15 de junio de 2011

Leyendas: Frank Rijkaard

 

La evolución que vivió el fútbol a finales de los ochenta con el Milan de Sacchi como gran artífice no se habría podido explicar sin la presencia de un jugador con peinado afro y delicadeza europea. Desde el eje de la zaga actuando como líbero, de mediocentro defensivo o en la mediapunta del ataque, Frank Rijkaard se desenvolvía como un elegante todocampista en aquella histórica escuadra.

En las calles de Ámsterdam, un chico de alocada melena aprendía a jugar al fútbol. Era sorprendente que atesorara tanta calidad pese a su considerable altura que rondaba casi los dos metros. El Ajax de Ámsterdam se fijó en él y pasó a formar parte de la disciplina ajaccied en 1980. Allí se convirtió en un jugador imprescindible, con un talento innato y permaneció hasta 1987. Fue su primera etapa en el Ajax y ganó nada menos que tres Eredivisies y una Recopa de Europa mostrando, además, su gran faceta goleadora.

El prometedor jugador holandés vivió sin duda su época de esplendor en el Milan bajo las órdenes de Arrigo Sacchi. Jugó cinco temporadas con los rossoneros y conquistó dos Copas de Europa, dos Scudetto, dos Supercopas de Europa, dos Intercontinentales y dos Supercopas de Italia. De hecho, marcó el gol clave ante el Benfica en la final de 1990. 


Dicha hazaña significó la victoria de un estilo impreso por Arrigo Sacchi que, básicamente, se obsesionaba por la ocupación de muchos metros en el terreno de juego. El jugador demostró su depurada calidad técnica comandado por una vieja guardia pretoriana formada por Maldini, Baresi, Costacurta, Tassotti y Donadoni. En la delantera Jean-Pierre Papin y Daniele Massaro compartían cancha con el temible trío de holandeses formado por Van Basten, Gullit y el susodicho Rijkaard.

Las cotas de calidad existentes en el Milan conllevaron al club a una época de éxitos perennes que prácticamente aplastaban a cualquier rival. En efecto, Maldini aportaba una tranquilizante seguridad en la zaga, Van basten era el encargado de la clase y Rijkaard se elevaba a mil ocupando todos los metros habidos y por haber. Un jugador con la fuerza de un obús y la delicadeza de una fina pluma.

En realidad, es difícil conocer con exactitud la demarcación de Frank Rijkaard. En función de las necesidades de su entrenador, el holandés se podía desempeñar como un centrocampista defensivo al que su gran potencia y su envergadura musculosa no le restaban calidad. De líbero, también era genial sacando el balón desde la cueva con gran criterio y finalizar la jugada mediante su exquisita pegada. En consecuencia, era un jugador muy polivalente que podía actuar de defensa a delantero centro, pasando por centrocampista.


Ya con la veteranía como compañera de viaje, en 1993 regresó al Ajax, el club que lo vio nacer futbolísticamente. De nuevo en la capital holandesa, Rijkaard ya llevaba interiorizados los valores de la competitividad y la picaresca. No obstante, en 1995, año de su retiro, tuvo la ocasión de volver a ganar la Copa de europa, precisamente, ante su añorado Milan. Coincidió en su segunda etapa en el Ajax con un joven Patrick Kluivert a quien dirigiría en Barcelona en su etapa como entrenador.

A nivel internacional, tampoco pasó inadvertido. Escribió con mayúsculas su ciclo en la selección holandesa al conquistar la Eurocopa de Alemania en 1988, único gran título que conserva la oranje en sus vitrinas. Eliminaron a la anfitriona en semifinales y, en la final, ganaron a la Unión Soviética por 2-0, goles obra de Gullit y Van Basten. Allí coincidió también con un gran defensa como Ronald Koeman y, de la mano de Rinus Michels, protagonizaron la más gloriosa gesta en la historia del fútbol internacional holandés.


Sus únicos destinos como entrenador han sido la selección holandesa, el Sparta de Rótterdam, Barcelona y Galatasaray. Sin lugar a dudas, su trayectoria más fructífera como técnico la disfrutó en el Barça. Llegó en 2003 y, con la ayuda de Ronaldinho, Eto'o y compañía, conquistó dos terapéuticas ligas (2005 y 2006) que rescataron al Barcelona de las profundidades abisales, así como dos Supercopas de España (2005 y 2006).

