25 de abril de 2011

Cuando éramos pequeños...


Para abordar este tema, hay que echar la vista atrás. No, más aún. No a los tiempos de los potitos y avioncitos sino cuando las decisiones importantes se tomaban a piedra, papel o tijeras. Tiempos en los que, de un modo u otro, todo era diferente.

Recuerdo la primera vez que jugué al fútbol. Aunque entonces no poseía una mente muy analítica, sí gozaba de uso de razón. Fue en una arenosa pista, por llamarla de alguna manera, de mi colegio. En realidad, era un ala del patio principal que, gracias a sus amplias dimensiones, mis compañeros y yo le dábamos un uso más futbolero que para el que fue diseñado en un principio. El papel de porterías lo desempeñaban dos oportunos bancos situados allí que parecían destinados a tal fin. La oquedad comprendida entre las patas y el asiento del susodicho servía de lugar por el que debía entrar el balón, pese a la altura de medio metro que tenían..

Sin embargo, lo único que recuerdo de esa época fue un potente balonazo que recibí en plena cara. A veces, un escurridizo picor me recuerda tal agradable sensación. A decir verdad, en aquella época yo tenía otros menesteres tales como intercambiar tazos de pokémon o no perderme mi serie favorita de dibujos animados y al fútbol no le prestaba especial atención aunque sí coleccionaba las estampitas.

Lo que sí merece un rincón acomodado en algún lugar de mi memoria fue mi primer gol. Aunque no consta en ninguna videoteca junto con los de Ronaldo, Maradona o Henry, fue un hecho realmente memorable para mí. Yo tenía unos ocho o nueve años y jugábamos en la antesala del momento del día que empieza a salivar la boca. Enfrente teníamos a los de sexto, chicos que nos superaban en edad por tres o cuatro años. En una jugada en la que abandoné la portería, el balón cayó en mi poder en línea de tres cuartos aproximadamente. Cabe destacar que la portería estaba vacía -a saber dónde estaba el portero- y empecé a correr del modo en que hablaba Samuel Eto'o. Con la adrenalina recorriendo hasta mi última vena, empujé el balón en la línea de gol y empecé a correr y saltar como si se tratase del gol que daba la victoria a mi equipo en la final de la Champions. A nivel anecdótico, resaltar que dicho partido tuvo lugar en la pista del San José en una clase de educación física o, como la llamábamos antes, de gimnasia. Curiosamente, he jugado allí con mis amigos no hace mucho.

También se me hace difícil olvidar los torneitos que preparaba nuestro profesor del colegio, Don Juan Carlos, como el rey. Organizaba un torneo que enfrentaba a todos los cursos y nos brindaba la oportunidad de ponerle un nombre. Recuerdo uno que le puso a su equipo Prestige y creo que a ese equipo no le fue del todo bien. Casualidades de la vida...

En efecto, jugué ese torneo, que no sé si todavía se mantendrá en vigor, varios años aunque del curso donde lo recuerdo especialmente fue el de sexto. Jugábamos contra el curso inmediatamente menor que nosotros, los de quinto, obviamente. Entonces a nadie le preocupaba el aspecto táctico y básicamente aquello consistia en más o menos venticinco niños de diez años corriendo detrás del balón. A modo de profecía, me vi marcar el gol de la victoria de aquel partido y, escasos minutos después, de un aglutinamiento de niños -y niñas- salió un balón temeroso que yo, a placer, empujé hasta el fondo de las mallas.

Aquello supuso para mí la explosión del júbilo, de la felicidad absoluta, del orgasmo futbolístico. Disculpen la metáfora. De pronto, me vi a todos los de mi clase corriendo hacia mí. En lugar de correr despavorido como hubiera hecho habitualmente para poner a salvo mi integridad física, me uní a la piña porque esta vez yo fui el crack. Además, en escasos segundos me vi rodeado de las dos chicas más guapas de la clase. Imaginaos...

Fuera del recinto docente, también tuve mi cita con el deporte rey. Por aquel entonces, Muros Rueda sólo era Pared de gotelé Rueda. Con él compartí más tardes veraniegas futboleras -y calurosas- que con nadie más. Jamás sabré de dónde lo sacó pero Manolito tenía un balón amarillo, como él decía, del Mundial de Brasil. Una joya de coleccionistas. También comparti pista con su padre y con Willy, alguien con una tiánica calidad, y, aunque no me la pasaban, la verdad es que las recuerdo con especial cariño.

Pero en la calle no todo eran partidos. Con Muros Rueda era un clásico echarse una reina. Nunca entendí el origen del nombre del juego pero, para matar el aburrimiento, no estaban nada mal. La imagen que se me viene a la cabeza cuando recuerdo tal situación es la de Manolo de portero sacando de espaldas. Porque si no, no valía. Esta última frase, no vale, puede ser la que más hayamos usado de niños.

Otro juego habitual con estas edades es la alemana, cuyo origen también desconozco, aunque a buen seguro que no se encontraba en Las Islas Británicas. Personalmente, me gustaba menos. La diferencia entre éste y la reina consistía fundamentalmente en que en el primero se jugaba por equipos -que podían ser individuales o de dos o a veces de tres- y en el segundo era un único equipo participante por lo que la emoción y la competitividad se derramaban por la popa.

Los métodos de elección de equipos también eran curiosos. Pares o nones, que todavía lo hacemos, o piedra, papel o tijeras. En realidad, daba igual el método; lo importante siempre ha sido divertirnos pero podía existir algún extintor del fuego de nuestro entretenimiento. O bien que apareciera el niño que nos caía mal o que el balón se embarcara. En el segundo de los casos, estábamos listos de papeles.

Y hasta aquí este repaso por los comienzos de mi vida futbolistica. Independientemente de la edad, lo importante es que siempre me he divertido aunque ahora me lo tome mucho más en serio.

 No podía cerrar este post sin mostrar esta imagen. Aunque la calidad no es precisamente la mejor, en ella se ve a un muy pequeño Germán acompañado por el traductor del Fútbol Club Barcelona en 1996, efectivamente, junto a José Mourinho.

3 comentarios:

  1. Hola, mi nombre es Antonio, y estaría interesado en intercambiar los enlaces de nuestros blog, si es así, comunícamelo y lo llevamos a cabo.
    Mi blog es http://amorsevillista.blogspot.com/
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. De acuerdo, buena idea. Por mi parte, no hay ningun problema.
    Un saludo.

    ResponderEliminar