De personalidad frívola e irreverente, Gazza nunca destacó por su cuerpo atlético y cuidado. Más bien, su prominente panza llamaba la atención por los terrenos de juego que pisaba y le convertía en el centro de atención de los hinchas y blanco de muchas burlas. Por si esto fuera poco, su comportamiento en el campo distaba mucho de ser el ideal: Paul molestaba todo el rato a los rivales a los que, cuando pillaba desprevenidos, los desestabilizaba con un caño. Además, nunca tuvo una buena relación con los compañeros de equipo y su comportamiento fuera de la cancha era realmente deleznable: iba borracho a los entrenamientos e incluso fue detenido una ocasión por agredir a su esposa.
Se puede decir que no contamos con los ingredientes óptimos para confeccionar a un buen jugador de fútbol. Su condición física y su sistema de valores deportivos se encuentran a una diferencia abismal de los exigidos para jugar a primer nivel. Si a todo esto le sumamos la delicada infancia que vivió con la muerte de un amigo que él mismo presenció, el fallecimiento de su padre a causa de una hemorragia cerebral que le provocó un trastorno de obsesión compulsiva y la afición que profesaba hacia los hurtos a pequeña escala, francamente el cóctel resultaría explosivo. ¿El resultado? Paul Gascoigne, uno de los mejores centrocampistas de la década de los 90 en el fútbol británico...
Pese a ello, Gascoigne era el futbolista más idolatrado en Inglaterra con permiso de Bobby Charlton y sus cotas de popularidad podían pelear con las de David Beckham, básicamente, por su condición de chico rebelde y de alcohólico declarado. Lo que hizo genial a Gazza fue que era realmente bueno para esto del fútbol.
Sólo Gazza era capaz de sacarle la lengua a la cámara mientras sonaba el God save the Queen antes de un partido del Mundial o de ensenarle la tarjeta amarilla al árbitro en un partido de Liga en Escocia después de que a éste se le cayera. El colegiado no toleró la broma y lo sancionó mostrándole la cartulina.
Sin lugar a dudas, la vida de Paul Gascoigne fue muy sonada fuera del campo. En su mejor etapa como futbolista, en las filas del Tottenham, se dio un fenómeno conocido como Gazzamanía, colaboró con el grupo birtánico de pop Lindisfarme e incluso llegó a protagonizar un videojuego: Gazza II.
En los entrenamientos, sus continuas bromas pesadas no eran aceptadas por la mayoría de sus compañeros a los que les bajaba los pantalones cuando éstos no se lo esperaban. Una vez, incluso, estrelló el autobús del Middlesbrough contra el campo de entrenamiento provocando daños que ascendentes a mil libras.
En los entrenamientos, sus continuas bromas pesadas no eran aceptadas por la mayoría de sus compañeros a los que les bajaba los pantalones cuando éstos no se lo esperaban. Una vez, incluso, estrelló el autobús del Middlesbrough contra el campo de entrenamiento provocando daños que ascendentes a mil libras.
Fue objeto de la prensa sensacionalista por su personalidad díscola y, sobre todo, por sus conocidos problemas con el alcohol. Varios entrenadores reconocieron que Gascoigne no llegó a su máximo potencial por la mala vida que llevaba. Sufría sobrepeso, fruto de una mala dieta y su agitada vida nocturna le causó varios problemas. Ha estado involucrado en varias peleas en pubs bajo la influencia del alcohol y, en otra ocasión, fue fotografiado con sus amigos en un pub inglés con la equipación de la selección inglesa puesta una hora después de un encuentro internacional.
Sin embargo, sus problemas con el alcohol se acentuaron tras su retirada del fútbol. Fue ingresado por un desorden obsesivo-compulsivo, trastorno bipolar, bulimia y alcoholismo. Un año más tarde intentó suicidarse en Londres. Su mujer le dejó cuando la maltrató a ella y a sus hijos.
Los constantes vicios en la vida de Gazza le apartaron del sendero de la excelencia en el mundo del fútbol y pagó un precio muy alto por el que casi pierde la vida después de que el alcohol se le destrozara. Ésta es la historia de un jugador que, aunque no representaba los valores futbolísticos, llegó a la cima del fútbol coronándose como uno de los mejores en la historia de Inglaterra pero no pudo ganarle el partido de su vida al rival más difícil: el alcohol que desmoronó su vida.
El golazo que le marcó al Arsenal en la semifinal de la FA Cup de 1991 cuando jugaba en el Tottenham es, sencillamente, genial.
Con el Tottenham, mostró su condición de jugador muy técnico, su gran conducción de balón y, en ocasiones, sus duras entradas. Primero al mando de Terry Venables y posteriormente de Sir Bobby Robson, jugó varias temporadas hasta que una lesión de ligamentos le apartó del equipo y fichó por la Lazio.
GRANDE GAZZA!! ;)
ResponderEliminarUn grandísimo jugador pero no un ejemplo a seguir, tanto por sus escasos valores como por si estilo de vida poco saludable.
ResponderEliminarEsperaba tu comentario jejeje