Sin duda, el capítulo más recordado es la victoria frente al Arsenal en París que significó la segunda Copa de Europa para el club y la cuarta en su extenso palmarés. Allí, con Belletti como gran protagonista, el club azulgrana derrotó al Arsenal de Wenger y Tití Henry por 2-1. En 2008 dejó el club tras cinco años y una caída en picado del rendimiento físico y deportivo de algunos de su jugadores. Con motivo de despedirle, los futbolistas le regalaron una camiseta que decía: Nunca fumarás solo.

 Su final de ciclo en el Barça coincidió con la llegada de Josep Guardiola en 2008. Pep heredó de Frank, entre otras cosas, el factor imprescindible de presionar por todo el campo para mantener el balón.

En el partido de octavos de final del Mundial de Italia en 1990, el delantero Rudi Völler le propinó un irreverente escupitajo a Rijkaard que le costó la expulsión al alemán.

Sigue batiendo récords


Puedes considerarlo, si te apetece, como una guinda a una temporada espectacular en la que el club ganó la Liga, la Champions y, como dijo Pep, una pequeña copa en verano, la Supercopa de España. Obviamente, la historia de la entidad es muy vasta y el umbral de récords por batir es mayor al ya superado. Sin embargo, el equipo sigue dándolo todo y, sin ir más lejos, la pasada campaña concluyó con nuevos registros para el Barça de Guardiola.

Los estadios de Cornellá, Mestalla y Vicente Calderón eran terrenos pantanosos para el Barcelona. Parecían estar poseídos por alguna deidad que impedía a los de Guardiola saborear una aderezada victoria allí. Esta temporada, el equipo azulgrana ganó en el Calderón por 1-2 en la tercera jornada tras caer laos dos años anteriores por 4-3 y 2-1. En el nuevo estadio del Espanyol, estrenado en 2009, no se puso pasar del empate a cero mientras que este año se le arremetió un inapelable 1-5. En Mestalla se firmaron dos empates a dos y a cero, los años anteriores. Messi rompió ese negativo dato al marcar el 0-1 que daba la victoria al Barça.

También, el equipo despejó los fantasmas de la fase de grupos y pasó totalmente invicto a octavos de final sin perder un sólo partido ante Panathinaikos, Rubin Kazan y Copenhague. En la temporada 2008/2009 el club perdió ante el Shaktar Donetsk y en la 2009/2010 ante el Rubin en el Camp Nou.

El Barça ganó la Liga de Campeones en la campaña 2008/2009 y se quedó a las puertas de la final en la 2009/2010. Pese a este ilusionante dato, el equipo no consiguió ganar a domicilio en una eliminatoria a doble partido. El 0-1 cosechado por Leo Messi en tierras ucranianas ante el Shaktar rompió esta cifra, eso por no hablar del 0-2 en semis en el Bernabeu, también obra del argentino.

La Pulga ha marcado la fiolera de 53 goles esta temporada. Además de ello, por fin consiguió marcarle a un equipo dirigido por José Mourinho. Concretamente, le anotó tres tantos al Real Madrid: uno en Liga y dos en Champions. Hay que decir también que el astro argentino ya sabe lo que es celebrar un gol en Inglaterra tras marcar ante el Manchester en la inolvidable final de Wembley.

Fuente: Página oficial del Fútbol Club Barcelona.

La fiesta de Halloween del Betis

 

La madrugada iba entrando en sus horas adultas. Corría la noche más terrorífica del año 2001 cuando aproximadamente un 60% de la plantilla del Real Betis acudió a la casa del jugador vallisoletano Benjamín Zarandona en la urbanización Simón Verde situada a las afueras de la ciudad.

Sin quarterbarcks ni animadoras por allí, o al menos eso creo, la fiesta recordó por momentos a una típica escena de adolescentes americanos. Los jugadores béticos se corrieron una buena juerga en la que los disfraces fueron constantes, y el alcohol se extendía por todo el recinto al que los futbolistas acudieron sin sus respectivas mujeres.

Sin embargo, a avanzadas horas de la madrugada, la dantesca escena tomó el matiz de esas en la que aparece el anfitrión y muchos saltan por la ventana para salvaguardar su honor. En concreto, sobre las cuatro y media de la madrugada, el mandamás del betis por entonces, Manuel Ruiz de Lopera, decidió restarse horas de sueño y presentarse en el complejo urbanístico...


Fue entonces cuando sonó el timbre de la puerta y los béticos, confinados en sus quehaceres festivos, pensaron que sería un despistado invitado que se apuntaba a la fiesta. No en vano, en ese momento apareció Lopera, escoltado por Juande Ramos, entrenador por entonces del equipo andaluz, y Carmelo del Pozo, segundo del manchego.

