el primer gol, rechazando dos veces en Sergio Busquets, cuando tan sólo habían transcurrido veintitrés segundos de encuentro.

Pese a todo este cúmulo de infortunios, el Barça no se amilanó. En general, un gol tan tempranero en un estadio como el inexpugnable Santiago Bernabeu puede implicar un jarro de agua fría sobre la moral del equipo pero, según parece, con el Barça no se cumple esta máxima. El Real Madrid siguió presionando por zonas, achicando de forma muy intensa y dificultando el fútbol combinativo y de transición del Fútbol Club Barcelona.


Pasados los minutos, el cansancio se apoderó de los jugadores del Real Madrid. La presión dejó de ser tan absorbente y los metros iban apareciendo entre las líneas del Barça, algo que permitió un flujo de balón bastante pulcro, ordenado y tranquilo. Jugadores como Pepe no tardaron en hacer uso de su previsible juego duro y, en una de esas, Xabi Alonso fue sancionado con tarjeta amarilla. A Mourinho le volvió a entrar la vena del protagonismo para hacer un provocador gesto a la afición e incitarla a criticar la actuación del colegiado. Hay cosas que nunca cambian...

Cumplida la media hora de juego, un milimétrico pase entre líneas de Messi dejó solo a Alexis Sánchez que batió a Casillas por bajo para firmar el empate, en el tramo de tiempo psicológico. El tanto del chileno fue un gol de killer cómo dictan los cánones y no hizo más que afianzar la supremacía del Barcelona y hacer naufragar al Real Madrid entre los triángulos y pases del equipo catalán. Parecía difícil pero era así: el Barça estaba sometiendo a los merengues en un sonrojante baño de fútbol.

Así se fueron ambos equipo al descanso. Iniciada la segunda mitad, se percibió la superioridad del Barcelona. Puyol y Piqué dieron un recital desde el corazón de la defensa y Andrés Iniesta, entre líneas, hizo un soberbio partido, convirtiendo lo difícil en fácil, a modo de un tríptico para aprender a jugar al fútbol en tres sencillos pasos. En una jugada con más fortuna que clase, Xavi Hernández disparó un balón dividido en la frontal del área que, tras ser desviado por Marcelo, se metió entre el guante de Íker Casillas y el palo. Era el 1-2.


El ácrata del fútbol, Leo Messi, no mostró su faceta goleadora pero fue clave en las jugadas ofensivas del equipo con sus paredes horizontales. También se puso de manifiesto en la contienda la magnificencia del argentino. En la otra cara de la moneda, Cristiano Ronaldo volvió a decepcionar, fue duramente criticado por la afición, por su propio entrenador y se resquebrajó como la polvorienta hojarasca en una mañana de otoño. El Madrid dio la impresión de jugar como un equipo pequeño ante un rival de enorme magnitud. Se presenció a un equipo desdibujado, a pesar de la gran plantilla que posee.

CR7 tuvo una ocasión manifiesta que bien podría haber supuesto el empate. El tercer gol vino precedido de una gran jugada por banda de Dani Alves. El brasileño se sacó de la chistera un genial centro al corazón de la defensa madridista que encontró la testa de Cesc Fàbregas enviando el balón al fondo de las mallas. El de Arenys de Mar dejó petrificada a la zaga merengue con su impecable cabezazo. Sin lugar a dudas, ganó el fútbol y se demuestra, de este modo, que en este maravilloso deporte sólo vale hablar en el campo. Guardiola sigue imbatido en el Bernabeu y el Barça se marcha a celebrarlo a Japón a conquistar el Mundialito, mientras se sigue trabajando poco a poco. Mientras tanto, el Imperio se cae como castillos en la arena.

Al acabar el encuentro, lo más sonado fueron las palabras de José Mourinho dando por campeón a la suerte, caprichoso azar y fortuna del Barcelona, sin saber que en fútbol la suerte sólo aparece cuando se busca. Eso por no hablar del impresentable gesto de Marcelo negándole un apretón de manos a Gerad Piqué. Ya lo dice el himno: Cuando pierde da la mano...

12 de diciembre de 2011

Jugadores históricos: Bixente Lizarazu


Seguro que muchos aficionados recuerdan el paso de este gran jugador francés por el Athletic de Bilbao, pese a haber nacido en Francia y, de hecho, jugar con la camiseta bleu. En efecto, Bixente Lizarazu nació en San Juan de Luz, comuna francesa perteneciente al País Vasco francés, en 1969. Su primer club profesional fue el Girondins de Burdeos en el que ingresó en 1988. Allí coincidió con Cristophe Dugarry y Zinedine Zidane, que abandonaron a los girondinos en 1996 para recalar en Milán y Juventus, respectivamente.

