1 de octubre de 2012

Anticatalanismo



Antes de embarcarme en mis elucubraciones, el artículo que estás a punto de leer se exime de contenido deportivo. Como habrás deducido por el título, hoy no trataré cuestiones deportivas o estrictamente futbolísticas. Aclarado el matiz, tampoco contaminaré el blog de política porque no es el sitio. Siempre hay que intentar separar política y deporte pero, afrontémoslo, van cogidas por la mano. ¿De qué estoy hablando? Sólo tienes que seguir leyendo...

El anticatalanismo, o antisenyerismo como diría mi idolatrado Rubén Uría quien me ha inspirado a escribir este artículo, es un tema realmente extenso sobre el que se ha escrito, se escribe y se seguirá escribiendo en todos los formatos, medios y ópticas que podamos concebir. Es el eterno debate de siempre, soporífero, monótono, hastiante y banal con el que uno ya empieza a bostezar. Debate que, como comprenderás, no voy a retroalimentar innecesariamente. Únicamente, hay que tener en cuenta que, con la actualidad tan endémica que atraviesa España, estos temas deben pasar a un segundo plano. Exacto, deben.

Pep Guardiola hizo una aparición tan breve como clara en la Diada, la fiesta nacional de Catalunya, el pasado 11 de septiembre con motivo de la multitudinaria manifestación por la independencia. Conocido por todos su ferviente catalanismo, no hizo más que reivindicar algo tan evidente como que el agua moja. Aquí tenéis un voto más. Con esta demoledora frase, mostró, de forma poco precisa y algo ambigua, su sintonía con el movimiento revolucionario. Sirviéndose de la incendiaria cita, muchos acusan a Guardiola de un antiespañolismo, cuando muchos de esos esbozan una mueca de repudio hacia todo aquello que apeste a catalán. 

Parece complicado que una frase de apenas cinco vocablos pueda destapar tantos comentarios, ya sean positivos o negativos. Hay quien dice que Guardiola no puede mostrar ese sentimiento tan radical, como si ser ex-entrenador de fútbol le incapacitara para proclamar lo que piensa y siente. También muchos como Alfonso Pérez, compañero de Pep en la selección española, se preguntarán por qué jugaba con La Roja si pensaba de ese modo. No conocía que prestar sus servicios a la selección, con la que disputó el Mundial de 1994 y la Eurocopa 2000, podría generar tantas deudas o compromisos morales a largo plazo. Dicho sea de paso, el marco legal existente cuando Pep Guardiola jugaba con la selección española le obligaba a presentarse en la convocatoria y Pep no desafió el imperativo legal.

Guardiola siempre ha paseado por los cuatro costados su irrefrenable catalanismo, porque es catalán. O sea, no hace apología del independentismo porque diga que es de un país como Catalunya. Fijo que a alguien de tu pueblo le llamarás paisano, palabra derivada de país, y apuesto que no eres independentista de tu pueblo. No hay vuelta de hoja. Seguro que tú, querido lector, allá donde te encuentres también te sientes orgulloso de tu pueblo, tierra o país. El Barça es un club desacomplejadamente catalanista y, por tanto, siempre se ha mostrado al servicio de su país, Catalunya, paseando su bandera por todos los rincones del mundo en los que ha desplegado su fútbol.

Escuché una vez: La vida es demasiado corta como para pasárnoslas pidiendo explicaciones. Aplicando dicha tautología, con Guardiola sólo podemos hacer dos cosas: la inteligente y la otra. La opción avispada consiste en dejar a un lado su ideología y sentimiento para quedarnos con lo que nos ha dado que, digámoslo, no es poco. Es más inteligente admirarle por lo que le ha dado al Barça, enamorarse del fútbol, por haber sublimado el juego, por atribuir elementos en un deporte en el que se creía que ya estaba todo inventado y disfrutar todos los matices de su vasta filosofía que decepcionarnos por cinco palabras que expresan su sentir. No hay que juzgar a la gente en función de lo que siente. 

La intolerancia imperante en España, país en el que abundan fachas y paletos, provocan un resquemor y un nudo marinero en el estómago cuando se pronuncia la palabra independentismo. La verdad sea dicha, a mí la unidad de España me importa tanto como el cumpleaños de una tortuga. Hay cosas más importantes. Recientemente, Sandro Rosell, con el que no comparto su discurso, manifestó públicamente: Si Catalunya se independiza, el Barça seguiría jugando la Liga Española. No entiendo por qué sus palabras han destapado tanto alboroto. Ahí está Mónaco, que es un estado independiente a Francia y, sin embargo, su club juega la Liga Francesa. De hecho, es el último club francés que ha jugado una final de Champions, la que perdería ante el Oporto de Mourinho en 2004.

Con mis palabras, puedo ganarme la animadversión de mucha gente y el cariño de muchas otras. En realidad, no me importa mucho. El Barça es el club más importante de España. Sólo los azulgranas han aportado a nuestra selección un número elevado de jugadores con los que conseguir su objetivo y ambos practican un fútbol muy parejo y similar. En el Real Madrid no deberían estigmatizar tanto a los catalanes porque el club merengue existe gracias a un país como Cataluña, dado que fue fundado por dos hermanos catalanes: Joan y Carles Padrós. A fin de cuentas, ¿Qué mas da si eres un españolista visceral o separatista confeso? En definitiva, cuando aprendamos a respetar lo que piensa y siente cada uno, seremos realmente maduros.


Fuente: Inspirado en el artículo de Rubén Uría (13/9/2012). Banderas y fronteras. Yahoo! Deportes.

2 comentarios:

  1. Que trates a Cataluña como a un "país" dice mucho de la falta de objetividad de este artículo, (aunque no creo que te haya importado mostrar tu opinión, cosa que parece ser el motivo de esta publicación), y de tus coqueteos con una Cataluña más independiente.

    La independencia dudo que se lleve a cabo porque no tiene sentido en la realidad global en el que se tiende a la unidad para poder competir y que además supondría la ruina tanto para Cataluña como para el resto de España. Pero claro, Cataluña actualmente está muy jodida y, como es normal, el populismo en ocasiones como esta suele arrasar, y ahí está la súbita subita en las encuestas de independentistas.

    Por cierto, no estoy precisamente orgulloso de mi tierra. Un saludo.

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  2. Portugal es mejor que españa y que cataluña......

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