En lugar de pachanguera, podría pasar por picnic. El partido de hoy lo jugamos en un patatal, el Parque de los Príncipes. Y todo ello se debió a nuestra puntualidad inglesa, ésa que hizo que todas las pista de Los Salesianos sin excepción estuvieran ocupadas. Creíamos que íbamos a ser sobre catorce tíos pero después, por motivos que no sé, sólo fuimos once.
¿Habeis oido hablar de la Ley de Murphy? Es esa ley que dice que si hay alguna posibilidad de que algo salga mal, podéis dar por hecho que así será. Y por enésima vez, ganó la estadística, esa ciencia que dice que si tú tienes un millón y yo cero millones, entre los dos tenemos medio milón aunque irremediablemente tu deportivo será mejor que el mío...
Saco a relucir lo de la Ley de Murphy porque después de mirar en tres campos distintos, darnos una gran caminata y perder de vista a dos de los nuestros, tuvimos la mala suerte de que todos ellos estaban ocupados. Así que elegimos para jugar un campo al que recientemente la UEFA le otorgó las cinco estrellas. A buen seguro que en unos años albergará alguna final... Hablamos, cómo no, del césped del Parque de los Príncipes.
Por el camino, nos reimos un rato. Germán y yo empezamos, de forma desenfadada y sin faltar al honor de nadie, a imitar cariñosamente a Carlos. El Capi no lo dudó para espetarle a Germán algunas rimas elaboradas y propias de un genio de la literatura tipo: Germán Bordoy, por el culo te doy y más preciosidades. Entre carcajadas de todos y especialmente de Escudero llegamos a una zona verde del parque que tenía como telón de fondo un atardecer adornado por parejas agarradas de la mano.
Aunque a simple vista parece un tapete verde de póker, a poco que observeis os dareis cuenta de que tiene más baches que las calzadas de Triana y un número considerable de piedras. Eso por no hablar de la dificultad de meter pases por alto por la gran cantidad de ramas. En resumidas cuentas, un terreno de juego algo atípico.
Mi equipo se componía por Germán, Superescu y Carlitos. Alberto, enfundado del mítico Del Piero, formaba parte del equipo de Jorginho, Jairo, Wesley y otro amigo que nos acompañaba en nuestra nueva aventura futbolera. El hecho de que jugásemos en césped nos permitía poder efectuar entradas a ras del suelo. Aún así, las patadas fueron el denominador común de ambos equipos.
El legendario Carlos se consagró bajo palos. Entre la falta de puntería de los rivales y sus paradas ayudó a mantener nuestra portería a cero durante la mayor parte del choque. Jairo se quejó de dos penaltis que el árbitro no vió, una vergüenza con mayúsculas. La existencia de un enorme matojo de matorrales justo en medio de la cancha nos posibilitó poder emplear una táctica consistente en cambiar la dirección del juego por detrás del matojo cuando el contrario no nos veía. Al menos, en mi equipo si lo hicimos así.
Afortunadamente, Jorginho pudo jugar. Las pequeñas molestias que arrastraba no implicaron problemas y, de hecho, incluso marcó un gol para la cuenta de su equipo. El máximo anotador de la tarde fue Germán. Como anécdota, señalar las efusivas celebraciones de nuestro equipo en las que se juntó alguna cucaracha. También se estrellaron algunos balones en los postes que, cuando no eran árboles, era alguna mochila que servió como tal esta tarde.
Así fue la tarde en El Parque que, lo queramos o no, no fue tan seria como las demás dadas las condiciones desfavorables que posee el parque para jugar adecuadamente. De todos modos, eso no fue un impedimento para que lo pasásemos bien y aprendamos que ya es hora de que quedemos más temprano.
Martes, 21 de septiembre de 2010.
no esta nada mal jose xDD sobre todo lo del matojooooo jajajaja
ResponderEliminarGracias, me alegro mucho que te guste jeje
ResponderEliminarJorginho enn!!!sera por lo bien que tiro las faltas (Pernambucano, a Pernambuco van todas,xDDDD
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