El Bayern de Múnich de Pep Guardiola se ha proclamado campeón de la Supercopa de Europa tras imponerse en un grandísimo encuentro al Chelsea de José Mourinho. Los teutones consiguen el cuarto título de 2013 en la tanda de penaltis, con el oportuno fallo de Lukaku, que hace que los londinenses pierdan nuevamente el cetro continental, al igual que ocurriera la pasada temporada en Mónaco ante el Atlético de Madrid.
Indudablemente, fue un partido de los que marcan época. Javi Martínez empató la contienda en el último minuto de la prórroga y condicionó la ansiada tanda de penaltis donde los de Baviera de impusieron. De nuevo, los tres últimos minutos en el Bayern vuelven a ser cruciales en la trayectoria del club germano. Los últimos minutos de muchos partidos míticos de los alemanes dan para hacer una película de suspense. Una fracción de segundo, nuevamente, cambia el destino de un club cuyos partidos más memorables no se han decidido en los 90 minutos reglamentarios, en concreto, en los últimos minutos del Bayern de Münich...
El primer precedente del infortunio del Bayern con los últimos minutos de juego hay que buscarlo en 1987. Por entonces, el equipo alemán que contaba con estrellas como Rummenigge, Matthaüs y Brehme llegaba a la final de la Copa de Europa en el Práter de Viena. Al frente, se situaba nada menos que el gran Oporto de Paulo Futre y Joao Pinto. El cuadro germano se adelantó con gol de Kögl en el minuto 25, lo que parecía llevar la cuarta Copa de Europa a las vitrinas del club bávaro. Sin embargo, los indelebles goles de Madjer en el minuto 77 y Juary apenas cuatro minutos despúes hundieron al Bayern de Múnich y llevó la primera Orejona a Oporto.
Habría que esperar 12 años para la nueva cita del Bayern con la historia. Con una de las mejores plantillas de las últimas décadas, formada por Matthaus, Effenberg, Basler, Kuffour y Kahn bajo palos, el Bayern de Múnich aterrizaba en el Camp Nou en 1999 con el fin de ganar la Copa de Europa que el Oporto de Futre le había arrebatado 12 años antes en Viena. El Bayern, dirigido por Ottmar Hitzfield, se adelantó por medio de un preciso libre directo lanzado por Mario Basler y, a falta de un minuto para el pitido final, la Copa de Europa de 1999 parecía tener dueño, el Manchester United.
Pero, en fútbol, no hay nada decidido hasta el pitido final. La lógica y las concepciones tangibles no cobran mucho sentido práctico en este juego. Teddy Sheringham, delantero inglés que también militaría en el West Ham y que la puntería no le había sonreído durante toda la final, marcaría en el minuto 91, dejando desestabilizados a los jugadores del Bayern y condicionando la prórroga. Una prórroga que sería imposibilitada por el gol de Ole Gunnar Solksjaer dos minutos después, dando por concluido el encuentro. Fueron, sin duda, los tres minutos más agónicos de la historia del Bayern. Fue, sin duda, una de las más grandes finales que jamás se han presenciado.
Muchos años después, en 2012, los minutos finales del cronómetro volverían a jugarle una mala pasada al Bayern de Múnich. Después de lograr su anhelada cuarta Copa de Europa en 2012, los teutones volverían a perder una final de Champions en suelo español, en 2010 ante el Inter de Mourinho en el Bernabéu. Con un equipo mucho más definido, el cuadro alemán tiene una oportunidad sin igual para ganar la que sería su quinta Orejona en el año cuya final se celebra en el Allianz Arena de Múnich. Tras imponerse al Real Madrid en la tanda de penaltis, con fallo de Sergio Ramos incluido, los de Baviera llegan a la que sería su novena final y en su propio estadio.
En un partido con más expectación que atractivo, cuando todos los presentes miraban el luminoso esprando la prórroga, Thomas Müller adelanta al Bayern en el minuto 82. El color rojo invade todos los rincones del estadio muniqués, a escasos diez minutos para que dé por concluida la final. No obstante, en el minuto 88 cuando todos daban al Bayern por nuevo campeón de Europa, el delantero del Chelsea, Didier Drogba, consigue las tables en el marcador por medio de un inapelable testarazo. La prórroga, ahora sí, está abierta de par en par y no es suficiente para evitar la tanda de penaltis. Tras el estrepitoso fallo de Schweinsteiger, Drogba marca el penalti decisivo que otorga al Chelsea la primera Copa de Europa de su historia. Múnich volvía a revivir el ingrato recuerdo de la final del Camp Nou en 1999.
Sin embargo, el Bayern sabe aprender de la derrota y vuelve a jugar la final de la temporada siguiente 2012/2013 tras la famosa goleada al Barcelona por un global de 7-0 en la eliminatoria de semifinales. Los de Jupp Heynckes se imponen por 2-1 al gran Borussia Dortmund de Jürgen Klopp en la final de Wembley y logran de un vez por todas la tan esperada quinta Copa de Europa. Pep Guardiola anuncia que dirigírá al equipo germánico la siguiente temporada mientras que Mourinho, tras una temporada en blanco con el Real Madrid, se hace cargo del banquillo del Chelsea que había logrado, por su parte, la Europa League. El cartel de la Supercopa de Europa no puede tener más marketing: Bayern de Múnich Vs. Chelsea; Pep Guardiola Vs. José Mourinho.
La sede de la final, situada en el Luis II de Mónaco desde 1998, se traslada a Praga. Los dos estilos de juego de ambos entrenadores no son un misterio para nadie. Fernando Torres estrena el marcador blue en el minuto 7 tras una gran jugada colectiva. Ribéry, la estrella del Bayern, empata la contienda en el minuto 46, lo que condiciona una frenética prórroga. Sería Eden Hazard quien vuelve a adelantar a los londineses en el minuto 92, lo que deriva a una constante acometida del equipo de Pep Guardiola en su búsqueda incesante por el gol del empate. Tras mil intentos y más sufrimiento que puntería, Javi Martínez logra la igualada en el minuto 121, segundos antes de que el silbato del árbitro desencadenada la euforia inglesa. Llegan los penaltis y el Bayern se impone por 5-4 con fallo de Lukaku. Los últimos suspiros del cronómetro vuelven a perseguir al Bayern de Múnich. La historia se repite. Los alemanes condensan la esencia de este deporte: nada está decidido hasta que el pitido final. El Bayern así lo atestigua: en noches como esta con una sonrisa pero, en otras, con sentimientos menos alentadores.
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