La historia de hoy transcurrió en un entorno distinto. Como últimamente a los Salesianos iba mucha gente, decidimos quedar de diez a quince personas, los de siempre, en otro sitio cercano para poder jugar de una pieza, sin cambios, ni cortes de rollo. Así que, en principio, miramos en el San José pero estaba ocupado desde algo antes de las cinco de la tarde. Hay que ver lo precavida que es la gente. Contamos con la suerte de la presencia de otro campo allí al lado así que, sin pensarlo dos veces, ocupamos rápidamente el de al lado. Dicho esto, el partido parecía un desfile de nuevas equipaciones. Seguid leyendo y comprobareis por qué.
Primeramente, éramos nueve tíos: Jorge, Mateo, Manolo, Carlos, Alberto, Colmena, Fran Díaz, Romo y yo. Jorge no jugó en mi equipo y de nuevo apareció con el uniforme de Nani aunque esta vez no se escucharon cánticos antiportugueses. Aunque me dio alguna patada que otra, se le vio más metido en el juego, encaró de forma más productiva y lo vi con más sentido en el campo. Sin embargo, de nuevo los nervios le jugaron una mala pasada y protagonizó algún grito que otro.
Mateo reapareció tras casi dos meses de ausencia. Vestido de Dawson, central inglés del Tottenham, ejerció de mariscal de la defensa de mi equipo, abrió espacios, transmitía seguridad, participaba en la circulación del esférico y de vez en cuando bajo palos tampoco lo hizo mal. En el calentamiento estuve tocando balón con él y se le notaban los efectos de su período de inactividad. Pero finalmente pudo desenredarse de sus telarañas en las piernas y sacarle brillo a esa capa de óxido. Aunque el gol todavía se le resiste...
El caso de Manolo era cuanto menos gracioso. ¡Vaya tela con él! Sacó del cajón su flamante equipación de David Valla. Sí, habeis oido bien. Por culpa de alguna chinita, la camiseta de Manolo causaba risas alla por donde pasaba. Personalmente Manolo fue de los que mas me gustó el pasado viernes. Además de marcar numerosos goles, se desmarcaba con facilidad, pasaba el balón, lo vi mas rápido y puedo seguir hablando de él positivamente. Ésta es la prueba de que jugando con asiduidad y aprendiendo, se puede mejorar cualitativamente. Manolo lo sabe y mejora cada día. Chapeau!
Carlos ahí estuvo, compaginando el puesto de portero con Mateo, pegando balonazos y marcando un gol, rompiendo su racha poco goleadora. Bien, Carlitos, bien.
A Alberto lo vi más italiano que nunca y no porque pegara demasiadas patadas. Más bien porque no paraba de repetir la palabra bravissimo. Actuaba sobre todo como extremo, desbordando por la banda. Pese a estar muy escorado, fue el máximo anotador de la tarde. El diablo rojo de la tarde fue Jorge Colmena. Jugó en mi equipo básicamente en el rol de centrocampista. Sacaba el balón jugado con facilidad, arriesgando en el regate pero con una seguridad hipnótica. Junto a mí tocábamos el balón, metíamos pases, marcábamos goles y nos divertimos. Por cierto, aunque Nani se empeñe en decir que se parece al Pipita Higuaín, yo lo veo más parecido a Cesc Fábregas. Tanto por colores como por físico...
Fran Díaz no jugó en mi equipo. En el suyo encajaba tácticamente muy bien. Marcó goles, era un peligro a la salida de los corners y aportaba rigidez defensiva a la par de ofensiva a su team. Éste vino enfundado de una samarreta histórica con la que ganamos el 11 de julio la Copa del Mundo, precisamente el cumpleaños del susodicho. Casualidades de la vida...
Romualdo también estrenó equipación. No podía ser menos. Vino enfundado en una bonita camiseta italiana de Gilardino, adquirida un par de horas antes a la cita. En el calentamiento compartí sesión con él y, aunque no jugó en mi equipo, en el suyo lo hizo muy bien. Sacaba el esférico jugado con tranquilidad, estaba seguro en el pase, jugaba un fútbol colectivo, no abusó del voleón y, en líneas generales, fue de los mejores.
Ahora hablaré de mí porque lo bueno se hace esperar. Tranquilos, era broma. Aunque arrastraba molestias en la uña de un pie, me preparé protegiendo esa zona. En el calentamiento junto a Mateo pude hacerlo mejor pues se me escapaba el balón de vez en cuando. Sin embargo, conté con un buen equipo formado por Manolo, Colmena, Carlitos y Mateo y, gracias a mis compañeros, pude divertirme y anotar cinco chicharros.
El partido fue tranquilo en general sin jugadas que trascendieran a tánganas ni discusiones. Al principio, chispeó y muchos nos temimos lo peor aunque, por suerte, las nubes se fueron al mamaero, valga el vulgarismo. Perdí la cuenta de goles totales pero fue una de las tardes más goleadoras que recuerdo. Casi al final y sin saber muy bien por qué, el Chico Reflex apareció de la nada. Como éramos nueve, pudo jugar y después de la incorporación del chaval con nombre de crema, el partido fue más intenso, la presión era más asfixiante, había menos espacios y la envergadura física del mencionado implicó que pasaran menos balones de lo habitual.
Para concluir, espero que las sucesivas tardes sean parecidas a éstas, jugando partidos íntegros, sin interrupciones para no enfriarse. En definitiva, partidos tranquilos y atractivos.
Viernes, 4 de marzo de 2011.
Muy bueno. Es siempre un placer entrar a tu blog, un saludo desde Fobal2000 y desde Argentina.
ResponderEliminarGracias tío, el tuyo es muy bueno, siempre te enteras de algo curioso en él.
ResponderEliminarUn saludo ;)