8 de marzo de 2012

Lírica Pachanguera: Edición Sociólogos


Hoy no me quedé dormido pero, a decir verdad, me faltó poco. El tren llegó puntual a su andén y, a continuación, se sucedieron los veinticinco minutos habituales de trayecto. En esta ocasión, los jugadores y el escenario eran bastante distintos al habitual. En efecto, me dirigía a la Universidad a jugar una dinámica, divertida y, por qué no decirlo, disparatada tarde futbolera con los mejores sociólogos del mundo. Bueno, los únicos sociólogos que conozco.

Llegué con bastantes minutos de margen, haciendo gala de mi puntualidad inglesa. A lo lejos, divisé a mis amigos que se dirigían a aquella lejana y taciturna pista de fútbol que parece abandonada en el tiempo. Éramos menos de lo que esperaba pero suficientes para poder jugar en condiciones. Apareció el guardián del campo para abrirnos la vetusta verja que nos posibilitaba disfrutar de las solitarias instalaciones de juego, que parecen confinadas en el olvido. Aquello estaba perdido en unos terrenos colindantes a la universidad y custodiado por una pista de rugby cercana y el petulante canto de una dicharachera gaviota.

A decir verdad, yo no había comido, algo que después, con las poco permisivas condiciones climáticas,agradecí. Nuestro limitado tiempo de juego (sólo una hora) nos apresuró para empezar a jugar cuanto antes. Tuve el honor de compartir equipo con los irreemplazables Luis Pakemá, Alex Canela y Álvaro Gómez. Al frente, nos aguardaba un digno rival: el equipo compuesto por Leo Capmany, Miguel Aldana, Álvaro Suárez y Jacobo Emp. Lo siento, es que no sé el apellido del gran Koby.

El partido empezó con una irreverente calor. El buen rollo imperante en ambos equipos nos motivaba desde el principio y propició un ritmo de juego alegre y desenfadado. El planteamiento consistía en balonazos para meter goles con avidez. No había jugadas determinantes. De hecho, un equipo marcaba dos goles y, seguidamente, era remontado por los chicharros de Álvaro Suárez. Constaté que es un jugador con mucho desborde, velocidad, regate, recorrido y gran eficacia goleadora. Cuando acabó el encuentro, se citó con un cigarrillo que se enrolló como si se tratase de un antiguo amor de verano.

Estaba también nuestro Leo que corrió bastante y marcó varios goles. Probablemente, estaba moralizado por las espumosas cervezas que nos esperaban después. Era algo así como si nuestra chica nos estuviera observando. Motivaba. La verdad es que Leo hizo un fantástico partido y mostró sus condiciones técnicas. Como también lo hizo mi compañero de equipo Luis, jugador muy combativo, un espárrago donde los haya, aunque con buen control de balón, técnica, disparo e inteligencia. De portero, un showman de categoría.

Esta vez no pudieron acompañarnos nuestros colegas Moi y Jesús por diversos compromisos académicos aunque sí apareció Álvaro Gómez. Se le agradece que, pese a que que no es una persona que le guste el fútbol, tenga la amabilidad de acompañarnos y esforzarse, sin perder la sonrisa. A los compañeros se les recuerda por los buenos valores que aportan al equipo y, obviamente, Álvaro Gómez es un ejemplo de ello. Hizo un gran trabajo y tuvo varias ocasiones.

Miguel Aldana me recordaba al prototipo de futbolista brasileño. La calidad le acompaña pero hay que señalar su faceta fiestera. Con sus goles y pases entre líneas tambaleó nuestros esquemas y fue la causa de más de un quebradero de cabeza . Se esforzó considerablemente y lo hizo realmente bien. Luego estuve yo, que marqué mis tres golitos pese a no haber calentado y me encontré muy en sintonía con la actitud y juego de mis amigos. De portero, me colaron alguna que otra, incluso un penalti por parte de Jacobo.

A propósito, Jacobo, enfundado de Diego Milito, volvió a sorprendernos. Las elevadas temperaturas sin sombra no le amilanaron, nos fundía con sus regates y anotó innumerables chicharros. Un crack en toda regla. Con otro que he de quitarme el sombrero es con Álex Canela. Cuenta Luis Pakemá que, visto de espalda, parece Messi encarando, driblando y solventando defensas adversarias. Tuve la suerte de disfrutarlo en mi equipo. Es un jugador muy técnico, va muy bien al espacio y se postula como portavoz del equipo cuando nos meten un gol.

La falta de sombra no nos perdonó. Tanto es así que aprovechábamos para beber agua cuando el rocoso balón se nos iba entre los oxidados alambres que custodiaban la pista. No acabamos de cumplir el tiempo reglamentario de alquiler del campo y dimos por concluido antes el partido. Mientras tanto, Migue no paraba de recordarnos esas cervezas que nos esperaban después para reponer fuerzas. Luego, en el vestuario, Leo nos aderezó con una adherente colonia que endulzó nuestro olor. Fue una tarde fantástica.

Jueves, 8 de marzo de 2012.

2 comentarios:

  1. Muy bueno Jose Angel, pues que un blog es esto. Vivencias. Pero sobre todo vivencias bien contadas y con una narrativa envidiable como esta, y que si tienen que ver con el futbol son todavia mejores. Me alegro por ti. Un saludo desde Argentina.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Matías. Siempre es un placer verte por aquí, como pasarse por Fobal 2000 en el que siempre se aprende algo interesante y con un excelente punto de vista como el tuyo.

    Un abrazo desde España, Matías! ;)

    ResponderEliminar