Corea del Norte es uno de los países más herméticos y represivos del mundo. Su líder supremo, Kim Jong-un, es una especie de deidad con aura divina que no muestra ningún titubeo en erradicar cualquier atisbo de disidencia en el país del que es monarca. A nivel futbolístico, Corea del Norte cuenta con dos participaciones en la Copa del Mundo: la primera de ellas tuvo lugar en el Mundial de Inglaterra 1966 en el que la selección norcoreana tuvo una más que aceptable participación, superando a las selecciones de Italia y Chile y ser el primer combinado asiático en superar la primera fase. Una vez en cuartos de final, Corea del Norte volvió a dar la sorpresa al llegar a endosarle tres goles a Portugal. El partido acabaría 5-3, con cuatro goles de Eusebio que, a la postre, llegaría a proclamarse máximo artillero del certamen.
No obstante, la segunda participación de Corea del Norte en un Mundial tuvo otro tipo de consecuencias mediáticas. Era el Mundial de Sudáfrica 2010. El cuadro asiático fue encuadrado en el Grupo G junto a Brasil, Portugal y Costa de Marfil, en el que se llamó el grupo de la muerte del campeonato. En esta ocasión, el papel de Corea del Norte fue mucho más discreto, cayendo 2-1 frente a Brasil, recibiendo la mayor goleada del certamen a manos de Portugal por 7-0 para dar por concluida su aventura en Sudáfrica. Ya eliminados del Mundial, el conjunto Chollima caería 3-0 ante la selección de Costa de Marfil. Pero la eliminación no sería el único castigo que sufrió la selección de Corea del Norte.
Dicho país es una monarquía dictatorial totalitaria de tipo socialista. El culto exacerbado al líder supremo y su ideología oficial, juche, impregna todos los recovecos de la nación. Cuando los jugadores del plantel de Corea del Norte llegaron a casa, no se podían imaginar las consecuencias que tendría tan deleznable acto como caer eliminados en el Mundial sin haber conseguido ni un solo punto. Los jugadores seleccionados fueron colocados en fila india durante seis horas en los aledaños del Palacio de la Cultura Popular de Pyongyang para que fueran insultados y vejados por todo aquel que pasara.
Pero eso no es todo. El seleccionador nacional fue acusado de traición al por entonces líder supremo Kim Jong-il, padre del actual monarca Kim Jong-un. El castigo fue su conversión a obrero de construcción y obligado a desempeñar trabajos forzados, algo realmente inconcebible en pleno siglo XXI. Toda la actuación de Corea del Norte en el Mundial de Sudáfrica 2010 estuvo salpicada por hechos bizarros. Sin ir más lejos, todos los aficionados que acudieron a animar a la selección a Sudáfrica, en realidad, eran actores chinos que fueron pagados por el régimen. Además, algunos partidos fueron retransmitidos sin autorización de derechos de televisión y la goleada contra Portugal fue emitida sin sonido ante la vergüenza producida.
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