Vivíamos inmersos en una dinámica de tranquilidad, alegría y buen rollo en los Clásicos. La crispación y tensión perpetradas por Mourinho las temporadas anteriores parecía formar ya parte de la historia. El mundo era un lugar más bonito: pusieron un carril de bicis decente en cada ciudad y la crisis llegó a su fin. Como debe ser, de lo que se hablaba en los últimos Clásicos (Supercopa de España y Liga) era de temas estrictamente futbolísticos. Pero claro, la felicidad se manifiesta en pequeños instantes y esta positiva atmósfera nos envolvía desde hacía demasiado tiempo. Algo tenía que pasar...
El Clásico copero tuvo lugar en un clima pacífico, aparte del mecherazo lanzado desde la grada a Gerard Piqué, los patéticos gritos racistas a Dani Alves y los sonrojantes cánticos de Messi subnormal. El Real Madrid, fiel a su estilo, jugó básicamente de las pérdidas de balón del Barça en un partido en el que los azulgranas pudieron poner distancia de por medio en el marcador con las ocasiones de Pedro y Xavi. El juego al limite de Xabi Alonso, Arbeloa y Carvalho no sorprendió a nadie. Cría fama...
Por lo demás, el choque se desarrolló dentro de la normalidad y, dicho sea, fue uno de los clásicos más descafeinados de los últimos años. Así se manifestó en el campo. Sin embargo, desde los bastidores de la Casa Blanca se urdía un plan cínico y mordaz para envilecer el ambiente que preveía unas consecuencias titánicas. Con Mourinho como ideólogo de tan brillante estratagema, el plan sería ejecutado por sus secuaces: Aitor Karanka, Álvaro Arbeloa y José Callejón. En lugar de atacar todos los frentes, el técnico portugués ha adquirido un rol más light en rueda de prensa ante el Barça, sólo cuando no desprestigia a algún compañero periodista en una habitación. Si bien el plan de hoy sí ha sido más inteligente y elaborado.
¿Su víctima? Nada menos que Leo Messi. Parefraseando al siempre objetivo Eduardo Inda, detener por lo civil al mejor jugador del mundo se hace una aventura no exenta de riesgos. Hay que optar por la opción criminal, más acorde a la linea editorial del club. De este modo, Callejón compareció ayer en sala de prensa para certificar que Messi esperó una hora y media a los jugadores del Madrid en el párking (¿a quién me recuerda esto?), llamó bobo a Arbeloa quien iba acompañado de su pareja y, además, tildó de muñeco de Mourinho a Karanka, segundo técnico del club. Algo raro cuando el autobús del Barça abandonó el estadio Santiago Bernabéu 45 minutos después.
Repruebo totalmente la actitud de Messi. Yo, en su lugar, le hubiera dedicado palabras más corrosivas a esos personajes. Sin tener pruebas fehacientes de ello, el madridismo ha tomado estas palabras como verdaderas, hasta que el crack argentino las desmienta. En dicha situación, será una palabra contra otra. En caso de ser verdad, Messi ha dicho algo tan evidente como que el agua moja. Lo que ocurre es que las verdades duelen. Lamentablemente, las palabras de Callejón tienen la misma credibilidad que las de alguien que ha sido, literalmente, el caballo de Mourinho en Mestalla la temporada pasada. Sus secuaces tampoco son la verosimilitud personificada: Karanka, instado por Mou a cambiarse la nacionalidad y Arbeloa.
Esto no es más que una campaña mediática para desestabilizar la imagen pública del jugador con mejor comportamiento del mundo, o sea, Leo Messi (dato de IMG Consulting con un 53,8% de los votos), un hecho tan cierto como apodíctico. Ni que decir tiene que cualquier tentativa por parte del Real Madrid a salpicar la opinión pública del Barça ha caído en saco roto. Por el momento, ante tales palabras necias todo el mundo ha hecho oídos sordos desde Can Barça. Alguien tendrá que explicarle a Florentino Pérez que esto sí es intentar desestabilizar a un club. Se corrobora la dantesca imagen de esta entidad tan lamentable.
Fuente: Intentan desprestigiar sin éxito a Messi desde Madrid (2/2/2013). Diario SPORT.
No hay comentarios:
Publicar un comentario