Parece ser que Don Manué quiso volver a sus tiempos mozos y emprender su particular noche de brujas. Cuando se presentaron allí, pillaron a sus jugadores in fraganti y dando rienda suelta a su diversión. Con tan señalado motivo, sacó de entre las sábanas a Juande Ramos para no quedarse solo en su colecta de caramelos en dicha zona residencial. Una escena realmente particular...

A decir verdad, no es la única vez que los jugadores del Betis se lo pasan tan bien. De hecho, años antes el ex-mandamás bético encolerizó y etiquetó de borrachos a sus jugadores tras una fiesta organizada en un hotel madrileño en la que incluso desfilaron señoritas desnudas tras un Real Madrid - Betis.

El club, en realidad, no tomó severas medidas disciplinarias. Aunque Juande Ramos, molesto por la falta de responsabilidad de sus jugadores, organizó un titánico entrenamiento que duró más de dos horas y media como premio a sus originales disfraces en la noche de Halloween del beticismo. Curiosamente, después de aquella inolvidable noche, el Betis encarriló una racha de quince partidos sin perder y se alzó hasta el tercer puesto de la clasificación.

14 de junio de 2011

En buenas manos

 

Por alguna razón que no alcanzo a concebir, son los personajes más infravalorados del fútbol. Los aficionados idolatran y algunos canonizan a los delanteros, artífices del éxito. Algunos centrocampistas como Xavi en el Barça o defensas como Franco Baresi en el Milan son auténticas leyendas en el club. Pero parece que alguien se ha olvidado de los incomprendidos porteros...

Y es que, si no fuera por ellos, los éxitos de un equipo serían difíciles de narrar. Algo así fue lo que ocurrió en la final de la Copa de Europa de 1986 en la que el portero rumano del Steaua de Bucarest, Dukadam, le paró tres penaltis al Barcelona en la final del Sánchez Pizjuán. También los había más irreverentes como Higuita o Chilavert. Sin olvidar los que pusieron de moda las gorras como El Mono Burgos u Oliver Kahn.

Históricamente, la selección brasileña no tuvo buenos guardametas aunque de lejos suenen el triunfo de la canarinha en Estados Unidos 1994 o el subcampeonato del mundo en 1998 con Taffarel bajo palos. Inglaterra también tuvo mala suerte e injustamente se crucificó a un genial portero como David Seaman, histórico en el Arsenal, gracias a los goles encajados por Nayim en la final de la Recopa de 1995 o el golazo de falta de Ronaldinho en el Mundial de 2002, eso por no hablar de Calamity James, Robinson o Green.


Pero esta suerte de la que no gozaron los citados guardarredes, ha tenido un planteamiento distinto en la selección española de la actualidad. Sin ir más lejos, el combinado nacional disfruta de tres porteros que rinden a gran nivel en sus respectivos clubs. El primero, Íker Casillas está considerado el mejor portero del mundo después de su gran papel en el último Mundial y en la Eurocopa. Dicho sea de paso, cuenta con dos Copas de Europa y cuatro ligas con el Real Madrid.

El segundo, Víctor Valdés es, a buen seguro, el segundo mejor portero del planeta. Le avalan las tres Copas de Europa conseguidas en los últimos años con el Barça y las cinco ligas que ha coseguido con el equipo azulgrana. Además, ha protagonizado grandes actuaciones en los últimos cursos con el club y es una pieza fundamental para Pep Guardiola.

El tercer guardameta alternativo también procede de la cantera azulgrana y, de hecho, jugó en el Barça. Se trata de Pepe Reina que, aunque no puede competir con los anteriores por la titularidad en La Roja, juega de titular en el Liverpool y ha hecho grandes temporadas. Cuenta en su palmarés con una Copa de Europa y, a nivel anecdótico, se hace notar en el vestuario por su avispado sentido del humor.

Esto contrasta con la situación que se vivió en la década de los noventa cuando Paco Buyo tuvo que ser relegado al banquillo mientras la titularidad la vivía su homónimo en el Barça, Andoni Zubizarreta. Actualmente, las tornas se han cambiado aunque, la verdad sea dicha, la situación futbolística de estos tiempos ha sonreido mas a Víctor e Íker que a los anteriores guardametas.

En resumidas cuentas, la hinchada roja tiene que estar de enhorabuena porque, efectivamente, la selección está en buenas manos...