La madrugada iba entrando en sus horas adultas. Corría la noche más terrorífica del año 2001 cuando aproximadamente un 60% de la plantilla del Real Betis acudió a la casa del jugador vallisoletano Benjamín Zarandona en la urbanización Simón Verde situada a las afueras de la ciudad.
Sin quarterbarcks ni animadoras por allí, o al menos eso creo, la fiesta recordó por momentos a una típica escena de adolescentes americanos. Los jugadores béticos se corrieron una buena juerga en la que los disfraces fueron constantes, y el alcohol se extendía por todo el recinto al que los futbolistas acudieron sin sus respectivas mujeres.
Sin embargo, a avanzadas horas de la madrugada, la dantesca escena tomó el matiz de esas en la que aparece el anfitrión y muchos saltan por la ventana para salvaguardar su honor. En concreto, sobre las cuatro y media de la madrugada, el mandamás del betis por entonces, Manuel Ruiz de Lopera, decidió restarse horas de sueño y presentarse en el complejo urbanístico...
Fue entonces cuando sonó el timbre de la puerta y los béticos, confinados en sus quehaceres festivos, pensaron que sería un despistado invitado que se apuntaba a la fiesta. No en vano, en ese momento apareció Lopera, escoltado por Juande Ramos, entrenador por entonces del equipo andaluz, y Carmelo del Pozo, segundo del manchego.
Parece ser que Don Manué quiso volver a sus tiempos mozos y emprender su particular noche de brujas. Cuando se presentaron allí, pillaron a sus jugadores in fraganti y dando rienda suelta a su diversión. Con tan señalado motivo, sacó de entre las sábanas a Juande Ramos para no quedarse solo en su colecta de caramelos en dicha zona residencial. Una escena realmente particular...
A decir verdad, no es la única vez que los jugadores del Betis se lo pasan tan bien. De hecho, años antes el ex-mandamás bético encolerizó y etiquetó de borrachos a sus jugadores tras una fiesta organizada en un hotel madrileño en la que incluso desfilaron señoritas desnudas tras un Real Madrid - Betis.
El club, en realidad, no tomó severas medidas disciplinarias. Aunque Juande Ramos, molesto por la falta de responsabilidad de sus jugadores, organizó un titánico entrenamiento que duró más de dos horas y media como premio a sus originales disfraces en la noche de Halloween del beticismo. Curiosamente, después de aquella inolvidable noche, el Betis encarriló una racha de quince partidos sin perder y se alzó hasta el tercer puesto de la clasificación.
me he quedado to loco cuando he leido esta entrada xDDDD
ResponderEliminarmacho, poco más y a salváme delux de cabeza, jajaja