Fue en ese año cuando Bixente Lizarazu ingresó en las filas del Athletic Club de Bilbao. De este modo, el incombustible lateral izquierdo se convertía en el primer jugador en jugar con los leones en mucho tiempo. No cuajó una buena actuación con el Athletic y, habiendo jugado tan sólo 16 partidos, se marchó al Bayern de Múnich en 1997. Su actuación con el club bávaro le valió la internacionalidad con su selección con quien se proclamó campeón del mundo en 1998 y de Europa en 2000. Dicho sea de paso, Lizarazu fue titular indiscutible en el esquema táctico de la selección francesa durante todos esos años, en 97 ocasiones y anotando dos goles.

En relación a ello, el galo permaneció durante siete exitosas temporadas en el Bayern de Múnich pero en 2004 tuvo una corta estancia en el Olympique de Marsella, equipo en el que estuvo sólo una temporada para volvier al Bayern de Múnich donde se retiró en 2006. Curiosamente, en su última temporada en el equipo alemán (2005/2006), Lizarazu portó el dorsal 69, no en una jocosa alusión de connotaciones eróticas sino, en sus propias palabras, por haber nacido en 1969, medir 1,69 metros y pesar 69 kilogramos.


A nivel anecdótico, Lizarazu es el primer jugador de la historia en ser campeón del mundo y de Europa, tanto a nivel de clubes como con la selección. En su amplísimo palmarés destacan seis Bundesligas, cuatro Copas de Alemania, cinco Copas de la Liga alemana, una Copa de Europa, una Intercontinental y, con la elástica azul, el Mundial de 1998 y la Eurocopa de 2000.

Bixente Lizarazu era un lateral izquierdo con mucho recorrido. Pese a su poca estatura (1,69 metros), poseía una gran capacidad física y una musculosa envergadura que lo hacía un defensa bastante fornido y rápido. Con permiso de Roberto Carlos, estamos sin duda ante uno de los mejores laterales izquierdo de la década de los nov90enta. Actualmente, practica surf, uno de sus deportes favoritos y es comentarista deportivo en el Canal + francés.

En cualquier caso, este jugador es tristemente recordado en España por ser amenazado de muerte por la extinta banda terrotista ETA. En su biografía, publicada en 2008, cuenta cómo José María Arrate, presidente por entonces del Athletic de Bilbao, le desembuchó que no podía ser extranjero pues era vasco. Yo estaba molesto por tanto teatro. No tengo problema con mi vasquismo ni sentía la necesidad de justificarme. Cuando se fué del club rojiblanco, Arrate le amenazó jurando: eso va a rodar mal para ti. 

 

En su polémica biografía, también hay un apartado dedicado a Luis Fernández. El también entrenador francés de origen tarifeño dijo en una ocasión: No vale la pena que Lizarazu reivindique su apego al País Vasco si es para irse un año más tarde por la puerta de atrás. El propio jugador reconoció en su obra que, antes de llegar al Athletic, no era realmente consciente de la importancia que tenía en el club el componente ideológico y afirmó que no sabía si hacía deporte o servía a una causa política. Curiosamente, en su estancia en Burdeos portaba una ikurriña a modo de brazalete de capitán.

En esta apetitosa biografía del jugador francés, también reproduce la sobrecogedora carta que le envió ETA: Sentimos inquietud y cólera pues has defendido los colores de un Estado enemigo… Has sido pagado con creces para llevar la camiseta de un Estado con el dinero robado a los vascos y al pueblo vasco. Habida cuenta de los emolumentos recibidos del enemigo, ETA se dirige a ti. Una falta de respuesta entrañaría una respuesta contra ti y contra tus bienes.

Por todo ello, Lizarazu fue llamado a declarar por la policía francesa e incluso se le revisaron las cuentas para verificar una presunta conexión o vínculo con la banda terrorista. No obstante, éste no fue sino el comienzo de un duro calvario en la vida del futbolista francés. Su vida cambió hasta el extremo de tener que llevar escolta y utilizar salidas privadas en los aviones cuando viajaba con el Bayern

Cuenta, además, que en 2001 fue relegado al banquillo por parte del seleccionador francés Roger Lemerre en un Francia - Alemania en Saint-Denis. Textualmente, el míster le espetó con tono opresor: No te voy a sacar. ¿Sabes?, incluso he dudado convocarte. Con todo lo que pasa a tu alrededor, la carta de amenazas de ETA, he temido que traigas ondas negativas al equipo. El equipo es más importante que todo, más importante que tú.

