Ha ocurrido alguna vez y es así de injusto. Toda una vida dedicada a desempeñar con ilusión y fructíferos resultados una determinada tarea empañada en algún momento por un acto de dudoso prestigio será suficiente para que el protagonista de la historia sea recordado más por su error que por sus éxitos, aunque éstos doblen a los primeros.
Algo así fue lo que ocurrió con David Beckham en el fútbol inglés, un jugador excepcional que, a mi juicio, no ha sido todo lo valorado que debería. Tanto fue así que algunos sectores en Inglaterra y algunos medios de comunicación solicitaron la marcha del jugador de la selección. Aunque, a fin de situarnos, esto fue concretamente lo que ocurrió.
Corría el año 1998 y el combinado de Inglaterra partía como una de las grandes favoritas para el Mundial de Francia debido, en primera instancia, a su fulgurante papel en la Eurocopa organizada dos años atrás en las islas en la que los Pross llegaron a las semifinales tras caer ante Alemania en los penaltis en Wembley.
Dicho sea de paso, esa selección contaba con una de las mejores generaciones de futbolistas ingleses de todos los tiempos entre los que se encontraba Alan Shearer, Paul Gascoigne, Teddy Sheringham, Michael Owen, Steve McManaman o David Platt aunque Beckham no fue seleccionado.
En la fase de grupos, the Spice Boy marcó un gran gol de falta ante Colombia y el cruce de octavos de final del torneo había deparado un aguerrido Inglaterra Argentina en Saint-Etienne con la pertinente forma desatada que ambos países tienen de vivir el deporte rey.
En una jugada ocurrió la siguiente acción. El jugador del Inter de Milán, Cholo Simeone, le agenció una fuerte entrada sirviéndose de una gran fuerza física a David Beckham que cayó al suelo. De pronto, se montó un gran revuelo en el terreno de juego pero, en ese momento, Beckham le interpuso una zancadilla a Simeone que, desestabilizado, perdió el equilibrio y cayó al césped del célebre estadio francés. El árbitro, que distaba escasos metros del lugar de la infracción, no lo dudó y sacó tarjeta roja a David Beckham.
El partido siguió su cauce que desembocó en la eliminación de Inglaterra ante Argentina en la tanda de penaltis, algo que trajo consigo una fuerte polémica en el fútbol inglés hasta el punto de crucificar mediáticamente a David Beckham que tardaría mucho tiempo en reconciliarse con su afición.
No obstante, su carrera a raiz de aquel tempestuoso incidente contrajo cita con la suerte y los éxitos deportivos se sucedieron inmediatamente. En la temporada siguiente, el Manchester United, comandado por Beckham, ganó la Premier League, la FA Cup y la Champions League en una de las noches más memorables de la historia de los diablos rojos, algo que, obviamente, supuso un analgésico para el condenado David.
En la selección, hizo un buen papel en las eliminatorias de clasificación para la Eurocopa de Bélgica y Holanda en 2000 en la que fue capitán de los Pross. Además, su apoteósico y desorbitado gol de libre directo ante Grecia en Old Trafford, valedero para conseguir un billete para el Mundial de 2002, aportó notablemente en la reconciliación de David Beckham con la siempre exigente, aunque cálida, afición inglesa.
Un jugador con una clase tremenda, pero al que mucha gente le exigía demasiado, una cosa es que tengas mucho tirón mediático sea por lo que sea, y otra cosa es que tengas que ser día tras día la estrella de tu equipo. A mí Beckham me sorprendió gratamente en el Madrid, pensaba que era un "chuliboy" que venía a tirar faltas, pero era el que más corría del equipo.
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