11 de julio de 2011

¿Y tú dónde estabas?


Como empecé a escribir hace precisamente un año: Se trata de algo obligado. La ocasión no es para menos. Hoy se cumple un año del gran día, uno de esos días que permanecerá indeleble en nuestras memorias, el día del Iniestazo, el mayor día de gloria del fútbol español.

Cada dos veranos, las páginas de sufrimiento se perdían entre los titulares que abrían con la frase que nunca queríamos oir pero que era tan decepcionante como previsible: Jugamos como nunca, perdimos como siempre. Análogamente, cada cuatro años veíamos extraños en nuestras pantallas a alguna selección que escribía con letras de oro su historia en este noble deporte. Bleus algunas, verdeamarelhas las otras, incluso una azurra. Parecía que alguna deidad maligna no quería que un día fuese roja.

Pero no nos engañemos. La realidad era rontundamente otra. La, por aquel entonces, infranqueable y maldita ronda de cuartos, superada con éxito ante Italia dos años antes en Viena, elevaba enérgicamente el nivel de moral del pueblo español. Aquella plateada ánfora conseguida de forma brillante en el Práter no sólo limpiaba el polvo de las vetustas vitrinas de la federación. En absoluto. Aquella Eurocopa silenciaba las palabras de la historia para gritar el comienzo de una etapa nueva. España había cambiado.

Todo ello tenía como máximos responsables a una prometedora generación de talentos, algunos de los cuales tendrían que esperar al Mundial para contribuir al éxito mundial como Piqué, Busquets, Navas o Pedro. Si había algo claro es que la selección española acudía a Sudáfrica con la clara vitola de favorita del torneo junto a Italia, campeona del mundo; Argentina, con el mejor jugador del mundo liderándola; Brasil, con el siempre atractivo jogo bonito de la canarinha y la todopoderosa Alemania, vieja rival de soleadas tardes de épica en Viena. Lo de Holanda, simplemente, era otra historia...

A decir verdad, los comienzos no fueron nada fáciles. El fallido debut ante Suiza sembraba las dudas entre la afición. Se trataba de un partido gris, poco vistoso, donde el juego táctico de los rojiblancos y los palos de la portería impidieron que España se llevase los tres puntos. No obstante, el trabajo realizado por la Roja culminó con éxito la fase de grupos con sendas victorias ante Honduras y Chile.

Para el cruce de octavos, la Roja esquivó a la pentacampeona Brasil pero eso no le impidió medirse a la Portugal de Cristiano Ronaldo que, entre escupitajos de por medio, cayó derrotada ante España con David Villa y Fernando Llorente como maestros de ceremonias. De nuevo, los cuartos de final acechaban desde el horizonte. Esta vez, Italia no haría más que verlos desde casa tras su decepcionante papel. Al frente, una férrea y rocosa selección paraguaya fueron estigos entre escurridizos penaltis de la carambola española perpetrada por David Villa. España era semifinalista del Mundial por segunda vez en su historia

El Chupinazo de San Fermín se vivió en Sudáfrica de un modo muy particular. El Tiburón Puyol nos metió de cabeza en la gran final con su salto hacia el infinito. La caballerosidad de los alemanes también fue un factor a tener en cuenta.

El día 11 de julio de 2010 era el día más soñado por el fútbol español. En realidad, daba igual de qué equipo fuera cada uno. Tanto como si eras del Leganés, del Betis o del Madrid, la verdad es que poco importaba. Se trataba de ese partido con el que siempre hemos soñado, un partido anhelado por generaciones y generaciones que han visto una retahila de fracasos cada dos veranos. Era, por así decirlo, el partido de nuestras vidas.

Ese día, España amaneció más roja que nunca. Las consignas nacionales abarrotaban balcones, fachadas e incluso coches. Un narcótico ambiente de tranquilidad y confianza en el equipo inundaba las calles y los rostros de los aficionados. Los niños jugaban en las calles con las naranjas maduras que caían temerosas desde los árboles y en la tele no se hablaba de otra cosa. La coyuntura económica desfavorable que impera en el país pasó a un segundo plano así como los graves problemas que asolan la sociedad. Por primera vez en mucho tiempo, todos éramos felices. Sinceramente, me enorgullece sentir de forma tan profunda un deporte que consiga estas cosas.

Y así comenzó el partido de nuestras vidas. No me extenderé en el plano táctico pero básicamente Holanda salió desde el principio presionando mucho para no perder el balón en zonas comprometidas. Ése sólo fue el principio de un partido liderado por patadas y juego al límite, en ocasiones sucio, de los neerlandeses. Curiosamente, sus quejas al colegiado inglés Webb se fueron sucediendo como las patadas a Xabi Alonso, Busquets o Iniesta entre un largo etcétera.

Sí hubieron dos jugadas que decidieron el partido. La parada in extremis de Casillas a Robben con la puntera del pie en la que estaba el corazón de todos los españoles. El rostro del holandés simbolizaba lo que se siente al perder la Copa Mundial de la FIFA. No obstante, no fue esa la jugada del partido. El Dios del fútbol nos la tenía reservada para el minuto 116, cuatro antes de una hipotética y dramática tanda de penaltis. Era la jugada esperada por tantísimas generaciones durante ochenta años que desencadenaba una sensación etérea...

Torres la cuelga. El rechace le favorece a Rafael Van Der Vaart que se la entrega a Cesc. Éste para Iniesta que la controla, se perfila y... 

En ese momento, a modo de flasbacks, vi a Cardeñosa fallar ante Brasil con el portero vencido, Arconada hundido en París tras el pejiguero gol de Platini, Luis Enrique llorar ante la impotencia mientras su nariz emanaba sangre y Julio Salinas tropezarse ante Pagliuca. También vinieron a mi mente las imágenes de Hierro y Nadal errar ante Seaman en Wembley, Oliseh amargar la existencia a Zubizarreta en Francia '98, Raúl enviar a las nubes la esperanzas españolas ante Barthez, un egipcio robarnos lo legítimo en Corea, Nuno Gomes fusilar a Casillas y Zidane jubilándonos en Alemania 2006.

A partir de ese momento, tras el gol de Iniesta, pocos sabían lo que acababa de ocurrir. España se convertía, como dije aquí mismo hace exactamente un año, en mayor de edad. Era 2010, el año en que fuimos campeones del mundo. Comenzaba la leyenda...

2 comentarios:

  1. Así ocurrió y así se lo hemos contado. Ya sabes que aunque no soy muy futbolero soy tu fan número uno ;), además del mundial si que algo sé sobre todo del griterío en mi casa cuando el gol de Iniesta, pero es que no era para menos.

    Un saludo!

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  2. Caballero, qué alegría ver su nombre por estos lares. Pues sí, fue algo realmente inolvidable que nunca olvidaremos.

    Un abrazo!

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