En otro orden de cosas, Lizarazu fue condecorado con la Legión de Honor, máxima distinción de la República Francesa, al igual que todos los bleus campeones del mundo en 1998. Su nombre original es Vicente, pero lo transformó en vasco: Bixente. En su andadura en el Athletic, se le recuerda especialmente por la pelea a puñetazos que tuvo con el jugador argentino Kily González, por entonces en las filas del Real Zaragoza.

Tras el pitote sucedido con las espinosas amenazas de ETA, Lizarazu minimizó considerablemente su vasquismo. Así pues, declaró posteriormente: Amo profundamente el País Vasco pero jamás he sentido la necesidad de reivindicar mi pertenencia de manera política. (…) nada me permite pensar que la existencia sería mejor si mi País Vasco se volviera independiente.



Fuente: La web de los futbolistas olvidados, diario 20 minutos. 25 de noviembre de 2008.

7 de diciembre de 2011

Spurs y romanos

 

Esta curiosa anécdota se remonta al 5 de abril de 2007. El escenario, el mítico estadio Ramón Sánchez Pizjuán, se preparaba para acoger un encuentro de cuartos de final de la Copa de la UEFA, ahora Europa League, entre dos clásicos de la competición: el Sevilla, vigente campeón por aquel entonces del torneo, y el Tottenham Hotspur, con dos entorchados de la misma y vencedor de la primera edición del torneo en 1972, conocida por entonces como Copa de Ferias.

La ciudad vibró con un frenético encuentro entre dos clubes con un estilo de juego muy atractivo y vistoso. Finalmente, el partido acabó por dos goles a uno para el equipo sevillista a espensas de la vuelta que, semanas después, se celebraría en White Hart Line, en su particular camino hacia la segunda Copa de la UEFA consecutiva. Aquel choque de cuartos de la Copa de la UEFA también sirvió para que Frederic Kanouté, que no tuvo un paso demasiado trascendental por las filas del conjunto inglés, se reivindicara como goleador ante su ex-equipo.

Dicho esto, los hooligans, para variar, organizaron alguna revuelta que mantuvo en vilo a los encargados de seguridad aunque, por suerte, la cosa no fue a mayores. Adicionalmente, los preparativos del encuentro comenzaron mucho antes, en el contexto de la Semana Santa sevillana y con litros y litros de cerveza preparados para satisfacer las etílicas necesidades de los siempre exigentes hooligans.


Cuando los aficionados del Tottenham salieron del estadio nervionense, un estruendoso sonido rompió en añicos su tranquilidad. Aquel enjambre de ingleses se encontró en las calles sevillanas una desapacible multitud que los desconcertó. La verdad es que el partido no era de la magnitud para desplegar tanta cantidad de personas y abarrotar la calles de Sevilla de esa manera tan sospechosamente sórdida. A decir verdad, la mayoría de estos hooligans, como buenos aficionados a la cerveza, llevaban en su cuerpo cierta cantidad de dicha bebida y puede que ello le estuviera provocando visión doble... o triple.

¿Qué estaba ocurriendo? Sencillamente, nadie le dijo a estos simpáticos ingleses que habían escogido viajar a la capital hispalense un Jueves Santo, es decir, pocas horas antes de la típica Madrugada sevillana. Por si esto fuera poco, la locura y los delirios de los spurs alcanzaron su máxima cota cuando contemplaron romanos, de lo que llevan pluma y todo, desfilar a modo de batalla bélica en nuestros días por las calles hispalenses.

En ese momento, los ingleses creyeron que, en lugar de haber viajado a España para ver un partido de fútbol, mas bien habían hecho uso de alguna inédita máquina del tiempo para emprender un embriagador viaje y retroceder a la época imperiosa en la que los romanos tenían tomado el control de la península. A su vez, las desorbitadas cantidades de alcohol ingeridas habían aportado algo de fantasía e inverosimilitud a aquella realidad que sus ojos estaban observando ¿No hubo quien dijo en una ocasión que el fútbol es algo más que una simple cuestión de vida o muerte? Pues a las pruebas me remito...

2 de diciembre de 2011

¿Qué define a un futbolista?


