Estamos ante el artífice del éxito del Fútbol Club Barcelona. Para él, el fútbol es una obsesión, algo inherente a su persona, lo que le hace respirar. Es consciente de que el éxito de un equipo comienza en el vestuario pero, ante todo, el éxito de este equipo comienza en su mente.
Desde joven ya mandaba. En el centro del campo del Dream Team era la autoridad y no tenía inconveniente en decirle a Bakero: Corre que para eso te pagan. Era una proyección del entrenador, alguien que daba órdenes. Tras ser nombrado entrenador del primer equipo, sobre él recayó la difícil labor de volver a formar a un equipo desestructurado y los resultados quedan a la vista de todos.
Partiendo de la concepción de que aquí nadie es superior a nadie, llevo la filosofía cruyffista al extremo, la filosofía que ha mamado desde chico, la idiosincracia culé. Tras su llegada, las salidas de Ronaldinho, Deco y Edmilson y el fin de ciclo de la era Rikjaard, comenzó el inicio del proyecto.
El día comienza a las ocho y se desayuna en familia. Dicho sea de paso, el jugador que llegue tarde es multado. Después tras una dura sesión de entrenamiento para exprimir el máximo rendimiento de cada jugador, tiene lugar el baño en los jacuzzis para relajarse. De la armonía en el vestuario, de la gran forma de jugar, del modo de entender el fútbol, de ahí viene el gran éxito del Fútbol Club Barcelona.
En las ruedas de prensa ha demostrado que no tiene pelos en la lengua pero con clase y estilo. De estilo atrevido, irónico, mordaz y divertido, no tiene inconveniente en decir las cosas claras cuando así lo cree conveniente. De hecho, en su última comparecencia ante las críticas de la prensa madrileña respondió con absoluto temple: Meo colonia.
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