Hay momentos cuya llegada es tan inevitable como el desazón que se produce al vivirlos. La antesala de esos instantes llega precedida por una emblemática música celestial erigida por un inmarcesible maestro de orquesta. Una inequívoca melodía que nos anuncia que el momento de partir ha llegado. Son fracciones de segundo tan sutilmente perceptibles como la expectación que generan. En efecto, el día menos deseado para el barcelonismo pero de una inminencia desafiante llegó.
Resuena muy lejano en el horizonte aquel 18 de agosto de 1998 cuando Louis Van Gaal le dio entrada a un imberbe Xavi Hernández ante el Mallorca en la Supercopa de España. Con tan sólo 18 años, el de Tarrassa debutaría con gol ante el equipo bermellón. Pocos imaginaron que aquel tanto sería el preludio de una carrera fulgurante, de una trayectoria incomparable, de un jugador irrepetible. Su segundo gol ante el Valladolid poco tiempo después contribuiría a despejar las dudas sobre un jugador que marcaría la historia del barcelonismo.
El fútbol es tiempo. Casi tanto como el que ha pasado desde entonces. Tiempos en los que la estrella del barcelonismo por entonces, Pep Guardiola, le daría el relevo en el terreno de juego al que sería su sucesor natural. Un cambio que simbolizaría el paso de una generación a otra. Una reminiscencia que nos transporta a la lúgubre despedida del que fuera su mentor hace ya catorce años. Y probablemente un relevo que se proyectará hacia los banquillos en los próximos años. Tiempo como el que Xavi Hernández ha impreso en cada balón que pasaba por sus pies. Tiempo como esa milésima de segundo que marca la diferencia entre un pase de precisión quirúrgica y uno interceptado por un adversario. Aunque la segunda opción rara vez solía ocurrir.
Si el azar es antojadizo, el fútbol no es para menos. Y si se le añade a la ecuación el ingrediente de la amistad, el cóctel puede resultar embriagador. La primera prueba fehaciente del prometedor talento de Xavi Hernández quedaría patente en el Mundial sub20 de Nigeria en 1999. Ahí estaría Casillas, muchos años antes de rebautizar la vetusta Furia Española por la legendaria Roja y aún antes de anteponer la amistad a los colores. Hoy ambos jugadores están a punto de dejar, respectivamente, los clubes de sus amores de forma casi paralela. Un adiós que puede significar el reencuentro que rememore aquellas tardes de adolescente.
Con el maestro de Tarrassa, el fútbol es una brújula con la que se puede medir el tiempo. Adelantado o retardado a su merced, del apacible aunque vertiginoso ritmo de la batuta comandada por el 6 han salido milimétricos pases que han encontrado destinatarios de la talla de Messi, Eto'o, Ronaldinho, Henry, Iniesta, Ibrahimovic, Raúl, Villa, Torres, Pedro, Suárez y Neymar. Imagino que con ello soñaría un joven Xavi repleto de ilusión mientras esperaba el metro de Barcelona para emprender su camino desde el andén de la estación, al entrenamiento y, a la vez, al Olimpo del fútbol.
Sería ese sendero el culpable de que Xavi Hernández invirtiera su primer sueldo de 4.000 pesetas en comprarle una tostadora a su madre. Diecisiete años y 23 títulos separan esa imagen con la vivida esta mañana en una abarrotada rueda de prensa que esperaba el adiós de su capitán. Su despedida era un secreto a voces. Custodiado por los tímidos flashes de las cámaras, el gran ideólogo sobre el campo del Barça de los últimos años comunicaba, con ojos vidriosos, su irrevocable decisión de dejar el club al finalizar una temporada que puede acabar con el triplete como broche de oro.
Ocho Ligas tras la conquistada el pasado domingo en el Calderón, dos Copas del Rey que pueden ser tres, seis Supercopas de España, dos Supercopas de Europa, dos Mundialitos de clubes, la posibilidad de conquistar su cuarta Champions League, la quinta en la historia del club, amén del Mundial de 2010 y las Eurocopas de 2008 y 2012 completan un palmarés inefable. Si es cierto que el fútbol te devuelve lo que le das, la deuda del deporte rey con Xavi Hernández está saldada y amortizada para la posteridad. Gracias por todo maestro. Buen viaje en tu nueva andadura y vuelve pronto a casa.
Ocho Ligas tras la conquistada el pasado domingo en el Calderón, dos Copas del Rey que pueden ser tres, seis Supercopas de España, dos Supercopas de Europa, dos Mundialitos de clubes, la posibilidad de conquistar su cuarta Champions League, la quinta en la historia del club, amén del Mundial de 2010 y las Eurocopas de 2008 y 2012 completan un palmarés inefable. Si es cierto que el fútbol te devuelve lo que le das, la deuda del deporte rey con Xavi Hernández está saldada y amortizada para la posteridad. Gracias por todo maestro. Buen viaje en tu nueva andadura y vuelve pronto a casa.
Me voy del Barça para volver, así se despedía Xavi Hernández de la que ha sido su afición las últimas diecisiete temporadas. Algo que en su día también dijo su mentor, Pep Guardiola, con resultado conocido por todos. |
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