Hoy presento un artículo especial. En esta ocasión, su protagonismo recae en otra persona. Nuestro colaborador, amigo personal y fiel seguidor de Mis peloteros favoritos, Jorge González, más conocido como Sevillisto, me envió recientemente un gran post elaborado por él en el que reflexiona sobre cuáles son las cualidades que definen de forma inequívoca a un jugador de fútbol, en líneas generales. La inclusión de sus líneas aquí es mi muestra de agradecimiento a su trabajo y seguimiento del blog. Sin más dilación, allá va:

De sobra es bien conocido el futbol como deporte rey. Es el más visto, el más practicado, el que más pasiones desata. Y en lo segundo destacable, el más practicado, es en lo que un afortunado amigo del creador de este excelente blog les va a relatar. Toda la parafernalia montada en torno a este deporte es de sobra conocida por todos, y todos coinciden en que es un deporte de equipo. Y no lo desmiento. Pero bien cierto es que ese equipo lo integran jugadores, individuos. 25 mentes pensantes, 25 propietarios de piernas y físico, por lo que si uno de ellos falla, el equipo falla.
 
Con ésta máxima les ofrezco una particular visión, por experiencias infinitamente muy lejanas a la práctica profesional del fútbol, una serie de ideas o premisas necesarias para jugar, hacerlo bien y divertirse.
Bien, este es el primer elemento: la diversión. De nada sirve vestirte de corto, ponerte las botas y personarte en un terreno de juego si no vas por esa línea. El creador de este humilde blog y servidor quien les escribe somos simples aficionados en esto, y aun sin flashes, hinchada o cámara grabando cada uno de nuestros movimientos jugamos con muchísimas ganas, ¿y por qué? Porque nos divierte, porque nos sentimos bien jugando, porque nos gusta.
Otro factor moral suele coincidir con la confianza, ya que no es solo patear el balón como si no hubiera mañana ni meter goles. Es mucho más que eso, el futbol invita a su fiesta al control del balón, mantener posesión, saber elegir que pase, que centro o que disparo realizar, y en eso hay que estar muy decidido y seguro de cómo reaccionar a cada instante. Por experiencia, si esto falla puedes intentar millones de cosas que lo único que servirá es para hacerte ver que no es tu día de forma cada vez más severa, proporcional al número de fallos y eso es contraproducente del todo.
Pero también intervienen factores físicos. Uno de ellos es la potencia, ya que se trata de un deporte de contacto en el cual podrás estar más rápido, pero si el adversario te gana en fuerzas estas perdido. Es el caso de un defensa que vaya al corte pero siendo escuálido no pueda meter cuerpo ante un fornido 9 que pueda llevarse el balón y marcar a placer.
 
Además de estos tres, hay un elemento común a ellos, ya que sin él no tendrás garantizado eso de divertirte, mermará tu confianza y puede que emplees tu poderío físico, pero para cosas al margen del equipo. Les hablo de la técnica. Esa palabra tan pronunciada pero que tiene bastantes connotaciones. La mía es la naturalidad de conducir la pelota, los continuos gestos del cuerpo y el tacto del pie con respecto al balón que ha de dotar a una situación. Si requiere oxigenar el juego, irás controlando el esférico manteniendo la posición y dar a entender con el cuerpo lo que quieres-pretendes hacer. 

Con una técnica idónea puedes desde salir airoso evacuando un balón desde atrás para armar el contragolpe hasta realizar exitosamente un regate o una labor de desborde. Es, por tanto, el sino del fútbol, el ingrediente imprescindible para una macedonia de buen balompié. Obviamente, va intrínseca a lo antes mencionado la velocidad. Actúa de acompañante a la técnica, ya que puede hacer el juego impredecible, al ir a mayor ritmo que el resto. Garantiza gran parte del éxito en cualquier jugada, ya que te anticipas al rival con acierto.
 
Mencionado queda el próximo elemento, y ese es el hecho de ser impredecible. Es de cajón que si sabes que tu rival tira el balón a cierta parte del terreno de juego, si te anticipas le puedes robar la posesión. Por ello, un truco de pícaro resulta el hecho de servirle a tu rival una buena dosis de incertidumbre, mediante el regate, amagos, cambios de ritmo y todo lo que te puedas imaginar para dejar seco a tu rival de forma eficaz.
Dicho esto, aquí concluye el análisis particular acerca de lo necesario para jugar al fútbol de manera solvente. Espero emplazarles para otra ocasión. Espero que disfruten.
Jorge González Guzmán.