El fútbol también es escenario mediático de la proliferación de farsas. Una de las más famosas tuvo lugar el 3 de septiembre de 1989 en el mítico estadio de Maracaná y tuvo como protagonistas a un portero con nombre de pájaro, una explosiva chica portada de Playboy, fuegos artificiales, una cuchilla de afeitar y una gran dosis de malicia y astucia. Todo ello sería aderezado con las paradisíacas playas de Río de Janeiro y los acariciantes rayos de sol como telón de fondo.
A fin de situarnos, Brasil y Chile se enfrentaban en el partido de vuelta, valedero para la clasificación del Mundial de Italia 1990. Al combinado andino sólo le valdría la victoria. Por su parte, a Brasil le bastaba con el empate para comprar el billete a Italia. Los precedentes del partido de ida serían muy intensos, dado los incidentes ocurridos entre Romario y los chilenos Ormeño e Hisis, además de la escalofriante patada del citado Ormeño al brasileño Branco. La afición carioca acusaría mucho que el jugador chileno sólo viese tarjeta amarilla por tan terrible infracción. Así pues, parecía evidente que el partido de vuelta sería de todo excepto aburrido.
Una Brasil en la que militaban grandes jugadores como Taffarel, Jorginho, Aldair, Dunga, Bebeto, Branco y Careca sería el gran escollo para una selección chilena que no disputaba un Mundial desde España 1982 y cuya participación más memorable en un Campeonato del Mundo databa de 1962 en suelo propio con jugadores de la talla de Raúl Sánchez, Jorge Toro, Leonel Sánchez y Eladio Rojas. El partido comenzaría con un pequeño incendio en las gradas, que sería solventado rápidamente por el servicio de bomberos del estadio de Maracaná. El primer tiempo de partido transcurriría sin goles, hasta que en el minuto 4 de la segunda mitad, el jugador brasileño Careca anotaría el primer gol que suponía la eliminación de Chile. Así las cosas, el partido seguiría su curso habitual hasta el minuto 67, cuando ocurriría un hecho que daría mucho que hablar
El portero chileno Roberto Rojas, conocido como El Cóndor, cayó al césped de Maracaná tras haber sido aparentemente alcanzado por una bengala, lanzada desde la grada donde se encontraban los aficionados brasileños. Los jugadores chilenos inmediatamente decidieron abandonar el terreno de juego, pese a las reiteradas prerrogativas del colegiado argentino Juan Carlos Loustao para que continuaran jugando el partido.
Como era de esperar, las cámara de televisión captaron que la bengala sí partía de la grada brasileña, pero que impactó a escasos metros del portero, de forma que no alcanzó al guardameta chileno. La policía identificó a la responsable como Rosenery Mello do Nascimento, una voluptuosa aficionada brasileña de 24 años que rápidamente alcanzaría la fama como la Fogueteira do Maracaná. No obstante, la duda que en ese momento asolaba la mente de todos los presentes sería acerca del origen de la herida que el Cóndor presentaba en la cabeza, aparentemente causada por un objeto contundente, y que no parecía una quemadura. ¿Había Roberto Rojas fingido ser víctima de una agresión?
Todo parecía indicar que sí. Las investigaciones pertinentes llevadas a cabo por Confederación Brasileña de Fútbol aseguró, como parecía obvio, que la herida que Rojas presentaba no había sido causada por ninguna bengala. Rojas confesaría posteriormente que, en realidad, la herida se la infirió él mismo con una cuchilla de afeitar que guardó en su guante para fingir tal inexistente agresión con el objetivo de conseguir un partido de repetición en un campo neutral.
Una vez conocidos todos los hechos con certeza, la FIFA actuó de oficio y resolvió aquel dantesco incidente con una sanción ejemplar. Roberto Rojas fue suspendido de forma terminante del fútbol profesional y la selección de Chile quedó fuera de participar en la fase clasificatoria del Mundial de Estados Unidos 1994, por prácticas ilícitas. Por supuesto, Brasil fue considerada ganadora de aquel sórdido partido y accedió al Mundial 1990 donde caería en octavos de final a manos de la Argentina de Maradona y Caniggia. Además, se pudo saber que el seleccionador chileno Orlando Aravena orquestó aquella farsa y forzó al médico de Chile a que permaneciera más tiempo con el Roberto Rojas en el terreno de juego para simular aquella agresión.
El desenlace de esta historia tuvo como gran damnificado a Roberto Rojas que, años después, declararía: Me corté con una cuchilla gillette y la farsa se descubrió. Fue un corte a mi dignidad. Tuve problemas con mi mujer y mis compañeros me dieron la espalda, pero si yo hubiera sido argentino, uruguayo o brasileño no estaría suspendido, pero al ser chileno no me dieron la oportunidad de reivindicarme. Por su parte, aquel incidente encumbró a la fama a la brasileña Rosenery Mello do Nascimento, casada y con un hijo de 10 meses, que fue dejada en libertad sin cargos y que coparía la portada de la revista Playboy meses después. Al final, parece que de aquel Maracanazo sí guardarían un buen recuerdo los brasileños.
Fuente: Eugenio Mateo (19/4/2015). La Fogueteira que cazó al Cóndor. Blog Notas de Sport.
No hay comentarios:
Publicar un comentario