Si en los últimos tiempos hay un jugador que no pasa indiferente por sus excentricidades, ése es Mario Balotelli. El italiano no acapara el protagonismo por la indiscutible calidad que atesora, sino por sus frívolas actuaciones fuera de los terrenos de juego. Estas acciones, que a veces rozan el marco de la ilegalidad, han eclipsado el talento del internacional italiano y han pasado a ocupar las primeras páginas de los rotativos nacionales de los países en cuyos equipos ha jugado. Quemar su casa con fuegos artificiales o ir a un streaptease antes de un partido forman parte de su gran historial de anécdotas.
Tras ganar la Champions con el Inter de Mourinho en 2010, Mario Balotelli se sumó al pretencioso proyecto del Manchester City. En el equipo inglés, el díscolo ariete firmó uno de sus incidentes extradeportivos más sonados en marzo de 2011 y The People se hizo eco de la estrambótica noticia en la que Balotelli ponía a prueba su puntería pero de un modo algo distinto a cómo lo haría un jugador profesional. No ponía a prueba sus disparos hacia la portería, ni medía la precisión de sus centros o pases. El entonces jugador del City afinaba su puntería de un modo muy particular.
Una mañana como otra cualquiera, Mario Balotelli se encontraba aburrido en la siempre acogedora ciudad de Manchester. A fin de saciar su hastío, cogió su coche de varios ceros en dirección a la zona deportiva de su club entonces, el City, donde se encontraban los juveniles del club en una sesión matutina de entrenamiento. Una vez allí, Balotelli se subió a un primer piso y empezó a tirar dardos a los canteranos del equipo inglés para mejorar, de este bizarro modo, su puntería aunque no fuera con los pies.
A pesar de la gravedad y trascendencia del asunto, su club no tardó en salir en defensa del jugador a través de un comunicado: El Manchester City tratará el tema internamente, pero estamos convencidos de que Mario no trató de dañar a nadie. Afortunadamente, así fue como ocurrió y no hubo que lamentar daños personales en nadie. Este hecho no cayó en saco roto y, una vez llegó a oídos del seleccionador italiano Prendelli, a punto estuvo de costarle la internacionalidad con la azurra.
Esta no era la primera vez en la que Mario Balotelli desataba la polémica. Semanas antes, en un partido de Europa League se autoexpulsó tras inferirle una escalofriante patada a un adversario, dejó a su novia en directo a través de un programa de televisión y en diciembre de 2010 pronunció una frase, atrevida, petulante y no exenta de sentido del humor: Sólo hay un jugador un poco mejor que yo y se llama Leo Messi.
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