24 de agosto de 2010

Ronie vuelve a casa


Este miércoles se disputa el torneo Joan Gamper. El invitado a la fiesta para esta ocasión es el Milan, conjunto que cuenta en sus filas con el sempiterno Ronaldinho Gaúcho.

Se trata de un trofeo especial, no sólo por el invitado, uno de los clubes más grandiosos del mundo sino porque todas las miradas estarán puestas en alguien que en un momento fue la estrella del Barça.

Ronie marcó una época en el club. Hablamos, evidentemente, de mucho antes de los últimos años de gloriosas sobredosis deportivas. Procedente del PSG francés, el brasileño fue un estandarte en el club y significó un cambio de ciclo en el barcelonismo que llevaba años mermado en una profunda crisis institucional que calaba en lo deportivo. A efectos prácticos, cuatro años sin ganar nada y combatiendo con la arrogante política expansionista del Madrid galáctico.

Con el fichaje de Ronaldinho, la afición barcelonista tenía un motivo para sonreír, un nuevo motivo para llenar las vitrinas de la Sala París, un nuevo ídolo.

Comandado por este brasileño de entrañable sonrisa, el Barça se abrió paso por la competición nacional, la europea y se embarcó en una gran etapa dejando en tierra unos grises años en blanco.

Técnicamente, contaba con una calidad estratosférica. En fracciones de segundo, Ronie podía soprender al rival con una genialidad de la que no se conocían precendente. Popularizó la elástica, inmensos chutes desde lejos, sombreros y, por supuesto, auténticos golazos que levantaron a todo un estadio Santiago Bernabeu. En definitiva, un jugador superlativo.

En su periplo en la ciudad condal, el Barça ganó, dos Ligas (2005 y 2006), dos Supercopas de España (2005 y 2006) y la Champions de París, la segunda del club, lograda en 2006 frente al Arsenal de Tití Henry.

Sus compañeros lo consideraban una persona alegre, carismática y que transmitía buen rollo al vestuario. Comenta, Víctor Valdés, que lo recuerda con especial cariño y nostalgia al brasileño.

Desgraciadamente, no pudo tener el final que se merecía. Términó el ciclo de la era Rijkaard y sobre él cayeron rumores de falta de disciplina, vagancia y problemas de peso como consecuencia de una mala vida, en la que el alcohol y las diversas juergas nocturnas fueron los protagonistas.

El miércoles volverá a casa, arropado por unas imágenes en el electrónico que condensan sus mejores jugadas con la elástica culé y el honor de ser el artífice de rescatar al Barça. Una leyenda viva.

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