20 de diciembre de 2011

Campions del món


El Barça emprendía un viaje a Japón para reconquistar en título que logró en 2009. La verdad es que tal galardón se ha saldado con la duradera lesión de David Villa y Alexis Sánchez, no obstante, mucho más leve que la del Guaje. Dicho esto, el Barça se paseó por una semifinal en la que el Al-Sadd no estuvo a la altura de los campeones de Europa.

Los goles de Adriano en dos ocasiones, Maxwell y Keita dibujaron el camino hacia la anhelada final en el Estadio Yokohama de Japón, mítico escenario donde la selección brasileña conquistó el Pentacampeonato del Mundo en 2002 ante Alemania. Para los culés, se trata de un estadio de ingrato recuerdo. Allí, Guardiola lloró en 1992 cuando el Dream Team de Johan Cruyff sucumbió ante el Sao Paulo y también sufrió la derrota como aficionado en 2006 ante el Internacional de Porto Alegre en el principio del fin de la era Ronaldinho y Rijkaard.

Se trata de una competición especial, sobre todo para alguien, Pedro Rodríguez. Con sus dos goles en la edición de 2009, el canario se convirtió en el primer jugador de la historia en materializar al menos un gol en cada competición que disputó y ganó en un solo año. Obviamente, los culés tampoco olvidarán en mucho tiempo las desahogadoras lágrimas de Pep Guardiola al término de la final ante Estudiantes.

 

Hoy tocaba seguir escribiendo la leyenda. El Barça de Guardiola buscaba su decimotercer título, que se dice rápido, y ese prestigioso escudo, situado en el pecho, que acredita como campeones del Mundo. Esta ocasión, lo hombres de Pep tenían enfrente al Santos de Neymar, Ganso, Danilo y Borges, entre un largo y atemorizador etcétera. La perla en bruto del fútbol brasileño se medía al, sin duda, mejor equipo de todos los tiempos.

El partido empezó con un monólogo del Barça. El balón encontró como acogedor cobijo el campo del Santos, situando la posesión del Barcelona en una zona estratosférica. Thiago fue situado en la banda izquierda, donde dispuso de muchos metros. Allí, el hijo de Mazinho abrió espacios y fue un constante bombardeo para la zaga brasileña. En el minuto 10, Messi anotó el primero, tras una espectacular vaselina, que dejó entumecido al Santos. Esa era la realidad: el partido estaba de cara y el Barça dominaba de una manera abrumadora.

El segundo fue obra de Xavi Hernández tras un sublime control y un ajustado cañonazo. El Santos no encontró su lugar en el campo, su esquema estaba muy desdibujado y casi no dispuso de ocasiones. El tercero de la mañana, tarde-noche en tierras japonesas, fue obra de Cesc que se coronó como el más listo de la clase y aprovechó un lío en el área de castigo para marcar. El cuarto, obra de Leo Messi, mejor jugador del torneo, recordó por momentos al gol que le endosó al Oporto y puso el 4-0 definitivo en el marcador, ya en el segundo tiempo. 

 

El Barça solucionó un partido desde el comienzo, presionando muy arriba como nos tiene acostumbrados. A decir verdad, la atrevida formación de inicio, con el ya habitual 3-4-3 y la pegada del Santos, nos debería haber regalado un partido mucho más laborioso que lo que, en realidad, fue. Por así decirlo, el Barça se paseó como un niño jugando en el parque. Según las palabras de Johan Cruyff: Sólo el mejor equipo del mundo le mete cuatro goles a los brasileños en una final.

Ya sonaba muy de lejos la imagen de Pelé en 1963 ganando en el Camp Nou. Al terminar el partido, evidentemente, Leo Messi fue elegido mejor jugador del torneo y el argentino nos pudo regalar una instantánea junto a Xavi y Neymar que, quién sabe, quizás sea una foto habitual en un hipotético futuro. De todos modos, la magia  de los azulgranas tumbó la provocadora cresta del brasileño.

Para finalizar, este Barça, con su decimotercer título, se convierte en el club más laureado del siglo XXI. Con éste, el Fútbol Club Barcelona suma su decimoctavo título del presente siglo, aun cuando el primero de ellos fue la Liga de Rijkaard en la temporada 2004/2005. Pese a haber perdido una Intercontinental, competición que, a efectos estadísticos es idéntica al Mundial de Clubes, es mérito de Guardiola y de la profesionalidad de estos jugadores haber sumado en tan sólo dos años los dos únicos Mundialitos de la historia del club. Así las cosas, parece evidente que el Barça tiene cuerda para sacarnos una sonrisa durante mucho tiempo.

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