Lo dijo Guardiola hace un tiempo en una rueda de prensa y es la verdad: Un chico cuyo padre trabaja en una gasolinera no puede ser mala gente. Con estas palabras, el técnico catalán elogiaba a Pedro Rodríguez Ledesma por su importancia en el equipo al abrir espacios, marcar goles importantísimos y por ser un gran chico con el que todos están encantados. En 2007 el canario estuvo a punto de irse del Barça. Sin embargo, Guardiola lo vió en tres entrenamientos seguidos y gracias a gestos como ése ha llegado a lo que es a día de hoy.
Desde el pasado domingo se respira aún mas tranquilidad en el Barcelona. Evidentemente, ello se debe a la derrota del Real Madrid en Pamplona que lo sitúa a la friolera de siete puntos. Ahora los blancos saben que también dependen del Barça para tener opciones a aspirar al título de Liga. La cosa está difícil. Para constatarlo, sólo hay que echar un vistazo a la portada del diario Marca del día 31 de enero que rezaba textualmente: Hay que irse de copas. Yo añadiría a modo de inciso: Si el Barça no nos pide el DNI.
Sin temor a exagerar, puedo decir que este Barça aspira a todo. Particularmente, veo su juego más elaborado, armónico, ordenado y perfecto que el de las dos últimas temporadas. La culpa de ello la puede tener el trabajo, la dedicación y la persistencia con que todos los miembros del club luchan diariamente.
Esta temporada estamos disfrutando con un Barça que encandila por su esencia y enamora por su juego. Aunque Guardiola quiera ser humilde, este equipo actúa como una apisonadora con quien ose interponerse en su camino. Sus víctimas más sonadas fueron Sevilla, Almería, Real Sociedad, Espanyol y, por supuesto, el Real Madrid. Se intuye un mayor nivel que en las temporadas anteriores con jugadores que prácticamente lo dan todo y cuentan con un nivel y estado de forma notablemente superiores.
Ser del Barça es una sensación que no se puede explicar. Hace que llegues a amar este fantástico deporte pero no olvidemos que ante todo es un grupo humano. Estamos hablando de jugadores que se conocen desde la infancia, puesto que la mayoría se han formado en La Masía. Y los que no son made in Barça, son compañeros en la selección, por ejemplo, David Villa.
Este club tiene un código muy correcto. Básicamente, se trata de que la mejor forma de hablar es con un balón y vestido de corto, sin caer ante las provocaciones. Y ya sabemos que en el terreno de juego, nadie le planta cara.
Siempre se sale con la intención de tener el balón, de achicar espacios, de hacer correr el rival mientras se abre el campo. Se facilita la circulación del esférico, las jugadas basadas en la formación de triángulos, el juego entre líneas, la facilidad para sacar el balón jugado gracias a jugadores como Piqué o Busquets y defendiendo con un ataque incuestionable. Arriba más de lo mismo. Messi y Villa se intercambian de posición, en gran medida, porque el asturiano no es un nueve nato y se puede escorar a banda actuando de extremo. Por el costado contrario, Pedro, además de aportar grandes goles, abre el campo, tiene desborde y un gran sentido del juego colectivo como sus demás compañeros.
A fin de cuentas, esto es el fruto de la filosofía sembrada por Cruyff que ha germinado superando con creces todos los registros. El último récord apunta una cifra: 15 partidos seguidos ganados, gesta lograda por útima vez por el Real Madrid de DiStéfano, todo un honor.
En otro orden de cosas, cuenta Valdés que sueña con ganar otro triplete. Será una labor dura pero ahí están los números que nada tienen que envidiar a los de aquella campaña tan maravillosa. Todo es ilusionante esta temporada. A propósito, aquí os dejo un vídeo que me ha emocionado. En serio. No sé si será por la banda sonora o a todos los hitos de mi vida que ocurrieron de forma paralela a esta demostración de fútbol pero ahí está el dato. Es un vídeo del triplete. Sí, esos que todos los culés hemos visto un porrón de veces pero la verdad es que nos podríamos llevar así tres vidas más.
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