En primer lugar, me gustaría disculparme contigo, querido lector, por la dilatada ausencia en mi blog. Diversos compromisos académicos y problemas de logística son los responsables fundamentales de mi demora. Asimismo, quiero saludar a mis compañeros de Periodistas Anónimos, blog con el que me estreno como colaborador y del que recomiendo su lectura detenida.
Durante el último mes, con este hacinamiento de clásicos coperos y con la duda relativa a la sede de la final de la Copa del Rey, ha surgido una polémica innecesaria y estridente patrocinada por los sectores más fervientes del madridismo. Este paradigma de crispación, patrocinado básicamente por Punto Pelota, conlleva al espectador a olvidar el tema que se trata, es decir el fútbol.
De hecho, cuando sintonizo dicho programa, parece más bien un debate sobre nacionalismos que una tertulia de fútbol. Es por ello por lo que he venido a llamar a todos los medios de comunicación, encabezados por Punto Pelota y seguidos de Marca y As, como los máximos representantes del fanatismo deportivo o el Sálvame del Fútbol.
El forofismo en el fútbol y, por extensión, en el deporte es una de esas lacras que, afrontémoslo, nos acompaña día a día. Nos queda lejano el truculento incidente de Aitor Zabaleta, aficionado de la Real Sociedad que fue asesinado por ultras radicales del Atlético de Madrid allá por diciembre de 1998. Si bien, el fanatismo del que vengo a hablar hoy es más mediático y, afortunadamente, menos dramático que aquel lamentable hecho.
Parece evidente que mis palabras están teñidas de ácida subjetividad culé. Y no es para menos. No obstante, mantendré mi particular linea editorial lejos del estilo de La Central Lechera y muchos blogs que conozco vergonzosamente madridistas. Ante todo, me defino como amante del fútbol y, precisamente por ello, he escrito numerosos artículos de jugadores históricos del Real Madrid como Zidane o Redondo, además de analizar plantillas míticas del madridismo a través de extensos reportajes como, por ejemplo, la Séptima Copa de Europa en Ámesterdam con Mijatovic y compañía. Aunque culé, nunca emprenderé críticas hacia el Real Madrid que no estén rigurosamente argumentadas.
Para ser testigos in situ del lecherismo sintonicemos Punto Pelota. Las cifras de audiencia del programa son disparatadamente altas pero ello no explica la calidad del mismo. La labor que desempeñan, no exenta de dificultad, queda marcada negativamente por la etiqueta que catalogan todos sus programas, o sea, cebos sensacionalistas, debates absurdos, y, sobre todo, los temas que abordan quedan bastante lejos de lo que es el fútbol o, al menos, de lo que nosotros entendemos por este maravilloso deporte.
¿Los responsables? Si estoy en lo cierto, la libertad de expresión, máxima consigna de la democracia conlleva implícitamente una doble cara menos afable. Su definición no es completamente nítida y establecer unos límites concisos es una labor irresoluble. Esta cara negativa de la libertad de expresión hace ardua la tarea de saber a ciencia cierta hasta dónde tratar algunos temas aunque no se esté realmente cualificado para hacerlo. Por todo ello, en Punto Pelota son vendedores de conflictos. Crean una polémica álgida, fomentan un debate absurdo a través de sms's y se llevan una buena porción de la tarta televisiva.
De hecho, hace pocos días hablaban del desgastado tema del nacionalismo, un tema muy novedoso, con gritos, aspavientos de superioridad, interrumpiendo continuamente y con una jocosidad muy poco estilosa. Todo ello, con la reminiscencia de la agresión digital de Mourinho a Tito, ha imprimido en el Real Madrid una falta de deportividad que incluso le ha llevado a traicionar a su propio himno. Cuando pierden, ya no dan la mano. Es más, hay veces que las pisan.
Dicho sea de paso, en Punto Pelota se pone de manifiesto lo cambiante que es la prensa. Me explico. Hubo un lejano día en el que el Bernabeu, muchos madridistas, incluidos ellos, crucificaron a Mourinho con su planteamiento poco acertado en el que hombres poco habituales como Altintop y Carvalho eran titulares. A día de hoy, con la holgada distancia del Madrid en la clasificación, todos veneran a Mou y a su fútbol digno de hacerse un hueco en la historia. Esa es la congruencia patente en Punto Pelota.
En resumidas cuentas, no sólo en Punto Pelota sino en otros medios como Marca y As, el lecherismo patético ha invadido la mente de redactores y columnistas que sólo ven la realidad de blanco y, ante cualquier intento de disidencia, responden con una chulería que haría temblar a Ramos Marcos. Mientras tanto, intento comprender por qué tengo Intereconomía aún sintonizado en mi receptor de televisión.
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